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Botsuana democracia a la Africana

Generalmente desde América latina vemos al África como un continente con dictaduras, guerras y elevados índices de corrupción. Gran parte de los países están azotados por graves problemas, consecuencia de la pesada herencia colonial europea que impuso fronteras artificiales y la cohesión nacional es escasa.

Pero existen excepciones, como los casos de Cabo Verde, Mauricio, Namibia y Botsuana. Este país, desde su independencia del imperio británico, se caracteriza por su estabilidad política y elevados estándares de calidad institucional, cercanos a Corea del Sur o España.

Por Jorge Alejandro  Saponaro | Director El Minuto para Argentina


Los primeros habitantes de Botsuana se remontan a 200.000 años, que según investigaciones de 2019, develaron que hubo presencia de humanos modernos. Hacia el año 1.000 el país fue ocupado por poblaciones bantúes de los grupos ngoni y sotho tsuana. Los grupos bantúes eran sociedades altamente jerarquizadas con una estructura feudal, organizados sobre clanes ampliados, o kraals, cuyos jefes respondían a una suerte de monarca.

Los grupos asentados en Botsuana se dedicaban a la ganadería, en este período se desarrollo en la colina de Toutswe, un estado basado en la agricultura, comercio y ganadería. Tuvo su proceso que terminó con la invasión y conquista del reino Mapungubwe, hasta el surgimiento del Gran Zimbabue, en el siglo XVI.

Los tswanas propiamente dichos aparecen hacia el siglo XIV y dieron nombre al país, dado que el idioma local, en plural, se pronuncia Batswana. Estos estuvieron organizados en ocho reinos, que compartían cultura e idioma común. Los reyes locales, a pesar de tener poder absoluto, contaban con elementos consultivos y la toma de decisiones era en base a consensos, lo que garantizaba la cohesión. A fines del siglo XIX, los conflictos derivados del expansionismo británico y la presión ejercida por las repúblicas bóeres, generaron interés en el país de los Tswanas.

Los jefes tradicionales pusieron sus ojos en los británicos el mal menor, ante la presión del cual eran objeto. Luego de conseguir el apoyo de determinadas personalidades, especialmente el misionero escocés John Mackenzie, los británicos tomaron cartas en el asunto. Una expedición militar de sir Warren con 4.000 soldados partió de la colonia de El Cabo, y firmó el tratado, con el jefe más poderoso, Khama III, que dio origen el Protectorado de Bechuanalandia en 1885. Una parte de las tribus tswanas al sur del río Malopo, formaron un protectorado separado, que luego fue integrado a la Unión Sudafricana.

Durante un período de tiempo, los británicos limitaron su presencia a una fuerza de seguridad para impedir el avance de los alemanes, como de los bóeres. El gobierno interno quedó en manos de hecho, en los jefes tradicionales. En 1891, el Alto Comisionado británico para Sudáfrica asumió el control del Protectorado, quedando separado jurídicamente de la colonia de El Cabo. Desde el punto de vista geopolítico, servía como tapón a los expansionismos alemán, portugués y bóer.

Los británicos contaron como principal aliado, al establecer su régimen colonial, al rey Khama III de la tribu de los Bamangwato, su nieto Seretse, sería el primer presidente de Botsuana y uno de los grandes políticos del país. En Londres, donde fue a estudiar derecho, se casó con una mujer blanca, Ruth en 1948, lo que para la época y el racismo imperante en la política colonial británica, fue un escándalo.

Incluso hubo un conflicto con el regente del reino de Bamangwato, Tshekedi, que se oponía a la elección libre de la esposa por parte de Seretse. Los jóvenes apoyaban a Seretse, lo que generó tensiones con los británicos. Estos no dudaron en exiliar ambos líderes, Seretse fue a parar al Reino Unido, lo que generó disturbios importantes. Quienes realmente se sintieron afectados fueron los políticos sudafricanos. En 1948, el Partido Nacional de Malan, había triunfado y el apartheid era una realidad.

Agregándose las claras intenciones de Sudáfrica de anexar el Protectorado, algo que Londres se opuso, especialmente por el apoyo de las tribus locales que no querían saber nada de terminar bajo el poderoso vecino racista del sur. El país durante el dominio británico fue una gran reserva de mano de obra para las minas sudafricanas. La ganadería estaba en manos de una elite europea y una creciente elite local, impulsada por los británicos, en el marco de una estrategia de control indirecto, lo que facilitó de alguna manera una transición pacífica hacia la independencia y el mantenimiento de fuertes lazos con Londres.

