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Papúa Nueva Guinea y la “maldición de los recursos naturales”

Jorge Suarez Saponaro
Jorge Suarez Saponaro
Columnista | Diario el Minuto

El pasado 5 de septiembre de 2024, el Papa Francisco arribó a Port Moresby, la capital de Papúa Nueva Guinea. País poco conocido para estas latitudes, por su posición geográfica y sus enormes recursos naturales, es objeto de interés de actores de potencias como China, Estados Unidos y Australia. Estamos frente a un país con acusados índices de subdesarrollo y con conflictos internos latentes, en especial con la situación de la isla Bougainville, cuya población votó por la independencia.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina

La visita del Papa Francisco a Papúa Nueva Guinea, puso a dicho país en numerosos titulares de todo el mundo.  Las noticias sobre esta nación de Oceanía por estas latitudes son escasas, pero por su ubicación y recursos, se encuentra en el marco de la creciente competencia geopolítica en el Pacífico, donde entran en juego dos actores: China y Australia.  El país tiene altos índices de subdesarrollo (20% del población está conectada a la red de electricidad), conflictos tribales, fuertes tensiones sociales, elevados niveles de criminalidad y violencia, destacándose el triste récord de tener el mayor número de violaciones a mujeres de mundo, estimándose que una de cada tres mujeres han sido víctimas de algún tipo de agresión sexual. En 2006 en una encuesta el 60% de los hombres consultados reconoció haber participado en algún tipo de ataque sexual en grupo.  La cuestión tribal, no es algo menor y los conflictos generaron en las últimas dos décadas más de 3.000 muertes, muchas de ellas mujeres asesinadas cruelmente bajo la acusación de “hechicería”.  En 2013, Kepari Leniata, de 20 años acusada de hechizar un niño, fue quemada viva. Esto dio origen al Movimiento Leniata por el derecho de las mujeres. La violencia sexual llevó a Naciones Unidas a patrocinar en 2014 una red de transporte público solo para mujeres.  En junio de 2024 una banda tomó la aldea Walagu, en la provincia de Hela, donde secuestró y agredió sexualmente en masa a mujeres y niñas de hasta 12 años de edad. Desde la ONG Human Rgihts Watch cree que estaban tomando represalias por la respuesta de la policía a otro secuestro ocurrido en febrero de este año.

La problemática de los derechos de la mujer se extiende a los altos números de mortandad materno -  infantil (170 mujeres cada 100.000 mueren al dar luz) agravado por ser una sociedad eminentemente rural, dificultando su acceso a la precaria infraestructura de salud. La corrupción y la incapacidad del estado, puso de manifiesto que el Departamento de Desarrollo Comunitario dilapidó US$ 678.000 destinados a fondos para combatir la violencia sexual y de género, en viajes y otras actividades.  La corrupción policial está a la orden del día, agregándose la escasez de agentes. Existe una clara incapacidad para dotar al país de estructuras de seguridad adecuadas.

En 2022 luego de las elecciones generales que llevaron al actual primer ministro Marape al gobierno, la violencia tribal en las Tierras Altas se agudizó, que derivó en reclamos de diversas organizaciones de derechos humanos.  El acceso armas automáticas, incrementó los niveles de violencia en dicha región, donde la presencia del Estado es casi inexistente.  A lo largo de 2023 estos conflictos tribales provocaron 400 muertos y el desplazamiento forzado de 20.000 personas.  En su visita el Papa Francisco ante miles de espectadores y altos funcionarios del gobierno papú hizo un llamamiento a poner fin a los conflictos tribales.

Port Moresby, la capital del país,  es considerada una de las ciudades más violentas del mundo. James Marape, primer ministro de Papúa Nueva Guinea prometió mejorar los niveles de seguridad, pero los avances al parecer son escasos.  El país ocupa el puesto 156 de los 187 que se toman para el Índice de Desarrollo Humano de  las Naciones Unidas. El 87% de la población vive en áreas rurales y la inmensa mayoría dedicada a la agricultura de subsistencia.  En 2022 las Naciones Unidas ubicó a Papúa Nueva Guinea en el puesto 151 de 166 en el índice de países por sus niveles de desigualdad.

El problema de la criminalidad comenzó agravarse en la década del 70 con la migración de la población rural hacia la capital Port Moresby. El crecimiento de las barriadas marginales, abrió paso a la aparición de las llamadas “Raskol gangs”. Jóvenes sin identidad al perder el sentido de pertenencia en los clanes o tribus rurales, encontraron en las bandas criminales en mecanismo para construir su propia identidad.

