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Timor Oriental: Del Genocidio a la Independencia

El Minuto | En 2002, luego de estar bajo un período de administración internacional en manos Naciones Unidas. Timor Oriental o Timor Leste, ex colonia portuguesa invadida por Indonesia en 1975, alcanzaba la ansiada independencia, tras décadas de ocupación y una cruenta guerra de liberación que costó más de 180.000 víctimas y la devastación del país. Pronto se cumplirán dos décadas de la independencia de este país, y traemos a los lectores, la historia de un drama poco conocido en América latina.


Agradecemos el aporte realizado para hacer esta nota, hecha por el embajador de Timor Oriental, en Cuba. Sr Loro Horta

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina


La República Democrática de Timor Leste es un país del Sudeste de Asia, que comprende la mitad oriental de la isla de Timor, la isla Atauro, y el islote Jaco, y el enclave en el sector occidental de Oecussi. En este país de 14874 km2 donde habitan un millón cien mil habitantes. Sus idiomas oficiales son el portugués y el tétum, lengua aborigen. La mayoría de la población es católica. Es una república de corte parlamentario, que en los primeros años, tuvo que sortear la crisis entre las fuerzas armadas y la policía, que terminó en un intento de golpe de estado, en 2006, que gracias a la asistencia internacional, Timor Oriental es una democracia consolidada.

El poblamiento de Timor, data de hace más de 40.000 años, con sucesivas oleadas migratorias. La isla, desde tiempos remotos, estuvo en las redes comerciales del Sudeste, exportando finas maderas, sándalo, esclavos, miel y cera. Fue la madera de sándalo que atrajo a los primeros exploradores europeos en el Siglo XVI. En ese momento la población local estaba dividida en dos confederaciones: Servião y Belos.

Los portugueses se instalaron en la isla en 1512, con fines netamente comerciales, la colonización fue limitada y el control sobre la isla se llevó a cabo por medio de jefes o caciques locales, por medio de una política de “divide y vencerás”. El primer establecimiento lusitano en la isla fue el actual enclave de Oecussi.

El dominio portugués se vio amenazado por la presencia de los holandeses en el siglo XVII. Estos conquistaron el sector occidental de la isla en 1651, además de reemplazar la influencia lusitana en otras islas del archipiélago indonesio. La frontera entre ambas potencias colonizadoras quedó definida en 1749, luego de la batalla de Penfui. En 1769, la capital de la colonia portuguesa fue Dili, dado que las rebeliones tribales afectaban su precaria presencia en Lifau, manteniendo la dependencia del virrey portugués de Goa. En 1859, los Países Bajos y Portugal, acordaron los límites de sus sectores de la isla de Timor. En 1896, las autoridades portuguesas en Dili, dejaron de depender del gobernador de la India Portuguesa, para tener su propio gobernador.

Timor carecía de recursos mineros y de materias primas que generaran el interés que tenía Lisboa en sus posesiones africanas o Brasil. Tampoco era el centro de un rico comercio como Macao o Goa, quedando como una posesión marginal. La vida colonial transcurrió entre los conflictos entre los reyes tradicionales o liurai y las autoridades coloniales por ejercer el control sobre éstos.

La introducción de cultivos comerciales como el café, impuso un sistema de trabajo obligatorio. Esto terminó en una rebelión liderada por el liurai Don Boaventura en 1890. Portugal desplegó 12.000 soldados, gran parte de Mozambique, para sofocar la revuelta. Se estima que el número de víctimas de la represión, superó los 20.000. El dominio portugués, pudo consolidarse recién en 1913, cuando por medio de acuerdos con jefes tribales, se puso a fin a décadas de revueltas.

La Segunda Guerra Mundial, llegó a la remota colonia portuguesa. Lisboa era neutral en el conflicto, pero ello no impidió que tropas británicas, australianas y neozelandesas ocuparan la isla en apoyo a los holandeses – que controlaban Indonesia – contra la invasión japonesa de 1941-42. Los timorenses apoyaron el esfuerzo de guerra aliado y lucharon con ellos contra la ofensiva de Japón.

