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Guerra de baja intensidad en el Sahara Occidental

El Minuto | La crisis de Guerguerat, la inacción de Naciones Unidas, como del apoyo velado de Francia y Estados Unidos, abrieron las puertas para que, en el Sahara Occidental, estallara el conflicto de manera abierta. Razones políticas, llevan a Marruecos a negar o por lo menos mantener en silencio los hechos que ocurren en los Muros Defensivos. Pero la escalada del conflicto, no pasó por desapercibido en medios internacionales, y a pesar de hablar poco del tema, las fuerzas saharauis pasaron a la ofensiva, llevando a cabo una guerra de baja intensidad, con golpes muy precisos en el dispositivo marroquí.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina

El Ministerio de Defensa saharaui, publica de manera asidua, partes de guerra, sobre el accionar del Ejército de Liberación Popular Saharaui o ELPS. Desde algunos medios, apoyándose en el discurso marroquí, han negado la existencia de un conflicto armado, salvo tiroteos desde ambos lados de los Muros Defensivos, rechazando de plano la existencia de pérdidas de las fuerzas marroquíes, tanto humanas como materiales. La ausencia de observadores imparciales, limitan saber la verdad de los hechos en el Sahara Occidental, pero hay una serie de elementos objetivos, que nos permite saber de manera fehaciente, que se está librando una guerra de baja intensidad, sobre la cual, Rabat, no quiere que se hable abiertamente.

Uno de esos elementos, fue cuando el gobierno argelino, protestó airadamente ante Marruecos, por la muerte de tres camioneros, en una operación militar marroquí de represalia contra fuerzas saharauis, en noviembre de 2021. Los hechos ocurrieron según fuentes argelinas a 30 kilómetros de los muros defensivos, en las zonas controladas por la RASD. La prensa argelina publicó los nombres de las víctimas, y señalaron que los camiones regresaban de Mauritania, luego de llevar cemento a dicho país.

El sitio MenaDefence, argelino, señaló que el ataque se llevó a cabo con un dron, ya sea turco o israelí, tipo Hermes 450, equipados con misiles Hellfire. Marruecos ha guardado absoluto silencio al respecto.

Meses antes del citado incidente, en marzo de 2021, por medio de un dron marroquí, fue asesinado el director de la Gendarmería saharaui, en Tifariti, zonas liberadas, Adah El Bandir. Algo que fue reconocido, incluso en medios especializados en temas militares. Estas son pruebas evidentes que algo está pasando en el Sahara. Los argelinos cerraron fronteras y el espacio aéreo, además de cortar el gasoducto euromagrebí que conecta tanto a Marruecos como España. En marzo de 2022, la escalada entre las partes fue aumentando, a tal punto que Argelia llevó anunció ejercicios militares de importancia, en las regiones militares lindantes con Marruecos y el Sahara Occidental. El peso político de Argelia sin ninguna duda se ve influenciado por la crisis de Ucrania, dado que Europa busca alternativas al gas ruso, y los argelinos por su cercanía geográfica, tienen mucho que decir al respecto. No en vano, Rabat aumentó la presión al gobierno español, con el objetivo de tirar abajo cualquier acercamiento. La famosa carta del presidente español Pedro Sánchez, avalando de alguna manera el régimen de autonomía que quiere imponer Marruecos para el conflicto del Sahara, lo que abrió una brecha en las relaciones hispano argelinas.

Mientras tanto, es oficial, el anuncio de ejercitaciones militares entre Rusia y Argelia, cerca de la frontera con Marruecos, que tendrán como finalidad llevar a cabo ejercicios de lucha antiterrorista. Nosotros consideramos que es un mensaje directo a Rabat, y con un carácter disuasivo dado el despliegue de fuerzas militares en la región lindante con el Sahara Occidental.

Marruecos, tomó nota de la influencia rusa en Argelia y no dudó en mantenerse neutral frente al conflicto de Ucrania, no condenar la invasión. Una política pragmática, para evitar que Moscú pueda hacer pesar la balanza hacia Argelia, respecto a las conflictivas relaciones con Rabat, de la cual podría beneficiarse los saharauis.

