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Canadá: Crisis de la Defensa Nacional

EL Minuto | Las Fuerzas Canadienses atraviesan una crisis como consecuencia de recortes de gastos y la indiferencia de la clase política en materia de defensa nacional.

Por Jorge  Suárez Saponaro | Director  El Minuto para Argentina

En 1867, fue establecida la federación canadiense, obteniendo autogobierno, y entre sus facultades contar con una Milicia Nacional. Esta desde un principio tuvo un rol importante en sofocar rebeliones, operaciones contra las poblaciones nativas, con el objetivo de consolidar las fronteras de Canadá. Pero fue en la Segunda Guerra Anglo Bóer, donde los británicos movilizaron fuerzas canadienses – no sin resistencias internas- para ser desplegadas en el lejano teatro de operaciones africanos.

Unos 9000 canadienses combatieron con distinción en aquella guerra. En 1910, el gobierno canadiense, optó por contar con una fuerza naval propia y no depender de ello del Reino Unido. Así nació la Marina Real Canadiense, mientras que la defensa terrestre, todavía recaía en la Milicia, que era una fuerza voluntaria a tiempo parcial, con un pequeño núcleo permanente. Entre los años 1901-1904, fueron creados cuerpos técnicos, que le dieron a la Milicia, una impronta de un ejército profesional. En 1914 fue creado el Cuerpo de Aviación Canadiense, base de la Fuerza Aérea, que sería un arma independiente en 1924.

La Primera Guerra Mundial, significó la movilización de tropas en apoyo al Imperio británico en el teatro europeo. Las fuerzas desplegadas eran básicamente voluntarios, que combatieron duramente en el Frente Occidental. Esto les generó una buena reputación entre las fuerzas británicas, especialmente en las batallas del Somme, Vimy y Passchendaele. La necesidad de reponer pérdidas en el frente europeo, llevó al Parlamento canadiense a implantar el servicio militar obligatorio en 1917. Fueron los canadienses, que lideraron la ruptura del frente alemán en 1918, que provocó el derrumbe germano.

El esfuerzo de guerra implicó la movilización de 600.000 hombres y mujeres, la muerte de 67.000 soldados, y un papel en la política internacional. Canadá participó con delegados propios en las negociaciones de paz, que dieron origen al Tratado de Versailles. El conflicto contribuyó para fomentar la identidad nacional canadiense, dado que el esfuerzo involucró a toda la nación.

La Segunda Guerra Mundial, significó para Canadá un nuevo compromiso junto al Imperio Británico, teniendo sus fuerzas un activo papel en defensa de Gran Bretaña, por medio de la Fuerza Aérea, o el despliegue de medios navales en la Batalla del Atlántico. Los canadienses participaron en la defensa de Hong Kong en 1941 y en el teatro de operaciones europeo, llevaron acciones célebres como la batalla de Dieppe.

En 1943, fuerzas canadienses, desembarcaron en Sicilia, junto a las fuerzas aliadas y participaron activamente en la Campaña de Italia. En 1944, fuerzas canadienses participaron también en el Día D. El Ejército canadiense tuvo importantes victorias, que permitieron la liberación de los Países Bajos para 1945 y en la batalla del Estuario del Escalda, que abrió las puertas a los Aliados, al importante puerto de Amberes.

Un millón de canadienses sirvieron en las fuerzas armadas – de un país de 11.5 millones – con la pérdida de 42.000 soldados muertos en los campos de batalla. Este conflicto, sin ninguna duda contribuyó a la construcción de una magnifica tradición militar, además de elevar el papel internacional del país.

