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AFRIKA KORPS Una fuerza legendaria

Afrika Korps fue el nombre de la fuerza expedicionarias alemana bajo el mando de Erwin Rommel, destinada a asegurarse la provisión de petróleo, un insumo esencial para el desarrollo de la guerra por parte de los nazis ya que no contaban con suficiente combustible para alimentar su maquinaria bélica.

El mariscal Rommel, es un personaje universal, por su desempeño en la Segunda Guerra Mundial estuvo al frente de diversas unidades militares desde los inicios de la Guerra, pero sería el Afrika Korps, la que lo catapultará a la fama.


Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro| Director Diario el Minuto para Argentina


No solo, su figura, sino la citada formación militar. En este articulo repasaremos la historia de este extraordinaria fuerza militar, que a pesar de su breve existencia (1941-1943) se ganaría un lugar en la Historia y especialmente entre los enemigos que tuvieron que combatir a este excepcional fuerza.

Era el año 1941, el III Reich era una potencia victoriosa y media Europa estaba a sus pies. Mussolini, sin ninguna duda no quería quedarse atrás. Desde Albania las tropas italianas se lanzaron contra Grecia. Lo que para el incompetente alto mando militar italiano iba ser un paseo militar, en verdad se transformó en un amargo fracaso. Las tropas helénicas contraatacaron y llegaron hasta las mismas bases de partida de los italianos en Albania.

En África las cosas no fueron mejores. En África Oriental Italiana (las actuales Somalia, Etiopía y Eritrea), un teatro de operaciones rodeado de fuerzas enemigas y con fuerzas exiguas para defenderlo. Las dificultades materiales que atravesaban los italianos, virtualmente bloqueados y sin la posibilidad de ayuda desde la metrópoli, quedaron a merced de la iniciativa británica. En dos años, los italianos perdieron la llamada África Oriental Italiana.

En Libia, colonia italiana desde 1911, las fuerzas italianas estaban en manos de un comandante con escasa iniciativa, el mariscal Graziani. Durante la crisis británica tras la evacuación de Francia en 1940, la situación de Londres era complicada. Su ejército estaba en proceso de reconstrucción y estaba completamente a la defensiva.

La presencia británica en el Mediterráneo era mínima y la debilidad se percibía también en Egipto. En esos meses cruciales, los italianos no tomaron ninguna iniciativa. El mariscal Graziani era un personaje inepto. En una serie de escaramuzas con los británicos, los italianos perdieron 3.500 efectivos frente a 150 de los británicos.

En Libia las fuerzas italianas sumaban unos 300.000 efectivos, frente a 36.000 británicos (en verdad muchos eran tropas del imperio colonial) con base en Egipto. El alto mando militar italiano poco y nada hizo para reforzar la estructura para sostener una fuerza de semejante magnitud.

No había caminos adecuados, y menos puertos para sostener semejante despliegue. El avance se paralizó en Sidi Barrani, un paraje olvidado de Dios, en la costa Egipcia, a unos centenares de kilómetros de la frontera libio egipcia. Mussolini instó a Graziani a tomar la iniciativa, echándole en cara, que durante 16 meses estuvo preparando 15 divisiones para solo tomar un poblado aislado. Italia precisaba llegado el caso de sentarse a la mesa de negociaciones, tener algo mas…mucho más.

Graziani reforzó en parte la infraestructura con hospitales, acueductos, carreteras y fortines. Gran Bretaña si organizaba en el ejército. La Batalla de Inglaterra, era una clara victoria británica y esto permitió que el alto mando británico tomará medidas para el teatro de operaciones del Norte de África.

