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Las políticas de Estados Unidos hacia el Sáhara Occidental: entre la contención y la presión

Después de cuatro años de turbulencias, el regreso de Estados Unidos promete ser muy delicado, si no muy difícil, debido al legado socavado que dejó la administración de Trump.

Por: Ali El Aallaoui | El Minuto en Africa


La mayoría de países y pueblos del mundo han perdido la confianza en la práctica de la diplomacia estadounidense de Trump que se caracteriza por su parcialidad en varias cuestiones candentes de la política internacional como el caso del Sáhara Occidental.

El conflicto del Sahara Occidental se remonta a 1975 cuando el territorio estaba a punto de independizarse de España. Sin embargo, bajo la presión de Estados Unidos, Madrid otorgó la autoridad administrativa sobre los dos tercios norte del Sahara Occidental a Marruecos y cedió el tercio sur a la vecina Mauritania mediante los acuerdos de Madrid, firmados el 14 de noviembre de 1975.

Hay que saber que el Sáhara Occidental es uno de los mayores fracasos morales de la historia moderna de la comunidad internacional. De hecho, en 1975 violando la sentencia de la Corte Internacional de Justicia, Marruecos invadió la ex-colonia española alrededor del 80% de su territorio, mientras que el 20% de su territorio estaba controlado por la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) proclamado a principios de 1976, y es un estado miembro de pleno derecho a la Unión Africana (UA).

Históricamente, el Sáhara Occidental ha sido blanco de una guerra entre Marruecos y el Frente Polisario durante 16 años de enfrentamiento mortal. Después de años de hostilidades, las dos partes firmaron un alto del fuego respaldado por la ONU en 1990 para la organización de un referéndum para determinar el destino futuro de este territorio para que el pueblo saharaui pueda elegir su destino. Pero después de tres décadas vemos que la consulta del referéndum aún no ha tenido lugar.

Podemos ver que lo que empezó como un clásico problema de autodeterminación se ha convertido en un círculo vicioso en el que cada parte, ya sea Marruecos o el Frente Polisario, culpa al otro del estancamiento.

En este contexto bélico, la pregunta que surge es cómo el nuevo presidente estadounidense puede lograr para equilibrar la política de Estados Unidos en el Sáhara Occidental?

Quién posee la soberanía sobre el Sáhara Occidental?

Empíricamente, la soberanía ha sido violada regularmente por los poderosos. En este sentido, el caso de Marruecos en el Sáhara Occidental ilustra nuestro punto de vista.

La soberanía del Estado es un principio definitorio de las relaciones entre los Estados y los pueblos y un fundamento del orden mundial. El concepto está en el corazón tanto del derecho internacional consuetudinario como de la Carta de las Naciones Unidas (NU), la esencia y componente principal del mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, y es la herramienta de defensa de los estados débiles contra los más fuertes.

En consecuencia, los aspectos externos de la autodeterminación se refieren a la soberanía y la construcción de la nación. Por eso la soberanía en el caso del Sahara Occidental es responsabilidad del pueblo saharaui y no de otro actor.

Debes recordar que el Sáhara Occidental es uno de los 17 territorios del mundo considerados como colonia por el comité especial de descolonización de las N.U. Además, es la última colonia que queda en el continente africano y el único de los 17 territorios que tienen a España como su potencia colonial.

En otras palabras, el Sáhara Occidental sigue siendo una colonia de España y sigue siendo responsable de ese territorio. La Asamblea General de las N.U calificó la presencia marroquí de “ocupación” en su Resolución 37/34 del 21 de noviembre de 1979.

En el mismo orden de ideas, la Corte Internacional de Justicia dictaminó en 1975 que ni Mauritania ni Marruecos tienen derechos soberanos sobre el Sáhara Occidental y que debe aplicarse el derecho a la autodeterminación. Por otro lado, las Naciones Unidas consideran nulo el acuerdo de Madrid de 1975, y que España no puede transferir la soberanía del territorio del Sáhara Occidental ni a Marruecos, ni a Mauritania. En consecuencia, la transferencia de la administración de este territorio no puede modificar de ninguna manera el estatus del Sáhara Occidental como territorio en espera de su descolonización.

