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Los desafíos para la Seguridad de México: Crimen organizado, terrorismo y recursos naturales

México desde hace tiempo, ha empleado a sus Fuerzas Armadas en la lucha contra el crimen organizado u el narcotráfico. Esto no ah estado exento de polémica, por el costo social y político, además de económico de esta decisión.


Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina.


Las Fuerzas Armadas de México, tienen diversas peculiaridades, técnicamente mal equipadas para amenazas convencionales, orientación a un rol de seguridad interior y el control civil sobre las fuerzas militares, no existe, dado que los asuntos castrenses son gestionados por dos secretarías (similares a ministerios) y no existe doctrina conjunta, ni Estado Mayor Conjunto. Esto implica dispersión de recursos y esfuerzos, que tiene impacto negativo en la seguridad del país.

Los Estados Unidos Mexicanos, tienen una superficie de 1 964 375 Km., comparte una frontera común con los Estados Unidos de América, de 3155 Km., 958 Km. con Guatemala, y 276 Km. con Belice. El litoral del país suma, 9330 Km., bañado al oeste por el Océano Pacífico y al Este, con el Golfo de México y el Mar Caribe. Su población supera los 110 millones de habitantes, y por ende es el país con mayor número de hispano parlante de América Latina.

La posición geopolítica del país, plantea serio desafíos, especialmente por la vecindad de Estados Unidos, país que el pasado ha intervenido directamente en los asuntos mexicanos y que también a mediados del siglo XIX, por medio de una guerra privó la mitad del territorio heredado en tiempos del imperio español. Las relaciones han sido siempre complejas.

Ambos países forman parte del NAFTA o Tratado de Libre Comercio de América del Norte, vigente desde 1994, lo que ha estrechado aún más la dependencia de la economía de mexicana del poderoso vecino del Norte. En materia de seguridad, la agenda común desde hace años es el narcotráfico, crimen organizado, y la inmigración ilegal. El punto más álgido, especialmente en materia de política migratoria, ha sido la presidencia de Donald Trump, dado que desde la Casa Blanca, México fue presionado de alguna manera para financiar un muro para frenar las migraciones ilegales y el tráfico de drogas.

Esta presión se tradujo, en el despliegue de la entonces recién creada Guardia Nacional, en la frontera, para frenar la oleada migratoria proveniente de América Central. En lo referente a la seguridad de México, Washington ha sido un firme aliado en materia de apoyo a la militarización en la lucha contra el narcotráfico.

México posee enormes reservas de petróleo y gas, en la denominada Cuenca de Burgos, lo que lo convierte en un actor clave, especialmente para los intereses de Estados Unidos. Durante el gobierno del presidente Peña Nieto, abrió las puertas con una serie de reformas legales, para una mayor presencia de operadores privados en el estratégico sector petrolero, más de un observador, considera que estamos frente a una privatización del sector, tradicionalmente, por imperio de la Constitución de la Federación, sujeto al control estatal, en manos de la célebre PEMEX.

Este podría ser uno de los principales objetivos sobre los cuales actores externos, tienen interés de ejercer control directo. México sigue estando bajo la influencia hegemónica de Washington, pero ello no impide que otros actores, en el marco de la pugna global por el control de recursos, especialmente energéticos, puedan proyectarse sobre México y generar tensiones con Estados Unidos por el control de recursos, en desmedro de los intereses y seguridad mexicanos.

No solo, dichos actores pueden disputar los intereses de Estados Unidos en el control de recursos energéticos, sino también proyectarse sobre dicho país, por medio de acciones encubiertas, agentes desestabilizadores, escenario lejano pero probable.

El drama de la llamada “Guerra contra las Drogas” en algún momento, pareciera, durante la Administración Bush Jr, hubo posibilidades de algún tipo de intervención directa en la cuestión. A pesar de las presiones de Estados Unidos y una injerencia directa en la estrategia de seguridad de México, desde el vecino del Norte, poco se ha hecho para el control del mercado de armas, que muchas terminan en manos de organizaciones criminales mexicanas, el lavado de activos, como de actuar sobre problemas de fondo, como el elevado consumo de drogas que afecta a la población de Estados Unidos, principal mercado para las organizaciones que operan en México, América Central y el Norte de Sudamérica.