El general Wavell, a pesar de su inferioridad numérica, tomó la iniciativa de va manera audaz y agresiva y con 30.000 soldados y 120 tanques, rodeó el desierto y sorprendió a 80.000 italianos, apoyados por 270 tanques ligeros (conocidos como latas de sardinas). La moral se vino abajo y millares depusieron las armas frente a los británicos. En nueve semanas los británicos recorrieron 800 km, tomaron 120.000 prisioneros, miles de cañones, y cientos de blindados. Las pérdidas italianas entre muertos heridos y desaparecidos fueron de 20.000, más 200 aviones destruidos. Los británicos tuvieron 3.000 bajas, 50 tanques destruidos y un centenar de aviones perdidos.

En Trípoli, capital de Libia italiana, el ánimo estaba en su punto más bajo. Los colonos italianos estaban aterrados con el solo hecho que las tropas los abandonaran a su suerte y quedarán a merced de la población árabe local, que por cierto no tenía muchas simpatías. El general británico O’Connor había infligido un duro golpe a los italianos en Beda Fomm con solo 3.000 efectivos y 30 tanques medios.

La región de Tripolitania, la actividad de las patrullas británicas era creciente y el derrumbe italiano era cuestión de tiempo. Alemania había ido en auxilio de su aliado italiano, la razón era asegurar el flanco sur para el gran proyecto de Hitler, el ataque a la Unión Soviética. Las tropas alemanas llevaron acciones “relámpago” que terminó con la ocupación de Yugoslavia y Grecia (aquí la resistencia fue más tenaz).

Ahora tocaba el turno del Norte de África. Desalojar a los británicos del Mediterráneo era vital para la seguridad alemana y la estrategia global de Berlín en Europa. El 12 de febrero en el aeródromo de Castel Benito, llegó un general alemán de baja estatura, de carácter enérgico y resolutivo. Erwin Rommel pisaba África y rápidamente viajó por el teatro de operaciones para interiorizarse de la situación. En esos momentos la emergencia griega, llevó a distraer importantes efectivos al Reino Unido para socorrer a sus aliados que, a pesar de su tenacidad, la maquina de guerra alemana estaba terminando con la capacidad militar helénica.

Nace la leyenda: el Afrika Korps. Los grandes combates en el desierto

Rommel se entrevistó con el general italiano Gariboldi, jefe del Estado mayor del ejército italiano en Roma. Se interiorizó en las dificultades del teatro de operaciones y se puso manos a la obra. El 14 de febrero de 1941, los primeros elementos de combate del Afrika Korps llegaban a Libia vía marítima. El núcleo estaba formado por la 5ª División Ligera y 15ª División Panzer, a las que se agregarían dos divisiones más. Estas serían el núcleo de las fuerzas del Eje en Libia.

El jefe alemán tenía poco tiempo para conocer las dificultades del terreno donde debían operar sus fuerzas – pensadas para el teatro de operaciones europeo – como le había señalado el general Gariboldi. Ello motivó la ejecución de operaciones de alcance limitado a fin de “aclimatar” y adaptar a las fuerzas alemanas a la dureza del desierto libio. El 28 de febrero las fuerzas alemanas entraron en contacto con patrullas británicas. Rommel lo definió como un simple “reconocimiento”.

En marzo voló a Berlín con la finalidad de pedir autorización para iniciar acciones ofensivas. El alto mando alemán se mostró reacio, dado que estaban en sus planes los ataques a la Unión Soviética y los Balcanes. A pesar de no tener autorización de Berlín, Rommel atacó El Agheila el 24 de marzo. La primera victoria importante del Afrika Korps . El general Wavell había retirado sus fuerzas principales a descansar en el Delta del Nilo, quedando en Libia fuerzas en manos de mandos inexpertos y personal reducido. A ello se unió apreciaciones erróneas del general Wilson sobre las posibilidades de defensa del área de Bengasi.

La inteligencia militar también subestimó la capacidad militar alemana, especialmente en materia de equipamiento. Las fuerzas móviles de combate en el desierto, en el caso de los británicos, había quedado muy limitada. La 2ª División Acorazada, solo podía operar con material en gran parte capturado a los italianos, los tanques ligeros M 13, los tanques Crusader de tipo medio, estaban muy deteriorados por las inclemencias del lugar. Las fuerzas australianas, aún no habían sido puestas a prueba y también tenían sus exigencias, especialmente para la defensa de Tobruk.

