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Argelia: Un actor clave en el Mediterráneo

El Minuto | La guerra de Ucrania, las sanciones sobre Rusia y la necesidad de la Unión Europea de buscar alternativas al gas de Moscú, pusieron Argelia en un papel central como fuente alternativa de petróleo y gas. Italia fue uno de los primeros países que vieron esa posibilidad y han llegado acuerdos al respecto. España, con su torpe política exterior de apaciguar siempre a Marruecos, perdió la posibilidad de obtener energía a bajo costo. La crisis entre Argel y Madrid, puso en evidencia el peso que tienen los argelinos. Algo que ha observado los propios Estados Unidos y Alemania.

Por el Dr Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina

Argelia ha cumplido sesenta años de vida independiente, luego de una cruenta guerra con su potencia colonizadora, Francia. Aquella guerra, liderada por el Frente de Liberación Nacional o FLN, forjó el peculiar régimen argelino. La línea divisoria entre el FLN, Ejército y Estado era difusa. Desde 1962, hasta 1989, el FLN fue el partido único del régimen argelino. Durante años, este movimiento gozó de prestigio y Argel fue durante largo tiempo, la “Meca” de los revolucionarios. El fin de Guerra Fría, encontró al proyecto socialista del FLN agotado. Esto abrió las puertas al crecimiento exponencial del Islam político, de la mano del Frente Islámico de Salvación. El triunfo en las elecciones locales y legislativas en 1991, abrió las puertas a la islamización del país, algo inaceptable para sectores de la sociedad que vivieron durante largo tiempo bajo la experiencia secular y nacionalista del FLN. El Ejército, autoproclamado guardián de aquel legado revolucionario, dio un golpe en 1992, anuló las elecciones y dio por terminado cualquier intento de crear un régimen islámico similar a Irán.

El FIS fue considerado un movimiento contrario a la Constitución, fue declarado al citado partido fuera de la ley, los principales líderes fueron encarcelados y estalló la lucha armada, donde argelinos que habían luchado en Afganistán junto a los salafistas, tuvieron un papel central. En 1993 se creó el extremista Grupo Islámico Armado y el país, se convirtió en un baño de sangre. El terrorismo estuvo a la orden del día, en un clima de aislamiento internacional e incluso fue objeto de críticas internacionales, por la dura respuesta del régimen contra el extremismo islámico. Francia, cobijó o toleró a muchos personajes ligados al extremismo islámico argelino, y no dudó en criticar los métodos de Argel para lidiar con el terrorismo doméstico. Sectores no tan extremos del islam político formaron el Ejército Islámico de Salvación o AIS, que en más de una ocasión lucharon con el GIA. Este último asesinaba periodistas, artistas, funcionarios del estado, turistas, intelectuales e incluso mujeres que no cumplían con sus preceptos en materia de vestimenta.

Los años 1997 y 1998 fueron sumamente duros, con masacres de pequeños poblados. El gobierno patrocinó la creación de grupos de autodefensa, donde participaron activamente antiguos combatientes del FLN y bereberes, estos últimos a pesar de su enfrentamiento con el poder central, eran mucho más reacios al islam radical del GIA. En 1999, llegó al poder, en elecciones sin competidores, como jefe de Estado Abdelaziz Buteflika, quién dio los primeros pasos para poner fin a la guerra civil y buscar una salida política, con los sectores menos extremistas del FIS. En este proceso intervino la organización católica San Egidio, que fue mediadora de las conversaciones preliminares. A fines de los 90, nació el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate o GSPC, sobre los restos del GIA. Mucho más radicalizado, y que terminaría siendo fagocitado por Al Qaeda, lanzó una escalada de violencia. En 2001 con la Guerra Global contra el Terrorismo lanzada por Estados Unidos rompió con el aislamiento que vivía Argelia. La guerra civil argelina cobró nada menos que 200.000 muertos.