En otras palabras, la maniobra de Washington es trasladar el problema a sus vecinos del sur, provocando por un lado un clima permanente de inestabilidad, que debilita a dichos países, y por otro, esta situación genera más dependencia de una ayuda siempre cicatera por parte de la Casa Blanca.

La DEA, la agencia federal antinarcóticos de Estados Unidos, que opera fuera de las fronteras, tiene una peculiar estrategia, que para muchos, conlleva a que el mal se convierta en una enfermedad “crónica”, regula el mercado de drogas, buscando de alguna manera mantener precios regulados, evitar excedentes para que sean decomisados y evitar el fortalecimiento de un grupo en particular. En otras palabras, no combate el problema, sino que limita su impacto negativo en la seguridad de Estados Unidos, aunque ello ha provocado violencia a gran escala en los países al sur del Río Grande.

Después del 11 – S en 2001, dio paso a la Guerra contra el Terrorismo, esto abre las puertas, a que organizaciones terroristas, dado la cercanía con Estados Unidos, el país puede ser objetivo para poder proyectar operaciones de dichas organizaciones. Hace unos cuantos años, el Ministerio de Defensa ruso, consideró que existen evidencias de conexiones entre organizaciones criminales y terroristas, que se apoyan mutuamente, en el marco de alianzas tácticas para insertarse o consolidarse en un territorio determinado.

Es sabido que Al Qaeda en el Magreb Islámico, como otras organizaciones que operan en la franja de Sahel Sahara, obtienen recursos de tráfico de drogas, armas, personas y el contrabando. En México operan importantes grupos criminales, que han degenerado en acciones terroristas, adquiriendo un poder que trasciende las fronteras, y crea las condiciones ideales, para que otras organizaciones puedan generar algún tipo de diálogo para atacar a Estados Unidos.

Esto plantea un escenario de intervención directa sobre México, lo que demanda una revisión completa del sistema de inteligencia.

Los riesgos a la seguridad de México, lo conforman los llamados “grupos antisistema”, movimientos campesinos que pueden radicalizarse, agregándose la presencia de grupos armados de pequeña entidad, tales como Ejército Popular Revolucionario (EPR), el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), u la Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo (TDR-EP).

No conforman movimientos con base social amplia, pero merecen atención, dado que es evidencia que el Estado, tiene falencias para ejercer su presencia y garantizar los derechos a sus ciudadanos. Algunos de estos grupos, solo existen de nombre.

Pero su aparición respondió a una situación social que debe ser atendida con urgencia. Otro tema preocupante, la organización de unidades paramilitares o autodefensas locales, para hacer frente a grupos criminales, y ante autoridades locales cooptadas por estas y con fuerzas de policía carcomidas por la corrupción, o peor de todo, al servicio del crimen.



El crimen organizado, tienen redes internacionales que proyectan su poder, en la región y fuera de ella. Los grupos dedicados al narcotráfico, han logrado financiar estructuras de seguridad, muchas de ellas instruidas por antiguos integrantes de fuerzas especiales de Guatemala (los célebres Kaibiles, una elite de primer nivel) y del propio México.

El dinero y el poder de fuego, los convierte en amenazas serias al Estado. Poco y nada puedan hacer las fuerzas policiales, mal equipadas, entrenadas, y generalmente corruptas. Los grupos criminales, no solo se dedican al tráfico de drogas, precursores químicos, sino extienden su poder a la trata de personas, contrabando, extorsión, minería ilegal, y hasta intentar controlar negocios legales, como la producción de aguacates (paltas como decimos en el sur), pesca, tala ilegal para obtener espacios para plantación de plantas productoras de estupefacientes, con su impacto ambiental. Los grupos criminales han infiltrado capas del estado, a nivel subnacional y nacional, controlan policías locales, políticos, generando un escenario propio de un “estado fallido”.

