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Colombia: Cambio de rumbo ¿Hacia la izquierda?

El Minuto | El 19 de junio pasado, los colombianos dieron un golpe de timón. Luego de décadas de hegemonía de gobiernos de derecha, votaron en segunda vuelta al ex alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Ex guerrillero del grupo M19 y con una larga trayectoria en la política tradicional, asumió la presidencia de un país azotado por una violencia endémica, una pesada herencia social, déficit fiscal y desempleo. Debe hacer frente a un panorama para nada alentador y muchos observadores son escépticos si Petro podrá llevar a cabo los cambios, que demanda el país desde hace décadas.

Por el Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto Argentina

En 2019, el Banco Mundial en un informe titulado ‘Hacia la construcción de una sociedad equitativa en Colombia’, puso en evidencia que dicho país es uno de los más desiguales a nivel global. El segundo después de Brasil y uno de los más altos niveles de desigualdad comparándolo con países de la OCDE. La crisis COVID 19, no hizo más que agudizar el nivel de desigualdad del país, empujando el coeficiente GINI hasta 0.54 y con ello, llevando a 3.6 millones de colombianos a la pobreza. Se estima que el 40% de la población es pobre y el desempleo trepa el 12%. 19.6 millones de colombianos viven con 89 dólares mensuales.

Esto se agrava con el alza de precios, como pudo comprobar este Corresponsal, consultando a una votante del presidente Petro, una mujer afrodescendiente de 40 años de Buenaventura, que nos ha contado, las dificultades para conseguir un empleo formal, siendo aún más complicado para personas afrodescendientes. El alza del costo de vida, las dificultades para acceder a sectores menos favorecidos a la educación superior, o estar atrapados en la economía informal, hizo que las promesas del Pacto Histórico, liderado por Gustavo Petro, calara hondo en muchos sectores azotados por la pobreza. En el caso de la población afrodescendiente, la candidata a vicepresidente, Francia Márquez, perteneciente a este sector relegado de la sociedad colombiana, ha generado esperanzas, por atender los problemas de este sector. Nuestra entrevistada, mujer con educación superior, nos comentó como fue objeto de discriminación por su color de piel.

El panorama económico en Colombia no es para nada alentador. El incremento del índice de precios del consumidor fue de 9.07%, una de las más altas de la región.Las malas noticias para los sectores menos favorecidos no terminan ahí, los precios El aumento de la suba de precios de alimentos alcanzó el 26%, mientras que el salario creció apenas el 10%. La deuda trepó al 7.1% del PIB, agravado por la crisis COVID. Estos son serios desafíos que tiene que liderar los nuevos “inquilinos” de la Casa de Nariño.

El drama de la violencia

La violencia, mal endémico del país, en 2022, aumentó considerablemente. En enero de dicho año, Infobae señalaba al respecto. la tasa de homicidios se ubicó en 26,8 por cada 100.000 habitantes, tres puntos por encima de la registrada en 2020 (23,8) y 1,7 en comparación con el 2019 (25,1). Esa cifra se acerca a la registrada en el 2014, cuando se presentaron 13.343 homicidios (menos que en 2021) pero una tasa mayor de 28 casos por cada 100.000 habitantes.

Las ciudades más violentas, son Cali, Bogotá y Medellín. Más de 8000 muertes en 2021, se debieron a crímenes cometidos por sicarios. El citado medio, señala que el Observatorio de Derechos Humanos y Conflictividades, del Instituto de estudios para el desarrollo y la paz (Indepaz), se reportaron 96 homicidios colectivos en lo corrido del año con más de 326 víctimas (…) La Defensoría del Pueblo informó que en los primeros 11 meses de 2021 se registraron en el país un total de 130 asesinatos de líderes sociales y defensores de derechos humanos, cifra menor a la consolidada durante todo el 2020 (182 casos). Indepaz, por su parte, registró 171 en lo corrido del año, de los cuales 48 fueron firmantes del Acuerdo de Paz. A pesar del Acuerdo de Paz con las FARC, la violencia no cesa. A pesar de la desmovilización, siguen operando grupos disidentes de la citada organización terrorista, el ELN y grupos paramilitares, responsables del desplazamiento masivos de familias. El discurso de mano dura de Iván Duque, no ha dado los resultados esperados, dado que no se atacan los problemas de fondo. Más allá de la eliminación o captura de jefes terroristas o de poderosos grupos criminales, estos siguen contando con control territorial, que les permite generar recursos, que les permite sobrevivir.