No obstante ello, Rommel no subestimaba a los británicos, había luchado contra ellos en Francia. La victoria de El Agheila, fue calificada una “acción de tanteo” por parte de Rommel. En esta batalla desplegó solo media división italiana y media alemana con 50 tanques medios Panzer III. Este éxito abrió el camino hacia Bengasi.

Los Panzer en África del Norte - La Segunda Guerra

En esta batalla desplegó solo media división italiana y media alemana con 50 tanques medios Panzer III. Este éxito abrió el camino hacia Bengasi.


Rompiendo reglas, donde ante el principio de no dividir fuerzas ante un enemigo derrotado, Rommel dividió las fuerzas de la 5ª División Ligera, con la finalidad de desplazarse a través de tres rutas de aproximación hacia las fuerzas británicas. Estas se dirigían a Bengasi, Msus, y Mechilli. Las fuerzas de infantería italiana fueron empleadas para ocupar terreno reconquistado, mientras que formaba un grupo móvil de combate blindado como fuerza de ataque del Afrika Korps. La gravedad llevó al general Wavell hacerse presente en el frente, reorganizando el dispositivo defensivo y los mandos.

El vencedor de Beda Fomm, el general O’Connor, arribo del Reino Unido luego de su licencia por salud, para asistir el general Neame, responsable de las fuerzas británicas en Libia.

El comandante de la 2ª División Acorazada, general Gambler Parry, señaló que los tanques sufrirían una elevada tasa de averías. Los alemanes tampoco las cosas le eran fáciles. Cada 2400 kilómetros, lo tanques tenían que ser revisados, a ello se unía el sostén logístico: carburantes, combustibles, repuestos, municiones, en condiciones sumamente difíciles, por los caminos, las limitaciones para el abastecimiento desde el mar y ante un general, que quería tener sus fuerzas en constante movimiento.

Rommel, exigía al máximo a sus hombres. Era frecuente que condujera la batalla desde un coche o una avioneta, lo que le permitía tener un conocimiento de la situación en todo momento. En el avance antes señalado, la 2ª División Acorazada británica había dejado de existir. En un rápido avance, permitió para el 4 de abril la toma de Bengasi, que había sido evacuado por los británicos. En el rápido avance caen prisioneros los generales O’Oconnor y Gambier – Perry.

Las tropas australianas, se repliegan hacia el perímetro de Tobruk. El 7 de abril, los británicos perciben que su posición en el norte de África tambalea. Las fuerzas que disponían han sido arrolladas y solo quedan en pie la división australiana y algunas fuerzas blindadas y de artillería dispersas, que fueron reunidas en torno al puerto de Tobruk.

Al este de esta posición defensiva, no existían fuerzas para hacer frente al avance del Eje. Egipto estaba en peligro. Las fuerzas de la 5ª División Ligera alemana, vanguardia del Afrika Korps, estaban exhaustas, pero ese lujo no podrían dárselo, dado que Rommel, sabía que debía explotar el éxito a fondo y evitar cualquier recuperación británica. La orden fue movilizar fuerzas contra Tobruk.

Sitio de Tobruk - Wikipedia, la enciclopedia libre

El sitio comenzó el 10 de abril, cuando una fuerza germano-italiana dirigida por Erwin Rommel atacó Tobruk y sometió la ciudad a un asedio que continuaría hasta el 27 de noviembre.


Las tropas ítalo germanas estaban agotadas por el esfuerzo. Recordemos que una de las claves de las tácticas de Rommel, era la velocidad de sus movimientos. Tropas cansadas, como sus mandos, son propensos a cometer mayor número de errores.

Las fuerzas del Afrika Korps fueron reagrupadas, luego de chocar contra el perímetro defensivo de Tobruk. Rommel reorganizó las fuerzas de la división italiana Ariete y la germana, 5ª División Ligera.