Asimismo, la guerra permitió la construcción de una sólida alianza militar con Estados Unidos, creando en 1940, una Junta Permanente de Defensa, que hasta el día de hoy existe. En 1949, Canadá se integró a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la célebre OTAN, como miembro fundador junto al Reino Unido y Estados Unidos, además del acuerdo NORAD, mecanismo de defensa del espacio aéreo de América del Norte. Estos acuerdos, impulsaron el desarrollo doctrinario, donde las fuerzas canadienses, deberían estar preparadas para operar en el marco de fuerzas multinacionales. La prueba de fuego vino de la mano de la Guerra de Corea, donde unos 27000 soldados canadienses participaron del conflicto, integrados en unidades de la Comunidad Británica de Naciones.

En marco de las Naciones Unidas, Canadá tuvo desde un principio una activa participación, más de cien mil soldados canadienses participaron activamente en misiones de paz, desde la crisis del Suez de 1956 en adelante. Cabe destacar que la implementación de este tipo de misiones fue iniciativa del gobierno canadiense.

El compromiso canadiense dentro de la OTAN, significó mantener una entidad tipo brigada mecanizada en Alemania y participar activamente junto a los Aliados en la defensa del frente occidental europeo, frente un posible ataque soviético. También elementos de la fuerza aérea fueron desplegados en apoyo a las fuerzas de dicha alianza. Las fuerzas canadienses eran bien consideradas por sus aliados, destacando su entrenamiento y nivel profesional. En los años 80, las fuerzas terrestres canadienses eran las mejor entrenadas y pagas de la OTAN.

La polémica Unificación de las Fuerzas Canadienses

La “Unificación de las Fuerzas Canadienses” vino de la mano del polémico ministro de Defensa, Paul Hellyer, que llegó en verano de 1963, al gobierno canadiense y fue responsable de una transformación radical de las fuerzas armadas. En el Libro Blanco de 1964, fueron esbozadas las bases de la unificación de los servicios armados. Esta reforma tuvo una honda repercusión en las relaciones cívico militares. En 1966, Hellyer planteó al Parlamento los beneficios de la reforma, con un mando unificado, finalmente en 1968, por la Ley de Reorganización de las Fuerzas Canadienses, el Ejército Canadiense, la Real Marina de Canadá y la Real Fuerza Aérea, fueron unificadas en un solo servicio armado. Esto generó malestar en el persona militar.

Hasta la llegada de Hellyer al ministerio de defensa, los tres servicios armados, tenían un rol importante en el diseño de políticas de defensa., y la integración conjunta tenia sus limitaciones. En 1949, como consecuencia del ingreso del país a la OTAN, resultó la creación del Estado Mayor Conjunto. Los esfuerzos para mejorar la planificación conjunta, continuaron en los 50, especialmente ante la amenaza soviética y la necesidad de contar con una defensa continental integrada a Estados Unidos, pero los intentos de ir mas allá de crear comandos conjuntos de manera permanente, fracasaron.

En la década del 60, Hellyer abrió las puertas para el debate sobre la estructura y organización de la defensa nacional, y en 1965, planteó una reestructuración de la conducción militar canadiense, sobre la base de la experiencia de la Guerra de Corea, el NORAD y los compromisos de la Defensa Nacional. Especialmente vinculados a la OTAN.

Los comandos subordinados a los tres servicios armados, que sumaban 11, iban a ser reducidos a seis comandos: Móvil (fuerzas terrestres y apoyo aéreo táctico), Marítimo, Defensa aérea, Transporte aéreo, Entrenamiento, y Material. El ministro, consideraba que era indispensable una nueva organización militar, buscando economías de escala, terminar con las competencias interfuerzas, y facilitar la conducción conjunta a través de una cadena de mando única, integrarse con facilidad a fuerzas multinacionales, y participar en misiones de paz. En su momento planteó la posibilidad de crear una fuerza de despliegue rápido.

Hellyer, buscaba poner fin a la injerencia militar en la política de defensa, que esta tuviera un claro liderazgo civil. Fue creado el Consejo de Defensa Nacional, presidido por el mismo ministro, secundado por el Jefe de Estado Mayor de la Defensa.