México es un país donde en muchas áreas, la presencia del estado es casi nula. Problemas de oportunidades, un contexto social, la falta de justicia, y la corrupción endémica crearon las condiciones, para que estos grupos se asienten y prosperen. México tiene una larga historia con la presencia de grupos criminales y el fenómeno del bandolerismo. Los grupos criminales ligados al narcotráfico, se han desarrollado entre otras cosas, gracias al enorme y lucrativo mercado que son Estados Unidos, Europa, pero también se suma Asia en menor medida.

¿Estamos ante una nueva amenaza asimétrica? ¿Transformación de grupos criminales en grupos terroristas? Estos grupos son amenazas a la libertad y gobernabilidad, dado que ejercer control territorial. Es sabido que del narcotráfico, derivan otros comportamientos delictivos. La presencia de bandas narcotraficantes, es sinónimo de violencia permanente, que afecta especialmente a sectores de población más vulnerable, desde el punto de vista social.

El empleo de los militares en temas de erradicación de drogas, data de 1938, donde elementos del ejército apoyaron a salubridad pública para destruir cultivos de amapola en el estado de Sonora. En los sesenta este tipo de actividades se fue incrementando, hasta llegar a la presidencia de Felipe Calderón (2006-2012), optó por emplear a fondo al ejército, dado que no era tan corruptible como las policías, agregándose su presencia en todo el país.

Las medidas tomadas, tienen ríos de tinta, con opiniones, críticas y largo etc. Sea como fuere, las Fuerzas Armadas llevan el peso de enfrentar el problema.

Existen diversos riesgos que padece el país, como la necesidad de proteger infraestructuras críticas, donde la seguridad del ciberespacio juega un rol importante. El cibercrimen, según el presidente de Telmex, Héctor Slim, en 2017, le costó a los mexicanos pérdidas por US$ 7.000 millones.

La presión demográfica de los países de América Central, ha llevado a millares a buscar suerte en Estados Unidos, atravesando México. Estos grupos humanos son víctimas de organizaciones criminales, que aprovechan a esta gente para lucrar en materia de trata de persona, encubrir el tráfico de drogas, etc.

Asimismo, quienes quedan en México, terminan convirtiéndose en parte de la masa de personas sumergidas en la pobreza, generando nuevos problemas, especialmente sociales. Ello no impide que estas masas emigrantes, grupos criminales, que quieren instalarse también en México como infiltrarse en Estados Unidos.

La porosidad de las fronteras, es algo a tener en cuenta. Esta crisis humanitaria, demanda una acción regional coordinada, cuya solución no pasa con el error de criminalizar a quienes emigran, sino en buscar soluciones mucho más profundas.

Otros desafíos para México, los desastres naturales, provocados por la naturaleza, como de la mano del hombre. La protección de la biodiversidad, del ambiente, como las acciones para mitigar el cambio climático son desafíos para el futuro de México. La desertificación, la pérdida de espacios cultivables, la depredación de recursos pesqueros, el tema del agua, tiene su impacto social, genera migraciones internas, que pueden derivar en escenarios de tensión.

Un sistema de defensa que demanda cambios profundos.

Las Fuerzas Armadas han incrementado sustancialmente su presupuesto, se estima que entre 2006 a 2018, el gasto militar creció un 120%, pero esto no se tradujo en mejoras operativas, como en materia de equipamiento. En el propio México, diversas voces señalan que las Fuerzas Armadas, carecen de estructura de mando conjunto, adecuada coordinación, como también equipamiento para la defensa externa del país.

Una justificación es por un lado la carencia de escenarios de conflicto exteriores, dado la que la prioridad es el crimen organizado, y la otra, la presencia de un vecino tan poderoso, Estados Unidos, que si llegara a intervenir, la respuesta a ello sería casi imposible.

Las Fuerzas Armadazas están pensadas para lidiar con conflictos internos, pero también con limitada eficacia. El sistema de inteligencia también tiene falencias, y existen serias limitaciones en el plano estratégico, operacional y táctico.

Las propuestas de cambios en la presidencia de Peña Nieto, no llegaron a nada, especialmente en materia de planeamiento conjunto, y un Estado Mayor en Operaciones, primer paso para la coordinación de las Fuerzas Armadas.