El ataque consistió en una columna de tropas blindadas, infantería apoyada por un nutrido fuego de artillería, avanzando en un estrecho frente. Esta “receta” fue efectiva en Francia en 1940, pero contra los pronósticos de Rommel, las duras tropas australianas se mantuvieron firmes. Gracias al abastecimiento por mal, la guarnición de Tobruk, que pasaría a la historia como las “Ratas de Tobruk” realizaban audaces incursiones a las tropas del Eje que los sitiaban generando importante daños.

El Afrika Korps sentía los graves problemas de sus largas líneas de abastecimiento que llegaban hasta Trípoli y eso afectaba seriamente su esfuerzo de guerra. También era obstáculo el Alto Mando en Berlín, que limitaba seriamente sus movimientos, como fue la visita del general Paulus, que impuso restricciones en los planes de Rommel.

El verano de 1941, el alto mando alemán había sido terminante respecto a Tobruk. A ello se unió el agotamiento de las fuerzas germanas. La cansada división ligera fue enviada a reentrenamiento, especialmente para hacer frente a lo que los británicos sabían hacer, guerra de posiciones. La crisis llevó a que el propio primer ministro Winston Churchill apoyara la idea de un convoy, denominado Tigre para socorrer vía marítima a las fuerzas británicas de Wavell. Las fuerzas alemanas desplazadas en la frontera libio egipcia, Harfaya, debieron hacer frente al poderoso tanque medio Matilda.

Rommel había lidiado con este tanque superior en blindaje a los germanos. No quedó otra opción que evitar combate con dichos vehículos, dado su superior blindaje, aprovechando las fallas por sus desgaste y de esta manera evitar un tiro certero del cañón del Matilda sobre las fuerzas germanas. La Operación “Brevity” que tenía como objetivo liberar Tobruk, solo había logrado ocupar el paso de Halfaya. Pero Rommel reaccionó, era clave el control del citado paso para poder llevar a cabo las operaciones contra Tobruk. El 27 de mayo lanzó un ataque abrumador, aprovechando la debilidad británica y logró hacerse con el paso.

Rápidamente ordenó su fortificación, supervisando personalmente las obras. Los británicos lograron reforzar Tobruk, no solo con obras de defensa, sino con la llegada de tropas, materiales y una renovada defensa aérea.

A pesar de las dificultades, Rommel había recuperado en poco tiempo los territorios perdidos por los italianos. Las limitaciones materiales y logísticas, no fueron obstáculo para lanzar operaciones audaces. La calidad de su comando y su genio táctico, permitieron explotar con habilidad los puntos flacos de los británicos. Los mandos alemanes eran competentes en la guerra móvil, combinando de manera adecuada fuerzas blindadas, con artillería e infantería. A ello cabe agregar la eficaz cooperación entre la fuerza aérea alemana y las fuerzas terrestres, que permitía contar con adecuado apoyo contra objetivos terrestres y el uso como arma de empleo múltiples de los cañones de 88 mm, tanto como arma aérea como antitanque.

Los alemanes combatían en grupos de combate interarmas perfectamente integrados. Los británicos en cambio las armas luchaban de manera separada, especialmente la infantería y las fuerzas de tanques. El cuartel general operacional estaba muy detrás del frente de batalla, con serios problemas de comunicación con el mando táctico, lo que también dificultaba la cooperación entre fuerzas terrestres y aéreas. Las falencias doctrinarias, de conducción generaron serios contratiempos, contra un enemigo ligeramente inferior en equipo y número de efectivos.