Consultada a nuestra fuente en Buenaventura, nos señaló que quienes padecen la violencia, son los pobres, que deben soportarlo en sus barrios o en el campo, donde muchos deben huir, para evitar ser víctimas de las masacres o extorsión, como otros actos violentos, especialmente contra las mujeres.

La lucha contra los grupos armados ilegales, en Colombia, en una primera etapa tuvo sus éxitos, gracias al apoyo material y financiero de Estados Unidos, además de asesoramiento. Pero esto tuvo un condicionante, dado que la estrategia contra dichos grupos, era funcional a los intereses de Washington y no los de Bogotá. Ejemplo de ello, ha sido la imposibilidad que ha tenido históricamente el ejército colombiano de acceder a tanques, a diferencias de sus vecinos, especialmente Venezuela, país que históricamente ha tenido diferendos limítrofes. La barrera divisoria entre las fuerzas militares y policía en Colombia se hizo cada vez más difusa, con sus consecuencias. El despliegue, esfuerzo y equipamiento de las fuerzas armadas se orientó básicamente a lidiar con los enemigos internos, bajo la atenta mirada de Washington. Los serios problemas de comunicaciones internas, obligaron apostar a la costosa táctica de empleo de elementos de asalto aéreo, por medio de helicópteros. El esfuerzo en el plano militar, no estuvo debidamente acompañado por otras políticas, destinadas atacar las bases profundas de la violencia e insurgencia que padece el país desde hace décadas.

La falta de un mecanismo regional de seguridad para establecer una estrategia conjunta, realista y contundente, también condicionó el éxito de la lucha contra la insurgencia. El cambio de régimen en Caracas, impidió que la permeable frontera común, tuviera una debida coordinación entre las fuerzas de seguridad y militares de ambos lados, para poder lidiar con los grupos armados y criminales que cuentan con sus santuarios ambos lados de la frontera.

El nuevo gobierno colombiano plantea su política de seguridad, bajo otros parámetros, distintos a las gestiones anteriores. El nuevo presidente lo definió como “Transformaremos el enfoque de la seguridad basada en la construcción y eliminación del enemigo interno para pasar a una seguridad humana basada en la igualdad, la protección de la soberanía nacional, la seguridad ciudadana, el cuidado de la vida y la naturaleza”. El Concepto Seguridad Humana, con apoyo de sectores militares y policiales, busca tener una visión más integral del problema, buscando atacar los problemas de fondo de la violencia, especialmente la pobreza, marginalidad. Está en agenda la reforma estructural de la Policía Nacional, incluyendo cursos de derechos humanos, la posible disolución del ESMAD, unidad especial antidisturbios, sumamente cuestionada, por su desempeño. Asimismo, propone desmilitarizar la Policía Nacional y dejarla bajo la órbita del Ministerio de Justicia o Interior. La nueva gestión a través de políticas sociales busca desmantelar estructuras criminales y que pequeños agricultores, dejen de cultivar coca, a través de programas de sustitución de cultivos. Algo que a nuestro entender será muy difícil, no solo por los beneficios que genera el tráfico de dicha planta, sino por la inserción y vinculación de los productores con las estructuras mafiosas. Otro aspecto llamativo, ha sido la propuesta de la llamada justicia restaurativa, proponemos crear cárceles restaurativas municipales y promoveremos sanciones pedagógicas restaurativas en los Centros de Atención Especial (CAE) para adolescentes. El delito cometido por menores de edad, es un drama creciente en la región y se observan distintos enfoques para combatir el problema, generalmente desde posturas de “mano dura” a otro extremo, siempre basado en pasiones ideológicas y no sobre las complejas realidades de cada país/sociedad. Petro insiste que el problema de seguridad, tiene que ver con la pobreza, quieren fusilar a los ladrones, encerrarlos en la cárcel. Vean, denles comida. Denle comida al pueblo de Colombia y verán cómo se reduce la inseguridad. La violencia no siempre va de la mano con la pobreza, sino con cuestiones más profundas, que van desde valores, marginalidad y patrones culturales. En este aspecto, vemos que la política del nuevo presidente tiene un claro giro hacia la izquierda.

