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Bolivia: entre la crisis política y el colapso sanitario

Bolivia pocas veces es noticia en los medios de la región, pero es un país con un alto valor estratégico, desde el punto de vista geopolítico. La crisis del COVID 19 tomó al país inmerso en una crisis institucional luego de la salida del gobierno del presidente Evo Morales.

Bolivia pocas veces es noticia en los medios de la región, pero es un país con un alto valor estratégico, desde el punto de vista geopolítico. La crisis del COVID 19 tomó al país inmerso en una crisis institucional luego de la salida del gobierno del presidente Evo Morales.


Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director del Diario el Minuto en Argentina.


Bolivia como el resto de los países de la región, con sus excepciones (Uruguay por ejemplo) carecen de una estrategia clara respecto a la pandemia del COVID 19. Un ejemplo de ello es el caso del dióxido de cloro, que el parlamento aprobó para su empleo medicinal, mientras que el poder ejecutivo tiene otra postura y es más se opone rotundamente al empleo del citado producto.

La ley no impone el empleo obligatorio, pero si habilita el uso como medio alternativo. El dioxido de cloro tiene muchas contraindicaciones y ha sido objeto de severas críticas de la comunidad científica como de organismos internacionales.

Es muy probable, que la ley que aprobó el parlamento, no se más que una “batalla” en el marco del conflicto interno político que vive Bolivia desde la salida de Evo Morales, dado que la mayoría de la bancada del legislativo está en manos del Movimiento al Socialismo o MAS del ex presidente. La actual presidente Jeanine Añez, jefa de estado interina, tiene un margen de maniobra muy limitado y en esta crisis, puso en evidencia serias falencias para poder enfrentar la crisis sanitaria, unido a la incapacidad de llegar a cierto acuerdo de gobernabilidad para hacer frente al duro desafío que enfrenta el mundo. El país suma más de tres mil muertos y más de ochenta mil contagiados (veintiocho mil recuperados), para un país de once millones de personas, es un elevado índice para los expertos en el tema.

El coronavirus no ha impedido que los conflictos políticos continúen, el 5 de agosto, en el diario Infobae, publicó que el día de muertes récord por el virus, el país padeció el bloque de rutas por parte de partidarias del ex presidente Evo Morales (exiliado en Argentina), la razón es convocar a elecciones presidenciales, pendientes por la crisis sanitaria, para los primero días de septiembre de este año. Hubo serios incidentes, agresiones, destrozos diversos, personas armadas con palos, y para peor impidieron que vehículos que transportaban tubos de oxigeno llegaran a centros de salud.

El gobierno boliviano optó por transportarlos vía aérea. El viernes pasado, el gobierno interno denunció a la Organización de Estados Americanos, la muerte de 30 personas por falta de oxígeno, culpando de ello a los bloqueos. Un escenario realmente dramático eran los bebés que precisan asistencia respiratoria, cuya vida fue puesta en peligro pro estos grupos radicalizados. Los departamentos más afectados por este comportamiento, fueron La Paz y Cochabamba.

En este contexto, según la agencia EFE e Infobae, como también fuentes bolivianas que confiaron a este corresponsal, los bloqueos dejaron varados camiones cargados con los vitales tubos de oxígeno. Mientras tanto en lugares como Cochabamba y Santa Cruz, el sistema de salud está al borde del colapso, se observan largas filas de familiares que van a cargar tubos de oxígeno para sus familiares enfermos (esa escena fue vista en Perú) lo que pone en evidencia un sistema de salud muy precario.

Hace semanas atrás, la televisión alemana, la celebre Deustche Welle, mostró escenas muy duras, entre ellas cuerpos abandonados en sus casas, e inclusos en las calles en los departamentos de Cochabamba y La Paz, sumando más de 300.