La audacia de Rommel, obligó al Reino Unido a enviar tropas al Norte de África, enviar refuerzos vía marítima, con sus riesgos, que implicaba ello y distraer recursos, en el medio de una emergencia en el Mediterráneo. El derrumbe de Grecia y la situación de las tropas británicas cercadas en la isla de Creta, impedían concentrar esfuerzos frente a un comandante alemán, audaz y con iniciativa. Wavell, intentó en vano llevar a cabo una nueva ofensiva, la operación Battleaxe, que terminó en fracaso. La guerra móvil es un juego de nervios que gana el que sabe calcular los riesgos y conoce algunas leyes fundamentales. Una de esas leyes es que aunque la calidad relativa del equipo tiene un gran valor, la forma en ese emplee es mucho más importante.

Otra que las fuerzas acorazadas deben usarse concentradas y en conjunción con la artillería y los cañones antitanque, y que en el desierto, la infantería por sí sola no es más que un peón insignificante. Los ingleses eran fundamentalmente soldados de infantería en 1941 pensaban y luchaban según unos rígidos esquemas y lineales (K. J. Macksey, antiguo oficial del Real Regimiento de Tanques en la Segunda Guerra Mundial). Wavell fue relevado y en su lugar llegó el general Auchinleck.

Rommel por su peculiar estilo de conducción, cercano a la primera línea, pudo observar de primera mano la necesidad de cambios y poder instruir a los nuevos mandos que arribaban al teatro de operaciones. Será clave el empleo de barreras antitanque como eje de la maniobra de tanques en el campo de batalla.

La debilidad en materia de suministros, también influirá de manera decisiva en las operaciones, como el consumo de la escasa, siempre muy escaso combustible. También cobró valor el desarrollo de cañones antitanque y mejoras en este aspecto para los tanques Pz III/IV.

La llegada de Auchinleck coincidió con cambios y mejoras del despliegue británico en el Norte de África. El general Cunningham, fue nombrado comandante en jefe del Octavo Ejército, con jurisdicción en Egipto, conformado por los XIII y XXX Cuerpos de Ejército. Desde el Reino Unido y Estados Unidos llegó material que elevó la moral de las tropas británicas y del Imperio allí desplegadas. Rommel no tuvo tanta suerte, Alemania estaba embarcada en la locura de la invasión de la Unión Soviética. Recibió algún refuerzo material, ascendió de grado y fueron reestructuradas las fuerzas existentes. El Afrika Korsps, continuó siendo una formación blindada, que eventualmente estaba en aptitud de asumir el mando de fuerzas que le fueran asignadas.

Los italianos aportaron un cuerpo motorizado, que contaba con una división acorazada, y seis divisiones de infantería, ahora todos en englobados en el llamado Grupo Panzer África, bajo el comando de Rommel. El Afrika Korps, corazón de esta fuerza, quedó en manos del teniente general Cruewell. Esto permitió a Rommel, colocar personal alemán como “guía” de las tropas italianas. Gracias a su liderazgo, a pesar de lo que el mito indica de los soldados italianos, estos se convirtieron en tropas dispuestas y de buen nivel de combate. La falla alemana residía en operaciones de reconocimiento, dado la estructura de comando.

Rommel percibió que el potencial británico estaba creciendo y había que atacar Tobruk, pero los británicos se adelantaron. En noviembre de 1941, los británicos por medio de un golpe comando quisieron matar a Rommel, pero este estaba en Roma.

La operación Crusader era una realidad, formándose tres potentes grupos de combate con 150 tanques medios cada uno. Las fuerzas del Eje contaban con más de medio millar de tanques, pero la mitad de ellos, eran obsoletos M13 italianos. El 18 de noviembre las fuerzas británicas se lanzan al ataque, con fuertes combates en Sidi Rezeg, Halfaya, Fuerte Capuzzo, Bardía, y Sollum. Los combates fueron duros, donde a pesar de la inferioridad en equipo, las tropas, especialmente las alemanas se mostraron altamente profesionales. En Sidi Rezheg, el general Cruewell, gran táctico, se impuso a las tropas británicas.

