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Israel: Desafíos presentes y futuros

El Minuto | El Estado de Israel ha cumplido 75 años de existencia. No cabe duda que la firme determinación de su población como de su clase dirigente, ha permitido la existencia de la nación judía, en un contexto complejo y conflictivo. En este nuevo aniversario la nación hebrea, debe enfrentar el renacer del terrorismo, la amenaza de Irán, las consecuencias geopolíticas de la guerra de Ucrania, el ascenso de nuevos actores en el tablero internacional.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina

El nacimiento del Estado de Israel fue realmente dramático. Los últimos tiempos del mandato británico fueron caóticos. Londres había tenido una política de doble juego con árabes y judíos, haciendo promesas, difíciles de cumplir, en el marco de una política de divide y reinarás. Los árabes tuvieron desde el principio una postura intransigente, lo que sin ninguna duda tuvo consecuencias, que impidieron en 1948 que el estado árabe palestino fuera una realidad. En 1939, el Libro Blanco, puso fin a las promesas de la Declaración de Balfour y se impusieron restricciones a la compra de tierras en Palestina por parte de judíos de Europa. Esta medida coincide con el paroxismo de las persecuciones nazis de judíos y las leyes racistas, anticipo del horror que vendría pronto.  La comunidad judía estaba desmoralizada, uno de sus máximos referentes, David Ben Gurión, señaló: Lucharemos contra Hitler como si no existiera el Libro Blanco, y lucharemos contra el Libro Blanco como si no existiera ninguna guerra contra Hitler.

Después de 1945, los británicos, tuvieron una política pro árabe abiertamente, seguramente por sus intereses petroleros. La Agencia Judía, no tuvo otra opción que luchar abiertamente contra el gobierno colonial británico.  Mientras que Londres miraba hacia otro lado ante la virulencia de los estados árabes, no hizo nada para que el gran muftí de Jerusalén rindiera cuentas por crímenes de guerra y su alianza con el III Reich, por otro lado, presionaban abiertamente a la Agencia Judía a tomar medidas con las organizaciones como Irgun o Stern. Impedía la llegada de refugiados, e incluso fueron encerrados muchos precariamente en campos en Chipre.  Incluso los británicos pensaron disolver las organizaciones judías, algo políticamente inaceptable en aquellos años. Finalmente, ante la incapacidad de Londres de imponer una solución al conflicto, optó por lavar sus culpas y arrojar el problema a las Naciones Unidas. Esto fue anunciado el 18 de febrero de 1947 por Ernest Bevin, ministro de exteriores británico ante el Parlamento.

El alto mando militar británicos en Palestina, fue instigador de un ataque contra la sede de la Sociedad Sionista de Asentamiento, donde murieron unas cien personas.  El Haganá como los grupos Irgun y Stern, hicieron causa común. A finales de junio de 1947, la Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina, conocida por UNESCOP, llegó a Israel. Sus miembros representaban a los países siguientes: Suecia, Holanda, Canadá, Australia, Guatemala, Uruguay, Perú, Checoslovaquia, Yugoslavia, Irán y la India. La misión visitadora recorrió con sorpresa los asentamientos judíos, dado el grado de desarrollo alcanzado en materia de producción agrícola, industrial, construcción de ciudades, servicios públicos y asistencia social. En los hechos la Agencia Judía funcionaba como un estado. Esto contrastaba con la realidad árabe, que carecían de unidad política.  El Alto Comité Árabe, controlado por la familia Al Hosseini, fue sumamente hostil con la misión de la UNESCOP.

La UNESCOP propuso la partición del antiguo Mandato, entregando el 55% del territorio al futuro estado judío. El resto quedó en manos del futuro estado árabe. Jerusalén, dado su situación y el conflicto entre ambas comunidades, quedaría bajo un gobierno internacional. El régimen internacional se extendía hasta la ciudad de Belén y localidades vecinas. El Consejo de Administración Fiduciaria sería responsable de dicho territorio.  Asimismo, los estados judío y árabe tendrían un régimen de unión económica.  Cabe destacar que la opinión de Irán, Yugoslavia e India, era crear un estado federal.

Desde el lado judío aceptaron la propuesta de Naciones Unidas, al fin y al cabo, luego de varios milenios, la idea de volver a tener un hogar propio, en la tierra de sus ancestros, era una realidad. Los árabes se opusieron y prepararon una acción militar para liquidar el estado judío.  La Asamblea General de Naciones Unidad aprobaron la partición el 29 de noviembre de 1947.  Los judíos y árabes ya luchaban abiertamente. El 14 de mayo de 1948, el Reino Unido, hizo las maletas, renunciando al Mandato, lo que abrió las puertas para la proclamación del Estado de Israel.

