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Bielorrusia: El último “estado soviético”.

Bielorrusia emergió como país independiente en 1991 con la implosión de la Unión Soviética. Pero a diferencia de los países vecinos, los vientos de cambio pareciera que no han llegado.

Bielorrusia emergió como país independiente en 1991 con la implosión de la Unión Soviética. Pero a diferencia de los países vecinos, los vientos de cambio pareciera que no han llegado.

Desde 1994, gobierna el presidente Aleksandr Lukashenko, que ha sido reelecto en diversas oportunidades. Occidente lo considera un líder autoritario y para Rusia, un actor clave, no por simpatías ideológicas, sino más bien por cuestiones de seguridad y geopolítica.


Por:  Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director del Diario el Minuto en Argentina


Los bielorrusos, pueblo eslavo de fe ortodoxa, formaron parte del principado de Kiev. El actual territorio formó del Gran Ducado de Lituania, para luego integrarse en el siglo XIV en la Mancomunidad Polaco Lituana. En los repartos de Polonia, Rusia avanzó sobre tierras bielorrusas, quedando gran parte de ellas en manos del imperio zarista hasta la Primera Guerra Mundial.

El país quedó ocupado por Alemania por el Tratado de Brest Litovsk, acuerdo, por el cual el gobierno revolucionario de Rusia, salía de la Gran Guerra, dejando gran parte del Europa del Este en manos germanas. Los líderes bielorrusos optaron por crear un gobierno independiente, el Consejo nacional creado para dirigir los destinos del país entró en conflicto con alemanes y bolcheviques.

Berlín aceptó de alguna manera la creación de un estado afín a sus objetivos geopolíticos en Europa del Este, creando una barrera de estados que separara al Reich de Rusia, por ende que pudieran ser controlados. El 25 de marzo de 1918, el Consejo Nacional proclamó la independencia de la República Popular de Bielorrusia, y organizó un modesto ejército liderado por el general Stanisław Bułak-Bałachowicz, y primer presidente del país.

La falta de un acuerdo entre la Rusia soviética y el gobierno bielorruso, terminó en una invasión por parte del Ejército Rojo en 1919, facilitado por el retiro de la presencia alemana. Las tropas rusas establecieron la República Socialista Soviética de Bielorrusia en enero de 1919. Sin apoyo exterior, poco y nada pudieron hacer las tropas bielorrusas y el gobierno provisional, que marchó al exilio.

Este gobierno existe con el nombre de la Rada de la República Popular de Bielorrusia, viendo frustrado la posibilidad de erigirse de ser gobierno efectivo del país, con la disolución de la Unión Soviética. El país dentro del universo soviético, fue sometido al rigor del régimen estalinista con las purgas, programas de colectivización forzada y desarrollo de industrias pesadas.

La ocupación alemana significó la devastación del pais y la pérdida de tres millones de personas. En 1991 el país se independizó de la Unión Soviética y firmó el acuerdo de creación de la Comunidad de Estados Independientes, un intentó de Moscú de tener cierta gravitación en las tierras del viejo imperio zarita y luego soviético.

Bielorrusia post Unión Soviética

En 1994, el presidente del país, heredado de tiempos soviéticos, Stanislav Shushkévich, fue reemplazado por el actual jefe de estado, un entonces desconocido Aleksandr. Lukashenko, entonces abanderado de la lucha contra la corrupción.


Quién es el presidente de Bielorrusia, El presidente de ...

Presidente de Bielorrusia, El presidente de Bielorrusia es Aleksandr Lukashenko.


El nuevo presidente llegó al poder con una agenda populista y nacionalista, que rápidamente giró hacia una defensa de una economía con fuerte injerencia del Estado, dejando en claro su nostalgia por el régimen de economía socializada de tiempos de la Unión Soviética (solo existe en el país actualmente un banco privado).

Su política exterior le valió un distanciamiento con países occidentales, que terminó con el retiro del apoyo financiero del FMI. En 1996, la mayoría parlamentaria intentó impulsar una moción de censura y destituir al presidente, quién respondió con un referéndum de reforma constitucional – cuestionado por la Unión Europea y Estados Unidos – que permitió la reelección indefinida.

El modelo autoritario, donde la oposición tiene poco que decir y donde las manifestaciones pueden ser entendidas como “actos terroristas”, es el único país de Europa que rige la pena de muerte. Se estima que unas 400 personas fueron fusiladas y luego sepultadas sin informar a las familias.

Dado la importancia estratégica que tiene el país para Rusia, ha llevado a que Moscú apoyara fuertemente la economía bielorrusa, llegando la ayuda rusa a contribuir al 20% del PIB. Lukashenko mantuvo con estas ayudas una fuerte presencia del Estado en el sector productivo y financiar programas sociales. Esto ha generado una fuerte dependencia de Rusia, algo que preocupa al propio Lukashenko, por miedo posiblemente de que su país termine siendo absorbido como Crimea o el Este de Ucrania.

En relación a este conflicto Lukashenko tuvo una postura crítica y se mantuvo neutral, auspiciando los Acuerdos de Minsk. Mientras que la opinión pública es abiertamente rusófila y el 60% miran televisión de la “Madre Rusia”. En 1999 ambos países acordaron un Tratado de Unión que impulsa una mayor integración política y económica. Esto generó protestas en su momento, de unas dos mil personas en Minsk, oponiéndose a la posible anexión rusa del país.

Es un fantasma que a muchos preocupa, incluso al propio presidente bielorruso que no reprimió la manifestación anti rusa, tal vez un mensaje a Moscú para mostrar sus dudas por un acuerdo, que abriría las puertas a la anexión. Nosotros consideramos que Rusia no irá tan lejos, si precisa tener una fuerte influencia de un actor que considera clave para la seguridad de las fronteras occidentales.

