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Myanmar: La dictadura eterna

El golpe de los militares en febrero de 2021, forma parte de un largo proceso de control político de la casta militar sobre los destinos de la antigua Birmania. La historia del régimen militar se remonta a 1988, con el fin del régimen de la “vía socialista birmana”, inaugurado por un militar, el general Ne Win en 1962, que terminó en un régimen aislado internacionalmente, y del cual poco y nada se sabía.

Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director Diario El Minuto Argentina


La historia birmana es rica y compleja, y padeció los traumas de la descolonización, acarreando conflictos internos, especialmente con minorías nacionales, siendo el caso más dramático el de los rohyngá, víctimas de prácticas genocidas.

La historia de Birmania es rica y se remonta hasta el siglo IX a.C. cuando se observaron los primeros asentamientos agrícolas. Recién hacia el siglo II a.C. las civilizaciones mon y pyu, alcanzaron suficiente grado de desarrollo y aparecieron diversos reinos. Los primeros aportaron a la cultura birmana, el budismo y la escritura “pali”.

Los segundos vivieron en ciudades estados, destruidos por el reino Nan Chao hacia el siglo XI. El vacío de poder, permitió el desarrollo del reino birmano de Pagan. Hasta la conquista mongola en 1283, el reino birmano tuvo un extraordinario desarrollo cultural. La retirada de los mongoles en 1301, encontró al país fragmentado en reinos, unificados en el siglo XVI, cuando el país se convirtió en una potencia regional que extendió su poder hasta Laos y Tailandia. Los birmanos estuvieron en pugna con otros pueblos como los llamados “Estados Shan”, pero el triunfo de la dinastía Taungoo, dio el máximo esplendor al país.

El siglo XVIII fue una época de conflictos armados, donde se vieron involucrados los europeos, especialmente los británicos, presente en India, como también con China y Siam. Las campañas de expansión a principios del siglo XIX, llevaron a las fuerzas birmanas a la conquista de territorios a la mal defendida frontera oriental India.

Esto desató la primera Guerra Anglo Birmana (1824-26). La derrota birmana, extendió el dominio británico, que se amplió aún más con la Segunda Guerra Anglo Birmana. La expansión francesa en Indochina, preocupó a Londres, que terminó en una tercera guerra, en 1885, incorporando el resto de Birmania al imperio británico de la India. Durante el dominio de Londres, el país se convirtió en un proveedor de arroz, que generó importantes cambios en las estructuras tradicionales de la economía del país.

La lucha nacionalista apareció a principios del siglo XX, donde apareció un personaje peculiar, “U Dhammaloka, de origen irlandés, pero que adoptó la fe budista y el estilo de vida birmano. Los birmanos o “bamars” estaban excluidos de la administración, en manos de funcionarios anglo birmanos, británicos e indios. En la década del 30, tiempo de agitación, terminó en una rebelión abierta. Los británicos respondieron con dureza y uno de los principales cabecillas fue ejecutado. La agitación continuó, teniendo como figuras representativas a Aung San (padre de la actual Premio Nobel de la Paz) y Ko Nu.

Finalmente en 1937, los británicos separaron jurídicamente Birmania de la India, creando un gobierno responsable separado. El país fue ocupado por Japón y objeto de importantes batallas, dado que a través de Birmania, los japoneses buscaban avanzar sobre la India y el Sur de China. Bajo la ocupación, sectores apoyaron a Tokio, como Aung San, que fue jefe del Ejército de Birmania Independiente.

En 1943, los japoneses crearon un estado fantoche, con un gobierno títere, mientras que las minorías nacionales y sectores de la población birmana, apoyaron a los Aliados. En 1945, el llamado Ejército de Birmania independiente se levantó contra los japoneses, mientras que el país era nuevamente reconquistado por los británicos.

El costo de la ocupación japonesa fue de unos 200.000 civiles. Finalmente, el hábil Lord Monutbatten, con gran tacto político, evitó represalias contra los nacionalistas que colaboraron con los japoneses en 1942. En 1946, las huelgas paralizaron al país, lo que obligó a negociar con los nacionalistas y preparar la independencia. En 1948, el país alcanzó la independencia, y optó por no ser parte de la Commonwealth. En 1962, un golpe de estado liderado por el general Ne Win, inauguró el Camino Birmano al Socialismo.

