La Lección Lula

El Minuto | Alegría y esperanza siente la mitad de la población brasileña; ira y desazón, la otra, luego de la segunda vuelta electoral. Luiz Inácio Lula da Silva retorna al Palacio de Planalto en la Plaza de los Tres Poderes en Brasilia. El hombre a quien muchos daban por liquidado políticamente retorna triunfante. La resonancia mediática en América Latina, posesionada por los sectores conservadores, hubiese sido más estruendosa ante un resultado diferente.

Por: Gary Ayala. Director de El Minuto en Perú

Las primeras palabras del electo candidato fue agradecer a Dios y al pueblo brasileño,  luego continuó: “Considero que tuve un proceso de resurrección en la política brasileña. Intentaron enterrarme vivo y ahora estoy aquí para gobernar el país”. Resumió perfectamente un proceso vivido desde el año 2018 cuando fue apresado y sentenciado a 12 años de cárcel hasta que su caso fue revisado y su condena anulada.

Una Vida con Desafíos

Ganó Lula, quien naciera como el séptimo de ochos hijos de padres agricultores y analfabetos el 27 de octubre de 1945 en Pernambuco, Estado del noreste empobrecido de Brasil. Se impuso el que fue abandonado por su padre antes de su nacimiento y a quien conoció al paso al cumplir cinco años de edad. Venció, quien a los 14 años, abandonó el colegio para trabajar hasta que se convirtió en tornero mecánico. Su difícil vida familiar lo curtió, lo hizo fuerte y sensible con quienes sufrían la pobreza igual que él.

Su forzado ingreso a la vida sindical tuvo cierta resistencia por su apego al fútbol, no le agradaba la política, pero su carisma personal lo hizo conocido en su ámbito. En 1971, sufriría una terrible tragedia, su esposa Maria de Lourdes fallecería por hepatitis y el niño que llevaba dentro también.

Se aferró a su carrera sindical y se hizo presidente gremial por lo cual tuvo que encabezar huelgas y movilizaciones hasta que cayó preso en 1980 durante el régimen de  João Baptista Figueiredo, estuvo encerrado 31 días en el Departamento de Orden Político y Social del gobierno militar. La experiencia lo forjó y fundó el Partido de los Trabajadores.

En 1986 sería electo diputado, luego intentaría llegar a la presidencia de Brasil lo cual conseguiría en la cuarta oportunidad en el año 2002. Desde su despacho se confesó católico por decisión propia e hincha de Corinthians Paulista, no se definió comunista y siempre mantuvo la idea de conversar con todos y no dejarse cercar por ningún grupo.

En el año 2011, Lula, dejó la presidencia con el 80% de aprobación. En el tiempo en que recibiera diversas distinciones como doctor honoris causa por diversas universidades, el presidente de los EE.UU. Barack Obama, lo calificó como “El político más popular del mundo”.

Las acusaciones de corrupción pasiva y lavado de dinero que recibió fueron letales, una campaña mediática adversa hizo su parte. El entonces juez, Sérgio Moro, más tarde ministro de Justicia de Jair Messias Bolsonaro, decidió su suerte. Fueron 19 meses de cárcel hasta que el Supremo Tribunal Federal en el 2021 detectara errores en los procesos e imparcialidad del juez: La condena fue anulada lo cual constituyó un caso de lawfare en América Latina (uso de la ley con fines políticos).

El Retorno

En Brasil, muchas personas recuerdan el gobierno de Lula (2003-2010) favorecido por los ventajosos precios de las materias primas, a diferencia de Bolsonaro quien enfrentó la pandemia y los macro efectos económicos del conflicto Rusia-Ucrania. Durante el mandato de Lula, millones de personas salieron de la pobreza y otras tantas ascendieron a la clase media gracias a los programas gubernamentales con capacitación oficial.

Bolsonaro, se hizo muy impopular en las comunidades amazónicas que defendieron sus territorios ante la presencia vulneradora de parte de voraces empresarios. En cambio contó con el apoyo de los magnates de los agronegocios quienes incrementaron su fortuna en los últimos años gracias a las políticas impulsadas por el poder Ejecutivo brasileño.