La Batalla de Timor, costó más de 40.000 muertes en la población local (un 14% de la población total aproximadamente). Japón gobernó la isla con mano de hierro, sometiendo a la población muchas penalidades, incluyendo esclavitud sexual. El control de Tokio sobre Timor

Portugués duró hasta 1945. Australia que liberó el territorio de la presencia japonesa, devolvió su control a Portugal, que entre las primeras medidas adoptadas fue llevar a los tribunales a los locales que habían colaborado con las fuerzas japonesas. En 1949, con la independencia de Indonesia de los Países Bajos, la parte occidental, quedó en manos del nuevo país. Los portugueses permanecerían en la isla hasta 1975.

El gobierno portugués no se ocupó mucho en desarrollar su colonia, incluso la capital Dili, tuvo energía eléctrica extendida a toda la población recién en los años 60, época que también se llevó a cabo inversiones en escuelas y hospitales. El interior rural de Timor permaneció atrasado y en la pobreza. El régimen salazarista portugués con su política de inmovilismo, poco y nada hizo para revertir la situación política, económica y social de la colonia. La presencia militar lusa, se limitó al empleo de tropas africanas, traídas de Mozambique, como de efectivos locales, y la siniestra policía política, la PIDE. La única institución con presencia en la isla y que tuvo un rol clave en la sociedad local, fue la Iglesia Católica. En 1960, Naciones Unidas reconocieron el status de colonia de Timor Portugués. La caída del régimen lusitano en 1974, con la Revolución de los Claveles, abrió las puertas para que los partidos locales pudieran actuar con libertad.

El gobernador portugués Mario Lemos Pires, autorizó la formación de agrupaciones políticas, de cara a las elecciones para la Asamblea Constituyente, que por cierto nunca logró reunirse. Hasta ese entonces, no había un movimiento nacionalista organizado, más allá de algunas publicaciones y protestas aisladas, por condiciones de trabajo y el inmovilismo político del régimen colonial. El premio Nobel de La Paz, José Ramos Horta, fue deportado a Mozambique por un año en 1972, por criticar al gobierno colonial. No obstante ello, el régimen portugués no alcanzó el nivel de dureza que en las colonias africanas.

Se formaron tres corrientes políticas, la Unión Democrática Timorenese, favorable a mantener los lazos con Portugal, formado por latifundistas, timorenses de origen portugués, como mestizos. La Asociación para la Integración de Timor con Indonesia, o APODETI,, que contaba con el apoyo financiero del cónsul indonesio en Dili (grupo muy minoritario, que incluía a poblaciones fronterizas con Indonesia y timorenses de fe musulmana). El Frente Revolucionario de Timor Oriental de Liberación Nacional, nacionalista y progresista, favorable a la independencia, conocido como FRETILIN, con una amplia presencia en la sociedad local. Este último estaba formado básicamente por mestizos o topasses, que habían recibido educación en Portugal, fuertemente influenciados por los acontecimientos políticos, resultantes en aquel país por la Revolución de los Claveles. Existían otros partidos menores, como ADITLA, que abogada la integración con Australia.

En las elecciones locales de mediados de 1975, los independentistas obtuvieron el 55% de los votos, seguidos por la UDT y Apodeti. Estos partidos cuestionaron las elecciones y entraron en conflicto abierto con el FRETILIN, que entre agosto y octubre de dicho año, costaron 2000 muertes. Las causas eran diversas, entre ellas el disgusto de los sectores dominantes de la economía local por las reformas progresistas que pretendía llevar a cabo el Frente. Cabe destacar sus políticas hacia la educación, (el 93% de la población era analfabeta), salud, reforma agraria y proyectos de desarrollo en torno al café. El FRETILIN se consideró el único representante legítimo del pueblo de Timor, dado el apoyo abrumador de la población, rol que sería reconocido internacionalmente durante la guerra contra Indonesia.

