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Guyana ¿La nueva Dubái de Sudamérica?

La crisis del COVID 19 significó una contracción de la economía global, pero hubo excepciones, entre ellos Guyana. Este país de manera reciente descubrió en sus espacios marítimos, importantes reservas de petróleo, que genera importantes expectativas.

Los organismos internacionales como el FMI o el Banco Mundial prevén un elevado nivel del crecimiento del PIB. Corrupción, divisiones étnicas y una limitada infraestructura, como escasez de mano de obra calificada generan dudas de si los beneficios del oro negro, harán que los 800.000 guyaneses puedan convertir a su país en el Dubái de Sudamérica. A este cuadro, cabe agregar el conflicto por la zona del Essquibo, de 160.000 km2 reclamada por Venezuela.

Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto Argentina.


Guyana, la antigua Guayana Británica, se independizó del Reino Unido en 1966, en el marco de serios conflictos internos, derivado de cuestiones raciales, ideológicas, azuzadas en parte por la creciente influencia de sectores de izquierda en los dos principales partidos políticos existentes. La historia de resistencia nacional se remonta a Kofi, héroe del levantamiento de esclavos en 1763, cuando Guyana era territorio controlado por los holandeses.

A fines del siglo XVIII los británicos se instalaron en el territorio y a principios del siglo XIX, por el tratado de Amiens, el dominio británico se oficializó sobre las colonias holandesas de Demerara, Esequibo y Berbice. El Congreso de Viena reconoció en 1815 el control británico.

En 1823, hubo una rebelión de esclavos por las duras condiciones impuestas por los terratenientes británicos. En 1831 se consolidó la llamada Guayana Británica, unificando las colonias de Berbice y Demerara pero como límites difusos con respecto a los territorios controlados por los Países Bajos (hoy Surinam) y Venezuela. En 1834, los británicos abolieron la esclavitud y en reemplazo de las poblaciones negras, trajeron trabajadores de la India y en menor medida de China.

La economía de Guayana Británica se basó en la caña del azúcar, la explotación de maderas, plantaciones de arroz, luego se incorporó el negocio minero, especialmente la bauxita a fines del siglo XIX. La empresa Booker Brothers, McConnell & Co., Ltd. se convirtió en casi un monopolio comercial y el principal empleador de la colonia, situación que duraría hasta entrado el siglo XX. El gobierno colonial, en manos de un gobernador, tuvo un régimen representativo muy limitado, dado que los electores debían tener cierta fortuna o propiedades, este modelo se extendió hasta la década del 20, que se implementó un consejo legislativo parcialmente electo y para 1943, se amplió la base electoral para el consejo.

Cabe destacar que durante la guerra, no hubo elecciones legislativas y se conoce a dicho período como “parlamento largo”. Asimismo, los Estados Unidos instalaron una base durante la Guerra, no solo para patrullar los mares, sino para proteger las explotaciones de bauxita, elemento crítico para producir aluminio, de sumo valor para la industria bélica.

Jurídicamente desde 1928, Guyana era colonia de la Corona. En 1951, la Comisión Waddington hizo una serie de recomendaciones sobre los cambios constitucionales en Guayana Británica, con un régimen de mayor autonomía. La vida política local fue agitada, destacándose el surgimiento del PPP (Partido Progresista del Pueblo), en 1950, siendo su principal referente el indo guyanés, Cheddi Jagan, mientras los afro descendientes tuvieron como referente a Linden Forbes Sampson Burnham, lideres del PPP, que pronto colisionarían.

Este grupo político participó activamente en la vida guyanesa y mostró oposición hacia políticas impuestas por los británicos. El partido tenía en una primera instancia posturas de centro izquierda. Pero la victoria política en las elecciones municipales, alertó a los británicos, dado que el discurso era cada vez más militante, con posturas cada vez más cercanas al socialismo. Incluso Jagan en un intento de hacer una gira por el Caribe, le fue impedido el ingreso a Granada y Trinidad y Tobago.