La figura de los estados mayores de cada arma, fueron eliminados e integrados en un cuartel general conjunto. En 1964, el mariscal del aire Frank Miller, fue nombrado para el puesto de Jefe de Estado Mayor de la Defensa, esto permitió romper con el poder de los jefes de Estado mayor de cada servicio y la competencia interfuerzas, que hacían saber sus puntos de vista por separado al ministro.

El general Jean-Victor Allard, proveniente del ejército, se caracterizó por su liderazgo sobre los militares. Impulsó la creación de del Consejo de las Fuerzas Armadas, compuesto por los mandos provenientes de lo que eran los antiguos servicios y los llamados “comandos funcionales”. Este foro, era un organismo de asesoramiento de alto nivel, destinado asistir al Jefe del Estado Mayor de la Defensa. Teniendo ciertas semejanzas con la Junta de Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

El gobierno liberal, del que formaba parte Hellyer, casualmente no inyectó fondos a la defensa, lo que demandaba buscar recursos, sobre recortes dentro del área. Esto fue uno de los grandes motivos de la llamada “Unificación”. Hellyer consideraba que con los cambios de estructura y organización, reducción de organismos, fusiones, lograría hacer economías de escala, vitales para conseguir fondos adicionales para invertir en las fuerzas armadas. en 1960, la llamada Comisión Glascco, creada para estudiar reformas administrativas del estado federal, y hacer más eficiente el gasto, recomendó en una época temprana, la unificación de los llamados servicios comunes de las fuerzas canadienses.

Los cambios significaron por ejemplo, la creación de un comando único de entrenamiento, un sistema de salud conjunto, bases de uso conjunto, y una vasta racionalización de estructuras administrativas, especialmente por la creación de la fusión de los tres estados mayores, en el Estado Mayor de la Defensa. En 1972, con la creación del Cuartel General de Defensa Nacional permitió que este asumiera funciones administrativas, logísticas, bienes inmuebles e infraestructura, comunicaciones comunes a los antiguos tres servicios.

Los ahorros conseguidos fueron importantes, pero la caída de los presupuestos a fines de los 80 y en los 90, puso en evidencia, que la unificación fue una solución que tenía un claro interés económico, más que dotar al país de fuerzas armadas acordes a las necesidades nacionales.

Las reformas de Hellyer, trascendieron al ministro y en la década del 70, los funcionarios civiles fueron ganando lugares de responsabilidad en el Departamento Nacional de Defensa (ministerio). En 1972, fue creado el Cuartel General de Defensa Nacional o NDHQ, con el objetivo de integrar a militares y civiles en el diseño de política de defensa, además de mejorar el diálogo entre ambos sectores. Pero la experiencia, con el transcurso de los años, no fue tan positiva. Políticos de alto perfil, interfirieron abiertamente con la cadena de mando militar, hicieron oídos e imponer su propio criterio, sin tener en cuenta la opinión profesional.

Esto tuvo una repercusión negativa, que tuvo como colofón, el escándalo de los paracaidistas –una unidad de elite de las fuerzas canadienses – en Somalia en los 90, que conmovió a la opinión pública doméstica. El Regimiento Paracaidista fue disuelto, los militares involucrados sancionados, y el ministro de defensa, presentó su dimisión.

La unificación significó en una primera etapa, la desaparición de uniformes característicos de cada arma, pero esto no duró mucho tiempo. Aunque la denominación Ejército, Marina o Fuerza Aérea, ya no existiera, los uniformes tradicionales regresaron, como las viejas tradiciones. Las limitaciones de experimento Hellyer, se puso de manifiesto, particularmente con los Comandos Móvil y Marítimo, que en la práctica se comportaron como los antiguos mandos del Ejército y Marina.

En 1974, los distintos comandos, donde estaban distribuidos los medios aéreos, fueron unidos en un comando componente, el Comando Aéreo. Esto permitió de alguna manera que los comandantes “ambientales” como se denomina en Canadá, los mandos de las fuerzas terrestres, navales y aéreas, recuperaran un perfil alto, similar a los antiguos jefes de estado mayor.