La retirada portuguesa Independencia e invasión de Indonesia

En septiembre de 1974, jefe el partido pro indonesio Apodeti, Tomás Goncalves, se reunió con el general Maredean Panggabean, jefe de las Fuerzas Armadas indonesias, para buscar apoyo político a su movimiento. En ese momento, el régimen indonesio, liderado por el general Suharto – que gobernaba con mano de hierro desde 1965 – no estaba muy convencido de llevar a cabo la anexión de la ex colonia portuguesa, por su posible costo político, pero el contexto de Guerra Fría, ayudaron de alguna manera, con el respaldo político de Australia y Estados Unidos, a cambiar el parecer de Yakarta. Finalmente en enero de 1975, la UDT y el FRETILIN, llegaron a un acuerdo político, para hacerse con el gobierno de Timor, ante la retirada portuguesa. Nos dice el embajador Horta, que esta fue desordenada, no solo por la amenaza de una invasión desde Indonesia, sino por el caos político que vivía Lisboa, como resultado de la Revolución de los Claveles, a pesar de los pedidos del FRETILIN, que Portugal cumpliera con sus obligaciones de potencia administradora del territorio.

La convivencia política en Timor era endeble, pronto la UDT entró en conflicto con el FRETILIN, movimiento que tenía fuerte inserción social. La UDT fue cooptada por Indonesia, el general Ali Murtopo, jefe de inteligencia militar de dicho país, se reunió con líderes del citado partido, al poco tiempo, de su regreso a Dili, la dirección de la UDT dio un golpe de estado en agosto de 1975, apoderándose de oficinas del FRETILIN, deteniendo a lideres nacionalistas. En este clima de desestabilización por medio de grupos paramilitares, creados por Indonesia, el 28 de noviembre de 1975, el FRETILIN proclamó la República Democrática de Timor Oriental.

El primer presidente fue Francisco Xavier do Amaral y como primer ministro Nicolau dos Reis Lobato. Mientras tanto la UDT, Apodeti y otros grupos menores, por medio de la Declaración de Balibo, solicitaron la anexión de Indonesia. Texto que fue redactado por el régimen de Yakarta. La isla vivía un clima de violencia y la invasión era un hecho. En aquella fatídica localidad, cinco periodistas, de Estados Unidos, Australia y el Reino Unido, testigos incómodos de las acciones indonesias, fueron asesinados, a instancias del servicio de inteligencia del régimen de Suharto. Estos países, miraron a otro lado. Indonesia era un aliado clave contra el avance comunista en el Sudeste de Asia, y a determinados “amigos” en dichas circunstancias, se les perdona todo. .

El Ejército indonesio desde 1974, venía entrenando milicias de los partidos UDT y Apodeti, para ser empleadas contra las fuerzas del FRETILIN. La Fuerza de Guerra No Convencional, del citado ejército, fue responsable del programa de entrenamiento de dichas milicias, como de las acciones armadas directas desde Timor Occidental, cuando los portugueses estaban de retirada. El objetivo era desarticular las guerrillas del FRETILIN y el flamante gobierno independentista, generar caos, que favoreciera a los intereses políticos de Yakarta. Los preparativos de la invasión se denominaron Operación Flamboyan y tuvo la asistencia de servicios de inteligencia de Estados Unidos y Australia.

Operación Flamboyan y tuvo la asistencia de servicios de inteligencia de Estados Unidos y Australia.