Petro en el marco de un acercamiento ante la desconfianza de policías y militares, asumió el compromiso de mejorar su calidad de vida, mejoras en pensiones y salarios, vivienda, becas educativas, y mejoras del sistema de salud. El servicio militar será orientado hacia un servicio social, lo que sin ninguna duda demandará una profunda reestructuración de las fuerzas armadas y un costo

en materia de presupuesto, para poder contratar soldados profesionales. Dado la agenda de reformas sociales, ha trascendido que el reemplazo de los aviones de combate IAI Kfir, quedará suspendido. Por lo que hemos observado, las propuestas en materia de defensa, son escasas, orientadas a cuestiones de política de personal, control civil de las fuerzas armadas, una aplicación del concepto defensa nacional – conflicto externo, y seguridad interior – conflicto interno. Esto deriva también de cuestiones ideológicas ajenas a la realidad, más teniendo las características de los desafíos para la seguridad de Colombia.

La corrupción, mal endémico de Colombia, ha sido el factor clave para el desarrollo del crimen organizado y narcotráfico, fenómenos estrechamente vinculados con los grupos armados ilegales, que aún asolan al país. En 2020, en ranking de Transparencia Internacional, sobre 180 países, Colombia con 39 puntos, quedó en el puesto 87. A pesar de los avances, todavía queda un largo camino por recorrer. Sin ninguna duda el país tiene todos los ingredientes para que la violencia siga siendo un mal enquistado en la sociedad. Acusados niveles de desigualdad, subdesarrollo, extensas áreas del país con una presencia endeble del Estado, corrupción, y la cercanía del principal mercado mundial de drogas ilegales: Estados Unidos.

Qué pasará con la política exterior.

En materia de política exterior, Bogotá es un estrecho aliado de Estados Unidos, en abierta colisión con el régimen venezolano. Las relaciones con Caracas se han deteriorado desde la llegada del presidente Chávez al poder. En un primer momento el presidente Gustavo Petro, al parecer, romperá con la tradicional postura de Bogotá, especialmente con Venezuela, Nicaragua y Cuba: “diálogo en las Américas sin exclusiones de ningún pueblo, en toda la diversidad que es América. Desde nuestra perspectiva, es altamente probable que Petro siga el camino de su par Boric, en Chile, con una postura moderada y pragmática. No están dadas las condiciones para ir a un enfriamiento con Washington. El gran desafío será el deshielo con las relaciones con Venezuela. Los unen 2200 kilómetros de frontera común, con muchos problemas, especialmente en materia de seguridad y la cuestión de los varios millones de venezolanos, que son un serio problema para Colombia, país con elevados niveles de desempleo y problemas sociales, que se ven potenciado con la llegada de este colectivo social, que han salido por millones de Venezuela, por la severa crisis económica y la represión política que vive dicho país. no queda otra opción que sentarse a buscar canales de diálogo. Las relaciones con Estados Unidos sin ninguna duda estarán marcadas por la posición que tiene Petro en relación al Tratado de Libre Comercio, la política antidrogas, las relaciones con Venezuela, y posible acercamiento que pueda tener Colombia respecto a China.