En 1953 se aprobó una nueva constitución, que creó un parlamento bicameral, siendo la cámara baja de elección por sufragio universal. Estos cambios duraron poco, el gobierno del PPP, chocó con conflictos internos del partido, la oposición de los británicos a llevar a cabo reformas sociales y un mayor control del Estado en la economía. La nueva ley de relaciones laborales, generó disturbios, y los británicos interpretaron – bueno algún tipo de justificación para las medidas que iban a tomar – que había un clima de agitación comunista.

El gobernador, tomó las riendas del poder, ejerció el control directo hasta 1957, cuando hubo elecciones libres nuevamente, con la victoria de Jagan. El PPP estaba dividido por razones raciales, a ello se unió el veto dado para integrar la Federación de las Indias Occidentales, dado que existían temores de los indo guyaneses de quedar como minoría en una entidad que iba ser mayoritariamente poblada por afro descendiente.

Burham capitalizó el voto de los afro guyaneses, esto dio paso a la formación del Congreso Nacional del Pueblo (PNC en inglés). En 1961 hubo una conferencia constitucional para debatir sobre la independencia. El temor por un golpe comunista, llevó a que Estados Unidos tomara cartas en el asunto y junto con el Reino Unido interfirieran en la política local.

En las elecciones de 1961, se supo de dinero de Washington para pagar los gastos electores de sectores conservadores. En 1966, el país alcanzo la independencia en el marco de tensiones políticas. En 1968, Forbes Burnham ganó las elecciones generales y se erigió como primer ministro, proponiendo como modelo el llamado “socialismo cooperativo”.

Esto demandó un proceso de nacionalizaciones, siendo las prioridades la industria de la bauxita, el sector azucarero, el sistema de educación privada gestionada por las iglesias y medios de comunicación. En 1976 se estimaba que el 80% de la economía estaba en manos del Estado. En 1970, fue implantada la República, pero no fue abandonada la Mancomunidad británica o Commonwealth.

El país ingresó al movimiento de los No Alineados y diversas iniciativas regionales como al Flota Mercante del Caribe, el CARICOM y el ingreso al Sistema Económico Latinoamericano o SELA.

El país estaba embarcado en una suerte de vía al socialismo, convirtiendo el PNC en partido hegemónico y estrechamente vinculado al Estado. En 1978, este proyecto socializante fue legitimado por un referéndum, cuestionable, dado que siempre el régimen fue acusado de fraude.

La postura de Jagan, de apoyo crítico, recordemos que este líder indo guyanés, era de filiación marxista, hizo que las bases del PPP, basadas en la población de origen asiático, se trasladara al PNC, consolidando la figura de Burnham.

La política guyanesa estuvo marcada desde mediados de los sesenta hasta los ochenta por el régimen autoritario de Burnham, que por medio de elecciones fraudulentas, toleradas de alguna manera por el opositor PPP.

Un ejemplo del modelo autoritario impuesto por este líder guyanés, fue el requisito de estar afiliado al oficialista PNC para ingresar a las Fuerzas de Defensa. Esto seguramente fue inspirado por el golpe de Estado de 1970 en Trinidad y Tobado, luego de una serie de disturbios raciales. Asimismo, mantuvo una modesta fuerza militar, teniendo como contrapeso una milicia, conocida como Servicio Nacional de Guyana.

Herramienta empleada para impedir cualquier intento venezolano de ocupar la llamada “zona de reclamación” de Essequibo. En 1976, fueron creadas las milicias populares. El nivel de militarización del país, llevó a que un país con apenas 700.000 habitantes, tuviera 7.000 ciudadanos en las distintas organizaciones militares que contaba el país, todas bajo el control de Burnham.

Guyana se hizo tristemente famosa en 1978, por la masacre de Jonestown, donde la secta del Templo del Pueblo dirigida por Jim Jones cometió suicidio colectivo. Esta secta tenía cierto apoyo de sectores cercanos al gobierno guyanés, lo que facilitó que tuvieran armas y que los abusos acontecidos en el complejo, quedaran silenciados.

En 1979, la violencia política azotaba al país y las tensiones entre el gobierno y sectores opositores eran frecuentes. En 1980, fue suprimido el cargo de primer ministro y el presidente adquirió un rol ejecutivo, dejando de ser una figura ceremonial. Burnham fue nombrado por la Asamblea presidente bajo la nueva reforma constitucional.

