Francisco, Una Osadía en el Vaticano

Gary Ayala Ochoa
Gary Ayala Ochoa
Director del Diario el Minuto | Perú

La sociedad global, lejana de constituir un paraíso terrenal debido a las brechas generadas entre personas dentro de un gran mercado, impulsó un perfil de ciudadano semejante al hijo pródigo consumidor y no a un hijo sabio. La inteligencia artificial que ofrece en menor tiempo el éxito (finalmente, capacidad adquisitiva) no garantiza tampoco un edén ideal. Francisco, cuestionó el modelo artificial y recordó la sencillez de la vida: mirar a las personas con dignidad, cuidar la naturaleza y cultivar la fe. Su paso por el mundo marcó una etapa.

Por: Gary Ayala Ochoa | Director El Minuto Perú

Un camino para la esperanza

Las palabras de Francisco en mayo de 2018 cuando dijo en la carta Laudato Sí (Alabado seas) que “los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente”, causó tal impacto y desazón en las mentalidades industrializadas, tecnologizadas y bursatilizadas del mundo, al punto de generar reacciones como: “¡Papa comunista!”, “¡Este había sido de izquierda!”, “Rojo”. Su camino tuvo tantas piedras dentro de su sede como en el exterior de ella.

La defensa de la Casa Común -como denominó el fallecido Papa en aquella encíclica al lugar donde habita la humanidad- sustentó el derecho natural de toda persona a disfrutar de la naturaleza, de toda sociedad hasta la más aislada en la Amazonía o el Congo para merecer el respeto por su hábitat: “El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural…”. Su visión fue integral. El ser humano es prioritario junto a la naturaleza.

Ya había enfatizado en junio del 2013 un claro precedente en su primera encíclica "Lumen Fidei" ("La Luz de la Fe", iniciada por Benedicto XVI) donde estableció que la fe es un bien común y que todos tienen el derecho a poseerla con los mismos beneficios.

Para quienes no conciben igualdad con el prójimo y consideran al actual “orden social” como un normal devenir de la historia, del estado de derecho, de las pautas de la democracia, o de una justa retribución a esfuerzos propios y generacionales, invocó el estudio del significado de "persona humana". Bergoglio, no los señaló con el dedo, ellos se pronunciaron.

En la carta Fratelli Tutti (octubre del 2020) explicó la necesaria fraternidad mundial para establecer la justa convivencia de las naciones, afrontó duras críticas de quienes defienden ciegamente una tradición, un dogma cultivado en parajes oscuros de la historia y repiten la versión de una élite. Así cuestionó al racismo, al creyente xenófobo que no acepta la amistad interreligiosa y a quienes desprecian al migrante. Reivindicó el papel de la mujer de quien dijo que aún no tiene todos sus derechos reconocidos, condenó la pena de muerte e invocó la reforma de la ONU para la paz mundial.

“Si alguien es gay y busca al Señor con sinceridad ¿quién soy yo para juzgarlo?” fue la expresión que generó la más rápida respuesta de los sectores ultra conservadores de la Iglesia y de la sociedad. Recordó que nadie está facultado para lanzar la primera piedra. También defendió el derecho de los divorciados para permanecer en la Iglesia aun cuando sostuvo la indisolubilidad del matrimonio. La tradición católica no brinda la Eucaristía a los divorciados nuevamente casados, pero, Francisco, los abrigó con el don de la misericordia.

La lucha contra la corrupción y la organización criminal fue una enérgica tarea. Una comisión de juristas y expertos -entre laicos y religiosos- fue creada y declaró la guerra al interior de El Vaticano. Destituyó al director general del Banco del Vaticano (Instituto para las Obras de Religión, IOR) Paolo Cipriani, y a su segundo, Massimo Tulli, en una coyuntura de escándalos producidos en el manejo de las finanzas internas.

“No se puede creer en Dios y ser mafioso. Quien es mafioso no vive como un cristiano”, dijo en Palermo en el año 2018 con un mensaje fuerte dirigido a quienes viven del poder perverso y asesinan a quienes reclaman honestidad y justicia.

Sobre la pederastía, Francisco no dudó en enfrentarla. En Perú, se ordenó al ex cardenal, Juan Luis Cipriani (2019) a cesar sus actividades y abandonar el país tras ser acusado de abuso sexual contra un menor, le fue prohibido vestir hábitos y símbolos cardenalicios. Asimismo, se investigó al Sodalicio de Vida Cristiana por los abusos contra menores, jóvenes y tráfico de tierras a cuyo fundador, Luis Fernando Figari, se expulsó de la Orden.

Sobre el padre Marcial Maciel, fundador de Los Legionarios de Cristo en México, a quien se acusa de haber violado por lo menos a 60 menores, tener varias mujeres e hijos, dijo públicamente: “Evidentemente era una persona muy enferma” (…) “Seria raro que no tuviera un padrinito por allí, medio engañado”. Al respecto, este sacerdote fue ungido por Juan Pablo II en la década del ´90 como “guía eficaz de la juventud” (¡!).

En 2021, la Iglesia, a cargo de Francisco, actualizó su código penal luego de 40 años para incorporar una mención explícita sobre abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra menores de edad y discapacitados. La tarea frente a este mal de sotanas, continúa.

El representante de la institución más antigua del mundo, estuvo en Perú en enero del 2018. Llegó a un país estremecido por la corrupción, creciente inseguridad ciudadana y pérdida de valores humanos y sociales. Representaba el escenario más propicio para sembrar un mensaje esperanzador. El pueblo mayoritario y anhelante de una vida justa tenía que volcarse más a la sobrevivencia que a tiempos de reflexión por la trascendencia del espíritu.

En ese escenario, el autor de este artículo fue invitado por el Nuncio Apostólico en el Perú, Mons. Nicola Girasoli -quien fue informado de mi participación humanista en la sede de la ONU en Nueva York- para recibir al Papa en la Nunciatura de Lima, aún siento el calor recibido al estrechar las manos de Francisco y conservo el rosario que me obsequió. Sentí que fue un encuentro con el amigo que esperaba desde hace mucho.

Varios años después, me enteré que en la universidad de Harvard fue elegido (2021) como presidente de la capellanía universitaria un ateo, Greg Epstain ¿Por qué?: priorizó la espiritualidad -y no una religión- como doctrina unificadora de la comunidad académica y científica. Desarrolló la cooperación entre personas de distintos credos junto a estudiantes ateos y agnósticos. Tremenda lección.

Francisco, tuvo la osadía de ser un humanista dentro de El Vaticano.

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