Thomas Sankara: “El Che Guevara” de África 

Jorge Suarez Saponaro
Jorge Suarez Saponaro
Columnista | Diario el Minuto

Yo, Sankara, estoy de paso, lo que debe quedar es el pueblo.

Hace cuarenta años, en 1984, la entonces República de Alto Volta, cambió de nombre por el de Burkina Faso, en el marco de un interesante proceso revolucionario, liderado por capitán Thomas Sankara.  Tuvo un final trágico, cuando las fuerzas del neocolonialismo, estrechamente ligados a intereses franceses, acabaron con su experiencia progresista. Sankara, por sus reformas radicales, pasó a la historia como el “Che Guevara” africano.

 Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina

Burkina Faso es uno de los países más pobres que se encuentra en la empobrecida África. Hasta 1984 era conocida como Alto Volta, nombre heredado desde los tiempos de la colonización francesa. El país tiene una larga historia y estuvo en conflicto con los legendarios imperios de la región del Sahel, como el Imperio de Malí o el Imperio Songhay. Los mossi que son la etnia mayoritaria de las tierras del antiguo Alto Volta, crearon también un estado centralizado en pugna con sus vecinos. La independencia de los principados mossi perduró hasta las expediciones francesas de fines del siglo XIX. El proceso de islamización fue tardío y llegó a principios del siglo XIX con los peules.

Hasta el día de hoy, la población musulmana es del 50% aproximadamente. La resistencia a la presencia francesa fue superada y los príncipes mossi, suscribieron acuerdos de protectorado, dando origen a la colonia del Alto Volta. En determinados momentos, el protectorado fue disuelto y su territorio dividido en colonias francesas vecinas. Solo por presión de gobernantes tradicionales, especialmente por la cuota de sangre pagada por soldados burkineses en la Segunda Guerra Mundial – y también en la Primera – el gobierno francés reconoció el derecho a restablecer el antiguo gobierno colonial, restableciendo los límites de lo que hoy conocemos como Burkina.

El Alto Volta siguió el mismo camino que la mayoría de las posesiones del África Francesa, en el marco de un proceso concesión de autonomía hasta llegar a 1958. En dicho año fue creada república de Alto Volta dentro de la Comunidad Francesa y para noviembre de 1960, el Alto Volta declaró su independencia, teniendo a Maurice Yameogo, como primer presidente. El flamante jefe de estado fue derribado por un golpe de estado. Desde 1966 hasta los 80 el país fue sacudido por diversos golpes y un constante clima de inestabilidad política.

Destacándose en dicho período la figura del coronel Lamizana.  Su régimen militar perduró por varios años, con una política de cierto corte nacionalista y una reforma constitucional para legitimar su poder. La crisis económica y la agitación social, llevó a su caída por otro golpe militar. El nuevo presidente, el coronel Saye Zerbo, gobernó hasta 1982, cuando perdió apoyo popular y especialmente de los sindicatos. Derrocado por su ministro de defensa, Jean-Baptiste Ouédraogo, médico militar, de tendencia moderada, designó como primer ministro Thomas Sankara. La postura moderada del primero y la radicalizada del segundo, llevó a la caída en 1983 de Ouédraogo.

En 1983 cuando Sankara llegó al poder, el país tenía una población de siete millones donde el 80% eran campesinos y el 98% de analfabetos y una esperanza de vida de 40 años.  El Consejo Nacional de la Revolución se hizo cargo del país, estaba formado por los capitanes Blaise Compaoré, Thomas Sankara y Henri Zongo. Al cumplirse un año de estar en el poder, el país cambió el nombre de Alto Volta, por Burkina Faso, que en idioma mossi, significa “país de los hombres honestos”. Comenzaba una etapa de cambios único en el país.

Sankara y las reformas

Thomas Sankara, de origen modesto, hijo de un matrimonio entre un mossi y una mujer fulani, ambos católicos, de una casta menos favorecida. A los 19 años ingresó a la carrera militar. Fue formado en la Escuela de oficiales del ejército de Madagascar Allí presenció revueltas populares y se puso en contacto con los escritos de Marx y Lenin.  En 1974, como oficial luchó en la corta guerra por la franja de Agacher contra el vecino Mali, donde se destacó por su valor.  Era un personaje popular, dado que en sus tiempos libres era músico. En 1976 junto a sus compañeros del golpe de 1983, habían creado una asociación de oficiales comunistas.