La Era Bouteflika, estuvo marcada por el proceso de reconciliación nacional, la lucha contra el terrorismo, el auge del precio del petróleo, que permitió acumular importantes reservas monetarias, el regreso a la arena internacional como un actor de peso en el Norte de África. En el frente interno, se mantuvo el delicado equilibrio entre el jefe de estado y el llamado “Poder”, formado una serie de personalidades del FLN y altos jefes militares, que son lo que realmente controlan los destinos del país tras bambalinas. Este sistema ha impedido cualquier intento de régimen personalista o la

concentración del poder político en una sola mano. En su momento Ben Bella, primer presidente de Argelia, intentó concentrar el poder en sus manos, y terminó derrocado, encarcelado y luego exiliado, por obra de este “Poder”. Los tiempos de Bouteflika tocaron fin en 2019, con un presidente enfermo. El denominado “poder” se encargó una salida ordenada y evitar una crisis política mayor, en el marco de una serie de manifestaciones multitudinarias conocidas como “Hirak” pidiendo la renovación del régimen argelino. El veterano líder argelino presentó su renuncia. En las elecciones dicho año, fue electo presidente Abdelmadjid Tebboune, un cuadro veterano del FLN. La tasa de abstención electoral fue del 60%, poniendo en evidencia una situación delicada para el sistema político argelino. La pandemia COVID ayudó de alguna manera a desactivar el movimiento Hirak y las protestas cesaron.

El presidente Tabboune, llegó a la presidencia con un país con elevados niveles de desempleo juvenil y un fuerte descontento social por los altos niveles de corrupción y el inmovilismo político. La oposición está fragmentada, agregándose el siempre vigilante poder en las sombras que hay en el FLN. En noviembre de 2021, hubo elecciones locales, y la tasa de abstención electoral siguió siendo muy alta. Solo un tercio del electorado habilitado concurrió a las urnas. En las elecciones parlamentarias de junio, se presentó un poco más del 20% de los votantes habilitados. El descontento hacia el sistema argelino permanece. Tabboune, hábilmente elogió al movimiento Hirak y continuó con reformas políticas especialmente de lucha contra la corrupción y logró desactivar las protestas en las calles. La reactivación del comercio global de hidrocarburos, superada la etapa más dura de la pandemia del COVID 19, ha generado expectativas para la economía argelina, dado que el sector petrolero representa el 20% del PIB.

El “regalo” de Moscú.

El 2022, encontró Argelia en un clima de tensiones crecientes con Marruecos, por el liderazgo del Magreb, lo que impulsó Argel apoyar de manera más decidida a la República Saharaui, que está librando una guerra de baja intensidad con Rabat, luego que los marroquíes avanzaran sobre la zona desmilitarizada de Guerguerat, violando los acuerdos de paz de 1991, En el marco de una creciente tensión, Argelia suspendió las relaciones diplomáticas con Marruecos, cortó el suministro de gas. España, un verdadero rehén de la política de Rabat, en un primer momento pareció que vendería el gas que recibe de Argelia, pero las advertencias de Argel, de suspender el suministro, si esto se llevaba a cabo, obligó a Madrid anunciar públicamente que no venderá gas argelino a su “aliado” marroquí.

La Guerra de Ucrania, llevó a la Unión Europea, no sin titubeos iniciales, a buscar reducir la dependencia del gas de Moscú. En un intento de presionar a Rusia desde el plano económico, algo que al parecer al Kremlin no le afecta tanto como muchos pensaron. En este contexto, Alemania e Italia buscaron alternativas al gas ruso. Argelia se ha transformado en un actor clave en esto. Poseedor de importantes reservas y la cercanía geográfica, facilita aún más las cosas. Mientras España, con su torpe política de no provocar a Marruecos, no vio las ventajas del gas argelino por razones de costo. Esto fue aprovechado por otros actores. Italia alcanzó un acuerdo por el gas argelino, en reemplazo del ruso, alance entre 9.000 y 10.000 millones de metros cúbicos.

España, la gran perdedora, se ve obligada a importar gas de Estados Unidos, debiendo pagar el doble, del que viene por el gasoducto Medgaz desde Argelia, y mantiene la dependencia del gas de Rusia (incrementando en un 52% las compras a este país), a pesar de las declaraciones públicas del gobierno de Sánchez en torno a la guerra y el apoyo a las sanciones impulsadas por el tándem UE- OTAN. La suspensión del acuerdo de amistad entre Argel y Madrid, a pesar que desde La Moncloa intentan minimizar sus consecuencias, sin ninguna duda perjudica a España y enfría los vínculos con un actor de peso en el Mediterráneo.

