Hong Kong: el fin del modelo “un país, dos sistemas”

(Photo by Tobias SCHWARZ / AFP) (Photo by TOBIAS SCHWARZ/AFP via Getty Images)
El Minuto | El pasado 1 de julio de 2022, se cumplieron 25 años de la devolución de Hong Kong por parte del Reino Unido a China, bajo la fórmula “Un país, dos sistemas”. Al parecer fue un éxito, pero con el tiempo, las autoridades de Pekín fueron avanzando sobre el régimen especial de Hongo Kong. En 2020, China aprobó una nueva ley de Seguridad Nacional que avanzó sobre la autonomía del enclave. Esta era la respuesta ante las manifestaciones de 2019, cuando fue aprobada una nueva ley de extradición hacia China, y fue visto por el creciente movimiento pro democracia, como una amenaza a las libertades en Hong Kong, que provocó la salida de miles de personas a las calles. Situación que en su momento alarmó a Pekín.
Por el Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina.
La Región Administrativa Especial de Hong Kong, creada en 1997, como resultado de la retirada británica y su devolución a China, cuenta con 1104.4 km², formado por la isla de Hong Kong, la península Kowloon y los Nuevos Territorios. Habitan el territorio 7.4 millones de personas.
Los europeos pusieron atención en la región hacia el siglo XVIII. La presencia china es limitada, la población local, se dedica al comercio y actividades agrarias. Los británicos se hicieron presentes por la demanda de té. El balance comercial era claramente favorable a los chinos, para compensar esta situación, los comerciantes británicos se dedicaron al comercio de un narcótico, el opio. Su tráfico se incrementó con la conquista de Bengala en 1757. Las consecuencias para la salud de la población china, por su adicción, alarmó a las autoridades de Pekín.
En 1839, el comisionado imperial Lin Hse Tsu, ordenó la destrucción de 20.000 cajas del citado narcótico. Esto desató la llamada Guerra del Opio (1839 – 1842) con trágicas consecuencias para China, dado que fue obligada abrir su mercado al tráfico de la citada droga. Durante el conflicto, en 1841, la Marina Real ocupó la isla de Hong Kong, cedida formalmente en 1842 por el Tratado de Nankín.
Importantes banqueros de Estados Unidos y Reino Unido, se beneficiaron del siniestro comercio de opio, siendo Hong Kong base de sus operaciones. En 1860 por la Convención de Pekín, como consecuencia de la Segunda Guerra del Opio, los británicos obtuvieron la península Kowloon. En 1899, fueron cedidos por un régimen de arrendamiento por 99 años, los llamados Nuevos Territorios, quedando así conformado el actual territorio de Hong Kong.
El crecimiento de la población se debió a las crisis en China, las hambrunas y conflictos. Los británicos mantuvieron una política de segregación. Los chinos apenas tenían participación en la gestión de la colonia. La ocupación japonesa entre 1941-45, fue una verdadera tragedia, por las hambrunas y la dureza del gobierno militar nipón. En 1949, como consecuencia de la Revolución China, miles de refugiados llegaron al enclave, lo que permitió la expansión de la economía local.
Las firmas radicadas en Shangai se trasladaron en masa a Hong Kong. El régimen de libre mercado, mano de obra barata, concentración de capital, facilitaron el desarrollo de un enclave industrial y comercial. La apertura del mercado chino continental, aceleró el crecimiento del territorio, que se convirtió en una potencia económica.
En los años 80, ante los cambios impulsados por Deng Xiaping, de apertura económica, aceleraron loas negociaciones, en la cual Londres y Pekín, asumieron el compromiso de establecer el modelo “un país, dos sistemas”. Sin participación de la población local, fue debatida la Ley Básica, suerte de estatuto constitucional del territorio y en 1997, fue acordada la transferencia.
Hong Kong conservaría su régimen de libre mercado por cincuenta años, un régimen especial de autonomía con moneda propia, sistema de aduanas, registro de marina mercante, servicio consular, sistema jurídico propio y representación internacional en organismos como el FMI o la Organización Mundial de Comercio. En los primeros años este modelo funcionó, a pesar de las dudas puesta por sectores financieros y empresarios.