El gobierno laborista de Atllee, no quería romper con Sudáfrica, dado el valor estratégico y por los poderosos intereses británicos en dicho país. Finalmente cedió e impidió al matrimonio Khama, regresar al Protectorado.

Una de las razones por las cuales los sudafricanos tenían tanta fuerza, era que la sede del comisionado británico para el Protectorado estaba en Mafeking, del lado sudafricano. Las presiones del poderoso vecino del sur, los británicos limitaron el poder de los jefes tradicionales, dividieron al país en distritos, coincidiendo con los subgrupos tribales tswanas. En 1951 el matrimonio Khama tuvo que irse del país por un largo período de tiempo.

En 1957, Khama regresó al país, pero le fueron impuestos condicionamientos, como renunciar a la jefatura tribal. Ingresó de lleno a la política como integrantes del consejo tribal.

En 1961 creó el Partido Democrático de Bechuanalandia o BDP, que se impuso sobre los rivales socialistas y panafricanistas. Este partido se formó sobre la base de la elite tribal, la creciente burguesía ganadera y sectores de la burocracia, constituidos por hijos de jefes tribales educados en las escuelas coloniales británicas.

El BDP, no fue un partido nacionalista de tendencia revolucionaria, sino un movimiento conservador, pero que logro un importante consenso social. Esto llevó a Seretse Khama a ser elegido en 1965, primer ministro del protectorado, luego de las primeras elecciones parlamentarias. Desde ese cargo presionó por la independencia del país, que finalmente fu alcanzada en 1966. El país ya contaba con su propia capital, Gaborone, dejando atrás la sede en Mafeking, en territorio sudafricano. El país se convirtió en una república, siendo electo para ello Sir Seretse Khama (1966-1980).

La flamante república de Botsuana, era un país extremadamente pobre, sin infraestructura, con un puñado de universitarios nativos, el panorama no era para nada halagador, agregándose el contexto regional, rodeado de dos regímenes racistas y una creciente inestabilidad como consecuencia de los movimientos contrarios a estos sistemas.

En el plano social, la situación era compleja, gran parte de la población eran campesinos analfabetos, muchos de ellos optaron por emigrar a Sudáfrica a trabajar en la poderosa industria minera.

Los pueblos khoisan, anteriores a los tswanas, quedaron relegados a la periferia del desierto del Kalahari, en un contexto de malas relaciones con el gobierno, dado que quedaron exceptuados, por la estructura social tswana, excluidos del uso de tierras comunales en los ocho estados tradicionales. El Estado en su discurso oficial luego de la independencia, abandonó cualquier término étnico, con el claro objetivo de promover un concepto de nación, de carácter homogéneo. No exento de tensiones por parte de grupos minoritarios.

Khama, opto por la prudencia y moderación, a diferencia de otros gobiernos africanos que expulsaban a las minorías blancas, este tuvo una política de tolerancia. La población europea con fuerte presencia en la pequeña economía doméstica y la administración pública, permaneció en el país. El país no contó con fuerzas militares hasta 1977, por las constantes incursiones fronterizas de grupos guerrilleros y fuerzas armadas de las vecinas Rhodesia y Sudáfrica.

El debate político fue incentivado, a través de asambleas tradicionales o kgotlas, en las distintas tribus, de esta manera la sociedad de alguna manera estaba involucrada en los asuntos públicos. Botsuana, se diferencia de sus vecinos, dado que mantuvo una política de apertura económica, incentivando las inversiones mineras. El desarrollismo de Botsuana fue un caso único, y desde 1972, cuando el país dejó de depender de la ayuda financiera británica, financió un amplio programa de reformas e inversiones.

Un aspecto destacable, el desarrollo de una administración pública de calidad y profesional. El requisito de ingreso, la idoneidad, y no como en otros países basado en cuotas tribales y étnicas.

El país carecía de infraestructura vial, lo que demandó fuertes inversiones, la construcción de una moderna capital, escuelas, hospitales, reformas del sistema de tenencia de tierras comunales incentivando la inversión privada, regulaciones sobre el uso de recursos hídricos – bien muy escaso en el país – y una política exterior, orientada a mejorar las relaciones con organismos de crédito, especialmente el FMI y el Banco Mundial.

