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Irán: de la sangre de los mártires brotarán las flores de la Revolución

En el marco de la crisis con Irán, queremos acercar a los lectores una síntesis de la Revolución islámica, que fue un verdadero antes y después no solo para dicho país, sino para todo el Oriente Medio.

En el marco de la crisis con Irán, queremos acercar a los lectores una síntesis de la Revolución islámica, que fue un verdadero antes y después no solo para dicho país, sino para todo el Oriente Medio.


Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director El Minuto Argentina


El país sufrió serios embates, la guerra de Irak, los embargos internacionales y aislamiento. Ello no ha impedido la consolidación de un peculiar sistema político y que ironías del destino, mantiene vivo la idea que tenía del Sha, de convertir al país en una potencia regional.

Esta vez no como agente de intereses occidentales, sino como medio para exportar la revolución islámica. Una identidad nacional extremadamente sólida, aglutinada a través de la identidad cultural persa y un fuerte arraigo de la revolución islámica en las bases de la sociedad, le ha permitido a este proceso político sobrevivir y hoy constituir un serio desafío a las potencias regionales y fuera de ella con intereses en el Oriente Medio. 

La llegada de la dinastía Pahlavi al poder.

La historia del Irán moderno – denominado así desde los años 30, abandonando el milenario nombre de Persia – podemos decir que comenzó en 1925 con la caída de la dinastía turcomana Qajar y la llegada de la dinastía Pahlevi, como consecuencia de un golpe de Estado, dado por el padre último sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi, derrocado en 1979 por la Revolución Islámica.

El nuevo sha, llegado al poder en 1925, intentó una serie de cambios. Durante la dinastía Qajar, Irán tuvo su primer parlamento, creado en 1906, además de una serie de medidas aperturistas, que por cierto luego tuvieron fuertes retrocesos, que abrió las puertas a la politización de determinados sectores de la elite nacional.

La competencia anglo rusa por arrea de influencia alimentó movimientos nacionalistas y un profundo sentimiento anti occidental, que subsistirá de diversas formas, que hará eclosión abierta con la Revolución de 1979. El régimen de Reza Jan se caracterizó por fortalecer al ejército, centralización del estado, terminar con tensiones tribales y una serie de reformas, con alcance limitado, inspiradas en la política modernizadora de Mustafá Kemal en Turquía.

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Mustafá Kemal


Las tensiones sociales se mantuvieron, especialmente por las serias falencias en materia de política agrícola. El sha lanzó un plan de reformas sociales, que buscaba mejorar la situación de las mujeres, sistema de educación pública laica. El régimen exaltó una suerte de nacionalismo, especialmente haciendo hincapié a la época pre islámica, rechazando la influencia árabe y restó poder a los líderes religiosos. Estos tenían fuerte inserción social y eran un factor político importante.

Las posturas pro germanas del sha lo llevaron a su caída y exilio, para ser reemplazado por Mohamed Reza, su hijo. Este adoptó medidas políticas de cierto tono liberal. Una de sus primeras medidas fue liberar a los presos comunistas, del partido Tudeh, encarcelados desde 1937. Este partido creció especialmente entre sectores juveniles e intelectuales.

El inicio de la II Guerra Mundial abrió las puertas a la influencia de Estados Unidos. Asesores de este país tuvieron relación directa en materia de reorganización económica y del aparato de seguridad del estado iraní. La injerencia extranjera era creciente, esto pudo observarse en 1943, cuando los británicos apoyaron abiertamente a un partido conservador, que se impuso en las elecciones. Los soviéticos apoyaron a minorías étnicas con aspiraciones autonomistas y al partido Tudeh.

Los soviéticos ampararon la creación de dos repúblicas autónomas, Azerbaiján (Irán cuenta con una provincia del mismo nombre y con población azerí – turcomana) y Kurdistán. Finalmente los soviéticos se retiraron a cambio de concesiones petroleras, pero la radicalización de sectores de la sociedad era un hecho, por el clima de pobreza y represión tanto política como cultural. El temor del régimen del sha a una revolución apoyada por Moscú, lo convirtió en un estrecho aliado de Estados Unidos.

En 1950, el Frente Nacional, una coalición nacionalista liderada por Mossadeq. El primer ministro favorable a mantener lazos con Estados Unidos y Gran Bretaña, Ali Razmara, fue asesinado. Mossadeq se convirtió en primer ministro, quien intentó llevar a cabo la nacionalización del petróleo. Estados Unidos de alguna manera fomentó la llegada de este político, dado que quería sacar del juego a los británicos.