El rito de iniciación de estos grupos es por medio de la violación de una mujer y muchas veces seguidas de muerte.  Las bandas crecieron ante una población juvenil azotada por el analfabetismo, familias violentas, desempleo y ausencia de políticas públicas pare evitar que muchos jóvenes de las periferias de Lae y Port Moresby ingresen a las bandas Raskol. El tráfico de drogas y el uso político de estos grupos, permitieron su expansión y consolidación. La ubicación del país facilita también la trata de personas.  Los graves disturbios de enero de 2024, alcanzaron tal magnitud, que el gobierno chino instó a Papúa Nueva Guinea adoptar medidas por los daños sufridos por ciudadanos chinos, vinculados al comercio, como también para preservar sus vidas.

En septiembre de 2024, el Parlamento aprobó el Convenio sobre la violencia y el acoso (C190) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un contexto de mayor toma de conciencia del drama de la violencia hacia la mujer. En mayo el Comité Parlamentario sobre violencia, escuchó los testimonios de mujeres víctimas de violencia, donde quedó reflejado cuestiones tribales y creencias tradicionales, como la brujería son motor de crímenes contra mujeres. No en vano, el Papa Francisco hizo un llamamiento en su visita reciente al país, haciendo hincapié en el valor de las mujeres en el crecimiento y desarrollo de la nación.  La visita papal dio cierto respiro al primer ministro Marape en el marco de la inestable política papú. El pasado 12 de septiembre de 2024 logró superar la moción de censura impulsada por la oposición,  liderada por su ex ministro de Finanzas, Rainbo Paita, dado la crisis que atraviesa el país en materia económica y social.

Los enormes recursos del país y su posición geopolítica, genera interés de China en competencia con Australia, la antigua potencia administradora del país.  En abril de 2024, el titular de exteriores chino Wang Yi llevó a cabo una visita de “alto perfil” con el objetivo de mostrar claramente la proyección china hacia Papúa, días antes de la esperada visita del primer ministro australiano, Anthony Albanese. Incluso en plena visita del jefe de gobierno australiano, el helicóptero que los transportaba junto a  Marape, se cruzó con un avión chino que llevaba ayuda prometida por Wang. Toda un “mensaje” para el premier australiano.  Albanese y Marape recorrieron las playas de Kokoda, en recuerdo a la Segunda Guerra Mundial, donde los nativos papúes apoyaron abiertamente a las tropas australianas que luchaban contra la ocupación japonesa.

El objetivo de la visita de Albanese era discutir un nuevo tratado de seguridad bilateral, en el cual Australia asumió el compromiso de una ayuda de US$ 130 millones para reforma policial, judicial y mejoras en la administración pública, además de la llegada de policías australianos para asistir a la fuerza pública de Papúa.  Desde la perspectiva de Canberra, mantener su influencia en Papúa está vinculado con su seguridad nacional. Los intereses australianos abarcan aspectos económicos, especialmente en materia de minería y energética (el GNL) como también tener influencia en un país que sirve de “puente” con el Sudeste de Asia y las posesiones estadounidense en el Pacífico, particularmente Guam.  La preocupación de los australianos es la creciente influencia de China en Papúa, abriendo paso a una mayor competencia, que se extiende a países que históricamente estuvieron vinculados a Canberra, pero ahora no tanto: Fiyi y Vanuatu.

En este contexto de competencia geopolítica en el Pacífico, Papúa Nueva Guinea recibió en 2023 las visitas del secretario de defensa de los Estados Unidos, Lloyd Austin; Anthony Blinken, secretario de Estado; Narendra Modi, primer ministro de la India; Joko Widodo, presidente de Indonesia; Emmanuel Macron, presidente francés; el primer ministro de Nueva Zelanda, Chris Hipkins y el secretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido, James Cleverly.  Estados Unidos centró su acercamiento en cuestiones vinculadas a la seguridad con la posibilidad de apoyar capacidades en materia de gestión de desastres naturales, seguridad marítima,  mejoras en las Fuerzas de Defensa en el marco de un acuerdo para brindar facilidades para el uso de puertos y aeropuertos por parte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Desde el punto de vista de la estrategia de seguridad de la Casa Blanca en la región, Papúa Nueva Guinea tiene un rol muy importante.  El país está cobrando relevancia desde lo económico, donde existen empresas de Estados Unidos y Francia involucrados en la producción de gas natural licuado o GNL, donde también Australia tiene intereses.  En medios papúes hay fuertes críticas, dado que las grandes inversiones que se llevan a cabo, no impactan en el desarrollo del país.