Las pruebas que existe un conflicto armado de baja intensidad en el Sahara Occidental, siguen acumulándose, y quedaron evidenciadas con el ataque de un dron marroquí, en la localidad mauritana de Ain Bentilli, que ocasionó la muerte de dos personas (una mujer y su hijo), además de heridos y desaparecidos. Los hechos ocurridos el 11 de abril de 2022, ocurrieron a un kilómetro de una base militar mauritana. Diversas agencias de prensa, hablaron de ocho ataques perpetrados por Marruecos, con varias víctimas, además de daños al convoy argelino, con fines comerciales, por ende, este ataque podría calificárselo de crimen de guerra. El incidente, llevó al diputado por la provincia de Nuadibú, Mohamed Ould Aye, a pedir al gobierno mauritano, como al mismo Parlamento, que se pronuncie sobre estos hechos.

Esta situación, de alguna manera favorece a la República Saharaui, dado que ha generado en el seno del parlamento mauritano, reacciones y pedidos de explicaciones. La decisión de Marruecos de incrementar las acciones aéreas hacia las vecinas Argelia y Mauritania, ponen en evidencia que los choques llevados a cabo por el Ejército saharaui, son de una magnitud mayor, que la que intentan silenciar.

Desde las mismas Naciones Unidas, se ha informado sobre intercambios entre los bandos a un lado y otro de los muros defensivos. Desde agosto a noviembre de 2021, el informe oficial del Secretario General de Naciones Unidas, habla de nada menos que el lanzamiento de millares de proyectiles, una veintena de incursiones para penetrar los muros y operaciones con drones. En este caso, los saharauis rechazan contar con este tipo de ingenios. Es posible que estos elementos son los operados por Marruecos, que los está empleando profusamente para identificar blancos, sobre las fuerzas altamente móviles de la RASD. La zona donde se concentran los mayores incidentes, son en el área de Mahbés, en el norte del Sahara Occidental.

Marruecos tiene una postura netamente defensiva en el plano táctico, por lo que podemos inferir de lo que señalan agencias de prensa y los propios comunicados del gobierno saharaui, agregándose las tensiones con Argelia, Mauritania y la fuerte presión ejercida hacia España, tanto en el plano político como diplomático. La respuesta militar marroquí, se centra en rechazar ataques hacia los muros defensivos, impidiendo el acceso de fuerzas saharauis a las zonas ocupadas, junto a operaciones aéreas contra infraestructuras que puedan servir de apoyo al despliegue militar de la RASD, y eso incluye ataques al tránsito comercial en las zonas liberadas, pozos de aguas e instalaciones que puedan ser de utilidad militar. El asesinato del jefe de la Gendarmería saharaui, pone en evidencia, que las fuerzas saharauis son una amenaza real, dado que fue una operación puntual, con el objetivo de desarticular el mando militar saharaui.

Este tipo de operaciones pone en evidencia, mejoras sustanciales en la capacidad de inteligencia táctica de las fuerzas marroquíes, que le permiten llevar a cabo de operaciones con este nivel de precisión. Asimismo, se observa que, a pesar del importante despliegue militar en los muros defensivos, Rabat, evita escalar el conflicto, ante un panorama para nada alentador en la región. Por otro lado, llama la atención, que no se ha recurrido a las fuerzas aéreas, a pesar de contar con modernos aviones de combate equipados con municiones de precisión, siendo probable que la capacidad antiaérea saharaui, sea un buen disuasivo, unido a las tensiones crecientes con Argelia, que cuenta con un poderoso paraguas antiaéreo, sea otro factor a considerar.

Una espera que parece haberse terminado…

La República Saharaui, desde 1991, esperaba que el Plan de Arreglo, llegara a buen puerto. Años perdidos de negociaciones estériles. Los países llamados “democráticos” fueron los principales sostenedores de Marruecos, llegando al extremo, en el caso de Francia de vetar, la posibilidad que la misión de Naciones Unidas en el terreno, MINURSO, tenga facultades de monitoreo de derechos humanos. Un hecho insólito en este tipo de misiones. Esto convierte a países como España, Francia y Estados Unidos, aliados cercanos de Marruecos, en cómplices de la violación de derechos humanos que padecen los saharauis desde la invasión de 1975.