En la misma óptica, el 21 de diciembre de 2016, el Tribunal de Justicia Europeo (TJE) dictaminó que según la Carta de la ONU, el Sáhara Occidental no forma parte del territorio soberano de Marruecos y que todos los tratados, acuerdos de asociación y liberalización entre la UE y Marruecos no se aplican al Sáhara Occidental sin el consentimiento del pueblo del Sáhara Occidental.

Lo mismo otra vez, el 27 de febrero de 2018, el TJE confirmó que no se puede concretar ningún acuerdo de pesca entre la UE y Marruecos que involucre aguas del Sahara Occidental ya que es un territorio pendiente de descolonización.

La cuestión de la soberanía sobre el territorio del Sáhara Occidental está en manos del pueblo saharaui que debe expresar libremente y de manera democrática su elección mediante referéndum, para establecer una soberanía efectiva ya sea a favor de la independencia o en favor de la autonomía bajo la bandera de Marruecos.

Ante esta situación tan complicada para Marruecos, este último encontrará en Trump un aliado de considerable importancia para legitimar las reclamaciones ilegales marroquíes sobre el Sahara Occidental.

Unilateralismo de Trump y la “diplomacia transaccional”

A nivel internacional, la medida que ha sido más bien recibida por estadounidenses de todas las tendencias ha sido el final gradual de “guerras interminables”, particularmente en Afganistán e Irak. En este sentido, Donald Trump es el único presidente de los Estados Unidos durante más de treinta años que no participa en una nueva guerra, también ha reducido significativamente el número de sus tropas militares en todo el mundo.

Sin embargo, la declaración y la posición de Trump con respecto al Sáhara Occidental fue un enorme error estratégico y moral sin precedentes que podría allanar el camino para una mayor complejidad de las relaciones futuras entre Estados Unidos y Argelia, pero también con varios países africanos como Sudáfrica.

Históricamente, España bajo la presión de Estados Unidos otorgó la autoridad administrativa sobre el Sáhara Occidental a Marruecos, y cada vez la historia renace en un ciclo de abajo y arriba según los cambios geopolíticos del sistema internacional. Estados Unidos siempre ha sido un aliado potencial del Estado Marroquíes.

El tema del Sáhara Occidental está marcado por la injusticia y la crueldad, pero su último capítulo es particularmente vergonzoso con la declaración de Trump en su Twitter el 10 de diciembre de 2020.

El expresidente americano ha aceptado el reconocimiento de las reivindicaciones territoriales marroquíes sobre el Sáhara Occidental, es decir, la soberanía marroquí incluso ilegal con intercambio por la normalización de las relaciones Israelo-marroquíes. Una decisión que viola sin medida el derecho internacional y la carta de las Naciones Unidas.

El final del reinado de Trump en Estados Unidos también fue controvertido y tumultuoso en los dos últimos meses del resto de su mandato. Trump estaba motivado por un enfoque anárquico para determinar el destino del Sáhara Occidental.

La influencia del cabildeo económico principalmente les empresas estadounidenses con sede en Marruecos combinada con el esfuerzo del primer ministro Israelí Benjamín Netanyahu influyó en la decisión de Trump sobre el Sáhara Occidental.

La política exterior de Trump hacia el Sáhara Occidental se ha circunscrito en un orden de enfrentamiento con su ex-asesor de seguridad John Bolton. En esta línea, el presidente Trump cambiará la constante de la diplomacia estadounidense sobre el Sáhara Occidental. Una situación que denota sin medida alguna la subestimación de la existencia del pueblo saharaui.