Gran Bretaña contraatacó boicoteando al petróleo iraní y buscando impedir que este llegara a los mercados mundiales. Estados Unidos le negó préstamos necesarios para el desarrollo del país y para poner en marcha el plan de nacionalizaciones. Los grandes intereses presionaron abiertamente a Irán.

El sha sabía de la popularidad de Mossadeq y no se atrevía a destituirlo, por eso optó dejar el país y que los militares hicieran el trabajo. Las fuerzas armadas iraníes influenciadas por la CIA, dieron un golpe Mossadeq sin apoyo de los grupos religiosos y del poderoso Tudeh, quedó aislado y su experiencia nacionalista trunca. En los años subsiguientes, Estados Unidos y sus empresas avanzaron en su influencia en el sector petrolero.

El régimen eliminó a nacionalistas e izquierdistas, muchos de los cuales desaparecieron, fueron detenidos, exiliados y torturados, en manos de la siniestra agencia de inteligencia y seguridad, la SAVAK. Los partidos políticos serían digitados por el sha y su grupo cercano. La prosperidad económica de los 60, permitió en cierto modo contener a la población y fue lanzada la llamada “Revolución Blanca”. A pesar de las promesas del sha, los problemas de planificación y la excesiva dependencia de la renta petrolera, unido al clima de represión política y una enemistad creciente con los líderes religiosos, convirtió al país en una olla a presión.

La revolución blanca

En 1962 fue lanzada la reforma agraria, solo una quinta parte de los campesinos pudieron comprarlas, a pesar de los precios bajos de la tierra. Ese mismo año fue permitido el derecho al voto de las mujeres, mejoró sustancialmente el status de la mujer en la sociedad, que benefició especialmente a los sectores medios urbanos. En 1963 hubo importantes desórdenes, que el gobierno acusó a los líderes religiosos. No obstante ello, detrás se escondía el descontento por el clima de represión política y también la oposición de importantes sectores de la sociedad a los cambios sociales impuestos por la Revolución Blanca.

El sha, un megalómano, se vio así mismo como un monarca ilustrado, pero no pudo ver la complejidad social, el poder de los líderes religiosos y la alianza táctica que estos tenían con la izquierda para derribar el régimen.

El Sha aspiró a transformar al país en al primera potencia de Oriente Medio, invirtió miles de millones en un moderno arsenal, pero esta modernización no fue acompañada por una reforma militar, sino que sus altos mandos llegaban a la conducción de los mas altos niveles sobre la base de la confianza política que tenía el sha. Los asesores de Estados Unidos eran quienes realmente garantizaban el mantenimiento y operación de modernos sistemas de armas.

Las presiones de Occidente, llevaron al sha a convocar elecciones en los 60, creando dos partidos políticos manejados indirectamente por el – recuerda al sistema marroquí del majzén, donde los partidos existen siempre y cuando no se opongan a la política del rey – y el parlamento fue reabierto. Los graves errores en la reforma agraria, llevaron a muchos campesinos a emigrar a las ciudades, con el consiguiente costo social.

Pésimas decisiones en materia de planes de riego, generaron aún más contratiempos. A ello se añadía la corrupción. La industrialización, también bajo los dictados del sha, creó un importante sector fuertemente dependiente de bienes importados para su funcionamiento. Las medidas no favorecían para nada a los sectores tradicionales y los pequeños comercios o industrias. Las grandes empresas extranjeras y la elite gobernante se beneficiaron de la peculiar política industrial del sha. A pesar de las graves falencias, el país hasta el día de hoy, es el más industrializado de la región. La corrupción, la excesiva “extranjerización” de la economía, generó un hondo malestar.

El alza del precio del petróleo, generó un efecto negativo al país, fuertemente dependiente de insumos importados. La inflación y la pobreza crecieron desmesuradamente. Desde 1972, el presidente de Estados Unidos, Nixon, decidió convertir a Irán es una suerte de “policía” del Golfo Pérsico. Miles de millones se gastaron en mantener unas poderosas fuerzas armadas. Las grandes inversiones en equipo militar, no fue acompañado por cambios en la estructura militar.

Los ascensos estaban controlados personalmente por el sha. Agregándose un fuerte control por parte de los servicios secretos – la omnipresente SAVAK – para garantizar la lealtad del alto mando. Estas falencias hicieron que el país dependiera de 10.000 asesores militares extranjeros, que eran responsables del mantenimiento y adiestramiento del personal iraní. Estados Unidos sostenía la economía iraní, gracias a préstamos y otras medidas, mientras que el 40% de los ingresos petroleros se lo quedaban poderosas corporaciones de América del Norte.