El nuevo gobierno colombiano tiene en agenda su adhesión a la estrategia de impulsar energías renovables, impulsar la transición energética en la región, prohibición de la extracción de petróleo por medio del sistema de fracking, empleado en yacimientos no convencionales, como rechazo a la minería a cielo abierto. Posturas tradicionales que mantienen los líderes de izquierda de la región..El alza del crudo como consecuencia de la crisis de Ucrania, ha tenido un impacto negativo en la región, con el incremento de los costos de vida, con tensiones sociales que se han visto en Ecuador, Panamá, por citar algunos ejemplos.

Derechos de las minorías, reformas económicas y expansión del gasto social.

En otro plano, donde si observamos una postura más hacia la izquierda de las propuestas de Petro, ha sido las promesas en materia de mejora de derechos para afrodescendientes, poblaciones originarias, colectivos LBGTQ, y la problemática hacia la mujer. Sectores jóvenes, sindicatos, colectivos políticos vinculados a los grupos citados, han sido los grandes sostenedores de Gustavo Petro en las elecciones, y por ende tienen aguardan grandes expectativas sobre los cambios propuestos por el líder del Pacto Histórico.

En materia de propuestas económicas, es donde también observamos una fuerte tendencia hacia la izquierda, especialmente al gravar con impuestos tierras improductivas, impulsar planes de distribución de tierras – un tema álgido para Colombia – planes de protección a la producción local, apoyo a las energías renovables, subsidios al desempleo, alza del salario mínimo y una nueva política impositiva, ocupando “espacios fiscales” a través de un sistema de impuestos progresivos, reformas para la incorporación de sectores ligados a la economía informal. La reforma tributaria tiene como objetivo obtener recursos por el 5% del PIB, para financiar no solo reformas sociales, sino el creciente déficit fiscal. El alza del precio del crudo, beneficiará ampliamente a la estatal del petróleo local, cuyos ingresos serían destinados a financiar el programa de reformas sociales, combate a la pobreza y transición hacia energías limpias. La falta de una mayoría clara en el Congreso, limitará el margen de maniobra para llevar a cabo reformas más radicales, desde la perspectiva de los críticos de Petro, pero todo está por verse. El flamante presidente, ha impulsado una suerte de Acuerdo nacional, que llevó a diversos partidos, como el Liberal, Alianza Verde y otros grupos, que le permitirá al gobierno tener mayor peso en ambas Cámaras del Congreso colombiano.

Más dudas que certezas

Colombia, según informes del Banco Mundial, la OCDE y otros organismos especializados, han puesto en evidencia que es el segundo país más desigual de la región. Sin ninguna duda, factor de inestabilidad interna. El país padece una violencia que tiene décadas, con sus consecuencias para el desarrollo del país. Bogotá ante la incapacidad de lidiar con el problema del terrorismo, tuvo que aceptar la ayuda extranjera, especialmente de Estados Unidos, que ha sido un condicionante en la estrategia de seguridad. A pesar de sus éxitos, no logró extirpar el mal de raíz, como lo hicieron los británicos en la llamada Emergencia Malaya en los 50. La insurgencia comunista fue contrarrestada, con una inteligente combinación del uso de la fuerza, con recursos limitados y accionar político. Colombia no ha podido eliminar uno de los pilares del problema terrorista, su financiamiento, a través del tráfico de drogas, agregándose las limitaciones para controlar el propio espacio y de vecinos, que también tienen el mismo problema, ha facilitado de alguna manera que la alianza entre criminales y guerrillas se consolidara, contando con santuarios de un lado y otro de la frontera.