El modelo económico apoyado en la exportación de azúcar y bauxita, era endeble, la caída internacional de los precios derrumbó la economía nacional. La deuda de 1560 millones de dólares era impagable. El régimen no tuvo otra opción que golpear las puertas del odiado FMI. La oposición de Guyana a la invasión de Granada en 1983, tuvo como resultado el bloqueo de Estados Unidos a las ayudas financieras de organizaciones internacionales, como el FMI o Banco Mundial. En el marco de esta profunda crisis, Burnham murió inesperadamente en 1985. Y es reemplazado por Desmond Hoyte, pero el sistema político del PNC estaba agotado.

Entre 1991 a 1992 el país estuvo en Estado de emergencia (estado de sitio). En 1992 fue electo presidente, Cheddi Jagan, del PPP, dando inicio a una etapa de democratización del país y acercamiento a Estados Unidos. Este líder histórico murió en 1997, siendo reemplazado por su esposa, también importante dirigente política del país. El PNC impugnó la elección y hubo nuevos disturbios. Finalmente la Sra. Jagan ocupó la primera magistratura, renunció en 1999 por razones de salud.

La historia política del país, marcada por la corrupción, el fraude, debilidad institucional y las tensiones étnicas, han afectado la gobernabilidad. El ejemplo es la elección del presidente Irfaam Ali, que lideró una coalición presidida por el histórico PPP, frente a la coalición del ex presidente David Granger, que generó una agria disputa judicial para determinar quién fue el ganador.

Finalmente Irfaam Ali fue proclamado presidente electo en agosto de 2020. Su llegada a la presidencia coincide con el boom petrolero, con una expectativa de explotar 700.000 barriles diarios y un crecimiento acumulado de un 86% según el FMI. El nuevo gobierno tiene una oportunidad histórica, pero a su vez con serios desafíos, destacándose el conflicto del Essequibo con Venezuela en manos de la Corte Internacional desde 2018 y que ha generado tensiones, especialmente en los espacios marítimos.

El conflicto del Essequibo

En 1962. Venezuela denunció el laudo arbitral de París de 1899, sobre un espacio 159 500 km2. Guayana Británica estaba en pleno proceso de independencia. El Reino Unido acordó por medio del Acuerdo de Ginebra de 1966, arreglar el conflicto en el marco de la Carta de Naciones Unidas por medio de algún mecanismo de solución pacífica de las controversias. Asimismo, Venezuela asumió el compromiso de reconocer el nuevo estado de Guyana.

El acuerdo de 1966 tenía previsto que los gobiernos de Venezuela y Gran Bretaña (luego Guyana) debían abstenerse de realizar explotaciones en la zona disputada, algo violó Guyana, que en el marco del fracaso del modelo de socialismo cooperativo, el gobierno de Burnham hizo una serie de concesiones mineras y forestales en la llamada “zona de reclamación”. Los sustentos jurídicos del reclamo de Caracas, se basa en el concepto uti possidetis. El territorio de Essequibo formaba parte de la Capitanía General de Venezuela.

Los problemas de control efectivo facilitaron el avance británico a mediados del siglo XIX, que terminó en 1880, con el pedido del presidente venezolano Guzmán Blanco al gobierno de Estados Unidos apoyar el reclamo, que terminó con el laudo de Paris en 1899, abiertamente desfavorable a Caracas. El Reino Unido aspiraba a extender su presencia hasta las bocas del Orinoco, rechazado por el Arbitraje de París, pero garantizó el control del territorio del Essequibo.

Las crónicas de esa época, pusieron en evidencia la colusión entre Estados Unidos y Gran Bretaña. Cabe destacar que el equipo de defensa técnica venezolana estaba compuesto por abogados de Estados Unidos, y existen sospechas fundadas de parcialidad en desmedro de los intereses de Venezuela. Incluso el laudo perjudicó a Brasil, dado que asignó un espacio que reclamaba dicho país. En 1904, por medio de un arbitraje, los brasileños solo obtuvieron una parte de lo reclamado.