Los problemas de organización, quedaron de manifiesto con la crisis de Somalia. Dado que el planeamiento no tenía previsto la intervención de Canadá fuera de estructuras multinacionales como la OTAN. Esto motivó la creación de un comando operacional único, para poder conducir fuerzas en ultramar, especialmente para lidiar con la guerra de Afganistán.

El liderazgo del general Hillier, como Jefe de Estado Mayor de la Defensa, permitió, reducir la injerencia civil en aspectos netamente profesionales y la introducción de importantes cambios, que han permitido la conducción del importante despliegue militar en el teatro afgano. Este conflicto, significó recuperar la imagen del Ejército como fuerza altamente profesional.

Fuerzas especiales canadienses operaron de manera brillante junto a sus pares de Estados Unidos en el derrocamiento del régimen talibán en 2001. Los canadienses se retiraron en 2014, teniendo una actuación profesional y cosechando una amplia experiencia operativa, con la pérdida de 159 soldados.

Los constantes recortes de presupuesto, afectaron seriamente la operatividad de las fuerzas armadas, como su calidad profesional. En los 90, muchas actividades consideradas no esenciales para la defensa, fueron delegadas en entidades privadas.

El fin de la Guerra Fría significó el repliegue de las fuerzas canadienses en Europa y relegar la defensa en un segundo plano. La falta de interés de los políticos en realizar inversiones en sus fuerzas armadas, cargadas de misiones, llevaron a una situación crítica, tanto en lo material como en la moral del personal.

Las Fuerzas Canadienses crisis y desafíos

En 2011, el gobierno del primer ministro Harper, devolvió la identidad a los viejos servicios armados. Los Comandos Terrestre, Marítimo y Aéreo, recuperaron sus viejos nombres> Ejército, Marina Real y Real Fuerza Aérea. Desde el punto de vista legal, no constituyen servicios separados, como era antes de 1968, sino es la denominación de los comandos específicos, dentro de las Fuerzas Canadienses, que siguen siendo una entidad unificada bajo el mando del Jefe de Estado Mayor, asistido con tres subjefes que representan a los comandos específicos. La defensa nacional cuesta a Canadá unos US$ 15.5 mil millones, con 68000 efectivos en actividad, una reserva activa de 27.000 efectivos, que pueden ser rápidamente movilizados.

Constitucionalmente, el Comando en jefe de las Fuerzas Armadas recae en la Reina Isabel II de Gran Bretaña, por intermedio del gobernador general de Canadá. Las Fuerzas Canadienses cuentan con un Jefe de Estado Mayor de la Defensa, del cual dependen los Comandos de los tres servicios armados, el Comando Operacional Conjunto, Comando Conjunto de Operaciones Especiales, Grupo de Gestión de la Información (seguridad de las comunicaciones), Cuerpo de Sanidad

El Ejército canadiense está organizado en cuatro divisiones, y lo Rangers Canadienses (fuerza especializada en el Ártico). La Fuerza Regular, cuenta con tres grupos de combate de brigada mecanizados (batallón de artillería, tres batallones de infantería, regimiento blindado, ingenieros y unidades de apoyo logístico). A estos grupos cabe agregar un escuadrón aéreo táctico, elementos de sanidad, que no dependen orgánicamente de la brigada. Cada división cuenta con un grupo de combate regular, a los que cabe agregar dos o tres más de la Fuerza de Reserva. Un tercio de la fuerza regular, son francos parlantes. La Reserva está compuesta por 18.000 reservistas, que reciben instrucción en regimientos desplegados a lo largo de la geografía nacional.

