Eilat bajo ataque: cuando el mundo mira hacia otro lado

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Ayer, mientras en Nueva York la Asamblea General de las Naciones Unidas volvía a poner en el centro del debate el mismo libreto repetido durante décadas —la creación de un Estado Palestino como única preocupación urgente—, en Eilat, al sur de Israel, un dron lanzado desde Yemen impactaba contra la ciudad civil, dejando más de veinte heridos, dos de ellos en estado grave.

 Por: Ariel Markovits | Corresponsal el Minuto de Israel

Los equipos de Maguén David Adom y bomberos locales trabajaron sin descanso en escenas de horror:

  • Un hombre de 70 años trasladado en estado crítico, con amputaciones en sus extremidades.
  • Un joven de 21 años herido de gravedad por esquirlas en el pecho.
  • Más de una veintena de personas evacuadas, muchas con heridas de metralla, otras con crisis de ansiedad.
  • Habitaciones de un hostal destruidas por la explosión y material explosivo aún activo que obligó a operativos de emergencia.

Eilat, una ciudad turística, pacífica, símbolo de encuentro entre desierto y mar, se convirtió en minutos en escenario de sangre y destrucción.

La ironía en Nueva York

Mientras familias israelíes corrían para salvarse, en Nueva York se hablaba —una vez más— de la necesidad de reconocer y proteger al “pueblo palestino”. Ningún líder alzó la voz para denunciar el hecho simple y brutal: civiles israelíes fueron atacados por terrorismo internacional, lanzado desde Yemen con apoyo iraní.

El contraste es insultante:

  • En la ONU, discursos fríos, calculados, cargados de retórica sobre “derechos palestinos”.
  • En Israel, ambulancias luchando por mantener con vida a un anciano mutilado y a un joven atravesado por esquirlas.

¿Dónde está la indignación global?
¿Por qué un dron cargado de explosivos que hiere a inocentes no merece ni una línea en los discursos de la comunidad internacional?
¿Por qué solo se condena cuando Israel responde, pero no cuando Israel es golpeado?

El silencio que hiere

El terrorismo contra Israel se normaliza. Se acepta como “parte del conflicto”. Se minimiza, se ningunea, como si las vidas de los israelíes valieran menos que las de otros pueblos. En la ONU se habla de “paz” mientras se ignoran los cuerpos ensangrentados en un hostal de Eilat.

Pero la verdad es clara: no habrá paz mientras el terrorismo se disfrace de resistencia y se premie con reconocimiento internacional.

Un llamado desde Eilat

Hoy, desde Eilat, desde el dolor de las víctimas, deberíamos recordarle al mundo: Israel no es una abstracción política. Es gente real. Son familias que llevan a sus hijos a la escuela, ancianos que caminan por el paseo marítimo, jóvenes que trabajan en hoteles. Y son ellos, no los discursos, los que reciben los ataques.

El terrorismo no distingue. Y la indiferencia internacional, esa que se disfraza de diplomacia, es también una forma de violencia.

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