El sector ganadero, que tenía dificultades, si estuvo regulado por el Estado, y el gobierno optó por una política de impulso a las exportaciones. Un lucrativo acuerdo con la entonces Comunidad Económica Europea, y el buen manejo de la agencia estatal de comercio de carnes, permitió a este país, ingresar de lleno a un mercado exigente en términos de calidad. En la década del 90, había más cabezas de ganado que habitantes, que reflejaba el éxito de la política en la materia. La política liberal, impulsó decididamente las grandes empresas, vinculadas al sector minero, el boom de la explotación del diamante, permitió financiar diversos programas de desarrollo.

El Estado impulsó a la burguesía local, reduciendo su papel en el sector productivo, política que perjudicó a la agricultura tradicional, perjudicando especialmente a los sectores más pobres de la sociedad, que se veían beneficiados como método de supervivencia el uso de tierras comunales.

La privatización por decirlo de alguna manera, amplió las grandes haciendas ganaderas y estas tierras fueron absorbidas por explotaciones comerciales. Esto potenció la desigualdad y la emigración a las ciudades, con sus consecuencias habitacionales y creciente desempleo.

Los años 80 fueron turbulentos en la región, especialmente por los conflictos armados en Namibia (ocupada por Sudáfrica), el fin del régimen racista de Rhodesia y la llegada de Mugabe al gobierno de Zimbabue, que giró hacia posiciones radicalizadas, y el régimen sudafricano, con sus expediciones punitivas en países vecinos, en busca de combatientes de los grupos de resistencia anti apartheid.

Unos años antes, el gobierno creó la Fuerza de Defensa de Botsuana, sobre la base de la fuerza policial. La institución, a diferencia de sus vecinos, se mantuvo fiel al gobierno constitucional, y un elevado nivel profesional.

El fin de los conflictos en África Austral, llevó a replantear misiones a esta fuerza, que tiene una activa participación en la protección del medio ambiente (especialmente contra los traficantes de marfil), defensa nacional y participación de misiones de paz, con lazos estrechos con Estados Unidos y también el Reino Unido (responsable de la formación de los primeros cuadros de oficiales).

Políticamente el país es conservador, tiene que ver con la historia de los pueblos tswana. Los antiguos estados tribales, eran altamente centralizados y jerarquizados, con una fuerte cohesión, además de un sistema de consultas y consensos a través de asambleas, pero siempre manteniendo un liderazgo fuerte y centralizado en manos del kgosi o monarca tradicional. No existe en la tradición política, el empleo de la violencia y la sociedad siempre estuvo sumamente estructurada.

Los británicos, no hicieron más que mantener ese sistema, para luego transferir poder de los jefes tradicionales, a las autoridades coloniales, especialmente el Comisionado británico, gobernador delegado, del Alto Comisionado Británico para el África del Sur (responsable desde 1960, de Lesoto, Suazilandia, y Bechuanalandia).

El fin del Protectorado abrió las puertas a una República, regida por la Constitución de 1966. El poder ejecutivo, lo ejerce el presidente, con importantes atribuciones, asistido por un gabinete.

Sus amplias atribuciones abarcan la designación de funcionarios de la Justicia sin intervención del Parlamento, no tiene responsabilidad ante el poder legislativo, puede disolver las cámaras y cuenta con inmunidad civil y penal. No cabe duda que esto es un legado del poder centralizado de los reyes tradicionales tswanas. El jefe de estado es electo por el poder legislativo.

El Parlamento consta de dos casas, una cámara baja electa popularmente y una Casa de los Jefes, de carácter consultivo, donde están representados los subgrupos étnicos tswanas, formada por 15 jefes tradicionales, fuera de la estructura partidaria y de carácter consultivo. Esta cámara, tiene un rol importante en la estabilidad del régimen político. A nivel territorial, el país se divide en distritos urbanos y rurales con sus consejos electos.

El país es una democracia multipartidista, teniendo como partido hegemónico al BDP, que ha ganado las elecciones desde la independencia. Es un grupo de carácter conservador, apoyado por la burguesía local, pero con una importante base social en sectores pobres, que ven el liderazgo fuerte del presidente, como símbolo de la unidad y cultura tswana.

El concepto de autoridad está muy enraizado en la sociedad, aunque los cambios generados en las sociedades urbanas, han abierto paso al principal grupo opositor, el Frente Nacional o BNF. Una peculiaridad en el régimen, son los “Freedom Square” reuniones políticas, convocadas por los partidos políticos, donde se desarrollan debates, incluso con un colorido cultural, con música, coros y grandes comilonas.

