Una de cada cinco sombras
Chile atraviesa una crisis de gestión silenciosa pero profunda. Según un reciente informe de la Contraloría General de la República (CGR), cerca del 20% de los funcionarios municipales del país no están inscritos en el Sistema de Información y Control del Personal de la Administración del Estado (Siaper). Esta cifra, traducida en números, corresponde a 106 mil personas que, literalmente, trabajan en la administración pública sin dejar huella formal.
Este hallazgo no es menor. Es, de hecho, una radiografía preocupante de la fragilidad institucional en los gobiernos locales. No se trata simplemente de "errores administrativos"; estamos frente a indicios graves de posible corrupción estructural, nepotismo o incluso fraudes al fisco.
Las comunas con más irregularidades
El informe, elaborado en conjunto con información del Servicio de Impuestos Internos (SII), revela que entre las comunas con más personas no identificadas se encuentran:
- Santiago (2.081 personas no registradas)
- Talcahuano (1.764)
- El Bosque (1.544)
- Puerto Montt, Coronel, Tomé, Curicó, Ovalle, Coquimbo, entre otras
Aún más alarmante es la situación en Arica, que encabeza la lista de comunas con actos administrativos no registrados en Siaper: 17.217 actos omitidos. Le siguen Caldera (12.809), Huara (10.926), Copiapó (8.739) y Curanilahue (6.902).
El silencio como estrategia
La investigación también revela que muchas municipalidades, pese a su obligación legal bajo la Ley Nº 18.695, no entregaron información alguna a la Contraloría. De las 345 comunas del país, sólo 231 cumplieron con lo requerido. Es decir, un 43% de los actos administrativos informados por las municipalidades no se encuentran registrados en el sistema.
Peor aún, algunas alcaldías se negaron directamente a responder los requerimientos del Plan Nacional de Monitoreo y Control Municipal, dejando en evidencia una preocupante falta de cooperación con el ente fiscalizador. Entre las comunas que aparecen tanto con altos números de funcionarios no registrados como entre las que omitieron información están Santiago, El Bosque, Puerto Montt, Coronel, Tomé, Curicó, Alto Hospicio, Lebu, Santa Bárbara y Chiguayante.
Una maquinaria que opera sin rostro
La figura del "funcionario fantasma" ha dejado de ser una anécdota de países corruptos y distantes. En Chile, el fantasma ahora tiene cédula, sueldo y conexión política. Estos casos revelan cómo se perpetúa una red clientelista que transforma las municipalidades en bolsas de empleo informal, muchas veces al servicio de intereses partidistas o personales.
Reflexión final
Como ciudadano, no puedo sino cuestionar cómo es posible que año tras año, gobierno tras gobierno, esta situación se repita con impunidad. Es tiempo de exigir transparencia total, trazabilidad digital y rendición de cuentas inmediata. Porque el dinero que alimenta a los fantasmas administrativos es el mismo que falta en jardines infantiles, postas rurales y programas sociales reales.
La corrupción no siempre se viste de billetes escondidos en sobres; a veces, simplemente no se presenta al trabajo.