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África una joya cultural e histórica

Alberto Maestre Fuentes es un viajero incansable desde los veinte años. En esta nota hablaremos sobre un gran amor del Dr Maestre Fuentes, el continente africano. Su tesis doctoral y la obra “Un pueblo abandonado” un bestseller que va por la quinta edición, está dedicado a un pueblo africano, los saharauis. En esta nota repasaremos sus viajes y un poco de historia de lugares únicos.

Por: Jorge Alejandro Saponaro | Director El Minuto de Argentina


Alberto. Cuando fue el primer viaje al continente africano. Cuéntanos que edad tenías y que recuerdos te dejaron.

Mi primer viaje al continente africano fue con apenas un año y medio con motivo del bautizo de mi prima Ana en El Aaiún. Al vivir mis tíos y primas en el entonces Sahara español, medió la oportunidad de pasar algunas vacaciones en dicho territorio. Realmente esos periodos estivales en el Sáhara Occidental eran maravillosos y me marcaron de una forma muy importante.

Además, el hecho de que viviera en un barrio diplomático de la entonces capital de la República Federal de Alemania, en el distrito de BadGodesberg, me sirvió el estar en contacto muy estrecho con familias de distintos países y especialmente, africanos. Algunos de mis primeros amigos eran de allí. Recuerdo, como si fuera hoy, cuando me pasaba algunas tardes, jugando en la casa de una familia congoleña.


Alberto Maestre Fuentes


Su hospitalidad, su comida, vestimenta, el agradable olor que desprendía ese hogar, tan distinto a los que conocía, despertó, durante mi infancia, mi curiosidad y amor por ese continente, lleno de diversidad y culturas.

Etiopía, luego de tantos años de guerra y dictadura, emergió como un actor importante en el continente africano. Es un país con una historia milenaria y poco conocida. Como fue tu experiencia “etíope”. Que lugres visitaste.

El viaje a Etiopia fue más que eso. Fue adentrarse en la misma cuna de la humanidad. A parte de Adis Abeba, en la cual además de callejear y mezclarme con sus habitantes, que ya de por si es enriquecedor, la visita de la catedral y plazas majestuosas, destacaría la visita, en el Museo Nacional, de los restos de Lucy, la llamada “abuela de la humanidad” y el Museo del Terror Rojo donde se deja constancia de las barbaridades del régimen comunista de Mengistu Haile Mariam. También me impresionó el Memorial Tiglachin en honor a los soldados cubanos y etíopes que murieron durante la guerra contra Somalia. Luego me desplacé a la zona del Tigray, al noreste del país, fronteriza con Eritrea.

Sus paisajes y sobre todo, el escalar literalmente para acceder a unas iglesias que estaban ocultas es indescriptible. En algunos tramos necesitábamos incluso de la ayuda de arnés y cuerdas para poder acceder a ellas. El esfuerzo finalmente, siempre se veía compensado. Cuando, por fin, podías acceder a estas iglesias y monasterios, te quedabas atónito. Estar allí sólo, rodeado de esas pinturas tan vivas que decoraban todas las paredes y techos realizadas entre los siglos IX al XII, te transportaba a tiempos pasados.

La visita a Axum y su yacimiento fue también muy interesante, además pude volver a ver el obelisco que años atrás había visto en Roma y que los italianos han devuelto, después de que las tropas de Mussolini lo expoliaran. Y que decir de la Lalibela con su catedral de San Jorge (patrón de Etiopía) y de las diversas iglesias excavadas en las rocas, con sus fieles, todos vestidos de blanco, rezando dentro y alrededor de ellas, en el exterior.

La visita de Gondar, llamada el Camelot de África, con sus fortalezas y castillos en medio de un marco insuperable, te cautiva. Las cataratas del Nilo azul son impresionantes. Y que decir del lago Tana, plagado de pequeñas islas con iglesias, que son verdaderas joyas y que durante el trayectovas encontrando a hipopótamos, es increíble. Sus gentes, como en toda África, son maravillosas y hospitalarias. Volveré y en el próximo viaje, además, me gustaría visitar el sur del país y conocer las tribus mursi, hamer y boranas, entre otras.

Namibia fue objeto de una nota de Diario El Minuto. Tuviste la oportunidad de conocerla. Como fue tu experiencia en uno de los estados más “nuevos”.

Namibia la visité, en el narco de un viaje que incluía también zonas de Zambia, Zinbaue, Botsuana y Sudáfrica. La región que visité de Namibia, fue la de Zambezií, en la región del Okavango. Durante el apartheid fue un bantustán, destinado a los de la etnia lozi.