Las asambleas tradicionales o kglotas, generalmente dominados por adultos mayores, y no exentas de manipulación de funcionarios, para orientar los debates, pero ello no impide que sea un foro de expresión a nivel local. Estas asambleas tienen estrecha relación para afirmar el poder del Estado y el mantenimiento de instituciones tradicionales. El país conserva un marco legal, que limita publicaciones sobre temas sindicales, conflictos internos o reclamos de grupos minoritarios, en otras palabras existen limitaciones por razones de seguridad nacional. Un nuevo ejemplo del nivel de conservadurismo del país.

La burocracia estatal, altamente profesional, se mantuvo al margen de las políticas partidistas y cuestiones tribales. Se ha creado una sólida estructura, que en su aspecto negativo, deriva en toma de decisiones en determinadas materias, como la económica, sin medir o no tener en cuenta las consecuencias sociales. Pero esta administración profesional, a diferencia de los países vecinos, no se ha corrompido y garantiza el funcionamiento del Estado, generando confianza y estabilidad, especialmente para los inversores extranjeros, como el poder económico local.

En diversos trabajos académicos, consideran a Botsuana como una suerte de modelo “autoritario liberal”. El BDP ha hecho un culto a la disciplina, respeto a la ley y la unidad nacional, lo que justifica tener un presidente con amplias atribuciones y una política deliberada, para ahogar movimientos contestatarios, aunque de manera mucho más sutil. Mientras que en países vecinos se apela a la represión, presos políticos, en Botsuana, se libra una batalla de tipo cultural, para contrarrestar determinados movimientos, bajo el discurso que atentan contra los valores de la Nación. No obstante ello, el crecimiento de la población urbana, las redes sociales y los cambios generacionales, traducido en una mayor participación de las mujeres en la sociedad civil, creación de organizaciones no gubernamentales, la aparición de un frente opositor contra el BDP y una creciente prensa independiente en las grandes ciudades.

No obstante ello, las tendencias autoritarias del presidente Mogae, el tema del SIDA (que afecta seriamente al país), el desempleo un mal endémico del país desde tiempos de la independencia, las acusadas desigualdades sociales, generan tensiones políticas, y para más de un observador, implica la necesidad de cambios en este peculiar país. La llegada a la presidencia de Ian Khama, general e hijo del legendario Sir Seretse Khama, generó importantes tensiones, dado que ha sido cuestionado por compras militares, donde se ha cuestionado su transparencia, pero un aspecto positivo fue la llegada de un mayor número de mujeres a puestos políticos.

La presidencia de Ian Khama, por dos mandatos (2009-2019), tuvo como elementos destacables, la creación de una agencia de inteligencia con poderes policiales – muchos las compararon con el FBI – la prohibición definitiva de la caza de elefantes, una firme oposición al desastroso régimen de Mugabe, políticas de combate al alcoholismo e intentos de diversificar la economía del país, fuertemente dependiente del sector minero. Fue sucedido por Mokgweetsi Masisi, con quién ha tenido diferencias, e incluso se alejó del BDP y apoyar al Frente Patriótico.

El país arrastra una pesada deuda de desigualdad social, desempleo que ronda el 20%, un tercio de la población con HIV/SIDA, un serio desafío para el sistema de salud. El clientelismo político es otro mal endémico, que ha generado tensiones con la creciente prensa independiente, y el BDP, luego de décadas en el poder muestra signos de erosión. En materia económica, el ciclo del diamante, tendrá algún día un final, y ello demanda la diversificación de la economía, el gobierno en los 90, buscó en el turismo, especialmente por los espectaculares paisajes del delta del Okavango, el desierto del Kalahari y la gran diversidad de fauna, no ha sido suficiente.

En los aspectos positivos, podemos destacar la estabilidad institucional, que ha permitido al país sostener altos índices de crecimiento, ser bien ponderado por los inversores internacionales y organismos multilaterales de crédito, además de la excelente imagen internacional que tiene el país.

El peculiar modelo político, ha impedido cambios radicales, sino estos han sido paulatinos, aunque están quedando por detrás de los reclamos sociales, pero ello garantiza la estabilidad del sistema, el mantenimiento de un aceptable debate público, un alto nivel de cohesión nacional, que ha preservado al país de las tormentas que azotan a países de la región, convirtiendo a Botsuana en un verdadero ejemplo de “Democracia a la Africana”.

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