Indonesia, junto a los traidores de siempre armaron la “puesta en escena” para la tragedia que vendría: la invasión. Todo ello requería la bendición de Estados Unidos, el aliado del régimen de Suharto. Bajo el pretexto que el FRETILIN consistía en una amenaza comunista en ciernes, Henry Kissinger, Secretario de Estado, y el artífice de muchas desgracias de muchos pueblos del Tercer Mundo, dio su visto bueno para la invasión. El 7 de diciembre de 1975, pocos días después de la declaración de la independencia, tropas indonesias, más precisamente el 1er Grupo de Guerra no Convencional, saltaron sobre la ciudad de Dili, tomando puntos clave para neutralizar al gobierno de Timor y asegurar el desembarco aéreo de tropas paracaidistas, dando comienzo a una cruenta guerra, que costó la vida de cientos de miles de personas. Naciones Unidas respondió desde el Consejo de Seguridad, emitiendo la resolución S/RES/384 (1975) del 22 de diciembre de 1975, condenando la invasión. Lamentablemente el contexto de Guerra Fría y los intereses creados, impidieron que dicha condena, no pasara más allá de lo retórico.

El presidente Amaral tuvo que huir a las montañas con la llegada de las tropas indonesias, siendo capturado por estas en 1978 (vivió bajo arresto domiciliario en Bali hasta 1998). Su primer ministro, Nicolau dos Reis Lobato, murió en combate en 1978. El obispo de Dili, Martínho Da Costa, informó desde el primer momento de la invasión, sobre matanzas de civiles por parte de las tropas paracaidistas indonesias. Quienes peor la llevaron fueron los activistas nacionalistas e inmigrantes de origen chino. También sobre los crímenes perpetrados por invasores, fue informado por ex cónsul australiano en Dili, James Dunn, pero el mundo miró hacia otro lado.

Nicolau dos Reis Lobato


El ala militar del FRETILIN, las FALINTIL, creada en aquellos días dramáticos, se refugió en las montañas, donde llevó a cabo acciones de resistencia armada, por varios años. Antiguos soldados timorenses del ejército colonial portugués, engrosaron las filas de esta organización. En los primeros años, las tropas indonesias, se estima que sufrieron más de diez mil bajas, en su lucha contra la guerrilla nacionalista. Esto obligó a Indonesia a incrementar la militarización de Timor Este, con una fuerza de más de 30.000 efectivos.

Estados Unidos y Australia, brindaron apoyo militar. En el caso de los primeros, destacamos la venta de cazas tácticos McDonell Douglas A4 Skyhawk y de ataque liviano Rockwell OV 10 Bronco, que fueron utilizadas ampliamente contra la

resistencia timorense, empleando bombas de napalm. Asimismo, se impuso un bloqueo naval, que limitó seriamente cualquier tipo de ayuda a la las FALINTIL. Nos dice el embajador Horta, que la ayuda a la resistencia armada, fue de carácter financiero, por parte de Angola, Mozambique y algunas ONG. El bloqueo impedía la llegada de equipo militar, obligando a los guerrilleros timorenses a usar viejas armas dejadas por los portugueses y las que capturaban al invasor indonesio.

El horror de la ocupación genocidio del pueblo de Timor Oriental

Los ocupantes armaron una parodia para legitimar su presencia, convocando una Asamblea, donde participaron los partidos adictos a la anexión indonesia, y pidieron su rápida integración, siendo formalizada con la creación de la provincia de Loro Sae.

Este hecho fue reconocido solamente por Australia. Dicho país tenía un particular interés, dado que en el lecho marino adyacente al antiguo Timor Portugués, había evidencia de la existencia de petróleo, lo que generó interés de Canberra por dicho recurso, e incluso hubo un conflicto, por delimitación de espacios marítimos, donde intervino Portugal en representación de los intereses de Timor ante la Corte Internacional, La existencia de un gobierno progresista y nacionalista, iba ser un hueso duro de roer por parte de Australia para obtener ventajas sobre los potenciales yacimientos petroleros, agregándose el temor infundado por que el nuevo gobierno de Timor, terminara abriendo las puertas a intereses soviéticos o chinos en la zona. Estos fueron factores que seguramente incidieron apoyar la invasión indonesia.