En esta zona, conocida también como Caprivi, está el río Zambeze. Realmente el paisaje y la fauna es impactante. Aunque el delta del Okavango se ubica en Botsuana, en esta zona de Namibia ya se puede comenzar a disfrutar del mismo. El paisaje y la población son, en estas zonas, muy similares entre ellas. Realmente, te dabas cuenta que cambiabas de estado, cuando tenías que pasar los controles fronterizos, que por cierto a veces nos demorábamos en cruzarlos, porque al policía de fronteras no encontraba el cuño para sellar tu pasaporte, pero daba igual, puesto que la amabilidad y sencillez, lo compensaba todo. Siempre digo que África hay que visitarla o, mejor dicho, vivirla, dejando atrás nuestra forma de vida y olvidarnos del estrés y no tomarnos la vida con prisas.

Botsuana fue otro de los destinos. Pudiste estar en el famoso desierto “Kalahari” y los pantanos del Okavango. Que recuerdos tienes de dicho país, de su nivel de vida, seguridad.

En Botsuana, visité el Delta del Okavango y lo pude sobrevolar en avioneta. Ver que un río, el Zambezií, lleno de vida y rodeado de gran vegetación y fauna de pronto desaparezca de tu vista y, en su lugar aparezca un inmenso desierto, es brutal. En el delta te sientes pequeño ante esos grandes animales. Acampamos varios días en medio de esta zona y estar allí ante esos elefantes que pasaban a pocos metros del campamento, te das cuenta de lo indefenso que puede llegar a ser el ser humano. Realmente allí que estás en la naturaleza en estado puro, ves lo vulnerable que puede llegar ser el hombre. También las noches estrelladas y los sonidos de los animales me impresionaron.

El nivel de vida parecía muy similar a los de sus estados vecinos. Supermercados bien surtidos, aunque caros para el nivel de vida de allí. La seguridad era buena. Habían muchos turistas provenientes de Sudáfrica.

Kenia es la “Meca” de los safaris. Pero estamos ante un país que tiene una rica historia, además de una dura lucha contra el colonialismo británico, como la célebre Rebelión Mau Mau. Además de los paisajes, que te impactó de su cultura, su gente, como encontraste al país cuando lo visitaste.

A Kenia le tengo un cariño muy especial, puesto que fue mi primer viaje al África subsahariana cuando tenía 25 años. Todavía recuerdo los preparativos. Con que nunca había realizado un safari fotográfico, pensé que sería duro y cansado y estaría bien terminar le viaje, conectando unos días finales de relax en las cercanas Seychelles y así lo hice. Error, pues el safari ya en sí fue relajante. La llegada a Nairobi me impactó. No me atreví a callejear mucho por mi cuenta, por el grado de delincuencia que existía y que se respiraba. Los clubs ingleses me llamaron mucho la atención, puesto que eran edificios que podrían estar perfectamente situados en Inglaterra con unos jardines y céspedes impolutos. En el restaurante The Carnivore pude probar distintas carnes como de cocodrilo y avestruz.

La visita al lago Nakuro que desde lejos se veía rosa, debido a la multitud de flamencos que estaban en sus aguas y el parque de Ambroseli con el Kilimanjaro al fondo, en el lado tanzano, son estampas que siempre las llevaré presente. La estancia en Treetops fue increíble. Este hotel de madera está sobre unos árboles al lado de una gran charca a la que van los animales a beber. Es una gran experiencia. Se debía hablar muy flojo, casi en susurros, en todo momento, para no ahuyentar a los animales, y sólo se rompía, por la noche, cuando un empleado, con una campana, indicaba que era la hora de la cena.

Es en este encantador hotel donde estaba la entonces princesa de Gales, Isabel, cuando su padre, el rey Jorge VI falleció y, en consecuencia, se convertiría en reina de Inglaterra.

Me decepcionó un poco la visita a los poblados de los Kikuyo, por lo explotado que estaban y que estuviera muy enfocado al turismo. Pude comprobar, cuando nos íbamos, como se cambiaban sus atuendos por otros occidentales.

Con los masai,observar sus costumbres y ver sus casas fue muy interesante. Hay que indicar que las viviendas de los masais están hechas a base de excrementos de animales, paja y barro, con lo que era misión imposible quitarte las moscas de encima.

Gracias Alberto por esta entrevista

Nota. Seguiremos hablando de los viajes del Dr Alberto Maestre Fuentes en próximas notas.

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