Estos regimientos tienen la capacidad de apoyar un batallón operativo, pero generalmente apoyan el despliegue de una o dos secciones. En muchos despliegues en ultramar, los reservistas han llegado a ser el 40% del personal de las unidades operativas. La potente industria canadiense provee históricamente el grueso del armamento de las fuerzas terrestres, que cuenta con 2700 blindados (destacándose el LAV III de ruedas y los tanques Leopard 2).

La Marina canadiense, seriamente afectada por recortes de presupuesto, ha visto como sus submarinos Upholder (Clase Victoria para Canadá) de origen británico tienen serios problemas de operatividad. Las cuatro unidades, son consideradas insuficientes para las necesidades canadienses y están desplegadas bajo el Comando de la Flota del Atlántico, opera 18 buques, fragatas, buques patrulleros y auxiliares. La flota está

apoyada por el Ala 14 de la Real Fuerza Aérea, que le provee 15 aviones de patrulla P3 Orión, adaptados a los requerimientos canadienses (CP 140 Aurora y Arcturus) y helicópteros Sikorsky CH 148 de reciente adquisición, que operan embarcados en la flota. En el Pacífico, la Marina Real cuenta con el Comando del Pacífico, con 15 buques, apoyados por la Ala 19 de la Fuerza Aérea que opera aviones de patrulla marítima y el escuadrón 443 de Helicópteros Marítimos. Canadá no cuenta con Aviación Naval desde 1975, cuando los medios fueron transferidos a la fuerza aérea, pero operativamente están bajo mando naval.

Existe una fuerza de operaciones especiales de unos cien efectivos. La Reserva Naval, recibe entrenamiento en buques de patrulla costera. En cuanto a la flota, además de cuatro submarinos, opera 12 fragatas multipropósito Clase Halifax, ocho patrulleros y 12 buques de guerra de minas (Clase Kingston), y auxiliares. Todo ellos de factura nacional, pero cargados de años, precisándose una modernización urgente.

El creciente valor geopolítico del Ártico, impulsó al gobierno a construir buques de patrulla especializados, encontrándose dos en servicio de la clase 5 Polar. Un país con los amplios espacios marítimos, requiere buques de aprovisionamiento, que permita a la flota patrullar dichas áreas. La capacidad fue perdida con la baja de los buques específicos, dependiendo de ello, de los medios que tienen los países aliados de la OTAN. El nivel de interoperabilidad alcanzado, le ha permitido a buques canadienses integrarse con suma facilidad en fuerzas de tareas multinacionales, como también liderarlas.

La Fuerza Aérea cuenta con la 1ª División Aérea con base en Winnipeg, responsable también de la región NORAD. De esta división dependen las unidades de combate propiamente dichas, como los sistemas de vigilancia y control del espacio aéreo. La 2ª División es responsable de tareas de entrenamiento y apoyo. El Boeing CF 18 ha sido la espina dorsal de la defensa aérea canadiense, pero a pesar de las modernizaciones, están cargados de años y precisan un reemplazo. Se había pensado, como muchos socios de la OTAN, del F 35, pero cuestionado por la oposición liberal de una compra poco transparente.

El primer ministro Justin Trudeu, canceló la compra del F35, optando por F18 de segunda mano australianos, cargados de años, pero como solución provisional hasta una solución definitiva. Esto condiciona al país de su poderoso vecino y aliado en el NORAD, los Estados Unidos, ya que el nivel de operatividad de los medios aéreos canadienses es cada vez menor, frente a la poderosa USAF, con su impacto político, condicionando aún más a Ottawa frente a la Casa Blanca.

El primer ministro Justin Trudeu

En 2008, el primer ministro Harper, fue contundente frente a la importancia del Ártico, especialmente frente al calentamiento global, lo que abre una nueva ruta comercial, como también facilita el acceso a potenciales recursos petroleros y mineros. No en vano Rusia y China tienen una estrategia clara sobre dicha área, además de los actores tradicionales como Noruega, Dinamarca (por Groenlandia), Estados Unidos.