En el “Wall Street” brasileño, ubicado en el centro oeste de Sao Paulo los voceros de las aproximadamente 2600 empresas tuvieron el recato en no asegurar el triunfo de un candidato en particular. Transnacionales como Bradesco, J.P. Morgan, Google, Facebook y otras permanecieron en cautela, pero como es lógico suponer, esperan tener todo más claro cuando Lula asuma la presidencia el 1 de enero del 2023 y presente a su gabinete ministerial, sobre todo, a su ministro de Economía.

La mayor economía de Latinoamérica presenta ahora un panorama difícil para su integración. El resultado final de 50,90% de los votos válidos a favor del ganador, frente al 49,10% del presidente, no consolida a los poderes del Estado. Además, el ex capitán del Ejército brasileño, Jair Bolsonaro, cuenta con la mayoría parlamentaria; asimismo, en Sao Paulo, el Estado más rico de Brasil ganó su candidato, Tarcísio Gomes de Freitas.

La campaña electoral mostró ángulos expresivos de los temperamentos en pugna. La diputada bolsonarista, Carla Zambelli, fue grabada un día antes de las elecciones cuando con un arma de fuego en mano persiguió a un ciudadano seguidor de Lula a quien acusaba de escupirla. Obviamente, las redes reprodujeron la escena y los lulistas aprovecharon en expandir y repudiar el hecho.

De otro lado, una de las canciones más reproducidas en Spotify en las últimas semanas en Brasil dice: “Yo ya te avisé y tú no me quisiste oír / Ahora ya sabes quién es ese Jaír / Él te hizo sufrir y llorar / Haz las maletas de él y échalo ya”, lo cual fue cantado en los 26 Estados y el distrito federal de Brasilia.

Lula, ha retornado a la presidencia a los 77 años de edad, ha invocado unidad al país polarizado y ha invitado a la comunidad internacional a defender la riqueza amazónica.

El BRICS y el Desarrollo

El foro BRICS significa la convergencia económica y comercial de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica como una comunidad que alberga a más de 3,163’210,000 habitantes en una extensión de 39’716,433 Km2., con un producto interno bruto (PIB) creciente y una dinámica participación en el comercio mundial.

En setiembre del 2006, los ministros de relaciones exteriores de Brasil, Rusia, India y China tuvieron una reunión múltiple en Nueva York y establecieron coincidencias entre sus países. Se reunieron luego en Yekaterimburgo (Rusia), Brasilia, Sanya (China), Nueva Delhi, Durban (Sudáfrica) y Fortaleza (Brasil). El Grupo  de inversión Goldman Sachs, consideró que los BRICS pueden gravitar la economía mundial en el año 2050, frente a los G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido).

Si bien China e India son ahora productoras de tecnología, Brasil no queda solamente  como proveedor de comodities sino que tiene condiciones reales como generador de industria en expansión continental, una tarea para Lula. Los consultores en valores e inversiones han especulado que México y Corea del Sur podrían incorporarse idealmente al BRICS solo que ya están comprometidos en otros foros. También se habla de Argelia y su pujante economía en el norte de África como posible integrante.

Dada la coyuntura, Brasil, está actualmente en el epicentro del interés geopolítico internacional. Sus desafíos internos son un reflejo de los retos al interior de muchos países de América Latina. Su participación en el mercado internacional y las bondades de las inversiones externas con beneficios para su población, el consenso político entre las dos mitades que quedaron después de la segunda vuelta y la capacidad de gobierno que no se intimida ante la carga mediática, estarán -entre otros- en la agenda de Lula.

Los prejuicios, mitos políticos y soberbias de élites han establecido muchas veces barreras contra la integración sine qua non que demanda el desarrollo integral de los países. La lección Lula debe dar pautas sobre la capacidad de una sociedad para devolverle la libertad a un hombre, de la necesidad para el progreso de una nación de levantar una sola bandera, de comprender que la palabra democracia significa convivir entre la diversidad del pensamiento.