El ascenso de nuevas ciudades chinas como centros financieros e industriales, eclipsaron de a poco a Hong Kong. El inmovilismo político, la pérdida del rol como centro mundial de comercio y finanzas, como el deterioro del nivel de vida de la población, al incrementarse la brecha entre ricos y pobres, generaron tensiones, que se aceleraron desde 2014 en adelante. Según el tratado entre Pekín y Londres, Hong Kong pasaría a manos chinas completamente en 2047, perdieron su régimen especial.
La pérdida de la autonomía
En el año 2020, la Asamblea Nacional Popular China aprobó una Ley de Seguridad Nacional, que pasando sobre las competencias que tiene la Región Especial de Hong Kong, se traduce en limitar manifestaciones consideradas “terroristas”, “subversión de los poderes del Estado “injerencia de un poder extranjero” o “separatistas”, términos que para el régimen chino tienen una amplia interpretación, agregándose la posibilidad de quienes cometen estos delitos, puedan ser remitidos a China. Esto generó inquietud en el movimiento pro democráticos, que consideran la vigencia de esta nueva ley como la destrucción del concepto “un país, dos sistemas” que le han permitido al enclave gozar de libertades que no existen en el resto de China. Además, la norma dictada por Pekín, estaría en abierta colisión con el artículo 18 de la Ley Básica de Hong Kong, que señala claramente que el marco jurídico vigente está conformado por las leyes heredadas en tiempos del dominio británico y las que dicte el consejo legislativo local.
El Anexo III de la Ley Básica, prevé una regla excepcional por el cual ciertas normas chinas pueden implementarse en acuerdo con el gobierno de Hong Kong, siempre y cuando estén vinculadas con la defensa nacional, las relaciones exteriores o ámbitos que estén fuera de las competencias del enclave.
En el caso de la Ley de Seguridad Nacional para Hong Kong, pudo ser aplicada por parte de China, por medio de una interpretación, no exenta de controversias, que motivaron la movilización de la sociedad local. Los 380 consejeros municipales que controlan 17 de los 18 distritos de la Región Especial de Hong Kong, optaron por resistir en 2020, aquellas medidas consideradas que vulneran el régimen de la Ley Básica, que como surge del acuerdo celebrado entre Londres y Pekín, el peculiar estatus de Hong Kong, estará vigente hasta 2047.
La nueva legislación china, habilitó a que los servicios de seguridad de Pekín, actúen con mayor libertad. Los reclamos por cambios en el sistema electoral, en 2014, motorizados por el movimiento “Occupy Central with Love and Peace” (Ocupa Central con Paz y Amor), también conocido como el “Movimiento de los Paraguas”, que aglutinó a millares de manifestantes. El resultado fue la consolidación de un movimiento de abierta oposición, tanto al gobierno regional de Hong Kong como hacia las políticas de China. Pero un grupo de jóvenes fueron más allá y dieron origen al Partido Nacional de Hong Kong, que lisa y llanamente abogan por la independencia del enclave. Su líder es Chan Ho-tin. Dicha agrupación ha buscado aliarse a otros grupos opositores para incrementar su “audiencia” especialmente en la población más joven.
Pero su alcance sigue siendo limitado. No obstante, las autoridades chinas, sin ninguna duda tomaron nota de las movilizaciones de 2019, que alcanzó a dos millones de personas – de siete millones que viven en el territorio – lo que pone en evidencia el alcance de los grupos políticos que existen cambios en el sistema institucional vigente en Hong Kong, que data de tiempos británicos y conservados por la Ley Básica, luego de la recuperación de la soberanía de la región, por parte de China.
Vale la pena resaltar que la elección de miembros del poder legislativo como del órgano ejecutivo regional, pasan por un comité electoral de 1200 miembros, elegidos por medio de un complejo sistema, que permite que las instituciones locales queden en manos de sectores pro chinos e impedir un régimen similar al de las democracias occidentales, algo que sería incompatible con el régimen de partido único vigente en China desde la Revolución del 49. Ello no ha impedido que sectores autonomistas lograran avanzar lugares y ocupar puestos en los consejos ejecutivo y legislativo.