En 1983 el gobierno de Ouédraogo había puesto bajo arresto a los futuros líderes de la Revolución. La visita del hijo del presidente Mitterand y asesor en temas africanos, generó mayor malestar en el país, donde existía una fuerte tensión como resultado del arresto de Sankara y sus camaradas. Finalmente, en 1983, Sankara con 33 años derribó al gobierno y asumió la jefatura del estado. Pronto lanzó un programa de reformas radicales.  Las primeras medidas, fueron contra los jefes tribales, terminando con el pago de tributos y trabajo obligatorio que estos exigían en las aldeas.

Siguiendo el modelo de otros países socialistas, creó comités de defensa de la revolución y un servicio nacional popular, instaurando el servicio militar universal.  El “Che Guevara del África” como era conocido el joven presidente, puso especial énfasis en reformas sociales, destacándose mejoras para la mujer, cuya situación era sumamente precaria y sin derechos. La poligamia, la ablación de genitales femeninos, matrimonios forzados fueron prohibidos por la Revolución. El capitán Sankara dijo al respecto cuando lanzó las reformas: La revolución y la liberación de la mujer van unidas. No hablamos de la emancipación de la mujer como un acto de caridad o por una oleada de compasión humana, es una necesidad básica para el triunfo de la revolución. Las mujeres ocupan la otra mitad del cielo. En el marco de los cambios, el gobierno tuvo funcionarios mujeres, algo inusual en África Occidental.

Las reformas económicas buscaron la autosuficiencia alimentaria, imponiendo una reforma agraria, terminando con los viejos privilegios feudales de los jefes tribales. Promovió la forestación, para combatir la desertificación de la región del Sahel, anticipando el cambio climático. Fueron lanzados programas de viviendas y un peculiar plan de construcción de 400 km de vías férreas llevadas a cabo por obreros locales, sin ayuda externa.  En el marco de un programa socialista, fueron nacionalizadas tierras y explotaciones mineras. En materia sanitaria también lanzó programas de mejora y fue el primer país de África que reconoció el drama del SIDA.  Una medida realmente trascendente fue la vacunación de dos millones de niños.

La popularidad, no solo en el país, sino fuera fue dada no solo por su carisma, sino por una serie de gestos que incluyó la venta de la flota de automóviles Mercedes Benz de uso oficial, reemplazado por el modesto y barato Renault 5 para todos los ministros y altos funcionarios.  Fue prohibido el uso de chóferes, viajar en primera clase en vuelos al exterior y fueron reducidos sustancialmente los salarios de los altos funcionarios.  Intentó crear un frente de países con deuda externa. Obligó a funcionarios a destinar un mes de salario a obras de interés público.  Se negó a instalar aire acondicionado en su despacho como otros despachos oficiales, alegando que los hogares del país no disponían de ese lujo, por lo tanto, los altos funcionarios debían seguir el ejemplo.

Sankara, por su formación marxista, era admirador entre otros revolucionarios del líder argentino cubano, Ernesto “Che” Guevara.  Intentó trasladar el modelo cubano a la realidad africana, así observamos la creación de comités de defensa de la revolución – que fueron protagonistas de bastantes abusos –  tribunales revolucionarios, y los “pioneros” donde los niños recibieron formación similar al cubano.  La prensa también fue censurada y el régimen buscó “encuadrar” a la población detrás del programa revolucionario. En un país con elevados niveles de analfabetismo, tradiciones tribales muy arraigadas y con un apoyo limitado por parte de los militares, los cambios tuvieron un alcance limitado. Para que estos rindieran sus frutos, especialmente en los programas de educación y salud, Sankara precisaba tiempo, además de respaldo internacional de mayor peso. Libia apoyó el proceso político burkinés por un tiempo, pero la apuesta de Sankara por la “autosuficiencia”, le privó de aliados internacionales para hacer frente a sectores internos y actores regionales ligados a Francia.

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El expresidente de Burkina Faso Blaise Compaoré se resigna y pide perdón a la familia de Thomas Sankara.

Las políticas de Sankara eran abiertamente contrarias a los intereses franceses y de sus aliados en la región, especialmente del presidente de Costa de Marfil. Houphouët-Boigny, donde la juventud de su país veía con mayor simpatía al joven presidente revolucionario de Burkina.  El coronel Compaoré, sería el aliado del presidente de Costa de Marfil y de los intereses franceses, y el traidor que llevaría a cabo el golpe que derribaría a Sankara. El temor de los franceses era que el ejemplo de Burkina se contagiara a países de su influencia, a pesar que el proceso de cambios en dicho país, recién empezaban. Antes que el régimen se consolidara, era necesario eliminarlo.

Caída y muerte de Sankara.

