En medio de una de las escaladas más tensas y peligrosas en Medio Oriente, marcada por los ataques coordinados desde Gaza e Irán contra territorio israelí, conversamos en exclusiva con Ariel Markovits, ingeniero israelí, residente de la ciudad de Harish, esposo y padre de dos hijas pequeñas.
Entrevista exclusiva de Daniela Arancibia Meléndez | El Minuto
Desde el interior de un país bajo constante amenaza, Ariel entrega un testimonio crudo, directo y profundamente humano. Su voz representa la vivencia cotidiana de miles de familias que enfrentan la guerra no desde los titulares, sino desde los refugios, las alarmas, el miedo infantil y la incertidumbre diaria.
A través de esta conversación, Markovits aborda no solo los hechos recientes, sino también el dolor del 7 de octubre, el rol de Irán como eje del terrorismo regional, la percepción internacional del conflicto y la resiliencia de un pueblo decidido a sobrevivir.
Ariel, en primer lugar, ¿cómo estás viviendo estos días en Israel tras los recientes atentados y ataques coordinados desde Gaza e Irán?
Estos días han sido profundamente angustiantes. Vivir una guerra desde adentro cambia todo: tres o cuatro veces al día suenan las alarmas, corremos al refugio dentro del departamento, abrazamos a nuestras hijas y rezamos. No sabes si el próximo misil va a caer cerca o será interceptado. Es una ruleta brutal.
Ver a tus hijas de 7 y 10 años vivir ese nivel de miedo, de vulnerabilidad, es una de las experiencias más duras que he vivido como padre. Sentir que su vida puede estar en riesgo solo por ser israelíes, por vivir aquí, te rompe por dentro. Y sin embargo, seguimos adelante. No hay otra opción.
¿Dónde te encontrabas tú y tu familia cuando comenzaron los últimos ataques? ¿Cómo afectaron directamente tu entorno?
Vivimos en Harish. La primera alarma fue el 11 de junio, a las 3 AM. Era el anuncio de que Israel había lanzado un ataque contra el programa nuclear iraní. Nuestra ciudad no es blanco directo, pero muchísimos misiles pasaron sobre nosotros. ¿Y si uno cae? ¿Y si falla la defensa? Esa es la pregunta que flota constantemente.
A pesar de eso, salimos adelante. Israel atacó objetivos militares. Irán respondió apuntando a hospitales y civiles. Esa es la gran diferencia. Una diferencia que, tristemente, muchos afuera no quieren ver.
Se ha confirmado que varios israelíes fueron asesinados y otros secuestrados. ¿Cómo percibes el impacto emocional de estos hechos en la sociedad israelí?
El 7 de octubre sigue siendo una herida abierta. Ese día, mil doscientas personas fueron asesinadas con una crueldad indescriptible: bebés decapitados, mujeres violadas y luego quemadas vivas. Aún hay 50 secuestrados en Gaza.
Eso no lo hizo un Estado, lo hizo una organización que se presenta como “resistencia” y que muchos en el extranjero defienden. Es una bofetada a la verdad. Israel está profundamente herido, pero al mismo tiempo más decidido que nunca. La sociedad entera entiende que no podemos permitir que esto vuelva a repetirse. No hay espacio para la indiferencia. Ni para la debilidad.
Desde tu perspectiva, ¿qué rol está jugando Irán en esta nueva escalada de violencia contra Israel? ¿Lo consideras una amenaza directa o indirecta?
Irán no solo es una amenaza directa. Es el corazón del terrorismo en la región. Financia, entrena y arma a todos los grupos que quieren ver a Israel destruido: Hamas, Hezbolá, los Hutíes... todos son extensiones de su odio.
Lo que vimos en junio —más de 600 misiles y 1.000 drones lanzados directamente contra civiles israelíes— fue la prueba más clara de que Irán ya no se esconde. Vino por nosotros abiertamente. Y eso cambia todo.