El Colegio Electoral, institución heredada de la época colonial es una institución, donde están representados sectores económicos, religiosos, profesionales, divididos a su vez en subsectores. En su momento fue creado como un elemento para garantizar la supremacía y el control de aquellos intereses vinculados con el dominio británico, especialmente la poderosa burguesía local. China conservó este sistema, a los fines de tener poder de veto sobre sectores ajenos a los intereses propios. El sector empresario que, de alguna u otra manera, tiene un rol central en el Colegio Electoral, se ve presionado por las pugnas entre sectores pro chinos y autonomistas.
Tiene un comportamiento ambiguo, ya que por un lado busca tener un acercamiento con la sociedad y mantener su influencia política, y por otro, guarda silencio ante los reclamos de la ciudadanía ante el avance chino sobre las instituciones locales, que afectan sus intereses. Ejemplo de ello, fue la pérdida de lugares como centro de negocios global, por la vigencia de la nueva ley de seguridad nacional, como señaló la prestigiosa Heritage Foundation. En la clasificación realizada por dicha entidad, Hong Kong, que durante más de dos décadas estaba entre los primeros puestos, esta vez no figuró.
La crisis COVID 19 frustró la maniobra de los sectores opositores de bloquear el presupuesto, ante la mayoría que iban a obtener en las elecciones para el consejo legislativo. Esta maniobra, hubiera habilitado al movimiento pro democracia, derribar a la jefa ejecutiva del territorio, Carrie Lam. Pero la pandemia significó la suspensión de las elecciones legislativas.
Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia, se han pronunciado contra los avances contra las instituciones de Hong Kong, pero solo ha quedado en el plano retórico. China ha continuado con su agenda centralizadora y de acelerar el proceso de cambios, destinados a neutralizar el movimiento pro democracia de Hong Kong. La vigencia de la nueva normativa de seguridad, ha terminado casi por completo con el clima de movilización callejera, dado que quienes las protagonicen, corren riesgos de sufrir severas sanciones.
Por ejemplo, el sostener una pancarta de protesta, o llevar una camiseta con eslóganes de los grupos opositores, puede significar ser detenido y dar inicio a una investigación sobre la base de la ley de seguridad nacional. Las reformas impuestas por China, han barrido en 2021 la presencia de la oposición en las instituciones de gobierno de Hong Kong, incluso bajo la nueva ley de seguridad, dirigentes políticos locales enfrentan denuncias por actos “subversivos” y se encuentran detenidos a la espera de ser juzgados, junto a importantes dirigentes juveniles, que también se han convertido en los flamantes presos políticos del enclave.
El primer condenado, bajo esta ley, fue Tong Ying-kit, de 24 años, fue condenado por terrorismo en mayo de 2021. Este camarero se lanzó con su motocicleta con una pancarta de protesta contra un grupo de policías. En septiembre de 2022, cinco terapeutas por difundir una serie de libros infantiles, donde está explicado el movimiento pro democracia en Hong Kong.
Estas obras consideradas “sediciosas” por las autoridades regionales, llevaron a que sus autores fueran juzgados y condenados a varios meses a prisión. Se estima que 200 personas fueron detenidas hasta la fecha y unas 130, ya cuentan con una acusación formal. En octubre de 2022, cinco adolescentes entre 16 a 17 años – fueron condenados a tres años de prisión, por ser parte de un movimiento independentista poco conocido Returning Valiant. Los jóvenes serán enviados a un centro de rehabilitación para delincuentes juveniles.
El sistema impuesto por China, establece que solo pueden aspirar a postularse en cargos electivos, aquellos que sean considerados “patriotas” por parte de un comité especial, compuesto por funcionarios y políticos estrechamente vinculados a Pekín. Los sueños de establecer algún tipo de cambio por parte de los grupos pro democracia/ autonomistas han quedado sepultados.
