Devastadoras inundaciones en la Amazonía peruana
El Departamento de Loreto (única jurisdicción política peruana con tres fronteras: Brasil, Colombia y Ecuador) tiene actualmente más de 27,000 damnificados y una crisis en expansión en su boscoso territorio. Su población sufre una lucha por refugio e invoca con urgencia ayuda humanitaria, principalmente en la zona conocida como Contamana. La furia de la naturaleza -manifestada a través de fuertes lluvias- ha dejado su perjudicial huella en muchas familias. La corresponsal de El Minuto en aquella región, informa sobre la crítica situación.
Por: Carmen Chapiama, Corresponsal El Minuto Perú
En el corazón de la Amazonía peruana, la provincia de Ucayali (Loreto), enfrenta una crisis humanitaria sin precedentes. Las lluvias torrenciales han provocado la crecida del río Ucayali con destrucción a su paso y miles de familias sin hogar. Según estimaciones preliminares, al menos 27,000 personas han sido afectadas, y la cifra sigue en aumento.
Desde la capital provincial, Contamana, hasta comunidades como Sarayacu, Padre Márquez, Pampa Hermosa, Inahuaya y Vargas Guerra, el panorama es desolador: viviendas sumergidas, cultivos arrasados y familias en emergencia por encontrar un refugio seguro.
En medio del desastre natural, el alcalde provincial y presidente de Defensa Civil de Ucayali, Rodolfo Lovo Tello, ha tomado acciones inmediatas para brindar asistencia a los damnificados. Su decisión más audaz ha sido habilitar el ex Banco Agrario, un edificio estatal abandonado por más de 30 años, como refugio temporal para las familias afectadas.
“Estamos tomando este local porque no podemos esperar más. No tengo problema en asumir cualquier responsabilidad posterior, pero nuestro deber es proteger la vida de nuestra gente”, declaró Lovo, en un tono firme pero visiblemente afectado por la magnitud de la crisis.
¿Dónde refugiar a los damnificados?
Las autoridades enfrentan un dilema crítico. Por disposición del Ministerio de Educación, los colegios no pueden ser utilizados como refugios temporales, lo cual dejaría a cientos de familias sin un techo. “Los directores han recibido indicaciones precisas de que no pueden ceder los locales escolares. Entonces, ¿A dónde vamos a ubicar a los damnificados?”, cuestiona la autoridad local. Ante la falta de opciones, se instalarán carpas dentro de lo que fue un Banco Agrario, además de una olla común, asistencia médica y medidas de seguridad en coordinación con el Ministerio Público, la Policía Nacional, la Unidad de Gestión Educativa Local y los servicios de salud.

La alcaldía convocó a todos sus funcionarios para coordinar una distribución inmediata de ayuda humanitaria en Contamana y 35 comunidades ubicadas en la cuenca del río Pisqui y el río Ucayali. Se formaron brigadas de trabajo para entregar víveres esenciales como arroz, azúcar, fideos, conservas, sal, menestras y aceite, durante esta semana.
Paralelamente, la autoridad municipal ha iniciado gestiones ante el Gobierno Central para la ampliación de la declaratoria de emergencia, con el fin de obtener mayores recursos y asistencia estatal.
Desesperación y resiliencia en la Amazonía
La situación en Contamana refleja la vulnerabilidad de las comunidades amazónicas ante desastres naturales. “Contamana no es Lima ni Trujillo. Aquí no tenemos grandes infraestructuras ni refugios de emergencia. Somos un pueblo pobre, alejado y con pocos recursos”, expresa el alcalde.
Mientras, el río Ucayali crece y amenaza con más desplazamientos forzados, la respuesta de las autoridades locales y la solidaridad de la comunidad se han convertido en la única línea de defensa.
La batalla contra la naturaleza es feroz, pero en Contamana, la determinación de su gente y de sus líderes sigue en pie. “Nos sentimos impotentes cuando vemos que el agua sigue subiendo, pero no nos rendiremos. Estamos aquí para proteger a nuestra gente” enfatiza su alcalde.
La tragedia en Ucayali es un recordatorio del impacto del cambio climático y de la necesidad de planes de prevención y respuesta ante desastres en la Amazonía peruana. Mientras las aguas no cesan, la lucha por la supervivencia continúa.