Rusia ha realizados un importante esfuerzo para desarrollar fuerzas especializadas en el Ártico, reabriendo bases militares y ejerciendo actos de presencia en el área con submarinos nucleares, etc. Canadá respondió construyendo facilidades navales en las islas Ellesmere y Baffin. Desde 2010, los buques de bandera extranjera, que atraviesen las aguas árticas de Canadá, deben reportarse a la Guardia Costera. Pero los recortes de presupuesto, especialmente en manos de los liberales, significó que el programa de rompehielos, de ocho buques se redujo a cuatro, pero con capacidades más modestas que sus competidores rusos,

En materia de seguridad fronteriza, Canadá trabaja activamente con Estados Unidos, mas allá de los altibajos sufridos con Trump, funcionarios de carrera de ambos países, han permitido que esta estrecha colaboración se llevara a cabo, asimismo se traduce en una relación cercana con respecto al NORAD, que implica para Canadá la urgente necesidad de renovar sus aviones de combate. La violación del especio aéreo por aviones rusos y una creciente actividad de Moscú con sobrevuelos en aguas árticas, demandan poner especial atención.

El compromiso asumido por Canadá con la OTAN, se traduce en despliegues de soldados canadienses en el Báltico. A pesar de las buenas relaciones con Rusia respecto al Ártico, donde las partes no han discutido sobre límites territoriales en sus aguas, si hay intereses contrapuestos, y esto se potencia especialmente por la pertenencia del país a la Alianza. Los altos mandos militares canadienses hablan de una Nueva Guerra Fría.

Los ataques cibernéticos están a la orden del día, la mayoría de las acusaciones conducen a Rusia. La falta de liderazgo por parte de Estados Unidos, durante la gestión Trump y sus exigencias que los socios de la Alianza debían incrementar sus gastos de defensa, unido a una mala relación especialmente con los europeos, puso a la OTAN a la defensiva frente a Rusia y China. En el caso de este último país, la detención de una alta ejecutiva de Huawei, enfrío las relaciones entre ambos países, pero dado los medios exiguos de las fuerzas armadas, una confrontación de mayor nivel en el Pacífico, por ahora está descartada, pero el interés chino sobre el Ártico, especialmente por un creciente presencia en Groenlandia, debe ser un llamado de atención.

En un mundo cada vez mas conflictivo, donde el avance de China es claro, frente a Estados Unidos que pareciera que se repliega, si observamos su rol en la pandemia COVID y el retiro de Afganistán, pone en evidencia que las estructuras nacionales de seguridad, deben valerse por sí mismas.

El gobierno liberal de Trudeau, pareciera no percibirlo de esa manera, sino que se ha concentrado en desplegar a los militares en la crisis COVID, desastres naturales, y protección del medio ambiente, además de cuestiones ideológicas, como el tema género, multiculturalismo, etc. Los problemas de las fuerzas armadas, afectan el reclutamiento de personal y la calidad de este.

Un ejemplo de la crisis que se vive que casi in millar de militares de ambos sexos, pero especialmente mujeres sufrieron algún tipo de acoso sexual, lo que provocó la reacción de condena a esta situación del actual Jefe del Estado Mayor de la Defensa, general Vance, y fueron adoptadas medidas al respecto. Los expertos auguran, que las fuerzas canadienses perderán capacidades, y esto condicionará las relaciones del país que tiene con sus aliados.

Los militares han optado ante la indiferencia política, a concentrar capacidades en núcleo de unidades, que permita operar en misiones de paz, gestión de crisis de manera limitada junto a los aliados de la OTAN, con personal altamente entrenado. A pesar del poder ruso creciente en el Ártico, la debilidad de Estados Unidos, afectado por la pandemia del COVID. La política del gobierno liberal ha sido perniciosa para el área la defensa nacional, la pérdida de capacidades, colocará a Canadá como una potencia de menor entidad, algo que entra en colisión ante un panorama para nada alentador en el mundo, su peso económico y los intereses a defender. .

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