El lento ocaso económico del paraíso capitalista de Hong Kong
Hong Kong también en estos 25 años de control chino, debe hacer frente a otro reto, el perder su importancia como centro mundial de comercio, dado la creciente competencia de otras regiones de China. En 1997, representaba el 18% de la economía de dicho país, y ahora Hong Kong, solo representa el 3%. Esto ha forzado la emigración de muchos locales, siendo uno de los principales destinos la ex metrópoli, Reino Unido. El inicio de las protestas de 2019 y la crisis COVID afectaron seriamente al turismo, dado que el territorio atraía a millones de visitantes por año, además de la salida de muchos expatriados que, por la situación de la pandemia, las medidas draconianas para su control, junto con la tensión política, provocó su salida, junto a profesionales locales. Desde 2019 se estima que más de 200.000 residentes emigraron a otros países. El envejecimiento poblacional y la emigración sin ninguna duda abren un gran interrogante sobre el futuro de Hong Kong. Es gente altamente calificada, no en vano el gobierno británico abrió las puertas para que tres millones de hongkoneses, puedan acceder al BNO o British National Overseas Passport (pasaporte para británicos de las colonias de ultramar), lo que abrió roces con China. Asimismo, se ha observado en los últimos años, que las empresas chinas son las que dominan el mercado local, en contraposición a otros años, que eran empresas tanto locales como de otros países, especialmente de Europa, Estados Unidos y Japón.
Grandes bancos como JP Morgan o el Citigroup, trasladaron el grueso de sus operaciones y sedes regionales a otros puntos del Sudeste de Asia. El destino de las empresas y grandes bancos que dejan Hong Kong como base de sus operaciones, es Singapur.
Las tensiones crecientes de China con Occidente, especialmente con Estados Unidos, afectaron seriamente a Hong Kong. Antes de 1997, funcionaba como “puerta” o “intermediario” entre China y el mundo occidental. Ese rol ha venido disminuyendo y la creciente competencia geopolítica de Pekín con Occidente, afecta sin ninguna duda a Hong Kong, cuyo éxito residía en ser una suerte de “puerta de entrada”. El puerto del enclave, que llevó a ser uno de los más ajetreados del mundo ha perdido posiciones desde 2004. La competencia del polo tecnológico chino de Shenzhen, afectó a Hong Kong, que ha perdido empuje en materia de producción de electrónicos y productos de alta tecnología. La falta de incentivos por parte del gobierno local, ha impedido la reconversión de la economía local.
En 2017, este espacio de prosperidad y libre mercado, registró un nivel de pobreza del 20%, incrementándose sustancialmente la brecha entre ricos y pobres. La ausencia de un sistema de seguridad social, agrava el problema. Hong Kong es el paraíso del “neoliberalismo”, donde el rol del estado es mínimo. Su escasa intervención en el desarrollo del territorio, ha llevado, por un lado, no adaptar la economía a la aparición de competidores, ya sea desde China como es el polo tecnológico de Shenzhen o Singapur, que al parecer pronto estará en la posibilidad de desbancar a Hong Kong como centro de negocios del Sudeste de Asia. Esto sin ninguna duda alimentó la tensión social, agregándose la falta de reformas políticas, crearon condiciones explosivas para las grandes movilizaciones de 2014 y 2019.
El régimen chino ha venido adoptando medidas cada vez más centralizadoras y de mayor control del Estado sobre su población. La crisis COVID aceleró este proceso. Bajo el argumento de imponer normas de seguridad sanitaria, el régimen perfeccionó sus mecanismos de control, lo que le permitió actuar de manera implacable contra disidencias internas. La subsistencia de un espacio, con mayores libertades, como Hong Kong, era algo inaceptable para el sistema político chino. El incremento de la desigualdad en el enclave, su desplazamiento como centro mundial del comercio e inversiones, sin ninguna duda generó una crisis de identidad. Las manifestaciones de 2019, por su magnitud y el temor que hiciera un efecto contagio al resto de China, llevó a Pekín, a tomar acciones concretas.
La pandemia sirvió para dilatar las elecciones locales, llevar a cabo cambios institucionales e imponer un nuevo marco legal, destinado amordazar a sectores opositores. En apenas dos años, la oposición fue callada. El temor de poder ser enviado a China para ser juzgado o cumplir una condena, ha llevado a muchos abstenerse de hacer manifestaciones públicas. La autonomía heredada por la Ley Básica en 1997, quedó solo en las formalidades. El creciente enfrentamiento entre Pekín y Occidente, ha llevado a muchas empresas a buscar nuevas bases de operaciones fuera de Hong Kong. Envejecimiento poblacional, clima político represivo, crisis económica, falta de mecanismos de asistencia a sectores menos favorecidos, y un clima de inmovilismo, lleva a muchos a emigrar. La idea tan ponderada en su momento “un país, dos sistemas” al parecer al cumplirse 25 años desde que China retomó el control del enclave, ha quedado para los libros de Historia.