Los ataques terroristas palestinos han sido especialmente crueles. ¿Cómo vive el ciudadano común israelí este tipo de agresiones, tan impredecibles y letales?
Se vive con una mezcla de alerta permanente y una fe profunda en que vamos a salir adelante. Aquí todos han hecho el servicio militar, muchos portan armas, y hay una red de defensa civil impresionante. Pero eso no elimina el dolor.
¿Cómo le explicas a tu hija que un tipo puede aparecer de la nada con un cuchillo para matar a cualquier civil? Esa es la amenaza diaria. Y sin embargo, seguimos criando hijos, seguimos trabajando, seguimos viviendo. Porque si dejamos de hacerlo, ganan ellos.
¿Sientes que el gobierno israelí y las Fuerzas de Defensa están respondiendo adecuadamente a esta crisis? ¿Confías en su capacidad para proteger a la población?
El 7 de octubre fue un fracaso monumental de seguridad. Pero Israel aprendió. Desde entonces, las FDI están destruyendo las capacidades de los enemigos. En el norte, Hezbolá ya no es lo que era. En Gaza, Hamas ya no dispara cohetes ni puede hacer atentados como antes.
El reto sigue siendo inmenso, sobre todo rescatar a los secuestrados. Pero aquí, la defensa no es solo del gobierno: cada ciudadano defiende a su familia, a su barrio, a su gente. Y eso, más que cualquier ejército, es lo que sostiene a Israel.
¿Cuál es tu opinión respecto a la percepción internacional sobre el conflicto? ¿Crees que el mundo comprende realmente lo que está ocurriendo en Israel?
La mayoría no lo comprende. Algunos por ignorancia, otros por ideología. Es fácil sumarse a eslóganes como “Free Palestine” sin tener idea de lo que pasa aquí. Cuando Hamas decapitó bebés, hubo silencio. Cuando Israel se defiende, aparecen miles gritando “genocidio”. Es una perversión moral tremenda.
Los medios manipulan, las universidades adoctrinan, y muchas personas terminan apoyando a los verdugos creyendo que son víctimas. Es triste, pero también nos fortalece: sabemos quiénes somos, y sabemos a qué nos enfrentamos.
En medio de este clima de inseguridad, ¿qué estás haciendo actualmente tú, tanto a nivel personal como profesional? ¿Has tenido que modificar tu rutina diaria?
Trabajo desde casa en una empresa de ingeniería. En lo posible, mantenemos una rutina. Salimos poco. Cuando hay pausas en los ataques, tratamos de llevar a las niñas a caminar, respirar un poco.
Es vivir con un ojo en la ventana y otro en el celular, esperando la próxima alarma. Pero la vida sigue. No podemos vivir paralizados. Nos adaptamos, y sobre todo, protegemos a los nuestros.
¿Qué mensaje le darías a quienes minimizan o justifican los ataques contra Israel, especialmente desde espacios políticos o académicos fuera del país?
Les diría que su miseria moral quedará al descubierto. Justificar el terrorismo, la violación, el asesinato de bebés, no los hace activistas. Los convierte en cómplices.
Nosotros, el pueblo judío, llevamos milenios sobreviviendo a quienes quieren exterminarnos. No olvidamos. Y hacemos justicia. El que se burla hoy, mañana enfrentará su vergüenza. Nosotros defendemos la vida. Ellos celebran la muerte. Y esa diferencia, tarde o temprano, se impone.
Finalmente, ¿sigues teniendo esperanza en un futuro de paz, o crees que este conflicto se ha enquistado irremediablemente en la región?
Sí, tengo esperanza. Pero no ingenua. El Medio Oriente es un polvorín, y mientras Irán siga siendo una teocracia fundamentalista, será difícil hablar de paz. Pero si algún día ese régimen cae, todo puede cambiar.
Israel quiere la paz, está preparado para ella. Pero hasta que eso llegue, tenemos claro que debemos defendernos, resistir y sobrevivir. Porque no solo luchamos por un país. Luchamos por la vida misma.












