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La Filosofía en el Nimbo del Aprendizaje. Caso Perú

El Minuto | El intelectual peruano, Hugo Neira, en un video conferencia expresó su indignación al informar que la Unesco ofreció una ayuda económica a cambio de la supresión de la asignatura de filosofía entre otras áreas de humanidades y ciencias sociales. La preocupación de Neira planteó hasta qué punto se ha transformado la malla curricular en la educación peruana con cambio de contenidos que restan importancia al desarrollo del pensamiento crítico, a la meta cognición y la reflexión.

Escribe: Iván Sánchez, corresponsal en Perú

Es un hecho fáctico y visible la poca importancia que el sistema educativo ha dado a la asignatura de filosofía desde que fue volatilizada de la enseñanza escolar hace décadas. La vacuidad y el limbo de la enseñanza de humanidades tuvieron también el correlato de la supresión del curso de Realidad Nacional en algunas universidades peruanas.

El sucedáneo de la enseñanza de Ciencias Sociales junto a la carencia total en la malla curricular  de filosofía y lógica en quinto de secundaria, ha sido la encorsetada asignatura de Personal Social orientada a las preguntas memorísticas del anacrónico examen de admisión de las universidades. Algunas academias particulares imparten la asignatura de filosofía y lógica, orientada al mismo fin, ingresar a la universidad memorizando datos, sin libros ni espíritu crítico.

Las generaciones anteriores de peruanos y peruanas adscritos a la educación básica regular tenían libros de texto como soporte y complemento al proceso de enseñanza aprendizaje. Libros de texto como Introducción a la Filosofía y Lógica de Augusto Salazar Bondy y Francisco Miró Quesada Cantuarias, respectivamente, y otro texto con título similar, cuya coautoría la compartían Sixto García y Diógenes Rosales, por ejemplo. Ambos libros quedaron en el desván del olvido.

En la actualidad con la presencia endémica del analfabetismo funcional, con aquellos que saben leer y no tienen el hábito de la lectura y aquellos que no entienden lo que leen, el déficit de actitud crítica ha crecido exponencialmente. Esta carencia en el desarrollo cognitivo del pensamiento está imbricada con problemas en  la formación del sistema de la personalidad en países como Perú, donde la llamada cultura combi ha destruido el tejido social con la presencia de fenómenos sociales como el achoramiento, arribismo  e informalidad, entre otras manifestaciones de disfunción sociocultural y caldo de cultivo de la carencia de códigos axiológicos y escasa motivación para la reflexión.

Esta realidad desalentadora amerita replantear el papel de las clases de filosofía en los centros educativos. El caso peruano no es aislado en los países de habla hispana, por  tomar sólo una porción del universo académico mundial. El sistema educativo español, por ejemplo, inficionado por el plan Boloña y orientado a la supresión de las asignaturas de filosofía y humanidades, ha salido del tintero como un tema controversial. Los profesores de la península Ibérica  que imparten la enseñanza de filosofía han lanzado su voz de protesta contra la exclusión de la enseñanza de filosofía para que el Ministerio de educación y formación profesional realice una vuelta de tuerca en esa decisión que los docentes de humidades españoles consideran antipedagógica y arbitraria. El problema de la supresión de la enseñanza de filosofía se mundializa.

¿Cuál es la intención de suprimir el contenido de humanidades en la enseñanza media? Las protestas más contestatarias aseveran que el sistema no quiere personas reflexivas y con actitud crítica y sólo tiene exclusivo interés de lanzar al mercado personas tecnócratas, irreflexivas, individualistas y consumistas. Le interesa, la antítesis del hombre humanista y multidimensional, un hombre light, como denomina el psiquiatra español, Enrique Rojas.

Según explica, el consumismo representa la fórmula pos moderna de libertad, diametralmente opuesta al crecimiento interior que promueve el acto volitivo de la reflexión del autoconcepto y el saber qué es el ser humano y el conocimiento de sí mismo el cual permite plantear interrogantes sobre la vida y el entorno en un ambiente sociocultural donde se considera el ejercicio pleno del derecho a la libertad y su concepción dentro del derecho positivo y natural.

Este consumismo pos moderno que menciona el psiquiatra, Enrique Rojas, se insemina recíprocamente de manera tóxica con el estilo de vida frenético del centralismo urbano, un escenario que no es propicio para desarrollar el crecimiento interior. Se necesita, entonces, una tregua parentética de la conciencia que permita un espacio de reflexión. Este paréntesis, en lo concerniente al ámbito académico, es el aprendizaje de filosofía, asignatura necesaria para comprenderse a sí mismo y el entorno material y espiritual.

Las generaciones anteriores y el sistema educativo en Perú consideraban a la filosofía como una materia de capital importancia para el desarrollo humano. A pesar de esta optimista visión retrospectiva Salazar Bondy consideraba que “la filosofía, normalizada cómo está, es aún sólo una isla en el conjunto de la cultura nacional”. El filósofo peruano explicó esta figura en su libro Historia de las Ideas en el Perú Contemporáneo donde plasmó la visión prospectiva de un pensamiento filosófico que “pugna por ser autónomo”.

Durante el gobierno de Manuel Odría, por ejemplo, la juventud universitaria leía con interés a autores como Ortega y Gasset, Unamuno, Sartre y Bertrand Russel, entre otros. Dichas lecturas las comentaban en el patio de letras, en los cafés y bares de Lima y con menos frecuencia en provincias.

El novel Mario Vargas Llosa, comenta en sus memorias que lo llamaban el sastrecillo Valiente porque leía vorazmente las obras literarias  de Jean Paul Sartre. Un poco más atrás los jóvenes de comienzos del siglo XX estuvieron influenciados por el positivismo de Augusto Comte, el vitalismo de Bersong, el idealismo alemán y a posteriori otras corrientes filosóficas. En Latinoamericana está la figura icónica del mexicano, Leopoldo Zea, quien proyectó un pensamiento filosófico trascendente en México y toda la región.

En el Perú, Javier Prado,  introdujo las ideas del positivismo en las juventudes universitarias de ese entonces. Las propuestas filosóficas de esas épocas eran parte del esnobismo intelectual de los jóvenes y esas reflexiones las llevaban a la realidad concreta con la praxis educativa en las universidades populares, Manuel Gonzales Prada.

Actualmente, los estudios filosóficos están confinados en las aulas universitarias y la asignatura de filosofía se ha descartado totalmente de las escuelas públicas y de algunas privadas. ¿Porque no se extrapoló este legado de comienzos del siglo pasado a la actualidad?

La respuesta es multifactorial, difícil explicarlo en pocas páginas, pero la tesis es que el principal escollo para retomar la enseñanza de la filosofía en secundaria, es la falta de propuestas psicopedagógicas que replantee el papel fundamental de la enseñanza de filosofía, las humanidades y de la  reestructuración de las ciencias sociales como asignaturas prioritarias para el desarrollo del pensamiento crítico.

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