El estado colombiano tiene serios problemas para ejercer un adecuado control del territorio, de por si con limitaciones en materia de infraestructura que conecten las periferias con el área central del país, corazón de la actividad económica y política. Desempleo, pobreza, ausencia del estado, aislamiento geográfico, crearon condiciones ideales para que mucho encontraran en la insurgencia o cultivo de narcóticos un modo de vida. Este ha sido el gran desafío, que los gobernantes colombianos no han sabido cómo lidiar con ello. Los agricultores dedicados a la coca, tienen un lucrativo negocio, del cual tenemos serias dudas que lo abandonen. Este será un serio problema a enfrentar por el gobierno colombiano, que con acierto, busca cortar de raíz la base de financiamiento de las organizaciones criminales. La recuperación de terreno perdido, hoy en manos de organizaciones criminales y grupos armados ilegales, no solo podrá lograrse con políticas de reconciliación nacional, programas de pacificación, subsidios económicos, reparto de tierras, sino por un accionar enérgico del estado, a través de políticas de desarrollo, infraestructura y contar con el monopolio de la fuerza.

La violencia no solo responde a problemas de pobreza, sino a la existencia de una subcultura, de anomia social y marginalidad, que son caldos de cultivo para este drama. No solo con ayudas sociales, podrá erradicarse la criminalidad, sino con políticas de reinserción social, pero también con mecanismos de prevención, y sanción. La lucha contra la corrupción, verdadera “madre de las batallas” será clave para sanear al estado colombiano y pueda lidiar con una violencia endémica enquistada hace décadas. Creemos que el nuevo gobierno cae en el espejismo, de muchos gobiernos rotulados de progresistas, que con ayudas económicas se soluciona el problema. La propuesta de reformar la Policía, también está atada a cuestiones ideológicas. Dado las características del fenómeno criminal, demandan contar con fuerzas de seguridad intermedia como existen en Europa, ante la decisión del nuevo gobierno, de reducir la presencia militar en la lucha contra las amenazas internas.

El gobierno del Pacto Histórico, en materia de defensa y seguridad, sin ninguna duda tiene puntos muy flojos. La reducción de las fuerzas armadas, resultado factible si el servicio militar es derogado, significara dejar vacíos, que rápidamente pueden ser ocupados por otros actores. Es indispensable que el país, ejerza un mayor control sobre las fronteras, espacios marítimos y fluviales, además de mejorar la gestión y vigilancia de su espacio aéreo. Bogotá debe discutir con sus vecinos sobre seguridad y cooperar en dicha materia.

El gobierno de Petro puede ser una oportunidad histórica, para obtener cierto grado de autonomía estratégica respecto de Estados Unidos y buscar escenarios de cooperación con el régimen de Caracas. Colombia y Venezuela, tienen muchos temas pendientes, y es preciso establecer ciertos canales de diálogo. La falta de cooperación, afecta de manera negativa a la seguridad colombiana.

En materia económica, las promesas electorales se centraron en el empleo de energías renovables, apoyo a la producción local, reducción de la importación de alimentos y revisión de los acuerdos de libre comercio. Creemos que los cambios no serán tan “a la izquierda” como muchos creen. Es posible que si lleven a cabo reformas tributarias destinadas a incrementar las ayudas sociales, cuyo éxito residirá en la existencia de objetivos claros para que millares de colombianos salgan de la pobreza.

A nuestro modesto juicio, el gobierno de Gustavo Petro, es consecuencia de años de desgaste de sectores tradicionales de la política colombiana, un llamado de atención de la sociedad que exige importantes reformas sociales, especialmente en materia de lucha contra la desigualdad y pobreza. Las limitaciones en materia de propuestas en seguridad, genera dudas sobre la eficacia de las buenas intenciones del actual presidente. Lidiar con el crimen transnacional que opera en el país, como de los grupos armados, no solo es cuestión del esfuerzo que lleve a cabo Bogotá, sino también de la cooperación con los países vecinos y la sombra de Estados Unidos. La política hacia el narcotráfico, terrorismo, como los vínculos con el régimen de Maduro, como un acercamiento a China, serán factores a considerar en las relaciones con la Casa Blanca. El contexto en que vive Colombia, junto a una serie de factores condicionantes, indican que las reformas que pretende llevar a cabo Gustavo Petro, por de pronto, no tendrán el alcance que muchos esperan.

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