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Perú, Habló el Dios Sol y Anunció Buena Cosecha

El Inti Raymi o la Fiesta del Sol, celebración instituida por el Inca Pachacútec hace 591 años en el imperio del Tahuantinsuyo, anunció en junio del presente año (Pampas de Sacsayhuamán) el divino presagio para el nuevo año andino contenido en un corazón auquénido: “Habrá buena cosecha con buen tiempo”.

Testigos presentes fueron el presidente, Francisco Sagasti Hochhausler, ministros, gobernadores del Perú, el pueblo del Cusco y todo el país ¡Cuánta necesidad de oírlo!

Por: Gary Ayala | Director Diario El Minuto Perú


Una expresión sísmica originada en la corteza terrestre al sur de Lima, precedió a la ceremonia del 24 de junio, cuando el solsticio de invierno cubrió los territorios del grandioso imperio incaico el mismo que abarcó a cuatro comarcas en 1’700,000 kilómetros: Chinchaysuyo (Costero, cordillerano y estratégico) y Antisuyo (Selvático) que llegaron por el Norte hasta Pasto, Río Ancasmayo en Colombia, incluido Ecuador; además, el Contisuyo (Pequeño suyo desde la cordillera hasta la costa del Océano Pacífico); y Collasuyo (Cordillerano, costero y más extenso hacia el sur) hasta pasar por Bolivia y llegar a las Pampas de Tucumán en Argentina y al río Maule en Chile.

La complicada y actual crisis socio política del país blanquirrojo requería de buenas noticias venidas desde las entrañas telúricas, cosmovisión andina y las fuerzas del universo que sustentaron el alma de los antiguos peruanos, hacedores ellos de obras monumentales y perdurables en el tiempo, y constructores de una sociedad sin mendigos y sin pobreza quienes inspiraron el código moral: Ama Sua (No seas ladrón), Ama Llulla (No seas mentiroso) y Ama Quella (No seas flojo) que la Organización de las Naciones Unidas aprobó cómo código universal en setiembre del 2015.

Las perturbaciones al orden constitucional de parte de grupos políticos, religiosos, empresariales, broadcasters y de otros círculos afines a la corrupción -alineados para socavar el estado de derecho peruano y la estabilidad democrática por intereses de lucro y evasión del peso de la ley- han sido advertidos que no prosperarán tal como anunció también Inkarri, Dios de justicia quien prometió volver con el resarcimiento de todos los derechos conculcados al pueblo de Manco Cápac. Mítica esperanza.



El Wawa Inti Raymi (nombre original quechua) se celebraba durante 15 días con la participación de los curacas de los cuatro suyos quienes renovaban su lealtad al Inca, al Estado y su divinidad. Una figura que asemeja en pleno siglo XXI a la renovación formal del respeto por una institucionalidad societal.

Pertinente señalar, que las fuerzas extranjeras que incursionaron en la sociedad incaica por la vía de las armas, la voracidad además de las figuras del engaño y la traición -amén de la imposición de un nuevo credo religioso- prohibieron en 1572 la continuidad del Inti Raymi por considerarlo “Idólatra”. Fue con el virrey, Francisco Álvarez de Toledo.

Pero, 372 años después, en 1944, el espíritu del Dios Sol volvió a expresar la voz de la nación quechua y de la civilización que inmortalizó a los hombres nacidos del polvo de los andes. Resurgió el canto de quienes instituyeron el trabajo realizado con fiesta, de quienes produjeron frutos entre los pedregales, de los autores de grandiosas arquitecturas levantadas entre los abismos y de los ingenieros que construyeron majestuosos caminos entre las cumbres e increíbles acueductos aún en funcionamiento.

La celebración se circunscribe actualmente al ámbito turístico y cultural, no obstante, el gesto de conmemorar la festividad no merma su gran significado de reivindicación histórica.

En el contexto de los tiempos neo globales, el Inca mantiene su performance de soberano y su Estado es la suma de sucesos militares, culturales, míticos, agrícolas y educacionales -entre otros- que se estudian desde la ciencia social. Nunca ha concluido el hallazgo de nuevos conocimientos.

Buena cosecha con buen tiempo, edicto recibido en la Fiesta del Sol 2021, es precisamente el don que requiere el Perú en estos momentos. La soberbia enquistada en sectores que buscan un golpe de Estado sin importarles la estabilidad del Perú frente a un mayoritario sector del país que exige cumplimiento de la Constitución y defensa del sistema democrático, encarna el estremecimiento de 33 millones de peruanos que, ojalá haya sido considerado, antes de revelar el veredicto dado en las pampas cusqueñas.

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