 La invasión de cinco estados árabes era una realidad. En el periódico Akhbar el-Yom el 11 de octubre de 1947, el secretario general de la Liga Árabe, Azzam Pachá, dijo: «Personalmente, espero que los judíos no nos obliguen a la guerra, porque sería una guerra de exterminio y de terrible matanza, comparable a los estragos de los mongoles y a las Cruzadas. Desde un principio, el estado judío debía luchar por su existencia. La Liga Árabe buscaba de alguna u otra manera su eliminación.

Las divisiones entre estos, fueron aprovechadas por el estado israelí, que pudo derrotar a los invasores, garantizar el control de la región del Neguev, capturando el puerto de Eilat, permitiendo tener acceso al Mar Rojo, además de controlar las regiones del norte, lo que permitió con la maniobra militar, garantizar la creación de un estado con continuidad territorial, y haciéndolo viable. Los árabes firmaron el armisticio de Rodas, que puso fin al conflicto.

Los palestinos, pueblo que los estados árabes que decían defender, quedaron sin estado. A contrario de las resoluciones de Naciones Unidas, Jordania, anexionó bajo un peculiar referéndum y mecanismos de consultas, Cisjordania y Jerusalén Este. Egipto sostuvo una parodia de Estado palestino en la Franja de Gaza, borrado de un plumazo por el general Nasser. Entre 1949-1967, el estado israelí vivió bajo una fuerte presión fronteriza, rodeado de estados hostiles, acciones de guerrilla, actos terroristas.

El desafío de construir un estado viable

El contexto de la Guerra Fría, contribuyó a empeorar más las cosas. Esto colocó a Israel en la pugna de dos grandes actores y sus aliados regionales. En 1964, nación la Organización de Liberación de Palestina. Israel se vio obligado a librar una serie de guerras por su existencia. La gran victoria de 1967, trajo aparejado la captura de la totalidad de Jerusalén, declarada capital de Israel, lo que trajo nuevos conflictos con los palestinos, que reclaman también como capital para su estado (olvidando el régimen previsto por la partición de 1947).

En los primeros años de existencia, Israel tuvo que absorber cientos de miles de inmigrantes.  El modelo exitoso de kibutz, trascendió la idea de centro de producción agrícola, sino fueron espacios de desarrollo e inversión.  El sector agrícola israelí, gracias a la innovación, fue muy competitivo en los años 60. El Estado tenía una fuerte presencia en la economía, especialmente incentivando a sectores industriales, entre ellos, lo que iba ser la poderosa industria de defensa, de renombre mundial.

Aunque pocos lo destaquen, las necesidades militares, las restricciones para adquirir equipo moderno, transformó a la industria israelí de defensa, en un elemento innovador y puntero, llegando posteriormente a la construcción de aeronaves de combate, embarcaciones, blindados, sistemas electrónicos. El esfuerzo en materia de educación, tuvo mucho que ver con la capacitación de mano de obra calificada que impulsó el proceso innovador en materia de tecnología que hoy conocemos.  Israel ocupa el cuarto lugar en el mundo en materia de actividad científica. Estamos ante una nación que tiene la densidad más alta de científicos por habitante del mundo.

Israel vivió la hiperinflación, crisis monetarias, dado el enorme gasto de defensa, duda externa, y un estado a veces sobredimensionado.  Los años 90, es un tiempo de profundos cambios, donde un país con una economía aún cerrada, se convirtió en un país abierto, sumamente competitivo, especialmente en el campo de la alta tecnología. La seguridad jurídica, la estabilidad económica, los incentivos públicos, y una mano de obra altamente calificada crearon condiciones para que Israel creciera y recibiera inversiones, a pesar de la escalada terrorista, las difíciles negociaciones con los palestinos, etc.  La cooperación entre el estado, la universidad y el mundo empresario, también ha sido de sumo valor.  

En resumen, en 1948, Israel era un país agrícola, subdesarrollado y en cinco décadas se convirtió en una economía pujante y de proyección global. Un país de 22.070 km2 con casi diez millones de habitantes, casi sin recursos naturales, es la economía 28 de 196 países relevados. En cuanto a nivel de vida, por su renta per cápita, el país tiene el puesto 15. El índice Doing Business, coloca a Israel en el puesto 35 de 190. Por ende, estamos en un lugar óptimo para los inversores. 

En cuanto al índice de percepción de corrupción, con 63 puntos, pone en evidencia que estamos ante instituciones sólidas, y en gran parte a un poder judicial realmente independiente. La tasa de desempleo es baja 4.6%.  El Foro Económico Mundial considera a Israel entre las 30 economías más competitivas.  El proceso de reformas de los 80 y 90, acabaron con 400% de inflación, gasto público explosivo, el estatismo, y la falta de confianza en la moneda propia.  El estado apostó por la innovación, destinando un porcentaje elevado del PIB en desarrollo de tecnologías punteras, apoyo a los innovadores y emprendedores. Cuestiones culturales, también crearon un ámbito para la expansión de nuevas empresas en manos de jóvenes. Estamos ante un país que sabe apoyar sus talentos y promover la creatividad.