De hecho, para justificar su acción, la administración Trump introdujo el tema del Sáhara Occidental, que es una cuestión de descolonización en los acuerdos de Abraham para diluir todos los temas pendientes en el mundo árabe en el mismo molde. Y posteriormente devuelve la cuestión saharaui a la época de la guerra fría para allanar el camino a la política de los bloques.

Hay que decir que Estados Unidos tiene una responsabilidad especial con la comunidad internacional y que debe defender la democracia. Esta percepción universalista querida por Thomas Woodrow Wilson y Truman no fue respectada por el presidente Trump por la influencia de grupos de presión o lobby.

De hecho, numerosos informes internacionales han revelado sumas astronómicas que las autoridades marroquíes gasta en las empresas de lobby en los Estados Unidos de América, en un momento en el que la balanza comercial marroquí sufre grandes dificultades.

Marruecos contrató un arsenal de empresas, a través de las cuales pagó 6 millones 653 mil 557 dólares en beneficio de siete.

De hecho el “Grupo Glover Park” fue una de las empresas que trabajó para apoyar la política expansionista Marruecos en la región del Magreb y el Sahel, empañando la imagen de otros países de la región y promocionándolo como patrocinador de actividades terroristas.

En cuanto a la empresa “SGR-SGR”, fue cedida al archivo mediático para apoyar su política de expansión en la región a expensas de los países vecinos, representando a Marruecos en los medios frente a los medios estadounidenses, y comunicándose también con investigadores y profesionales de los medios.

De hecho, al reconocer el carácter marroquí del Sahara occidental, al declarar la preeminencia de la autonomía propuesta por Marruecos como la única solución a una cuestión de descolonización, Estados Unidos ha adoptado una nueva política africana basada en el unilateralismo y con valentía.

En esta óptica, está surgiendo un nuevo entorno peligroso con riesgos geoestratégicos y geopolíticos que amenaza la paz y la seguridad internacional en el Norte de África.

En realidad, la decisión de Trump allanará el camino para la guerra y la balcanización del Magreb en una región ya amenazada por la guerra en Libia, Mali y por el flagelo del terrorismo de los grupos Jihadistas en el Sahel sin hablar del tráfico de las personas o la inmigración ilegal.

Sin embargo, los esfuerzos de Trump por interrumpir el camino hacia la paz en el Sáhara Occidental fracasarán inevitablemente con el presidente Biden.

Biden y la solución futura para el Sáhara Occidental

Biden ha tomado una serie de acciones para revertir o revisar las políticas de Trump, pero a día de hoy no hay una dirección real sobre el tema del Sáhara Occidental, por lo que Biden debe hacer más para demostrar su compromiso con un cambio significativo en los asuntos internacionales respetando el derecho internacional.

La administración de Joe Biden está adoptando un enfoque más diplomático hacia la crisis actual en la región de Medio Oriente, incluido el Sahara Occidental. La nueva administración de Biden ha estado cumpliendo sus promesas electorales hasta ahora. Después de eliminar una lista cada vez mayor de las llamadas decisiones de Trump, Estados Unidos ahora parece tener los ojos puestos en Oriente Medio y África del Norte.

Pero a pesar de toda la retórica, la práctica de la administración de Biden está circunscrito en un orden estándar del partido Demócrata sin una agenda coherente para las cambiantes realidades globales.

Ningún gobierno ya estará dispuesto a poner bajo presión la relación con Washington, ni siquiera los círculos internos dentro de Marruecos e Israel.

Ya se debe saber que el presidente demócrata Biden promete restaurar el papel y enfoque multilateral de Estados Unidos en los asuntos mundiales, luego de cuatro años de tumulto bajo su antecesor.

Las esperanzas de Estados Unidos de dar forma a los eventos mundiales alcanzaron su punto máximo antes de hundirse en el fango político del presidente Trump.

