En las últimas semanas, los incendios forestales han devastado miles de hectáreas de bosques amazónicos, pero más allá de la evidente destrucción de flora y fauna, esta situación, producto del cambio climático propiciado por costumbres y otras razones, existe una pérdida incalculable para la humanidad: las abejas. Según el reconocido investigador y experto en temas amazónicos, Roger Rumrril García, las abejas son el ser más valioso de la naturaleza, debido a su función crucial en la polinización de al menos el 70% de los alimentos que consume el ser humano.
Por: Carmen Chapiama, corresponsal El Minuto Perú
Roger Rumrril, cita el estudio de un instituto de ciencias que calculó que entre los años 2017 y 2018, 500 millones de abejas murieron como consecuencia de los incendios forestales en Brasil. Esta cifra no solo es impactante por la cuantificación de la pérdida, sino por sus implicaciones directas en la calidad de vida de las personas.
Sin abejas -asegura Rumrril- “no habría frutas ni verduras”, ya que ellas son las responsables de la polinización de los cultivos que sustentan la dieta humana. En el caso del Perú, las cifras aún no son claras, pero se estima que millones de abejas han perecido debido a los incendios recientes. Con ello es fácil comprender que la situación pasará su factura en el tiempo que ha de venir.
Se anuncia, entonces, un futuro sombrío. La muerte masiva de abejas significa un golpe devastador para la capacidad productiva de los bosques y, por ende, para la humanidad. Sin abejas, la producción agrícola disminuye drásticamente, algo que afecta no solo la biodiversidad, sino también la seguridad alimentaria mundial
Rumrril, advierte que estamos enfrentando los graves problemas ocasionados por el cambio climático que crean las condiciones para los incendios forestales, pero también por el uso indiscriminado de pesticidas y su impacto. Son una serie de factores que suman los riesgos ocasionados por la acción humana perfectamente evitables si se tomara conciencia sobre la realidad planetaria.
En Perú, muchas de las causas de los incendios forestales tienen raíces ancestrales. Los agricultores suelen quemar pastizales para renovar la tierra o para llamar la lluvia, una creencia que perdura en diversas comunidades.
Definitivamente, el cambio climático ha determinado que estas prácticas se tornen peligrosas, ya que el calor y los vientos actuales provocan que el fuego se extienda de forma incontrolada. El experto, hace un llamado urgente para capacitar a los agricultores en nuevas técnicas -respetuosas del medio ambiente- y adaptadas a las condiciones climáticas actuales. También resalta la importancia de dotar de equipo adecuado a los bomberos forestales, quienes luchan día a día contra las llamas sin los recursos necesarios.
Otro de los problemas que, el experto destaca en su análisis, es la existencia de la Ley 31973, aprobada por el Congreso peruano, la cual permite el cambio de uso de la tierra y, en consecuencia, la deforestación de grandes extensiones de bosques. Esta legislación, según el investigador, es prácticamente una autorización para quemar los bosques y debe ser derogada de inmediato.
Asimismo, critica que el plan propuesto en Perú por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) en el año 2023 haya sido rechazado por el actual gobierno y el Congreso.
Además de las prácticas ancestrales, el extractivismo es una de las principales causas de la deforestación. Rumrril, señala que la expansión de monocultivos, como la soya y las plantaciones de palma, así como la ganadería extensiva, están arrasando con grandes extensiones de bosques en América Latina.
En Brasil y Perú, las grandes empresas y extractores ilegales encienden el bosque en áreas protegidas para expandir sus negocios. De este modo, se comete lo que él denomina: “crímenes ambientales”.
La quema de los bosques tiene múltiples efectos devastadores. Uno de los más inmediatos es la muerte masiva de fauna. Miles de animales perecen en las llamas y sus ecosistemas se destruyen irreparablemente. Asimismo, los agricultores de regiones peruanas como San Martín, están desesperados debido a la pérdida de cultivos como el cacao y el café.
Pero el daño avanza más lejos de la destrucción de los cultivos, él advierte que en los próximos años veremos un aumento en los precios de los alimentos y una escasez de productos esenciales ya que los incendios afectan la capacidad de producción agrícola. Además, la contaminación del aire por el humo, que ya invade las ciudades, afecta gravemente la salud humana, dificultando la respiración y aumentando los problemas de salud pública.
También menciona que, según los acuerdos de París de 2015, el objetivo buscado fue mantener el aumento de la temperatura por debajo de los dos grados. Sin embargo, las proyecciones actuales indican que para el año 2030, la temperatura global aumentará a tres grados, lo que hará que los incendios forestales y otros desastres naturales sean más frecuentes y devastadores. No hace falta tener mucha imaginación para avizorar los tiempos que han de llegar si no se asumen medidas inmediatas de parte de quienes tienen responsabilidad dentro de la sociedad.
El problema de fondo no es solo ambiental, sino también cultural. La visión antropocéntrica y eurocéntrica que considera a la naturaleza como un recurso para explotar debe cambiar hacia una visión cosmocéntrica, donde la naturaleza sea vista como la madre que nos sustenta y a quien debemos cuidar. En ello se debe coincidir y establecer sinergias no solo en el ámbito nacional, sino también internacional.
Esta transformación no solo requiere un cambio de mentalidad, sino también un esfuerzo conjunto del Estado, empresas y la sociedad civil para proteger los bosques y, con ellos, la vida en el planeta. En este sentido, hace un llamado a las autoridades peruanas y a todas en la región continental para que actúen con urgencia y dispongan de medidas decisivas contra la deforestación, para que se deroguen leyes perjudiciales y promuevan un modelo de desarrollo sostenible que garantice la preservación de la Amazonía y sus especies, incluidas las abejas, el tesoro más valioso de la naturaleza. La pérdida de 500 millones de ellas años atrás debe hacernos reconstruir el camino.