Los años de olvido, y gracias al lobby marroquí, que tiene especial éxito en países con elevados índices de corrupción, como en América Latina, colocaron a la República Saharaui o RASD, en una situación delicada. Las tensiones internas en los campos de refugiados, salieron a la luz, por una juventud harta de esperar un cambio que nunca ocurre. La gota que derramó el vaso, fue el incidente de Guerguerat,donde una vez más Marruecos, con anuencia de la comunidad internacional violó el Plan de Arreglo, y más precisamente los acuerdos militares, sobre las zonas de amortiguación, llevaron al liderazgo saharaui a escalar el conflicto, en base a una oportunidad favorable, en medio de la crisis global del COVID 19. Sin ninguna duda la movilización militar, ha sido limitada, dado que los objetivos también lo son. En primer lugar, el Frente Polisario, aglutina a la opinión saharaui detrás de una causa nacional, que requiere cohesión y unidad. De esta manera, frena los intentos de quinta columna, sobre determinados sectores disidentes que, en el fondo, son agentes pro marroquíes, y buscan mostrar como única solución el régimen de autonomía, bajo la bandera de Rabat.

En este conflicto de alcance limitado, los saharauis, a pesar del silencio internacional, que solo se centra en el conflicto de Ucrania, se han centrado en el ataque a objetivos puntuales en los muros defensivos, manteniendo a las unidades marroquíes, en estado de alerta, gracias al factor sorpresa, apoyado por la movilidad y la profundidad estratégica que brinda el desierto. Las fuerzas del ejército saharaui, emplean artillería de cohetes, para golpear objetivos marroquíes, para luego replegarse. Estamos sin ninguna duda ante una verdadera guerra de nervios. Estas acciones limitadas permiten conocer el potencial del dispositivo marroquí y su capacidad de respuesta, en caso de una escalada mayor del conflicto. La situación es delicada, y queda reflejado por el incremento del empleo de drones de ataque, fuera de los muros defensivos que terminan golpeando blancos civiles, generando una tensión creciente con Argelia y ahora con Mauritania. Este último país, por su debilidad militar y razones políticas, ha optado por no criticar abiertamente a Rabat, por otro lado, mantiene un discreto apoyo a la RASD. La cercanía de las estratégicas minas de hierro como del vital puerto de Nuadibú del Sahara Occidental, clave para la economía de Nuakchot, obligan al gobierno mauritano a ser cauteloso.

En este complejo panorama, el gobierno español, una vez más estuvo lejos del rol que debería tener en el conflicto. En el marco de la estrategia suicida de apaciguamiento de Marruecos, apoyó el plan de autonomía que propone Rabat como única salida. Eso sí, bajo la condición que los saharauis, acepten también dicha propuesta, que es sabido que no lo harán. Una vez más estamos ante un punto muerto, y lleva a uno de los actores del conflicto, a recurrir a las armas, para hacerse notar ante la comunidad internacional y buscar que actores regionales, se vean afectados y actúen en consecuencia.

Marruecos, aprovecha sin ninguna duda el viento favorable, que implica, el avance de China y Rusia en África. Es posible que Rabat explote dicha situación, para estrechar lazos con Estados Unidos y Francia, para apoyar su política en torno al Sahara. Al fin de cuentas, el expolio del fosfato, y la posibilidad de explotar hidrocarburos en aguas saharauis, sin ninguna duda genera interés y llena los bolsillos de poderosas corporaciones de los países citados. La única manera de aprovechar dichos recursos, como la pesca, sin rendir cuentas a nadie y que solo beneficia a un puñado de personajes, es por medio de apoyar la ocupación marroquí. El recurrir a las armas, por parte de los saharauis, tiene que ver también con un intento de ahuyentar o desalentar, posibles acciones en materia de exploración minera en su patria usurpada.

Estamos ante un final incierto, donde los actores intervinientes en este drama por razones políticas, han limitado la escalada, con intercambios artilleros, ataques aéreos limitados e incursiones. A pesar del silencio que se quiere imponer desde los grandes medios y con visiones sesgadas. Señores en el Sahara Occidental, hay guerra y existen pruebas de ello. El negar dicha realidad, no perdurará por mucho tiempo.

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