El régimen establecido en 1962, significó el aislamiento internacional del país, y la implantación de un sistema de partido único, y por ende una dictadura de hecho. En 1988, el régimen estaba en plena crisis, con una situación social inestable, agregándose la rebelión de las minorías nacionales. Las fuerzas armadas tomaron el poder, implantaron el Consejo Estatal de Restauración de la Ley y el Orden. En 1989, el país pasó a llamarse Myanmar, abandonando el nombre de Birmania. La justificación era que el nombre elegido, no se relacionaba con la etnia mayoritaria del país, una mera declaración de intenciones, en un país con 135 etnias, que han padecido por décadas las políticas represivas y de aculturización del dictador de turno.

Otras de las medidas tomadas por el régimen fue convocar, una asamblea constituyente, donde ganaron la mayoría de los escaños el opositor Liga Nacional por la Democracia o LND. La dictadura no aceptó el resultado y los principales referentes fueron arrestados, destacándose la figura de Aung San Suu Kyi, hija de Aung San, considerado referente de la independencia nacional.

El régimen militar fue objeto de duras críticas por violaciones a los derechos humanos, agregándose la represión contra las minorías nacionales. Los intentos de alcanzar la paz fueron siempre frágiles. País vedado a los extranjeros y con muchas limitaciones, de alguna manera facilitó que poco se supiera de la situación política.

El desgaste del régimen, llevó a reformas en 2011, que terminaron con el arresto domiciliario de Aung San Suu Kyi, la liberación de cientos de presos políticos, la formación de una comisión de derechos humanos, y otras medidas de apertura política.

Cabe recordar que el régimen en su momento trasladó la capital de Rangún, a Naypyidaw, más al norte, de alguna manera para estar alejado del eje de protestas de dicha gran ciudad. Las elecciones de 2012, la LND; obtuvo un importante triunfo, como también en las elecciones parlamentarias de 2015.

Dado que la Constitución impide que Suu Kyi fuera electa presidente, fue designada por el presidente Htin Kyaw, Consejera de Estado, jefa de gobierno de hecho, además de tener cargos de Ministro de Exteriores. Pero el poder militar era una realidad, y ella no quiso enfrentarlos, lo que fue objeto de agrias críticas, especialmente por las prácticas genocidas a los rohyngá, minoría musulmana, que desde hace décadas fueron privados de derechos políticos y civiles, incluyendo la ciudadanía.

La represión del ejército y fuerzas de seguridad birmanos, terminó con el exilio de casi un millón de dicha minoría musulmana a la empobrecida Bangla Desh, donde viven en condiciones alarmantes.

Suu Kyi, ha mostrado un lado realmente cuestionable, sobre el drama rohyngá, al reconocer dudas, sobre si este grupo tiene derecho a la ciudadanía (es una minoría nacional que está presente desde el siglo XVIII) Las otras minorías, como los Karen, shan, están en conflicto con los militares. No cabe duda que el silencio sobre estas prácticas genocidas, tiene que ver con garantizar el apoyo de la mayoría de la población, que es de etnia bamar.

Las reacciones internacionales sobre el comportamiento de Suu Kyi fueron duras, incluso hubo una campaña para revocarle el Premio Nobel, algo que la misma Fundación Nobel, expresó que no tiene previsiones al respecto.

El obispo sudafricano Desmond Tutu, viejo luchador contra el apartheid, tuvo críticas, y diversas instituciones de prestigio le retiraron menciones especiales, como el Memorial del Holocausto de Estados Unidos. Incluso el parlamento canadiense se pronunció contra el comportamiento de Suu Kyi. No cabe duda que el comportamiento de la Sra Suu, ha sido deplorable, dado que durante años, se ha mostrado como una defensora de los derechos humanos, y por cuestiones políticas internas, ha tolerado la violencia hacia los rohyngá. Agregándose que poco avanzó sobre los derechos y una solución política hacia las minorías nacionales, cuyo autogobierno, es papel mojado. En enero de 2020, la Corte Internacional de Justicia se pronunció contra el grave riesgo que corrían los rohynga e hizo un llamado al gobierno de Myanmar a tomar medidas.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en 2017, tomó parte de la crisis rohyngá, con la gravedad que dos periodistas de la célebre agencia Reuters fueron arrestados, aplicándose viejas leyes nunca derogadas de tiempos del imperio británico, lo que generó un escándalo internacional.