Israel, una potencia económica y tecnológica de proyección global

El “pequeño” David israelí, es un exportador mundial de tecnologías punteras, tiene más compañías NASDAQ que toda Europa, se crean un promedio de 500 start up por año. Una hábil política comercial, abrió muchos mercados a la economía israelí, que vende al mundo desde alimentos, especialmente sus famosos cítricos, la industria del pulido de diamantes de fama mundial; un pujante sistema financiero, destacándose la “industria” del capital de riesgo; la célebre industria de defensa; petróleo refinado; equipamiento médico puntero; instrumentos de medición.  Israel, encontró en el turismo otra actividad lucrativa con un promedio de 4.5 millones de turistas. El descubrimiento de ricos yacimientos de gas en el Mediterráneo, abre nuevas perspectivas para la autosuficiencia energética de Israel, y tenga influencia en la estrategia que tiene Jerusalén en el Próximo Oriente, para el abastecimiento de combustibles.

Los años 90, significaron un cambio en el conflicto árabe israelí. Los Acuerdos de Oslo, abrieron un camino, que ha quedado trunco, que permitió en una primera etapa la creación del primer gobierno palestino. Las divisiones entre los mismos palestinos, el doble juego de Arafat, frente al accionar de los grupos terroristas como Hamas o Yihad Islámica, y las posturas casi irreductibles en relación a las colonias judías en Cisjordania, Jerusalén Este, el retorno de refugiados palestinos, llevó que el proceso de paz quedará en letra muerta.  En 2006, con la toma de Hamas de la Franja de Gaza, abrió un abismo entre los palestinos.

La incapacidad de la Autoridad Nacional Palestina, de crear instituciones viables, en vez de centrar su accionar en reivindicaciones tales por el control de partes de Cisjordania, como Jerusalén Este, lo ha llevado a una situación muy delicada.  Esto queda demostrado por la escalada terrorista entre los años 2022-2023.  Hamas ha ganado espacio en la opinión pública palestina. El triunfo de la coalición liderada por Netanyahu, formada por nacionalistas, sectores conservadores y religiosos, genera incertidumbre sobre la posibilidad de un diálogo o algún tipo de salida al clima de violencia.  Los dirigentes israelíes, deben tomar conciencia, que es preciso de un gobierno palestino viable y la necesidad de desarrollar los territorios controlados por el régimen de Ramallah.

El clima de distensión con los estados árabes, se ha visto oscurecido por el ascenso de un actor regional poderoso y con una agenda clara, donde Israel, es un obstáculo para su objetivo de convertirse en potencia regional: Irán.  El régimen de Teherán ha desarrollado una red de agentes desestabilizadores, o proxys, destacándose el caso de Hezbollah. Los errores geopolíticos de Occidente, en Siria e Irak, fortalecieron a Irán y sus aliados. Se estima que el régimen persa, controla milicias y grupos armados con cientos de miles de combatientes.  El programa nuclear, ha sido objeto de agrias negociaciones entre Occidente e Irán. La guerra de Ucrania, ha puesto a un actor clave, Rusia, en confrontación con la OTAN y Estados Unidos, en una posición más cercana o tolerante con Irán.  China también juega con el plan nuclear iraní, como arma de desgaste para Occidente.  En el caso de Israel, es un juego delicado, dado que un apoyo abierto a Ucrania, como exige su socio estratégico Estados Unidos, abre las puertas para que Pekín y Moscú, apoyen decididamente no solo al plan nuclear iraní, sino a mejorar su capacidad militar convencional.

Cambios geopolíticos, riesgos presentes y futuros

Los Acuerdos de Abraham, fueron una hábil maniobra para crear un frente “anti Irán”, en un intento de atraer al reino saudita. Israel, abre nuevas posibilidades en materia de abastecimiento energético, intercambio comercial, de inteligencia y cooperación en seguridad.  La reciente normalización de las relaciones entre Arabia Saudita e Irán, genera interrogantes, en la estrategia israelí de contención de Teherán. Los estados árabes, generalmente cercanos al Kremlin, se ven seducidos por ingresar al BRICS, especialmente Arabia Saudita, potencia de clave en el mundo árabe y a nivel global, por su riqueza energética.  La próxima cumbre de la Liga Árabe, le dará la bienvenida muy posiblemente al régimen de al Assad, que deber ser un llamado de atención a Israel.