Su actuación estuvo al margen de directivas de Rommel, dado que no quiso esperar el largo mensaje cifrado que le había enviado su superior. El plan de Rommel parecía maravilloso, pero no pudo imponer una victoria decisiva. El alto costo de los combates llevó a la destrucción de la 5ª brigada sudafricana. Las fuerzas del Eje estaban agotadas. En adelante, los alemanes iniciaron su repliegue, combatiendo duramente. La calidad del adiestramiento, de los mandos en todos los niveles y una excelente conducción por parte de Rommel y su plana mayor, impidió que la derrota que significó la Operación Crusader, minara la moral germana. En el avance los británicos liberaron Tobruk, ocuparon Bengasi, mientras que fuerzas del Eje se replegaron hasta El Agheila, punto de partida de Rommel cuando arribó a Libia.

Las causas de la derrota fueron endilgadas a problemas de apoyo aéreo, inteligencia, problemas logísticos, pero no se analizó en detalle los problemas derivados de un rápido avance por parte de Rommel y la cesión de terrenos en los momentos críticos de la batalla. La victoria británica, significó que el ejército tuviera que sentir la extensión del sistema de abastecimiento a 1.000 km. Mientras que las fuerzas del Eje más cerca de Trípoli, permitió a Rommel acceder a cierto equipo y algunos reemplazos. También facilitó el empleo de los 300 aviones italianos y alemanes. El Grupo Panzer África tuvo una breve recuperación.

En enero de 1942, vino el contragolpe alemán, que terminó con el repliegue británico hasta Gazala en febrero de 1942, reconquistando la ciudad de Bengasi el 29 de enero y otra vez acercándose a Tobruk. Rommel era ahora coronel general, el segundo rango después del grado más alto, mariscal.

La situación del Frente del Este, impidió mayores apoyos al teatro de operaciones africano. Hitler había puesto sus ojos en el Cáucaso por el petróleo. Los golpes de Estado favorables al Eje en países como Irak, Siria e Irán, fueron desbaratados por soviéticos y británicos, y por ende la idea, algo peregrina de un gran movimiento de tenazas, quedó en la nada. Kesselring, comandante supremo alemán del Frente Sur, poco y nada podía hacer por Rommel y sus fuerzas.

En 1942, Hitler autorizó, de manera tardía a nuestro juicio, un bombardeo a escala a Malta, base de aprovisionamiento de las fuerzas británicas en el Mediterráneo. Esto se enmarcaba en la llamada Operación Hércules. Pero el dictador alemán puso como límite la ocupación de Egipto, no se iría más allá. Las fuerzas alemanas había mejorado su dotación de blindados, con tanques Panzar III y IV provenientes del Reich para reponer pérdidas y reforzar las capacidades de las fuerzas móviles.

El despliegue militar británico estaba apoyado por posiciones defensivas, bien fortificadas, pero como dice el historiador británico Macksey, eran trampolines para una acción ofensiva, no para frenar a Rommel en caso que este tomara la iniciativa. 90.000 soldados del Eje se lanzaron contra 100.000 tropas británicas y del imperio. La diferencia era que estos últimos tenían una importante reserva en materia logística.

Durante un mes se libran duras combates en Bir Hakeim, defendido por tropas de Francia Libre. Para el 22 de junio Tobruk, había caído. Los británicos se replegaron Egipto dejando detrás miles de prisioneros y un importante material. La caída de esta plaza permitió que las fuerzas del Eje capturar toneladas de víveres, combustible, municiones y miles de litros de agua. Había suficiente material para abastecer una fuerza de 30.000 efectivos.

La victoria llevó a Rommel a ser ascendido a mariscal de campo. El camino hacia el Delta del Nilo y el Canal de Suez parecía estar cada vez más cerca, con la caída de Marsa Matruh, siendo la última línea de defensa británica, el famoso El Alamein.

Desde El Alamein hasta Túnez

El avance relámpago de Rommel en Egipto, generó pánico en El Cairo. Los civiles británicos hacían las maletas, se quemaban papeles y documentación de alto valor en la sede del Cuartel General. Auchinleck decidió tomar el control personal de las fuerzas de El Alamein. Esto alarmó al propio Churchill, que viajó a El Cairo. Auchinleck perdió la confianza, al entender que este no había logrado frenar a Rommel, en verdad es posible que Churchill no entendiera el accionar de Auchinleck. Su reemplazo el célebre general Montgomery.