La economía bielorrusa tuvo crecimiento, gracias a la ayuda de Rusia, pero con fisuras, dado que la caída de las exportaciones a este país, unido a fluctuaciones del precio del petróleo y el gas (vendidos a precios subsidiados a Minsk). Bielorrusia es un gran exportador del petróleo, que viene de Rusia y es procesado en el complejo petroquímico heredado de tiempos soviéticos.

El alto grado de intervención del Estado, cierra posibilidades para la inversión privada extranjera, unido a un clima inflacionario y una moneda que ha tenido variaciones en su valor en desmedro del poder adquisitivo de la población.

En 2014 la economía “neo soviética” como muchos analistas definen a Bielorrusia, tuvo que sentarse hablar con el odiado FMI y autorizar el despido de trabajadores de las fábricas del Estado. Cabe señalar que el beneficio de tener una economía estatizada, le permite al presidente contar con una base electoral, dado que su alejamiento es visto por muchos, como una posibilidad de cambio de sistema y por ende la pérdida del trabajo.

El COVID 19 golpeó las puertas de Bielorrusia, a contrario de Occidente, el presidente no aplicó el llamado aislamiento social, ni cuarentena. Mantuvo una situación de normalidad y señaló que el mismo se combatía con vodk, trabajo duro y sauna. Se estima que hay 70.000 personas contagiadas y más de 600 muertos.


El dictador bielorruso se jacta de no haber tomado medidas contra ...


El manejo de la crisis sanitaria ha generado mayor descontento de un régimen desgastado, donde la población siente temor ante la Policía o las Fuerzas Armadas. la nostalgia por los tiempos soviéticos lleva al presidente a mantener un poderoso aparato de seguridad y un fuerte control en los medios de comunicación. Es por ello, que poco y nada se sabe por ejemplo del impacto de la pandemia.

El estilo “Lukashenko” y sus consecuencias

El estilo del presidente bielorruso fue definido por el mismo en 2003 ante una radio local “Mi posición y el Estado nunca me permitirán llegar a ser un dictador… pero gobernar con estilo autoritario es una característica mía y siempre lo he admitido”. El arresto de siete candidatos presidenciales en diferentes contiendas, pone en evidencia la manera de gobernar que tiene el jefe de estado bielorruso.

Pero parece que su estilo, está teniendo señales de desgaste, en las últimas elecciones presidenciales, donde al parecer sacó el 80% de los votos, frente al 9% de la principal candidata opositora Svetlana Tikhanovskaya – cuyo marido Sergei Tikhanovsky fue detenido por sus posturas opositoras – que se exilió a Lituania. En este clima de crispación, los candidatos opositores Valery Tsepkalo y Viktor Babaryko, fueron vetados para poder presentarse.

Las elecciones se llevaron a cabo el 9 de agosto, sin observadores independientes, y hubo un “apagón” de Internet. En la misma noche de las elecciones se desató la crisis, donde hubo choques violentos con la policía y 3.000 personas terminaron tras las rejas. Las denuncias de torturas y malos tratos, incluso afectó a que funcionarios policiales renunciaran a sus puestos. La oleada de protestas recorrió el mundo, dado que para millares de bielorrusos, las elecciones no fueron transparentes.

La respuesta fue la detención de unas 7.000 personas, en los días posteriores a la elección lo que ha generado la indignación especialmente en la Unión Europea. Pero ello no impidió que el pasado domingo 16 de agosto, más de doscientas mil personas a la calle.

Incidentes con la Policía en Minsk

Rusia observa el fenómeno, por temor a que se repita lo que pasó en Ucrania, y perder su influencia en su peculiar aliado, a veces incómodo. La tensión entre ambos países se hizo notar con el retiro del subsidio a los combustibles, que afectó la endeble economía bielorrusa y el arresto de un grupo de ciudadanos rusos, sospechados de formar parte del grupo mercenario Wagner, activo en África, Oriente Medio y Ucrania. Lukashenko ha ido a tocar las puertas a Moscú, solicitando ayuda.

Pero es poco probable ver tropas rusas para sostener el gobierno de Minsk. Rusia seguramente negociará con Francia y Alemania, las dos potencias mas relevantes de la Unión Europea, y no se entrometerá en el “avispero” bielorruso, por temor a una reedición de una revolución como Ucrania, pero con limitaciones. Bielorrusia tiene estrechos lazos comerciales con Rusia y la Unión Económica Euroasiática, liderada por Moscú.

La Unión Europea no ofrece muchas garantías en materia de ayuda económica e integración con Occidente, sin un alto costo social. Es posible un camino como el de Armenia, donde su liderazgo pro ruso fue reemplazado, pero en materia geopolítica dicho país se mantuvo estrechamente aliada a Moscú. Por otro lado, el ingreso a la UE, tendría un fuerte impacto en una economía totalmente orientada a Rusia, y la oposición sabe de ello, que podría tener consecuencias sociales difíciles de manejar.

Lukashenko se aferra al poder gracias a que todavía tiene cierta base social, especialmente en la población mayor de 50 años, por su discurso nacionalista y nostalgias de otros tiempos, además de la lealtad de la policía y las fuerzas armadas.

En las calles de Minsk no cabe duda que hay una pulseada, donde Occidente busca obtener réditos y bloquear a Rusia, con el claro objetivo de exportar el movimiento “reformista” a Moscú y sacarlo del tablero global, y del Kremlin, que se mueve con cautela, por ser un país pieza clave y barrera de contención frente a la OTAN. Aunque pareciera ser que si el presidente bielorruso no sabe leer los distintos “mensajes” la situación puede arrastrarlo y terminar con su historia política.