El cambio de gabinete, en manos de Amuzegar, que adoptó drásticas medidas de ajuste en el plano económico, generó el clima para la revolución de 1979. Otro factor que fue visto con muy malos ojos por parte de la población fueron los festejos por los dos mil quinientos años de Persia, en 1971, una fastuosa fiesta que le costó al país cientos de millones de dólares, donde fueron invitados importantes personalidades internacionales, que fueron testigos de un verdadero derroche de lujo y suntuosidad. No cabe duda que el Sha quería mostrarse como un monarca poderoso y rico, cuando en verdad estaba gobernando un país que era una olla a presión. Sus intentos de cambios tuvieron cierto alcance, pero la desigualdad social y el clima represivo, solo ayudarían a tirar por la borda sus intentos de modernización, especialmente en materia de derecho de familia y la emancipación de la mujer.

La Revolución Islámica.

El régimen proclamaba sus grandes éxitos, mostraba a Irán como una potencia de primer orden en Medio Oriente. La realidad social era más bien distinta, mas allá de las medidas positivas en materia de derechos de la mujer, el nuevo régimen de derecho privado de familia, la situación económica de millares era muy difícil. La reforma agraria había fracasado, miles de campesinos engrosaron la periferia de pobreza de las grandes ciudades.

La oposición estaba dividida en el Frente Nacional, que tuvo la experiencia fallida de Mossadeq, y sobrevivía en la clandestinidad; la izquierda, donde sobresalía el Tudeh, la versión iraní del partido comunista; y el sector religioso, liderado por ayatollah Ruhollah Jomeini, exiliado por el sha a fines de los 60; el movimiento de liberación nacional, de tendencia socialista, pero aferrado al Islam, liderado por Mehdi Bazargán, que llegaría a ser primer ministro del primer gobierno revolucionario. Otros grupos fueron los “fedaiyíes” oposición armada de izquierda, que fue eliminada por el régimen, siendo sus restos aglutinados en el Tudeh como activistas.

Los llamados “mujaidines” se dividieron en dos ramas, una de izquierda, que buscaron apoyo en los sectores obreros y otro religioso, que buscó sentar bases entre estudiantes.

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Ayatollah Ruhollah Jomeini.


La oposición religiosa adquirió fuerza, dado las políticas del sha para controlar a los líderes religiosos. Estos tenían autonomía financiera, al tener su propio sistema de recaudación, control sobre instituciones educativas y sobre la sociedad misma. El sha con la política de secularización, emancipación de la mujer, cambios en el derecho de familia y los intentos de controlar por la fuerza a este grupo, tuvo resultados perjudiciales.

Desconoció su influencia en sectores populares, mucho más arraigada que la izquierda y la oposición laica del Frente Nacional. La propaganda religiosa promovió la idea que la dictadura del sha favorecía a minorías judías, cristianas – que en Irán son muy escasos – y las elites occidentalizadas. A ello se agregó las buenas relaciones con Israel, lo que potenció aún más la oposición de sectores ultraconservadores. Jomeini, arrestado en 1963, por criticar abiertamente la Revolución Blanca, por su postura de no negociar con la monarquía y sentimiento antioccidental, lo hizo popular.

En 1977 líderes del Frente Nacional Karim Sanjabi, Saphour Bakhtiar y Darius Forouhar, escribieron una carta abierta al sha, exigiendo reformas y mayores libertades. La llegada del presidente Carter a la Casa Blanca, con posturas críticas a los regímenes autoritarios aliados de Estados Unidos, fue considerada una oportunidad para alzar la voz.

La situación económica del país era difícil, a pesar de los cuantiosos ingresos petroleros, el país padecía de escasez de bienes de consumo, inflación y una pobreza que no paraba de crecer. El sentimiento de la población contra Occidente, que lo veía como sostén del régimen del sha, se incrementó sustancialmente. En 1977, el sha intentó liberalizar al régimen, pero la negativa de este a ceder poder, generó aún más descontento. El régimen se negaba a realizar reformas, perdiendo base social a favor de una oposición en manos de sectores intransigentes y radicalizados.

En enero de 1978, el régimen comete un grave error, intentar desprestigiar la figura de Jomeini, lo que generó grandes manifestaciones y tumultos, con decenas de muertos ante la respuesta de la policía y la siniestra SAVAK. Los líderes religiosos con apoyo de otros sectores decidieron organizar manifestaciones multitudinarias cada cuarenta días.