Alemania envió al número dos del ministerio de Exteriores, Katja Keul, a los fines de incrementar la cooperación entre Argel y Berlín en materia energética. La citada política germana sostuvo respecto al país norteafricano un actor clave en la resolución de problemas regionales en el norte y oeste de África, por lo tanto, es importante para mí intensificar el diálogo político con Argelia. La reducción del 40% del gas enviado desde Rusia, convirtió a la República de Argelia, en un actor clave para la seguridad energética en Europa – especialmente para la primera economía de la UE, Alemania – teniendo su impacto en el plano político – estratégico.

La guerra de Ucrania, puso en el tablero al estado argelino, como suministrador alternativo al gas ruso. Esto incrementará los ingresos al país y su peso estratégico en el Mediterráneo. Sin ninguna duda Argel, lo capitalizará a favor de sus intereses. Argelia mantiene una alianza histórica con Rusia, que ha sido el principal proveedor de equipo militar puntero. En noviembre está anunciado una serie de maniobras conjuntas cercanas a la frontera con Marruecos. Todo un mensaje a Rabat, dado que la escalada de la guerra silenciada del Sahara, han muerto civiles argelinos en ataques con drones contra las fuerzas saharauis. Argel le está diciendo a Rabat que no escale el conflicto y pretenda como en el pasado invadir la zona controlada por la República Saharaui. El peso creciente de Argelia ha sido percibido por Estados Unidos. No en vano en marzo de 2022 estuvo de visita el Secretario de Estado Blinken, para reforzar lazos económicos, y hacer saber que la postura de Washington, es apoyar el esfuerzo de Naciones Unidas respecto al Sahara Occidental. A pesar que la Casa Blanca es un aliado de Marruecos, pero ha hecho saber que la postura de Estados Unidos respecto al conflicto saharaui, dista de la promesa de Trump, de reconocer la ocupación marroquí. Por otro lado, hubo conversaciones sobre cooperación en materia de seguridad, especialmente frente al terrorismo creciente en la región, donde Argelia, tiene una amplia experiencia, y frente a otros problemas de la región, como la estabilidad de Libia.

Argelia ha jugado un rol histórico en la estabilidad y seguridad en la zona del Sahara Sahel, junto a Libia. El fin del régimen de Gadafi, dejó Argel como el único actor. Los intentos de mediar en la crisis de Malí no dieron resultados esperados. Los argelinos impulsaron mecanismos de cooperación en materia de seguridad desde 2010, dando paso al Centro Combinado Militar de Operaciones Especiales y el Centro de Intercambio de Información. La reforma constitucional de 2020, abrió paso para que el ejército argelino pueda ser desplegado en el exterior. Su rival marroquí con su política de “soft power” a través de organizaciones religiosas y cooperación económica, busca incrementar su presencia en un área tradicionalmente vinculada de alguna u otra manera con Argelia. El creciente comercio marroquí se ha visto beneficiado por ejemplo por el uso del paso ilegal de Guerguerat, que tiene como objetivo, desarrollar la zona ocupada del Sahara, sostenida gracias a fuerza de subsidios multimillonarios. El fracaso de Francia en Malí, abre un nuevo capítulo a un conflicto, que afecta la seguridad argelina, pero la posible llegada de la corporación rusa Wagner, puede cambiar la situación en favor de los intereses de Argel. La presencia de Moscú en África es cada vez más fuerte y el fracaso de las operaciones de asistencia de la UE, liderada por Francia, facilita de alguna manera la penetración de Rusia y China, países con los cuáles Argelia tiene contactos estrechos, especialmente con la primera.

Respecto a Pekín, en mazo de 2022, la estatal argelina del petróleo y el gas, Sonatrach, ha firmado acuerdos con la empresa Sinopec, para la explotación de reservas de hidrocarburos. Esto contribuye, a estrechar lazos en un ámbito estratégico, y también incidir por parte de China indirectamente en Europa, dado la evolución de las sanciones hacia Rusia, empujan cada vez más Argelia para ser el gran proveedor de energía al Viejo Continente. Por otro lado, Pekín, avaló una solución justa de la cuestión del Sahara Occidental, acorde de las Resoluciones de Naciones Unidas, apoyando de alguna u otra manera el plan de paz de 1991, que dista mucho de la solución que quiere imponer Marruecos, en colusión con Francia y Estados Unidos. Por otra parte, el titular de exteriores chino Wang, en la reunión con su par argelino Lamamra, señaló en un mensaje directo al gobierno de Sánchez, que “ciertos países que se preocupan por juegos geográficos”, China y Argelia “tienen una larga historia y apoyan la paz y la justicia. En otras palabras, Pekín dejó bien en claro su desacuerdo sobre la postura del presidente Sánchez, sobre imponer soluciones alternativas a las pautadas por las Naciones Unidas sobre el conflicto saharaui.