En 1987, los abusos de los comités de defensa de la revolución, llevaron a Sankara a pedir perdón públicamente y a buscar enmendar los errores. La tensión con Costa de Marfil y Togo era creciente. En 1986 un comando mercenario proveniente de Ghana intentó derrocar al presidente togolés, Eyadema. Este acusó al régimen de Sankara estar detrás del intento golpista y comenzó una campaña para mostrar al régimen de Burkina como un factor de desestabilización. El coronel Compaoré, fue nombrado en dicho año, primer ministro por Sankara.

El nuevo jefe de gobierno le gustaba la buena vida y era intrigante, a diferencia de Sankara que adoptaba la “autocrítica” al mejor estilo marxista y al debate ideológico frontal. Incluso en la tentativa de golpe de 1984, se negó a fusilar a los conspiradores, mientras que su “amigo” Campaoré que era partidario del uso abierto de la violencia.  El 15 de octubre de 1987, Sankara y otros doce oficiales fueron asesinados en el cruento golpe que lideró su “amigo” Campaoré, con apoyo de Costa de Marfil y Togo.  La excusa del golpe era el deterioro de las relaciones entre Burkina Faso y Francia, además de sus dos aliados regionales, situación que afectaba la seguridad nacional. Los comités de defensa montaron una resistencia contra el ejército, sin gran éxito. Esto duró unos días. El cuerpo de Sankara, fue desmembrado y enterrado en una tumba anónima.

El nuevo gobierno que sucedió a la revolución de Sankara, dio por terminado el proceso de transformación social y económica, adoptó recetas del FMI, la influencia francesa se hizo presente en la política y economía. De la revolución solo quedó el nombre del país, Burkina. El gobierno de Campaoré, siguió el modelo de muchos países de la región: subordinación a la antigua potencia colonial, políticas neoliberales, corrupción, nepotismo.  El régimen de Campaoré, se había legitimado por medio de una Constitución hecha a “la medida”. Finalmente, tras 27 años de abusos, hubo una revuelta civil en 2014 que terminaron con su gobierno.

Los militares quisieron volver al viejo orden, pero la comunidad internacional no lo toleró, abriendo paso a un nuevo proceso político. La Justicia en 2015, sobre la base una docena de cuerpos hallados – en base a testimonio de un testigo que salvó su vida en las ejecuciones llevadas durante el golpe contra Sankara – determinó que uno de ellos era el del capitán Thomas Sankara. Habían sido acribillados a balazos por orden de Campaoré, siendo su ejecutor el que luego sería el jefe de los servicios de seguridad de la presidencia. El ex presidente Campaoré, refugiado en la vecina Costa de Marfil y por ende no rindió cuentas sobre el cruento golpe de 1987.

En 2007 al cumplirse treinta años de la desaparición de Sankara, en toda África fue recordada su figura, como un ejemplo de coherencia ideológica y ante todo honestidad. Mas allá de sus errores políticos, el capitán Sankara, fue un hombre honesto y vivió acorde a sus principios ideológicos. Mostró un camino original para mejora la calidad de vida del pueblo, sin necesidad de depender de la ayuda extranjera, la lucha contra la corrupción, la reformas económicas y sociales, que tenían como objetivo romper con abusos. Su política agraria, sumamente original, le permitió al país ser autosuficiente e iniciar un tímido cambio a través del desarrollo de cultivos comerciales, como el algodón. Las deficiencias en materia de cuadros técnicos, no impidió lanzar programas de obras públicas, con recursos nacionales.

En materia de medio ambiente tomó conciencia de la gravedad de la desertificación de la región del Sahel con un original programa de forestación (hoy muy grave y que expulsa a millares de personas hacia grandes ciudades de África Occidental y también a buscar suerte en Europa, en un camino que a muchos les cuesta la vida).  Reconoció el drama del SIDA (verdadero flagelo en África, donde hay países con casi de la mitad de la población infectada) y el valor de la educación.  Sankara buscó sacar a su país de las garras del neocolonialismo y el atraso, intentando buscar desmantelar las estructuras que impedían un cambio social, político y económico profundo. En ese camino, tocó intereses poderosos y le costó la vida.

El régimen político resultante del golpe de 1987, finalmente tuvo su final con un golpe militar en enero de 2022, ante la incapacidad del gobierno y su aliado francés de lidiar con el drama del terrorismo. En septiembre de dicho año, un nuevo golpe reorientó la política exterior del país, acercándose a sus vecinos africanos y tomando una clara distancia de Francia. De alguna manera, el legado de Sankara no ha muerto.

La leyenda de aquel joven capitán, se mantuvo viva, no por sus ideas políticas, sino más bien por su coherencia, honestidad y patriotismo, trascendiendo las fronteras de su país, donde claramente las sociedades africanas exigen un cambio de rumbo para romper las pesadas cadenas del subdesarrollo.

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