México a diferencia de los países de la región, mantiene un anacronismo, los asuntos militares y de defensa nacional, están en manos de la Secretaría de Defensa Nacional o SEDENA, que entiende en los asuntos relativos al Ejército y Fuerza Aérea, y la Secretaría de Marina o SEMAR, que entiende en los asuntos de la Armada de México. Nunca existió Estado Mayor Conjunto y la coordinación recae en el Presidente como comandante en jefe de las fuerzas Armadas.

Los militares cuentan con un elevado nivel de autonomía institucional, dado que la SEDENA como SEMAR, están encabezados por militares de máximo rango. Estos funcionarios forman parte del Consejo de Seguridad Nacional, como de otros organismos colegiados en materia de seguridad pública y de Protección Civil y Emergencias. Es escasa la información que proveen las secretarías militares sobre gastos, dado que el Congreso se limita generalmente aprobar las iniciativa del Poder Ejecutivo

La enorme cantidad de tareas asignadas a las Fuerzas Armadas, especialmente en materia de seguridad interna, ha llevado a la expansión en cantidad de efectivos y presencia territorial, pero no se tradujo en mejoras sustanciales de equipamiento.

Por razones políticas, históricamente las Fuerzas Armadas carecieron de sistemas de armas modernos, para la defensa ante una agresión externa, con excepciones, como fue en su momento la venta de cazas Northrop F 5 II Tiger.

Esto se vinculaba con el creciente poder aéreo de Cuba en tiempos de la Guerra Fría. Esto fue una excepción, dado que la Armada de México, recién los últimos años se ha beneficiado de mejoras en sus capacidades.

El Ejército cuenta aproximadamente con 203.000 efectivos, de los cuales uno 51%, forman elementos operativos, el resto fuerzas de apoyo y administrativos. Las fuerza terrestres cuentan con una decena de brigadas, un cuerpo de fuerzas especiales (destacándose los grupos aeromóviles de fuerzas especiales), y doce regiones militares (a su vez se dividen en 43 zonas). Cuenta con un importante parque de blindados, medios anticuados, pero aptos para las operaciones de seguridad interior, que incluyen 400 AMX VCI, vehículos de reconocimientos ERC 90 Lynx, además de un pequeños lotes de blindados de factora local (como el DN Toro) y una enorme flota de vehículos tácticos Hummer, etc. La artillería son piezas de 105 mm remolcadas.

Se carece de medios adecuados y modernos de defensa antiaérea y antitanque. La Fuerza Aérea, que depende del Ejército, cuenta con 12462 efectivos (incluye 1400 paracaidistas), cuenta con una numerosa flota de aeronaves, la mayoría aviones de transporte (C130, An 32, Boeing 737, C 27J, CASA CN 235/295), enlace (Cessna), patrulla y vigilancia (Embraer ERJ 145 AEW/C, Citation, etc), de ataque ligero y entrenamiento (PC 7 y T 6 Texan II), caza (F5 Tiger) y una importante flota de helicópteros ligeros y medios (Mi 17, Blackhawk, UH 1H, 212, 412, Súper Cougar, MD530F Defender) y de instrucción (SF260 y PC 7). La SEDENA gestiona el Sistema Integrado de Vigilancia Aérea, con una red de bases y estaciones de radar, que en este 2020 ha sido responsable de la interceptación de 69 aeronaves.

La Armada de México cuenta con unos 55.000 efectivos. La institución cuenta con dos Fuerzas Navales, con sus medios aéreos, anfibios y aeronavales, un Cuerpo de Infantería de Marina, una fuerza aeronaval que cuenta con 108 aeronaves (55 helicópteros) con capacidad para adiestramiento, búsqueda y rescate, reconocimiento y vigilancia. La flota cuenta con 4 patrulleros de altura Clase Sierra de 1200 t (evolución de los Holzinger, que operan 4), 4 Uribe de 980 toneladas, 4 Durango de 1550 toneladas, 4 Oaxaca de 1600 toneladas, 1 patrullero lanzamisiles clase Huracán (ex SAAR 4 israelíes), una fragata Clase SIGMA 10514, clasificada como Patrullero de Largo Alcance, buque mas moderno y dotado de moderno armamento antisuperficie y antiaéreo, y diez patrulleros costeros Stan Patrol 4207, de 250 toneladas, además de buques auxiliares de transporte, oceanográficos, remolcadores, etc.