El jefe de estado mayor del Afrika Korps, Bayerlein, consideró al general británico el salvador del VIII Ejército. Ritchie, también cayó en desgracia como responsable británico del Oriente Medio, siendo reemplazado por el general Alexander. Rommel sabía que el poder británico se venía incrementándose.

Su moral era baja, problemas de abastecimiento, la falta de una estrategia clara en el Norte de África, su estado de salud deteriorado. Sobre la célebre batalla de El Alamein, se ha escrito mucho. Las dos batallas que se libraron, terminó con el lento repliegue de las fuerzas del Eje. En una muestra de talento táctico y disciplina, las fuerzas del Eje recorrieron 3.200 kilómetros. El enemigo nunca pudo interceptarlos y dotados de superioridad numérica y material. El 23 de abril, las fuerzas del Eje abandonaban Trípoli, la antigua Libia

italiana quedaba en manos de los Aliados. Las fuerzas supervivientes del Grupo Panzer África hacia la línea fortificada Mareth, en Túnez. Esta era un conjunto de fortificaciones construidas por los franceses para hacer frente a un posible Egipto. El objetivo era resistir con la infantería, dejando a las fuerzas móviles recuperarse y ser empleada como reserva para dar un contragolpe.

Rommel quería replegarse más al norte, dado que la línea Mareth, tenía flancos al descubierto. Pero su estrella se estaba apagando. El Alto mando, sabedor que este había desobedecido sus órdenes tras El Alamein, especialmente por la retirada que ejecutó.

Sería relevado del mando en enero de 1943, siendo reemplazado por el general italiano Masse. Rommel siguió teniendo influencia en las fuerzas del Eje, siendo Messe jefe de las fuerzas el Eje, de manera nominal. La última victoria del Afrika Korps fue la batalla del paso de Kasserine, frente a las bisoñas tropas de Estados Unidos.

Las tierras montañosas de Túnez, no eran el teatro de operaciones para las tropas móviles. En marzo por razones de salud, Rommel fue evacuado. Esto no fue informado oficialmente para no desmoralizar a las tropas del Eje. La última “carga” del legendario Afrika Korps, fue lanzada por el coronel Irken, veterano desde los primeros días de esta fuerza. Sus fuerzas se lanzaron en Bou Akaz contra formaciones de infantería británica de manera exitosa. Su fuerza había quedado solo reducida a 69 tanques aptos para el combate.

En los últimos días, ya sin tanques, las tropas del Afrika Korps lucharon con determinación. El general von Armin, último comandante del DAK (siglas del Cuerpo Alemán de Africa o Deutches Afrika Korps), se retiró junto al general Cramer, su jefe de Estado mayor para destruir equipos de comunicaciones y documentos a zonas de montaña.. Se enviaron mensajes, entre ellos, el último, por parte del general Cramer, al mariscal Rommel, enfermo en Viena. Munición consumida. Armas y equipos destruidos. Según órdenes recibidas DAK ha luchado hasta el límite de sus fuerzas.

El Afrika Korps alemán debe volver a levantarse. Heia Safari. Cramer. General Jefe. Días mas tarde, las fuerzas italianas, al mando del general Masse, el 12 de mayo se rendía con sus tropas, luego de haber combatido honorablemente.

El Afrika Korps, combatió honorablemente y se ajustó a las leyes de la guerra. Sus hazañas ante fuerzas superiores, el talento táctico, la habilidad de adaptarse en las duras circunstancias que impone la guerra en el desierto, unido a su extraordinario comandante, Erwin Rommel, quien imprimió en sus hombres una peculiar mística, convirtió a esta fuerza, que existió solo dos años, en una verdadera leyenda.

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