El apoyo al Frente Polisario/República Saharaui, está estrechamente vinculado con la política argelina de contener el expansionismo marroquí. Esto permite mantener a 100.000 soldados marroquíes desplegados en los muros defensivos, lejos de las fronteras con Argelia. Marruecos ha entrado en una escalada con su vecino, en un ambicioso programa de modernización militar, gracias al financiamiento de las monarquías del Golfo Pérsico, y las relaciones privilegiadas con Francia y Estados Unidos. Un conflicto abierto entre ambos países, perjudica seriamente los intereses occidentales en la zona, lo que lo consideramos poco probable. Es por ello que el conflicto será dirimido en forma indirecta. Rabat apuesta a ser considerado el único actor válido para los intereses occidentales, en un intento de hacer valer su objetivo, el reconocimiento expreso de la ocupación del Sahara. No cabe duda que su importancia crecerá para Francia y Estados Unidos, dado el serio retroceso que sufre Occidente en África. El repliegue francés de Malí es ejemplo de ello. Asimismo, al estrechar más los lazos con París y Washington, Rabat busca balancear poder frente al poderoso vecino argelino. La gran ventaja de este, reside en ser dueño de importantes reservas de gas y petróleo, que, gracias a la guerra de Ucrania, incrementa su valor en la geopolítica del Magreb.

Los argelinos sostienen de manera limitada a la República Saharaui, por los intereses que hay en juego. Evitando un apoyo abierto de Francia y Estados Unidos a Marruecos, que derive en una escalada mayor, donde Argelia, tenga que verse obligada a un mayor acercamiento con Moscú y Pekín, y perder los dividendos que trae la guerra de Ucrania y sus buenas relaciones con Occidente. El peso de Argelia se ve traducido, en la posición de Rabat de no escalar aún más el conflicto del Sahara, de mantener una postura defensiva. Esto permite que avance sobre otros actores, como Mauritania. España ha vivido en carne propia el creciente poder argelino.

Argelia un actor de proyección regional.

Este país es la primera potencia militar del Magreb. Su histórica alianza con Rusia, no ha impedido que tuviera un acercamiento con países como Italia y Alemania, como proveedor de gas, lo que sin ninguna duda beneficiará la golpeada economía argelina. Berlín reconoció el peso geopolítico de Argelia en la seguridad regional, lo que posiblemente impulse a tener un rol creciente en la seguridad del Sahara – Sahel, que impacta en la propia Europa. El peculiar régimen argelino, ha logrado superar la crisis derivada de la salida del veterano presidente Bouteflika. Su sucesor Tabboune, ha logrado desactivar las protestas y tiene una activa política exterior, donde se observa el interés de convertir Argel un actor relevante dentro del Magreb, contener a Marruecos, a través de acciones limitadas, pero de alto impacto. El valor geopolítico de Argelia ha sido rápidamente percibido por Estados Unidos, donde se han reafirmado los lazos en materia de seguridad y el apoyo, por lo menos formal, a la cuestión del Sahara Occidental, de una salida acorde a las resoluciones de Naciones Unidas. Un verdadero triunfo de la diplomacia argelina.

La hábil política exterior argelina, le permite al país maniobrar con ciertas dosis de libertad. Ejemplo de ello, es mantener relaciones cordiales con Estados Unidos y dos importantes socios de la UE, como Italia y Alemania, y seguir con la histórica alianza con Moscú, que quedará de manifiesto con importantes ejercicios militares, agregándose China, que ingresa al mercado energético argelino con nuevas inversiones. Los cambios legales que permitirán a las fuerzas armadas argelinas salir fuera de las fronteras nacionales, pone en evidencia, que Argel, sube la apuesta y el rol que tendrá en la seguridad en el Norte de África se verá potenciado en los próximos años, lo que sin ninguna duda se traducirá en el plano político.

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