En los primeros meses de ocupación, las matanzas estuvieron a la orden del día, en el marco de operaciones de represalia contra aldeas, que eran consideradas colaboracionistas con la guerrilla nacionalista. El hambre, por la destrucción de cultivos y el caos generado por la invasión, llevaron a que muchos campesinos buscaran refugio en centros urbanos, donde eran detenidos en instalaciones militares, para su “selección”. Los sospechosos de ser activistas o colaboradores del FRETILIN, eran torturados y asesinados. Nadie se salvaba, ni mujeres ni los niños. Varios miles murieron por las pésimas condiciones del internamiento y la mala alimentación.

La Cruz Roja le fue impedida repartir ayuda humanitaria. Según informes independientes, avalados por las propias Naciones Unidas, más de 85.000 personas murieron por los malos tratos y privación de alimentos. La resistencia de armada, en 1979, optó por acciones de sabotaje, dado la presión militar creciente de Indonesia.

En 1981, el ejército indonesio lanzó la Operación Seguridad, reclutando por la fuerza a miles de hombres, además de niños, empleados en marchas forzadas, para presionar a los guerrilleros del FRETILIN. Estos escudos humanos pagaron un alto precio en vidas, por las condiciones del terreno, los malos tratos y las ejecuciones sumarias. Estos hechos fueron denunciados en su momento ante el Senado australiano.

La fuerte presión militar indonesia, limitó los movimientos de la guerrilla, pero ello no impidió el crecimiento de la resistencia pacífica hacia el ocupante en las ciudades. En aquel año se convocó una Conferencia Nacional, Xanana Gusmao fue elegido jefe de las fuerzas armadas de liberación, quién mantuvo viva la resistencia, centrándose en objetivos gubernamentales indonesios. En 1983, los militares indonesios buscaron algún tipo de cese del fuego con el líder nacionalista Xanana Gusmao.

Este intentó invocar a Portugal y Naciones Unidas como actores en el conflicto. La respuesta por parte de los indonesios, fue lanzar de la mano del coronel Moerdani, la operación Clean Sweep. En 1983, unas 200 personas fueron quemadas vivas en la aldea de Ceras. En el marco de operaciones de neto carácter terrorista, medio millar, fueron asesinadas, en un río cercano a dicho poblado Amnistía Internacional tomó nota de las violaciones a los derechos humanos, dando a conocer manuales del ejército, como testimonios directos de su accionar en Timor.

En este contexto de terrorismo de Estado, la violación y la agresión sexual a las mujeres estuvo a la orden del día. La represión cultural, fue un hecho, el idioma portugués, fue prohibido, pero fue ampliamente utilizada por los nacionalistas para comunicarse entre sí. En 1986, hubo intentos de crear una coalición nacional, mucho más amplia de partidos, para fortalecer la base política de lucha por la independencia, pero quedó frustrada.

La Iglesia Católica, de la mano de Monseñor Martinho Costa Lopes y, posteriormente el Obispo Carlos Filipe Ximenes Belo, permitió convertir a esta institución en un elemento unificador del pueblo de Timor. Sus denuncias ante los atropellos de las fuerzas indonesias. Los líderes católicos brindaban protección a la población y eran solidarios con su drama. Esto motivó que del 20% de la población que era católica en 1973, pasara al 80% en 1980. Ximenes Belo por su labor, fue premiado con el Nobel de la Paz, en 1996, junto al dirigente nacionalista José Ramos Horta.

En 1987, Gusmao, separó las FALINTIL, de la dirección del FRETILIN, con el objetivo de crear un verdadero ejército regular, ampliando la base de reclutamiento de cuadros y tropas, sin la necesidad de tener identidad política con el FRETILIN. Este proceso quedó consolidado con la creación del Consejo Nacional de Resistencia Timorense, de carácter multipartidario, quedando el ejército de resistencia nacional subordinado a este organismo. Cabe destacar que el idioma utilizado por los independistas era el portugués, para marcar diferencia con los indonesios. Ironías del destino, la lengua de la antigua potencia colonial, se convirtió en una herramienta de resistencia, guardando semejanza en este caso con los saharauis, que volvieron a poner en valor el español..