El potencial minero en materia de níquel y cobre, vital para la producción de baterías y automotores eléctricos, incrementa el valor estratégico del país.  Esto fue observado hace tiempo por Pekín que por medio de inversiones y una hábil diplomacia busca atraer a Port Moresby a su esfera de influencia. La estrategia china – desde la visión de los australianos – es no solo estrechar lazos con Papúa Nueva Guinea, sino por medio de ello, proyectarse sobre otros países de Oceanía, que por razones étnicas (melanesios) se solidaricen con Port Moresby y sigan su ejemplo acercándose aún más a Pekín. Estos microestados requieren ingentes ayudas económicas, de muy bajo impacto para China.

Esto permitió también bloquear los intentos de Taiwán de mantener lazos diplomáticos con Papúa y otros países de Oceanía.  Los chinos no han dudado de establecer un aceitado mecanismo de lobby a sabiendas de los altos nivel de corrupción de la política papú. En 1999, según un trabajo publicado por el Instituto Australiano de Relaciones Internacionales, el entonces primer ministro Bill Skate intentó seriamente cambiar el reconocimiento diplomático de Pekín por el de Taipei, pero Sir Mekere Morauta, su sucesor, lo revirtió rápidamente. En 2008, Taiwán gastó cerca de 30 millones de dólares tratando de convencer a Papúa Nueva Guinea de que reconociera a Taipei. Cuando esto se descubrió, el ministro de Asuntos Exteriores de Taiwán, James Huang, el viceprimer ministro Chiou I-jen y el viceministro de Defensa Ko Cheng-heng se vieron obligados a dimitir. El dinero nunca se recuperó.

Pekín por medio de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) se acercó a los países del Pacífico Sur, logrando la adhesión de Papúa Nueva Guinea, algo que incomoda fuertemente a Canberra.  Los intentos de un acuerdo de seguridad, especialmente para apoyar a la fuerza policial de Nueva Guinea, quedaron frustrados por la presión abierta de Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda.  Las elites de Papúa siguen formándose en escuelas y universidades australianas, lo que al parecer por el momento es un freno a la creciente influencia china, además tengamos en cuenta que el país forma parte de la Commonwealth y conserva al Rey Carlos III como jefe de estado. Ello no impide ante la inacción de Occidente en materia de desarrollo de Papúa Nueva Guinea, sea aprovechada por China para incrementar paulatinamente su influencia política.

Los chinos mantienen fuerte interés en las islas de Bougainville, territorio autónomo, que fue escenario de una cruenta guerra entre las fuerzas independentistas y el gobierno de Port Moresby. En 2020 el gobierno isleño convocó un referéndum donde el 98% de la población se manifestó a favor de la independencia. Existe un compromiso de reconocer la independencia en 2027, pero queda supeditado que lo ratifique el Parlamento papú.  Pekín conoce el potencial minero del citado territorio – cobre -  y ante un escenario de independencia buscará ser el nuevo “patrocinador” del flamante estado y evitar que Taiwán ocupe el lugar. Escenario que facilitaría la llegada de intereses mineros occidentales, dejando a China con las manos vacías.

En 2023 Port Moresby fue visitado por el buque más importante de la Marina Japonesa el JS Izumo, también hizo de acto de presencia el buque británico HMS Tamar y los franceses con la fragata La Glorieuse, reflejo del valor que tiene  el país en la estrategia de seguridad de grandes potencias que compiten abiertamente en el Pacífico con China.

La isla de Nueva Guinea (la mitad oriental está en manos de Papúa Nueva Guinea) por su ubicación juega un rol clave para la seguridad de Australia.  El Estrecho de Torres que separa Australia de Nueva Guinea es la puerta de acceso al archipiélago indonesio y el mar de Coral.  No en vano las autoridades australianas tienen previsto en el cabo York, la modernización de las instalaciones de la base aérea, permitiendo no solo su empleo por la Real Fuerza Aérea de Australia, sino por parte de fuerzas de los Estados Unidos.  El tratado de seguridad entre las Islas Salomón y China, alarmó a los estrategas de Washington como también a los australianos. En esta estrategia de “contención” del expansionismo de Pekín, actores tan distantes como Francia e India hacen acto de presencia en Nueva Guinea.

Esto significa para Port Moresby navegar en “aguas turbulentas” y sabedor de las debilidades del país, el primer ministro Marape, con el objetivo de mantener cierta distancia del conflicto entre Pekín y Washington declaró: “No estamos a favor de la guerra. Estamos a favor de la paz, la tolerancia, pero, por supuesto, promovemos nuestros valores de democracia, cristianismo y convivencia pacífica”.  Los temores al parecer del primer ministro papú, parecieran ser infundados como indirectamente dejó entrever China, al considerar que el pacto de defensa no afecta sus intereses (tal vez el “as” en la manga sea impulsar la independencia de Bougainville en su momento). Marape considera que el acuerdo con Estados Unidos traerá beneficios económicos, algo difícil de saber en uno de los país más corruptos del mundo y con serios problemas de gestión del Estado.

