A 88 años del sueldo mínimo: ¿Es hora de hablar en serio sobre un salario vital en Chile?

A 88 años del sueldo mínimo: ¿Es hora de hablar en serio sobre un salario vital en Chile?
Oed Marcelo Bustamante
Oed Marcelo Bustamante
Columnista | Diario el Minuto

Del “sueldo vital” al salario mínimo: el espejo de la historia

Chile no siempre tuvo sueldo mínimo. Fue en febrero de 1937 cuando, por mandato legal, nació lo que entonces se conoció como “sueldo vital”, un ingreso calculado en función de las necesidades básicas del trabajador: alimentación, vestuario, habitación y otras condiciones mínimas para una vida digna.

Este concepto fundacional no era meramente económico, sino filosófico. El trabajo debía ser la vía de acceso a la dignidad humana, y no una lucha constante por la subsistencia. Hoy, ochenta y ocho años más tarde, la noción de dignidad pareciera haber sido relegada a un segundo plano, frente a cifras que revelan la persistencia —y profundización— de las desigualdades.

Radiografía del ingreso en Chile: lejos de la promesa

Según la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) 2023, elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el ingreso laboral promedio líquido en Chile es de $826.535 mensuales. Sin embargo, el ingreso mediano, aquel que refleja con mayor precisión la realidad de la mayoría, es de $582.559. Esto significa que la mitad de los trabajadores gana esa cifra o menos.

Las cifras son más elocuentes que cualquier consigna: el 16,8% de los trabajadores se sitúa entre los $400.000 y $500.000 mensuales. Apenas un 2,8% supera los $3 millones de ingreso mensual. En cambio, más del 70% se ubica por debajo del promedio nacional, en un país donde el costo de vida no ha dejado de subir.

El salario mínimo en cifras: avances que no alcanzan

El sueldo mínimo en Chile es actualmente de $510.636, y se prevé un reajuste en mayo de 2025 bajo la Ley N.º 21.578. Este aumento será determinado según la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC), un parámetro técnico que muchas veces no traduce fielmente las necesidades de las familias chilenas.

Aunque estos ajustes representan avances en términos formales, su efecto real queda eclipsado por el encarecimiento sostenido de la vida. El alza en servicios, vivienda, alimentos y salud ha mermado el poder adquisitivo, especialmente entre los sectores más vulnerables.

Chile: un país caro para vivir, según el mundo

El informe “Monitor del Costo de Vida”, elaborado por Ipsos, ubica a Chile como el segundo país del mundo donde más personas declaran enfrentar dificultades económicas. Solo Argentina supera a nuestro país en esta alarmante categoría.

Jean-Christophe Salles, CEO de Ipsos para América Latina, lo explica con claridad: “Aunque la inflación ha bajado y los salarios reales han subido, no se ha recuperado el poder de compra perdido tras la pandemia. Esto afecta sobre todo a los hogares humildes y a la tercera edad”.

En otras palabras, el crecimiento nominal no se traduce en bienestar real.

La CUT propone un giro: del mínimo al vital

Frente a este escenario, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) ha reactivado una vieja idea con nueva fuerza: sustituir el sueldo mínimo por un salario vital, que garantice no solo subsistencia, sino también calidad de vida.

La propuesta plantea un ingreso mínimo de $725.000 para una familia tipo de cuatro integrantes. Esta cifra, aunque ambiciosa, aún queda por debajo del gasto mensual promedio de los hogares chilenos, que según la ESI asciende a $1.121.000.

El “salario vital” no se limita a cubrir techo y pan: también contempla acceso a salud, educación, cultura y tiempo libre. En definitiva, busca devolverle al trabajo su rol como garante de la dignidad humana.

Una discusión que va más allá de la técnica

Este debate no puede ser reducido a cifras o proyecciones de crecimiento. Lo que está en juego es una visión de país. ¿Queremos una economía donde millones sobreviven con ingresos insuficientes? ¿O aspiramos a una sociedad en la que el trabajo permita vivir —y no apenas resistir—?

La discusión sobre el salario vital en Chile no interpela solo al gobierno ni a los empresarios, sino a todos nosotros. Porque el modo en que remuneramos el trabajo revela la ética que sustenta a nuestra sociedad.

Reflexión final

Ochenta y ocho años después de la creación del sueldo mínimo, Chile está llamado a revisar los fundamentos de su política salarial. Volver a pensar el ingreso desde la óptica de la dignidad, y no desde la eficiencia, podría ser el primer paso hacia un país más justo.

El salario vital no es una utopía. Es una necesidad impostergable.

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