El sha cedió en algo, destituyó al primer ministro Amuzegar, nombró a Sharif Emami, fueron legalizados los partidos políticos, se cerraron casinos y fue restablecido el calendario islámico, pero la represión se hizo mas intensa. Reza Pahlevi le daba aspirinas a un moribundo….

El 5 de septiembre de 1978, un millón de personas se congregaron en Teherán para protestar contra el régimen. El 8 de septiembre fue decretada la ley marcial, pero muchos desconocieron esta realidad y cientos de personas murieron durante el llamado “viernes negro”. Las huelgas hicieron caer la producción de petróleo un 28%, sectores medios y trabajadores industriales y del petróleo se adhirieron al descontento.

La oposición ante la falta de un líder, comenzó aglutinarse en torno a Jomeini, por considerarlo la figura más representativa, pero ello no impedía que no compartieran en todos sus objetivos. Incluso la guerrilla de izquierda – que estuvo viva por varios años incluso después de la caída del sha – se activaron nuevamente. El acuerdo entre Sanjabi del Frente Nacional y Jomeini en París, sobre el futuro político de Irán, terminó con cualquier solución intermedia o salida moderada del régimen del sha. Jomeini en un primer momento aceptó la idea un régimen democrático, republicano apoyado en valores islámicos. La realidad sería bien distinta después de 1979.

El 11 de diciembre, un millón de personas se congregaron en Teherán pidiendo el fin de la monarquía. El sha se dio cuenta de la situación, muy tarde por cierto, y nombró al opositor Baktiar como primer ministro. Este rápidamente decidió terminar con la oscura SAVAK, liberar presos políticos y cambios en la política económica.

Estados Unidos una vez más no comprendió la realidad de Irán, la CIA subestimó el poder del sha e incluso creían que era posible un gobierno de unidad nacional entre el clero, el sha y el Frente Nacional. El ascenso de sectores radicalizados alarmo a sectores del Departamento de Estado. El embajador Sullivan propuso moderar a estos sectores y promover un acercamiento. Esto fue “torpedeado” por el asesor de Seguridad Nacional Brzezinski.

Su postura intransigente, impidió que Estados Unidos tuviera algún canal de diálogo con Jomeini, lo que tendría consecuencias funestas para los intereses de este país luego de 1979. Bakhtiar mientras tanto ordenó no vender petróleo a Israel y Sudáfrica (en manos del régimen del apartheid), liberar presos políticos, la creación de un Consejo de Regencia y la salida del sha para el 16 de enero. La oposición radicalizada veía a Bakhtiar como traidor, dado que había aceptado ser primer ministro del sha. Era un camino de no retorno, imposible cualquier tipo de diálogo. La sociedad iraní rechazaba las promesas del sha, este había perdido credibilidad. Las reformas llegaban tarde.

A pesar de ello, el último monarca persa, creía que era popular. Esto se puede ver en sus memorias y considera que era todo una maniobra de una minoría sectaria. El no veía, que esta situación era responsabilidad suya, de su torpeza política. Hay algo que tenía razón, Estados Unidos le soltó la mano. Muchos creen que los “mascachicles” que asesoran en la Casa Blanca, al promover un régimen islámico, este podría contagiar a las repúblicas soviéticas de Asia Central, Nada de ello ocurrió, es más Moscú luego se acercó a Irán.

El regreso de Jomeini se hizo realidad el 1 de febrero y el país terminó en un caos. Prisiones, dependencias policiales y bases militares quedaron abiertas y en manos de militantes revolucionarios. La represión de la Guardia Imperial a cadetes que se habían rebelado, terminó con la reacción de milicias de la oposición que repelieron la respuesta de esta.

El sha enfermo de cáncer, había abandonado el país. Jomeini se hizo con el poder y el 1 de abril de 1979 fue proclamada la república islámica. Según la constitución de 1979, Jomeini se convirtió en líder político y religioso de manera vitalicia, la palabra democracia fue omitida y el país basaría su sistema legal en principios islámicos. Lo que quedaba de la Revolución Blanca fue arrojado por la borda. Las libertades dado a la mujer, fueron eliminadas. El país ahora era una teocracia.