La infantería de marina, cuenta con unos 25.000 efectivos, es una fuerza de elite, que agrupan a diez brigadas y tres fuerzas especiales. Por su nivel profesional ha sido punta de lanza para desarticular organizaciones criminales, como capturar poderosos jefes de carteles de drogas. Asimismo brinda protección a instalaciones estratégicas y portuarias.

Este es un breve repaso para tener una idea de las Fuerzas Armadas de México, que a todas luces precisan importantes cambios. La organización existente, a todas luces implica una dispersión de recursos y medios. Esto dificulta la ejecución de operaciones conjuntas para hacer frente a situaciones de emergencia nacional, como para librar la lucha contra el narcoterrorismo que asola al país. Es indudable que el principal desafío para la seguridad del país, son amenazas de carácter asimétrico.

En materia de organización, tomando de modelo a Estados Unidos, debería existir una Secretaria de Defensa Nacional, con liderazgo civil. Es indispensable la creación de un nuevo sistema de inteligencia, con agencias especializadas en el área de defensa, inteligencia criminal, seguridad de comunicaciones, ciberseguridad, inteligencia exterior, etc.

En atención a las amenazas que tiene México, tiene especial importancia la protección de objetivos estratégicos, las fuerzas especiales (que deberían quedar englobadas en un comando conjunto), invertir en modernos sistema de comando y control; redespliegue de las fuerzas, dando prioridad al control de fronteras, vacíos estratégicos, e incrementar el control de los espacios aéreos y marítimos. La creación de un Estado Mayor Conjunto, que asista al Secretario de Defensa en materia de planeamiento y adiestramiento militar conjunto. Establecer como mínimo dos teatros de operaciones (Norte y Sur), con sus comandos conjuntos, directamente subordinados al Presidente. Organizar una reserva estratégica con fuerzas mecanizadas, fuerzas especiales, infantería de marina y tropas aeromóviles.

Las inversiones en materia de equipamiento, que deberá tener criterio racional, acorde una estrategia nacional en la materia, debe tener como ejes mejorar la movilidad táctica, ciberseguridad, guerra electrónica, vigilancia y control de los espacios aéreos y marítimos, estandarización del parque blindados del ejército, localización y seguimiento de blancos, poder de fuego, protección individual del soldado, combate nocturno, además de mejoras en materia de control del espacio marítimo.

Las Fuerzas Armadas deben mejorar el adiestramiento, en especial para superar problemas en materia de apoyo aéreo cercano, operaciones conjuntas, combate urbano, mejoras en materia de movilización de reservistas para casos de emergencia, como elevar la calidad y operatividad de estos. Es indispensable programas de mejora de calidad de vida del personal militar y sus familias.

El país cuenta con capacidad industrial que precisa un ordenamiento, para que pueda brindar soluciones a los requerimientos militares, y también facilitar la exportación, algo vedado por ley, a países de la región, como también instrumentar mecanismos de ayuda. México tiene un importante potencial para producir ingenios blindados, armamento portátil, municiones, componentes aeronáuticos e industria naval.

La situación geopolítica de México, impone al país serios desafíos, que ponen en riesgo la estabilidad del país en el mediano plazo. Las amenazas con las que tienen que lidiar los mexicanos, demandan importantes cambios, no solo de leyes, reformas institucionales, sino también del tipo cultural.

En materia de seguridad, es indispensable la cooperación internacional, dado la magnitud del problema, lo que sin ninguna duda requiere un verdadero golpe de timón, especialmente en relación a Estados Unidos, teniendo siempre en claro, que las soluciones a los problemas de México, requieren una estrategia propia, lejos de políticas que a pesar que no se reconozca públicamente, fueron de alguna manera impuestas.