En esta festividad de Sucot, cuando el pueblo de Israel celebra bajo la sombra de las ramas la protección divina y la alegría de la vida, una nueva luz brilla sobre nuestra nación: el regreso de los secuestrados.
Este suceso, que conmueve los cimientos del alma israelí, nos recuerda que aun en las noches más oscuras, Dios no abandona a su pueblo.
Por: Ariel Markovits Rojas
Las lágrimas derramadas se transformaron en abrazos, las oraciones en canto, y las sillas vacías alrededor de las mesas familiares volvieron a llenarse con los rostros de quienes regresaron del cautiverio.
Cada mirada, cada gesto, cada palabra de reencuentro es una bendición que se eleva al cielo.
Agradecimiento a Dios y al espíritu de Israel
Ante todo, agradecemos a HaShem, fuente de toda vida y justicia, por escuchar las plegarias de millones y permitirnos ver este milagro.
Sucot es la fiesta de la protección divina, del refugio bajo la sombra de Dios, y hoy sentimos que Su mano nos sostuvo cuando el dolor parecía insostenible.
También honramos el coraje del pueblo israelí, su resistencia espiritual, su unidad en la adversidad. En cada manifestación, en cada oración, en cada bandera ondeando, hubo un solo mensaje: no los olvidamos.
Honor a las FDI: guardianes del pueblo
Nuestro reconocimiento eterno a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), a los soldados, comandos e inteligencia que arriesgaron sus vidas para traerlos de vuelta.
Su valentía, disciplina y fe fueron el instrumento humano de la voluntad divina.
Ellos representan lo mejor de nuestro pueblo: la defensa sagrada de la vida.
Gratitud a los hermanos sionistas cristianos
No menos importante es el papel de los hermanos cristianos sionistas de todo el mundo, que se mantuvieron firmes y valientes frente a la propaganda y la mentira.
Ustedes no guardaron silencio ante las atrocidades de Hamas, ni ante la campaña de desinformación que intentó presentar a Israel como agresor.
Sus voces resonaron en cada rincón del planeta, defendiendo la verdad y la justicia.
Jamás olvidaremos su solidaridad y su amor por el pueblo de Israel.
El liderazgo de Trump: un acto que trasciende la política
Y en medio de este renacer, surge una figura cuya intervención fue decisiva: el presidente Donald J. Trump.
Su acción oportuna, valiente y clara en defensa de Israel y de los rehenes no solo demostró liderazgo, sino también una profunda conexión con los valores de la libertad y la vida.
Que no haya sido nominado al Premio Nobel de la Paz es, en verdad, irrelevante.
Su nombre ya está grabado en piedra y en el alma del pueblo judío, como lo estuvo el de Ciro el Grande o el de otros grandes líderes que se atrevieron a defender a Israel cuando muchos callaron.
Generaciones futuras recordarán su nombre con gratitud y respeto.
Un mensaje eterno
Sucot simboliza la fragilidad humana y la fortaleza de la fe.
Este regreso nos recuerda que la vida es sagrada, la verdad es poderosa y el espíritu de Israel es indestructible.
El retorno de los secuestrados no es solo una noticia: es una señal de esperanza, una victoria de la luz sobre la oscuridad, del coraje sobre el miedo, de la verdad sobre la mentira.
Que Dios bendiga a Israel, a las FDI, a los hermanos sionistas del mundo y a todos los hombres y mujeres que nunca dejaron de creer.
Y que, en cada generación, el pueblo judío siga diciendo con fuerza y gratitud:
“Am Israel Jai — el pueblo de Israel vive.”