En enero de 1969, estalló la rebelión de Rupununi, protagonizado por pueblos originarios, de las etnias lokono, makushi y wapishana, de un distrito sureño ubicado en la zona de Reclamación venezolana. Los rebeldes formaron un gobierno provisional y exigieron la ayuda de Venezuela, dado que aspiraban a integrarse a dicho país. El presidente Leoni, decidió abstenerse – un grave error estratégico – y dejó a los rebeldes a su suerte. El conflicto tenía que ver con el aislamiento que sufrían y la discriminación que sentían los aborígenes, dado que el gobierno guyanés estaba en manos de afro descendientes y asiáticos.

El líder de la rebelión Valerie Hart solicitó formalmente el apoyo de Venezuela, rechazado formalmente por el canciller Iribarren Borges. En tres días las fuerzas guyanesas controlaron la rebelión de un centenar de aborígenes pobremente armados. Un centenar de indígenas huyeron a Venezuela por la represión que incluyo el incendio de viviendas, ejecuciones, maltratos, tortura y violaciones. Brasil, por razones geopolíticas y enfrentadas a Venezuela, concentró tropas en la frontera, como disuasión frente a una reacción armada de Caracas. El saldo de la rebelión se estima en un centenar de indígenas muertos.

Estados Unidos presionó a Venezuela para tomara acciones mayores, para evitar la desestabilización del régimen de Burnham, que a pesar de sus posiciones de izquierda, no era pro soviético. Caracas había tomado la isla Anacoco en el río Cayuni. En 1970, Venezuela promovió el Protocolo de Port of Spain con el Reino Unido y Guyana, congelando el reclamo por doce años. Para muchos un error político que perjudicó los intereses venezolanos.

Las presiones de Caracas a inversores en la zona en reclamación no tuvo efecto. Prueba de ello fue la campaña de exploración petrolera que terminó con el descubrimiento en 2015 por parte de la Exxon Mobil, en aguas disputadas por ambos países. La llegada al poder del presidente Chávez, pareció que iba a incrementarse la presión, finalmente en 2004, continuó con la política de sus antecesores, de limitarlo al plano jurídico y no obstruir los programas de inversión en la zona disputada, como lo citó en una declaración pública el Gobierno venezolano no va a oponerse a ningún proyecto en esa región (Esequibo) que vaya en beneficio de sus habitantes, unos proyectos de agua, vías de comunicación, energía, proyectos agrícolas.


Exploración petrolera que terminó con el descubrimiento en 2015 por parte de la Exxon Mobil


La debilidad de Venezuela y la puesta en marcha de una estrategia equivocada, de apoyar la cooperación económica, sobre el problema de fondo, solo ha beneficiado a Guyana. Esto se parece al caso argentino con Malvinas. La política de promover acuerdos de cooperación económica en la zona disputada, solo benefició al Reino Unido.

¿La Nueva Dubai?

El boom petrolero puede ser una bendición como la misma perdición del Estado. La vecina Venezuela es ejemplo de ello, el oro negro alimentó corrupción y una dependencia, que ha impedido que el país se desarrollara, e ironías del destino, sea un país que expulsó a casi el diez por ciento de la población, agregándose el pésimo manejo del recurso, que demandó que el país tuviera problemas para abastecer a su mercado interno de combustibles.

En otros casos alimentó dictaduras y aventuras, como el caso de Irak, o el régimen de Guinea Ecuatorial, dictadura con su elite multimillonaria y el pueblo sumido en la pobreza.

El país tiene problemas de infraestructura, mano de obra especializada, agregándose problemas políticos que arrastra desde tiempos de la independencia, especialmente en materia de divisiones políticas y falta de consensos, entre los dos grandes grupos políticos que disputan el gobierno del país en las elecciones. La bonanza petrolera demandará mano de obra, dado la escasa demografía del país, sin ninguna duda deberá importar mano de obra.

El país carece de políticas migratorias, a ello se une la posibilidad de un ingreso importante de venezolanos, atraídos por el sector petrolero, dado que hay personal muy calificado en este tema y el balance demográfico puede ser un problema a mediano plazo.

Existe un fuerte escepticismo sobre la capacidad que tendrá Guyana para gestionar los beneficios del petróleo, especialmente por las limitaciones institucionales, que demandan importantes reformas, además de la necesidad de construir una identidad nacional, todavía bastante difusa. En nuestra opinión tenemos dudas que este país, pueda convertirse en la nueva Dubái.

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