Estos hechos ponen en evidencia que el poder militar seguía en las sombras y que el LND, con Suu Kyi a la cabeza, de alguna manera tenían una suerte de coexistencia. Impulsada por China, país que ha tenido estrechas relaciones con la Junta Militar de 1988-2012, dado los fuertes intereses económicos y estratégicos que tiene el país. Volviendo al tema de los musulmanes, lo más escandaloso fue la defensa que la consejera de Estado, hizo de los militares ante la Corte Internacional de Justicia, en 2019, cuando dicho organismo había convocado audiencias para investigar los crímenes contra los rohyngá.

Suu Kyi, a pesar de mirar hacia otro lado, como los militares seguían siendo un estado dentro de otro estado, fue derrocada en febrero de 2021, junto con todo el gobierno del LND. Los militares, declararon que las elecciones de noviembre de 2020, donde el LND había triunfado, fueron declaradas fraudulentas. Sectores opositores azuzados por la cúpula militar, iniciaron una importante campaña, para boicotear los resultados, dado que el 80% del país le dio su apoyo al LND.

Los expertos debaten las razones, porque los militares tomaron el poder. Posiblemente la victoria aplastante del LND sea motivo de preocupación, por temor a reformas, difíciles de emprender, dado que el 25% de los escaños son controlados por los militares, además de los ministerios de Defensa, Interior y Asuntos fronterizos. Es posible que los militares quieran erosionar al partido LND y la figura de Suu Kyi, muy deteriorada en el plano internacional por su tolerancia a la violencia a los rohyngá. Los militares no quieren ceder terreno y aspiran a mantenerse como únicos árbitros de la vida birmana.

Existen poderosas razones económicas, dado que ligado a las fuerzas armadas, hay poderosos intereses, especialmente con la explotación de los recursos naturales. La Organización Internacional del Trabajo denunció condiciones de reducción a la servidumbre de cientos de miles de birmanos, trabajadores en empresas o corporaciones ligadas a los militares. Otro interés, ya más oscuro, el tráfico de drogas, objeto de un conflicto armado de décadas contra guerrillas en el llamado “Triángulo de Oro” donde confluye la frontera con Tailandia y Laos. Allí están importantes plantaciones de opio, generador de miles de millones de dólares para quienes controlan el comercio de dicho estupefaciente.

Las fuerzas armadas conocidas como Tatmadaw, son instituciones opacas, extremadamente herméticas, especialmente en el alto mando, lo que impide conocer las intenciones, los mecanismos de decisiones, y los actores principales del poder militar. El líder indiscutible es el general Min Aung Hlaing, quien logró mantener la cohesión y lealtad de los militares, luego de años de estar bajo la sombra de Than Shwe, dictador del país hasta 2011.


El líder indiscutible es el general Min Aung Hlaing.


Los militares han sido impulsores de una suerte de nacionalismo, donde prevalece lo birmano y budista, pero no ha logrado consolidar una base social lo suficientemente poderosa, por ejemplo a través del partido que controla el USDP o Partido de el Desarrollo Unión y Solidaridad. Es por ello, los temores sobre la influencia de la “Señora” como se la conoce popularmente a Suu Syi.

Las Fuerzas Armadas cuentan con 550.000 efectivos, siendo el grueso de ellos, soldados del servicio militar obligatorio por dos años. El comando en jefe recae en un militar, que tiene plena autonomía en relación al poder político civil. El ejército es la rama más numerosa e importante, cuenta con equipamiento moderno, tiene como proveedores tradicionales a China, Rusia, India, Ucrania y una creciente industria local, en manos de un conglomerado industrial estatal. La marina con 19.000 efectivos está en un proceso de expansión, con un programa de construcción de fragatas, la llegada de un submarino de origen ruso (cedido por la Marina India y acondicionado por dicho país), la adquisición de un buque de desembarco.