La consolidación del régimen islámico fue una dura pugna entre los diversos actores que formaron parte de la revolución islámica. Una de las medidas tomadas por los sectores radicalizados fue la eliminación de la cúpula milita adicta al sha, el establecimiento de comités revolucionarios que tenían su brazo armado, el cuerpo de guardianes de la revolución. En una primera etapa, los partidos políticos fueron disueltos y los candidatos debían ser aprobados por el Consejo de los Guardianes, un órgano de interpretación de la ley islámica. Esto tenía como objetivo evitar cualquier ascenso de sectores reformistas o laicos.

En febrero de 1980, fue electo el primer presidente, Abolhassan Banisadr. Este duró un año la guerra con Irak terminó con su presidencia y la oposición hacia Jomeini lo llevó al exilio. Su sucesor Mohammed A. Rajai, duró unos pocos días, terminó asesinado en el marco de una revuelta de los mujaidines, oposición de izquierda armada. El país parecía al borde de la guerra civil. Los mujaidines fueron eliminados sumariamente. Finalmente asumió la presidencia Jamenei, actual líder religioso de la nación, tras la muerte de Jomeini.

La era Jomeini

El régimen eliminó violentamente a la oposición y muchos de sus seguidores se vieron desilusionados con las medidas represivas en el orden social y cultural. Emergieron nuevas instituciones y el poder de los clérigos chiítas se incrementó sustancialmente. Durante estos años, emergió un actor relevante, el Cuerpo de Guardianes de la Revolución, que de una simple milicia revolucionaria, adquirió poder dado la desconfianza de los ayatollahs hacia las fuerzas armadas heredadas de tiempos del sha. La guerra de Irak, permitió que este cuerpo se convirtiera una fuerza armada con experiencia militar, convirtiéndose hoy día en uno de los pilares de la defensa nacional del país.

El panorama político había una serie de partidos, que iban desde grupos seculares, la izquierda radicalizada y los jomeinistas agrupados en el partido de la república islámica. Los primeros tiempos fueron caóticos. Millares de personas con elevada formación y sectores adinerados emprendieron el exilio. La falta de mano de obra calificada y de directivos expertos, causó graves daños a la industria petrolera.

Kurdos, turcomanos y azeríes se alzaron exigiendo autonomía. Sus aspiraciones fueron sofocadas con dureza. Los mujaidines, se opusieron tempranamente a la doctrina de la guía del docto. Esto es decir, el liderazgo de la nación en manos de clérigos musulmanes a través de la Guía Suprema. Miles fueron ejecutados, cuando los mujaidines decidieron recurrir a las armas.

En 1984 la rebelión kurda fue ahogada y las fuerzas iraníes controlaron la provincia de Kurdistán irani. Quienes apoyaron la rebelión, muchos de ellos líderes de izquierda fueron asesinados. El Tudeh y sectores afines fueron también objeto de la represión. El apoyo soviético a Irak, habilitó a que dicho partido fuera declarado fuera de la ley y sus líderes acusados de espiar para Moscú. Finalmente en 1983, solo quedaban dos partidos, el de la República Islámica y el de la Libertad.

Los jomeinistas tomaron el control de los comités de la revolución, la guardia de la revolución o pasdarán, y llevaron cabo juicios sumarios sin defensa alguna. Asi fueron eliminados miles de opositores, además de policías, gendarmes y militares opuestos al régimen. Otros millares se fueron del país ante la escalada de terror revolucionario.

Las relaciones con Estados Unidos se deterioraron definidamente cuando el sha recibió tratamiento médico en dicho país. En diciembre de 1979, estalló entre ambos países una crisis que terminó enfrentándolos abiertamente. El grupo Estudiantes Seguidores de la Línea del Islam tomó la embajada de Estados Unidos y retuvo como rehenes a sus integrantes.

Esta situación que le costó el gobierno a Bazargán, fue aprovechado para la radicalización del régimen, consolidar el poder a los jomeinistas y negociar con Estados Unidos la no injerencia de este en la política de Irán, devolución de los bienes del sha, entre otras cosas. Hubo intentos fracasados de rescate por parte de fuerzas especiales de Estados Unidos con apoyo de mercenarios alemanes, que tuvo honda repercusión en la opinión pública contra Carter.

Un personaje nefasto y contradictorio en materia de política exterior. Por un lado atacaba las dictaduras militares de América Latina a Irán, pero por otro toleraba a regímenes como del general Suharto en Indonesia. La crisis de los rehenes superada por negociaciones secretas auspiciadas por Argelia, le costo al régimen apoyo internacional como consecuencia de la agresión iraquí.

