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Filipinas se refugia en EEUU para protegerse del desafío territorial de China

El Minuto | La consolidación de la alianza entre Filipinas y EE.UU., impulsada por el presidente filipino Ferdinand Marcos Jr. es, según los expertos, una corrección natural del giro hacia China impulsado por su predecesor, que se ha acelerado por el expansionismo de Pekín.

El renovado idilio entre Washington y Manila, que se distanciaron durante el mandato del expresidente Rodrigo Duterte (2016-2022), pues apostó por cortejar a Pekín, alcanzó su punto álgido este miércoles, tras un comunicado conjunto en el que ambos países trazaron una hoja de ruta para estrechar la alianza en política exterior, defensa, energía y transferencia tecnológica.

En la nota, publicada por el Departamento de Estado de EE.UU. tras una reunión ministerial bilateral en Washington, ambos países revelaron discretamente la razón de su acercamiento, condenando la continua presencia de buques chinos en aguas filipinas del Mar de China Meridional, donde Pekín y Manila se disputan islas y atolones.

“Marcos Jr. buscaba una buena relación con EE.UU. y con China cuando llegó al poder (el pasado junio), pero la implacable postura de Pekín en el Mar del Sur de China le ha obligado a buscar a los estadounidenses. Los chinos no han hecho ni una sola concesión”, dice a EFE el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de La Salle, Renato de Castro.

Sintonía del Ejército con EE.UU.

El enfriamiento de las relaciones entre Filipinas y EE.UU. durante los años de Duterte era además visto como una anomalía histórica para los altos mandos del Ejército filipino, cuyo equipamiento militar, aunque anticuado, siempre fue estadounidense.

Durante la Guerra Fría, con Ferdinand Marcos (1965-1986) en el poder, el padre del actual jefe de Estado, Filipinas fue uno de los aliados más fieles de Wahsington en la región.

Desde entonces, ambos ejércitos intercambian conocimientos en diversas maniobras conjuntas, con el alto mando castrense sintiéndose muy cercano al Ejército estadounidense, según los expertos.

Además, el estamento militar desconfía de China, especialmente desde que en 2012 invadió el Bajo de Masinloc, un atolón situado en aguas territoriales filipinas que Pekín se apropió como parte de sus “reclamaciones históricas” en el Mar de China Meridional, tras lo cual las ambiciones expansionistas de Pekín han ido en aumento.

La opinión pública, también del lado de EE.UU

“Por mucho que Duterte intentara alejarse de Washington, los asuntos económicos, políticos y de seguridad de Filipinas están ligados a EE.UU., dados los vínculos históricos entre ambos países”, opina el académico filipino Felipe Salvosa, sin olvidar el contexto de la ocupación estadounidense de Filipinas entre 1898 y 1946.

Salvosa cree que el dilema estratégico entre China y EE.UU. estaba condenado a caer del lado estadounidense debido “al apoyo sólido” de la opinión pública filipina hacia Washington.

La diáspora filipina en EE.UU., donde hay más de 4,2 millones de residentes procedentes del archipiélago asiático, así como unos lazos culturales comunes y una idiosincrasia cercana, son varios de los motivos que explican el apoyo de los filipinos a su histórico aliado.

Las encuestas ilustran la sintonía: según una encuesta de 2022 de Pule Asia, el 89% de los filipinos confía en EE.UU., mientras que solo a uno de cada tres filipinos (33%) le inspira confianza China.

Este respaldo de los filipinos a EE.UU. hizo recular a Duterte durante el fin de su mandato y, después de amenazar repetidamente con romper un acuerdo de Defensa con Washington de 1999, se acercó tímidamente al país norteamericano, motivado también por la falta de concesiones de Pekín en el conflicto territorial.

“Creo que Marcos está poniendo fin de forma decisiva a la postura pro-China”, sostiene Salvosa, quien piensa que la equidistancia que buscaba Marcos Jr. “se ha inclinado definitivamente hacia EE.UU”.

Los límites con Taiwán

Pero la inclinación por EE.UU. puede tener sus líneas rojas:

Filipinas anunció la semana pasada las cuatro nuevas bases militares del archipiélago a las que tropas de EE.UU. tendrán acceso (elevando el total a nueve), en el marco de su renovado acuerdo de Defensa, una de ellas en el pico norte del archipiélago, a unos 400 kilómetros de Taiwán, mientras que otra está cerca de las islas que se disputa con Pekín.

El acceso de EE.UU a estas bases estratégicas, sobre todo la próxima a Taiwán, isla autogobernada que Pekín no descarta invadir y que Washington en principio defendería, inquieta a parte de la clase política filipina.

Incluso la senadora Imee Marcos, hermana del presidente, inquirió recientemente en la cámara alta: “¿Por qué las nuevas bases militares están a tiro de piedra de Taiwán?”.

“Señores, ¿cuál es nuestra lucha con Taiwán?”, preguntaba Imee Marcos, manifestando el temor de muchos a que Filipinas se vea envuelta en un conflicto armado en caso de que China invadiera la isla, que considera parte de su territorio.

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