En lo referente a la Fuerza Aérea, con 23.000 efectivos, teniendo como principal medio de combate los cazas MIG 29 rusos, seguidos por SU 30, y cazas de origen chino, ente ellos los modernos JF17, además de una importante flota de helicópteros y aviones de transporte, la mayor parte rusos y chinos, seguidos de material de Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido, Suiza e Italia.

China es un actor clave en Birmania/Myanmar, y como hemos señalado antes, ha influido en la política interna. Por eso para muchos, la presión sutil de Pekín, tiene que ver con el comportamiento de la “Señora” frente a las violaciones de derechos humanos de los militares. También los chinos han apoyado de alguna manera los grupos insurgentes en su momento, lo que seguramente obligó a los militares a depender de China como proveedor de equipamiento, dado el aislamiento internacional.

Pekín está detrás de grandes proyectos, central hidroeléctrica de Myitsone o el desarrollo del puerto de aguas profundas en Kyauk Pyu, en este último caso con un costo de Us$ 10.000 millones. En cuanto a la central hidroeléctrica, está se ubica en el norte, en las nacientes del río Irawadi, lo que generó resistencias por su alto impacto ambiental y el gobierno de Suu Kyi ha nombrado una comisión.

Veremos qué pasa con el gobierno militar, que posiblemente haga la vista gorda. China con el puerto de aguas profundas busca evitar depender de los estrechos de Sunda y Malaca, pero Myanmar tendría una mayor dependencia de China. Este país lleva a cabo un programa de construcción de puertos, con el objeto de proyectarse sobre el Índico. La India ha tomado nota de ello, y no en vano tiene un ambicioso programa naval.

Nueva Delhi, ante el avance chino, se acercó al régimen birmano, destacándose la cesión de un submarino Kilo, de diseño ruso. Asimismo patrocina la construcción de una carretera que uniría India, Myanmar y Tailandia. En lo referente al tema rohyngá, India apoya de alguna manera las acciones hostiles hacia los musulmanes. El primer ministro Modi, viene de un partido nacionalista, hostil con los musulmanes.

Estados Unidos tampoco hizo nada ante las denuncias por las matanzas de rohyngá. La Casa Blanca, ha sido muy cauta, dado el valor estratégico del país, especialmente por los recursos que posee. La apertura económica desde principios de la primera década del siglo XXI, atrajo capitales extranjeros, especialmente chinos. El gobierno civil estimuló a los capitales de Europa y Estados Unidos, en áreas energéticas y telecomunicaciones.

Estamos ante un país de 53 millones de habitantes, lo que ofrece un interesante mercado. La existencia de mano de obra y barata, trajo aparejado el interés de importantes corporaciones. En 2015, fue creada la primera zona especial, donde se han radicado intereses japoneses. Pero aún hay que afrontar dificultades, como la corrupción en manos de los militares, problemas de infraestructuras, mano de obra poco calificada, y falencias legales.

Myanmar es uno de los grandes productores de jade, gran parte de esa riqueza extraída en el estado de Kachin, ha beneficiado los bolsillos de unos pocos, entre ellos la familia del general Than Shwe, ex dictador del país. Se habla de beneficios por US$ 200 millones. El petróleo, las piedras preciosas (especialmente los rubíes), metales, la madera (es un gran exportador mundial), generan interés de múltiples actores.

Los militares de manera pragmática lo han explotado, y de alguna manera han roto el aislamiento, pero su dependencia política – económica de China, es el precio que deben pagar para salir impunes de sus atropellos. Tímidamente buscan proveedores en India y Rusia, para modernizar las fuerzas armadas, en un intento de trasladarlo al plano político.

El expolio de las riquezas ha llenado los bolsillos de una poderosa casta militar, que no está dispuesta a ceder ni un ápice su poder político y económico. Los crímenes contra la humanidad perpetrados a los rohyngá seguramente quedarán impunes, dado que esto no afecta los grandes intereses internacionales.

Los militares buscan nuevamente controlar directamente el poder político, pero veremos si pueden hacerlo ante partido como la LND y su líder Aung San Kyi, que tienen una importante base social. Por lo visto el camino será la represión y un potencial rebrote de violencia de las minorías, que ven como importantes recursos son sustraídos a cambio de nada. Por lo tanto Myanmar parecerá ser el país de la “eterna dictadura”.

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