En el mes de diciembre de 1991 ocurrió la llamada Masacre de Santa Cruz, donde 2500 personas que concurrieron a una misa en conmemoración por una militante nacionalista asesinada por el ejército indonesio. Los concurrentes llevaron banderas y se pronunciaron abiertamente a favor de la independencia, que terminó en una cruenta represión, donde perdieron la vida nada menos de que 250 personas. La filmación de los incidentes, en manos del periodista británico Max Stahl, dio la vuelta al mundo, creándose organizaciones de solidaridad e incrementándose la presión sobre el régimen de Yakarta.

En ese mismo año, Portugal presentó una demanda ante la Corte Internacional de Justicia, cuando el gobierno indonesio, llevó a cabo una campaña para licitar áreas de exploración petrolera en el Mar de Timor. En 1992, Indonesia lanzó una espectacular operación militar, que movilizó nada menos que a 40.000 efectivos para detener al líder del FALINTIL, Gusmao. Quién fue capturado y enviado a una prisión en Indonesia. Esto lo convirtió en una suerte de Nelson Mandela para Timor. La presencia Indonesia era garantizada a base de represión. El sentimiento favorable a la independencia permaneció inquebrantable en gran parte de la población.

La visibilidad del conflicto alcanzó su punto máximo en 1996, con el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz, a los dirigentes timorenses antes aludidos. Ahora la opinión pública internacional tomaba nota de un conflicto, que de alguna manera estaba silenciado. La imagen de Indonesia quedó desdibujada, especialmente el régimen de Suharto, ante las gravísimas denuncias de violaciones de derechos humanos ocurridos en Timor Este.

Camino a la independencia

En 1998, el dictador Suharto murió, e Indonesia estaba afectada por una severa crisis económica que repercutió especialmente en el Sudeste de Asia, influye en el nuevo gobierno indonesio. La presencia en Timor era una pesada carga fiscal, por el gasto de la ocupación militar y los subsidios para apoyar la instalación de colonos indonesios. El presidente de ese entonces Habibie, ante la necesidad de mejorar la imagen internacional del país, ante la futilidad de mantener la ocupación, abrió las puertas para una ronda de negociaciones, en 1999, donde intervino Portugal, como potencia administradora de iure, junto con Naciones Unidas.

La decisión de que el pueblo de Timor fuera a las urnas para conocer sus deseos, generó resistencia entre los colonos y los sectores favorables a Indonesia. Los militares armaron milicias, que generaron violencia y caos. Estos grupos fueron responsables de la destrucción del 70% de la infraestructura del país, y la totalidad de la red eléctrica. Esto generó una oleada de refugiados, que alcanzó medio millón de personas.

El mundo pudo saber de los crímenes cometidos por los grupos paramilitares y la crisis humanitaria que vivía Timor Este, gracias a un grupo de periodistas occidentales, que permanecieron en esas horas oscuras, lo que provocó la reacción internacional, liderada por Australia, que desembarcó tropas de pacificación bajo el mandato de Naciones Unidas, a través de la INTERFET (Fuerza de intervención para Timor Este) aprobado por el Consejo de Seguridad por medio de la resolución 1264 (S/RES/1264).

Dado la situación reinante, Naciones Unidas asumió la administración del territorio, creando la UNTAET. A pesar del clima de violencia, el referéndum se llevó a cabo, triunfando la tesis independentista. La administración internacional duró dos años, donde fueron tomadas medidas para crear instituciones y preparar al país para su independencia.

En mayo de 2002, llegaba la ansiada libertad, con la proclamación de la independencia en presencia del Secretario General de Naciones Unidas Kofi Annan, altos funcionarios extranjeros, y más de 100.000 timorenses. El FRETILIN ganó por abrumadora mayoría las elecciones generales, con un 60% de los votos, formó el primer gobierno independiente, poniendo en evidencia el nivel de presencia que tiene esta organización en la sociedad de Timor. Así comenzaba una nueva etapa histórica, luego de décadas de opresión, no exenta de dificultades, pero con un destino en manos de los hombres y mujeres de Timor Este.

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