Israel tiene desafíos en el frente interno.  Hay dos millones de personas en situación de pobreza, que afecta especialmente a las minorías nacionales – árabes especialmente – y las comunidades ortodoxas judías. En el caso de estas últimas su crecimiento. Se estima que son el 14% de la población y conforman una fuerza política, que ha generado tensiones en la sociedad israelí. Por razones religiosas, los ortodoxos, están exentos de cumplir obligaciones militares y tienen apoyo del estado. Su visión, choca con las bases fundacionales del estado judío, creado sobre principios nacionalistas y seculares. La tensión quedó demostrada que, en barrios religiosos, en la víspera de la celebración del día de independencia, no hay banderas o símbolos nacionales. 

Los llamados “haredíes” padecen el desempleo y pobreza, más que otros sectores de la sociedad israelí. Analistas observan una “derechización” de este sector de la ciudadanía.  En la batalla por la reforma judicial, Netanyahu, encontró en los partidos religiosos aliados ideales, dado que la Corte Suprema israelí había adoptado fallos, muy cuestionados por sectores tradicionalistas, pero también abrió las puertas para un choque abierto con otros sectores de la sociedad, que de alguna manera sostienen un modelo de estado secular.

La población árabe israelí, integrada desde 1948, se ha visto afectada por la radicalización y un sentimiento creciente de solidaridad hacia los palestinos. Este sector de la población suma casi dos millones de personas, con una alta tasa de crecimiento demográfico. La nueva coalición de gobierno, es vista por líderes árabes israelíes, como una amenaza a los intereses de su sector. La supresión del árabe como lengua co oficial en 2018, generó un revuelo importante.

Israel cumple el 75 aniversario de su existencia, con serios desafíos por delante. El frente interno, debe lidiar con el crecimiento de la minoría árabe, que está siendo afectada por la propaganda de los grupos extremistas, que unido al clima político del país con el ascenso de sectores religiosos y nacionalistas, abren las puertas para exacerbar ánimos. La crisis institucional derivada de la reforma judicial, pone en jaque uno de los grandes logros del país, la seguridad jurídica y la existencia de un poder judicial fuerte, algo clave y esencial en una democracia. El peso político de los sectores religiosos, consecuencia del crecimiento demográfico de las comunidades religiosas, abren las puertas para un debate, sobre las bases fundacionales del Estado. El gran éxito de la estabilidad institucional israelí y la convivencia pacífica de las comunidades que viven en dicho país, ha sido la democracia. Estamos ante una isla donde no hay pena de muerte, hay libertad de expresión, garantías a las expresiones religiosas minoritarias, agregándose la calidad institucional alcanzada con bajos niveles de corrupción.

El país precisa hacer cambios en materia económica, más allá de los grandes éxitos, debe lidiar con la pobreza y la necesidad de integrar al mercado de trabajo a determinados colectivos sociales, que por razones culturales y religiosas demandan un abordaje especial.

Los cambios geopolíticos, ponen en riesgo la seguridad nacional. El ascenso de Irán y sus ambiciones en el plano nuclear es una amenaza directa a la existencia de Israel. La influencia de Teherán se ve en la actividad terrorista creciente, lo que exige cambios en la política hacia los palestinos. La comunidad internacional tiene su dosis de responsabilidad, especialmente por el rol desdibujado de la ONU y agencias especializadas en la cuestión.  Creemos que Jerusalén debe tener una política exterior que debe ir ganando mayor autonomía, respecto de Estados Unidos, cuyo papel está teniendo limitaciones, como se observan en las negociaciones por la cuestión nuclear con Irán, junto a un creciente rol de Rusia y China en el Próximo Oriente. Es por ello, que observamos el pragmatismo con que se maneja Israel con el conflicto de Ucrania.

¿Podemos hablar de milagro israelí? Creemos que sí. La clase dirigente ha sabido con suma habilidad convertir un país, sin recursos, en una potencia económica, política y militar. Esto ha exigido la movilización de la sociedad israelí, la puesta en marcha de un proyecto de nación, sumamente exitosos, que logró asimilar a inmigrantes provenientes de decenas de países con sus culturas y particularidades. Rodeado de enemigos, el país prevaleció gracias a su cohesión nacional y el talento estratégico de sus líderes.  El Estado de Israel tiene serias amenazas para los próximos años. Existen actores regionales que apuestan nada menos que a su destrucción. El país padece de embates internos importantes, pero creemos que aún subyace el espíritu pionero y emprendedor, que fundó el Estado judío en 1948, contra todo pronóstico, y seguramente permitirá que el país, tenga la capacidad  y fortaleza de salir airoso a las duras pruebas que sobrevendrán, en un mundo cada vez más inseguro  e imprevisible.

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