La situación de las islas Salomón – donde la influencia china es fuente de preocupación -  impacta en la seguridad de Papúa Nueva Guinea, en particular con la cuestión de Bougainville (rico en cobre y otros minerales de valor estratégico) escenario de una cruenta guerra civil por la independencia y donde la población se manifestó por la independencia, circunstancia que debe pronunciarse el Parlamento de Papúa, abriendo un serio interrogante, donde es posible que intereses chinos, australianos y estadounidenses entren en colisión abierta.  Los lazos culturales y étnicos de la población de Bougainville con las Islas Salomón, puede ser objeto de un conflicto abierto de proyección regional.

La activa política exterior de Marape, responde a un interés político interno, dado que es objeto de fuertes críticas, agregándose los conflictos que tiene el país. Su discurso en junio de 2024 ante el Parlamento australiano fue mostrado como símbolo de fortaleza de su liderazgo. En enero de 2024 por la crisis económica y social, la capital Port Moresby se vio sacudida por graves disturbios, que terminaron con 22 muertes y daños estimados en más de US$ 200 millones.  El primer ministro suspendió el Parlamento hasta mayo en el marco de la declaración del estado de excepción, medida de neto corte político para evitar una moción de censura.  A fines de mayo, un alud sepultó en la provincia de Enga en las conflictivas Tierras Altas, las viviendas de 2.000 personas. Esto fue objeto de nuevas críticas ante la incapacidad del gobierno para gestionar emergencias.   En julio de 2024, jóvenes integrantes de la banda criminal denominada “No me importa” atacaron entre el 16 a18 de julio las aldeas de Tamara,

Tambari y Agrumara en el distrito de Angoram, provincia de Sepik Oriental, asesinando al menos a 26 personas, entre ellas 16 niños, según las autoridades papúes. El titular de Derechos Humanos de la ONU, Volker Turk, señaló que el 24 de julio que el número de muertos podría superar los 50 y que los ataques estaban motivados por “disputas sobre la propiedad de tierras y lagos y los derechos de los usuarios”. La brutalidad del ataque, que incluyó decapitaciones, violencia sexual e incendios de aldeas, provocó que unas 200 personas abandonaran la provincia citada. El 26 de julio, las autoridades arrestaron a cinco personas vinculadas a los ataques. Es altamente probable que integrantes de la banda estén escondidos en diversos puntos de la región afectada.  El gobernador de la provincia de Sepik Oriental, Allan Bird, manifestó que solo hay 20 agentes policiales para el distrito de Angoram, de 100.000 habitantes. A todas luces, una cifra más que insuficiente.

La maldición de los recursos

La mina de Panguna ubicada en Bougainville, antes de su cierre, permitió financiar la economía papú, extremadamente subdesarrollada (llegando a ser el 12% del PIB y el 45% de las exportaciones). Su propietario la australiana Rio Tinto extrajo 550.000 toneladas de cobre y 420.000 onzas de oro generando ingresos por US$ 2.000 millones.  El país exporta minerales y petróleo, representando el 60% de las exportaciones de Papúa Nueva Guinea, pero esto no impacta en el desarrollo del país, ni en la mejora de calidad de vida de los papúes.  El régimen impositivo y cierta “ingeniería” contable permitieron por ejemplo que la minera que explota el oro en la zona de Lihit no pagara un centavo al fisco.  El daño ambiental es otro serio problema como resultado de la explotación del oro. Por ejemplo la minera Ok Tedi Mining Limited señaló que aportó al país US$ 2770 millones. Pero la situación de las comunidades afectadas por su actividad, ha visto poco y nada de semejante cifra.  En  la confluencia de los ríos Sepik y Frieda está proyectado la explotación minera más grande del país dedicado al cobre y oro. El relator especial de la ONU, quien dice que la mina planeada conlleva un riesgo de "catastrófica... pérdida de vidas y destrucción ambiental [y] parece ignorar los derechos humanos de los afectados".  La corrupción, la incapacidad de gestión y la competencia geopolítica de actores externos sobre Papúa convierten el enorme potencial económico de minerales y recursos naturales en una verdadera perdición para los habitantes de dicho país, que no ven ningún beneficio de dicha riqueza.

 

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