Una de las áreas en las que la impresión de Trump sigue siendo palpable es hacer que la política exterior estadounidense sea viable para los estadounidenses comunes. En este punto, Biden fue inflexible: “Ya no hay una línea clara entre la política exterior y la interior. Cada acción que se tome en nuestra conducta en el extranjero debe tomarse teniendo en cuenta a las familias trabajadoras de Estados Unidos.

Entonces, a pesar de todo lo que se habla sobre el regreso de Estados Unidos, su huella global dependerá del consenso nacional, que se está desmoronando rápidamente. Y creo que es una de las causas del retraso del presidente Joe Biden el no poder hablar sobre la cuestión del Sáhara Occidental hasta que haya un consenso.

La cuestión del Sáhara Occidental revela el verdadero termómetro de si el presidente Biden está siguiendo el camino de la legalidad internacional o no. El Sáhara Occidental, a diferencia de los otros archivos en la mesa de Biden es muy fácil de manejar y revocar con solo un Twitter al estilo Trump la decisión de la ex administración favorable a marruecos.

Si los aspectos regionales son demasiado difíciles de abordar, cabe destacar que los acuerdos de Abraham no afectan la situación en el Sáhara Occidental, lo que ofrece al presidente Joe Biden la posibilidad de gestionar la cuestión del Sáhara Occidental a nivel regional sin ningún problema y sin rompiendo los acuerdos de Abraham.

De hecho y desde nuestro punto de vista, el plan llamado Backer II ”el plan de paz para la autodeterminación del pueblo del Sahara Occidental”, representa la opción más posible y plausible para la administración Biden y que es un plan puramente estadounidense.

El antiguo enviado de la ONU al Sáhara Occidental James Becker propuso un plan que prevé el establecimiento de una Autoridad en el Sáhara Occidental durante cinco años, luego la celebración de un referéndum y en el que aparecería la nueva opción de la “autonomía permanente”. Plan descrito por el Consejo de Seguridad de la ONU como una solución política óptima (resolución 1495 de julio de 2003).

Hay dos ángulos para abordar el desafío del Sáhara Occidental al nivel de los tomadores de decisiones estadounidenses que siguen aproximadamente las estructuras de toma de decisiones dentro de la administración de Estados Unidos.

Se tratará el conflicto del Sahara Occidental como un problema regional, gestionado por el equipo de Oriente Medio y África del Norte y el liderazgo subregional apropiado, con el tema de la seguridad como área de intervención? O se verá como una cuestión de orden de negociación gestionada por la gestión funcional? Estados Unidos cambiará su enfoque por las malas consecuencias que dejó el expresidente Trump en el transcurso de los eventos, por lo que la forma en que se manejará puede cambiar dependiendo de quién esté liderando el proceso de coordinación de políticas interinstitucionales.

El sistema internacional actual permite el surgimiento de regímenes totalitarios y corruptos, en un mundo donde los principios democráticos y los derechos humanos no se promueven y aplican en todas partes con vigor y coherencia.

En este contexto, debemos subrayar la responsabilidad y el papel de los Estados poderosos, pero también de las instituciones financieras y comerciales internacionales, así como de las empresas transnacionales, en la tragedia de varias regiones del mundo. Ante la falta de respeto y aplicación efectiva del derecho a la autodeterminación de los pueblos como es el caso saharaui donde hay varias empresas de varios países, se involucra con Marruecos en el expolio de los recursos naturales del Sahara Occidental sin ninguna fuerza vinculante de Naciones Unidas, lo que hace que la situación política sea cada vez más difícil de resolver.

Pero su falta de visión estratégica afectará a las decisiones estadounidenses. Hasta el momento, Biden no ha podido articular una visión convincente del papel de Estados Unidos en el mundo hasta ahora. La paciencia estratégica es muy rara en el mundo de hoy.

En definitiva, será la voluntad política de las partes y la capacidad ejecutiva de la comunidad internacional, manifestada principalmente a través de las Naciones Unidas, lo que permitirá encontrar una solución justa y duradera a una situación de estancamiento de larga data.

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