La responsabilidad de este terrible trabajo recae en la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen. Su titular el coronel Iván Roja teme por sus hombres que puedan verse contagiados por la fuerte exposición que tienen al realizar su trabajo. El Ministerio de Salud boliviano señaló que el “pico” llegaría para agosto o septiembre – algunos hablan hasta octubre – previéndose un lento descenso de la tasa de contagios. Asimismo, la vacuna desarrollada por la universidad británica de Oxford, sería de distribución gratuita.

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Finalmente por intervención del presidente del Tribunal Superior Electoral, Dr Salvador Romero Ballivían, líderes del MAS, convocarán a la bases para terminar con los bloqueos. En el acuerdo promovido por el citado funcionario, intervienen la Central Obrera Boliviana (COB), la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia y otras organizaciones en presencia del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, cuyo representante ofició de observador del diálogo. Los bloqueos comenzaron el lunes pasado, generando una fuerte tensión en todo el país.

La presidente interino boliviana Jeanine Áñez, convocó al diálogo a las partes, invitó a la Iglesia Católica para integrar una mesa de negociaciones, además de la poderosa Central Obrera Boliviana, candidatos a la presidencia, los presidentes de las Cámaras legislativas y el arco político boliviano en general. Medios de Bolivia señalan que las elecciones presidenciales serían el 18 de octubre.

El gobierno interino no tiene paz, la crisis sanitaria impactó en la economía duramente (con elevados niveles de informalidad, del 80% y muy dependiente de la exportación de materias primas) que ha provocado olas de despidos, con las consiguientes protestas callejeras. El gobierno tuvo gasatar US$ 19 millones para sostener 11.000 puestos de trabajo del sector privado.

Muchas empresas han optado por despedir a sus empleados, de las cuales un número importante no ha podido pagar las compensaciones por despido. El desempleo urbano del 4.2% ha subido un 7.4%, en un contexto con una población económicamente activa que su inmensa mayoría está en circuitos informales. El Banco Mundial estima que el Producto Bruto Interno caerá un 5.5%, una cifra que acerca a la caída que tuvo la economía boliviana.

La crisis global del COVID puso en evidencia las carencias y vulnerabilidades de los países, así como puso contra las cuerdas a las democracias por las polémicas medidas de confinamiento, rozando con un estado policial.

América Latina, con instituciones debilitadas por la corrupción, sistemas sanitarios precarios y muy desiguales, además de economías muy vulnerables a factores externos, especialmente al precio y demanda de materias primas, el golpe ha sido duro, pero en otros las consecuencias dejarán una pesada herencia por años.

Asimismo vemos una incapacidad manifiesta de la región de cooperar en materia sanitaria, de generar un frente común para contar con insumos, intercambio de información, programas de investigación y también la disponibilidad de vacunas. Lamentablemente los lideres de la región se encerraron en sus propios problemas y dado la magnitud del problema, solos no se lo pueden enfrentar.

En el caso de Bolivia, la llegada del COVID 19 puso en evidencia un país con serios problemas de infraestructura sanitaria (no en vano muchos buscaban una mejor atención en la Argentina, por un tema de costos y mejor recursos, también de por si muy limitados) y una clara incapacidad de sus líderes de alcanzar una “tregua” para conducir la crisis, pero observamos la ausencia de una estrategia clara, un Estado bastante débil, agregándose una estructura económica caracterizada por un alarmante nivel de informalidad.

Esto resalta que la gestión de Evo Morales, mas allá de los éxitos macroeconómicos y ciertas mejoras que tuvo en su momento, los problemas de fondo, subsisten, con serias consecuencias cuando el país pase a la otra fase, la post pandemia.

En octubre el país concurre a las urnas, pero dudamos que vuelva la estabilidad política, las tensiones subsistirán, sin el país no alcanza un gran acuerdo nacional para fortalecer las instituciones, la democracia y un programa integral de desarrollo, que permita aprovechar las enormes riquezas naturales del país y pueda por lo menos reducir las consecuencias de décadas de acusado subdesarrollo.