El aislamiento internacional, la guerra con Irak, generaron muchos problemas. La fuga de capitales, de mano de obra calificada, empobreció a millares, que afectó a la clase media. Solo se benefició la clase burguesa mercantil, representada en el poderoso Bazar de Teherán. La crisis llevó a que el Estado creciera de manera exorbitada para manejar empresas, mantener empleos, con fundaciones de caridad, ayudas sociales a clases bajas y nacionalizaciones en masa.

En materia social, se impuso la vestimenta tradicional a las mujeres, que tuvo resistencias, y que fue en parte morigerado. Se prohibió la música occidental, y en general casi todo tipo de música, la venta de alcohol, la prensa fue seriamente controlada y la censura alcanzó al cine, donde casi nada de occidente se exhibía. Desaparecieron las escuelas mixtas.

Fanáticos patrullaban las calles para velar por el cumplimiento de la moralidad islámica. Volvieron las penas por latigazos, la pena capital por homosexualidad, las lapidaciones por adulterio y las amputaciones por delitos de robo.

La guerra de Irak, insumió ocho años y cientos de miles de muertes. Saddam Hussein, azuzado por Occidente y con el dinero de las monarquías conservadoras árabes, que veían con alarma el ideario revolucionario republicano iraní, financiaron con gusto la guerra. Las serias falencias del alto mando iraquí, incapaz de llevar a cabo acciones propias de una guerra moderna, los llevó a una guerra de posiciones, costosa en vida humanas. Incluso Irak apeló a las armas químicas en un vano intento de quebrar la moral iraní. En más de una ocasión, los iraníes lanzaron ofensivas que terminaron en territorio iraquí. En esta guerra los iraníes perfeccionaron formas de guerra asimétrica, que tuvieron también como “laboratorio” con el grupo chiíta libanés Hezbollah.

El aislamiento internacional que privó de la obtención de armas, salvo por medio de proveedores de China, Chile, Brasil, como también de países europeos por medio del mercado negro. Incluso Estados Unidos en una etapa accedió a triangular repuestos cuando Irak estaba cercano a Moscú, promovió el desarrollo de capacidades industriales propias.

En 1988 ambos bandos estaban agotados e Irak no pudo quedarse con la provincia petrolera de Juzistán, poblada por una importante minoría árabe. La guerra terminó e Irán estaba en una situación muy delicada.

En 1989 Jomeini muere y es sucedido como Guia Suprema por Alí Jamenei. Fueron iniciados una serie de cambios en manos del pragmático Rafsandjani. Las ideas de exportar la revolución, permitió a Irán tener un aceitado servicio de inteligencia, acusado de ser patrocinador del terrorismo internacional.

Final

El régimen iraní es complejo, a pesar del protagonismo que tiene la Guía Suprema o Líder religioso, existe una constelación de instituciones que establecen equilibrios y la toma de decisiones son a través de consensos y un importante debate interno. El sistema constitucional garantiza el mantenimiento de la teocracia como base del régimen y la influencia política de los ulemas o líderes religiosos.

Las características tan peculiares, forjadas en los primeros años de la revolución y el aislamiento internacional, le permitieron ser un “régimen opaco” lo que dificulta a los servicios de inteligencia occidentales conocer las reales intenciones de Irán. A pesar del rígido control de los conservadores de instituciones clave, los embargos internacionales, el cambio generacional, unido a un importante desempleo juvenil y una economía endeble, por su fuerte dependencia del petróleo, son serios desafíos para el régimen de los ayatollah.

La torpe política de Estados Unidos de incrementar la escalada de tensiones, no hace más que consolidar el poder de sectores duros en Teherán, lo que abre las puertas a mayores acciones desestabilizadoras. Irán ha desarrollado una especial capacidad para la exportación de proxies, como es el caso de Hezbollah o los rebeldes houzíes en Yemen. Las tensiones con China y Rusia, favorecen que estos actores, de alguna manera apoyen a Irán para disminuir o erosionar los intereses de Estados Unidos en el Golfo Pérsico.

Irán a diferencia de sus vecinos árabes, no está sostenido por alianzas tribales o el poder de una o varias familias. Es un país mucho más sólido, con una identidad nacional definida, instituciones consolidadas y que tienen una fuerte inserción social. Incluso la modesta industria iraní es más importante que la de los países árabes rivales. La Revolución que ha cumplido cuatro décadas tiene mucha vida por delante, pero su supervivencia dependerá de su capacidad de adaptación y el grado de legitimidad que tenga en las nuevas generaciones.

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