2024: El año que triunfó la guerra

Jorge Suarez Saponaro
Jorge Suarez Saponaro
Columnista | Diario el Minuto

Cada guerra es una destrucción del espíritu humano | Henry Miller

El 2024 se despidió con una escalada de los conflictos armados, el incremento de refugiados, alcanzando la cifra de 130 millones de personas.  Por otro lado observamos el ascenso de nuevos actores en el denominado Sur Global y la consolidación de un mundo multipolar.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina

El año 2024 finaliza con la caída del régimen sirio de Al Assad, abriendo serios interrogantes sobre la viabilidad del nuevo gobierno instalado en Damasco, tomando en cuenta el origen de los grupos que tomaron el poder en la capital siria, su historial de violación de los derechos humanos, crímenes de guerra, vinculaciones con organizaciones terroristas. En los medios de comunicación intentan “lavarles” la cara, pero genera dudas sobre el futuro de Siria, dado las existencias de numerosos grupos armados de carácter local, la situación de las minorías étnicas y religiosas, especialmente la situación de los kurdos, que controlan el noreste del país.

Turquía, con los cambios en Siria, proyecta su influencia política – estratégica, teniendo especial atención a la cuestión kurda, buscando eliminar de alguna manera santuarios o bases que brinden apoyo al Partido de los Trabajadores de Kurdistán o PKK, poderoso grupo armado que reclama derechos políticos de los kurdos turcos, algo que Ankara siempre se negó aceptar y su respuesta fue la represión cultural, política y militar.  Israel observa con desconfianza la nueva situación en Siria, al fin de cuentas los islamistas que están en Damasco e intentan mostrarse “moderados” tienen la misma ideología de Hamas y abre las puertas para la aparición de un nuevo rival geopolítico: Turquía.  Es por ello la rápida campaña militar israelí sobre las bases del antiguo ejército sirio, evitando que su poderoso arsenal, sirva para que Siria sea una nueva Libia y alimente el resurgir del siniestro Estado Islámico, organización terrorista, al cual Israel considera una amenaza a su seguridad. El gobierno israelí abogó por las minorías nacionales sirias, siendo una advertencia sobre el tipo de régimen que se instale en Damasco.

Rusos e iraníes simplemente dejaron caer al régimen de al Assad y esto se conecta con la reunión de titulares de exteriores de Turquía, Irán y Rusia en los primeros días de diciembre de 2024. Moscú sigue presente en Siria y los iraníes se replegaron sin ser molestados por los grupos islamistas – enemigos ideológicos declarados de Teherán – hacia el nuevo bastión de Teherán que es Irak. En Líbano, envuelto en el caos político y las consecuencias de las operaciones israelíes contra Hezbollah, el citado grupo chiita, logró un cese el fuego. A pesar del golpe estratégico de Israel contra su conducción político – militar, su enorme arsenal no pudo ser destruido y mantuvo su capacidad de ataque, afectando la seguridad y economía de la población del norte de Israel.  Los contendientes solo buscan ganar tiempo y esperar para librar un nuevo round. Es muy probable que los mejores cuadros y tropas experimentadas de Hezbollah hayan cruzado el río Litani mezclados con la población civil como estrategia de supervivencia.

Irán en este 2024, sumamente golpeado por las sanciones internacionales, con fuertes tensiones internas, el régimen optó escalar el frente externo para neutralizar con habilidad la situación interna. En base al riesgo calculado, aprovechó con inteligencia la situación de Rusia para promover un acercamiento, integrarse al bloque de los BRICS para sortear el duro embargo de los países occidentales liderado por Estados Unidos, proveer una discreta ayuda militar a través de la transferencia de drones e intercambio de experiencia militar en su utilización, generó cierto respiro al régimen de los ayatolás en materia económica y posiblemente algún tipo de apoyo a su programa nuclear civil.

El conflicto con Israel, que muchos consideraban que degeneraba en guerra abierta, finalmente fue una demostración más del manejo del “riesgo calculado” de Teherán.  Estados Unidos intervino directamente, consciente que los estados del Golfo no tienen la capacidad para lidiar con la guerra asimétrica iraní, siendo uno de sus objetivos el cierre del Estrecho de Ormuz y el ataque a escala de la infraestructura petrolera con sus consecuencias para la economía global y por ende de la estadounidense.  El estado de salud del Líder Supremo de la República Islámica, el ayatolá Alí Jamenei, lleva al régimen a un impasse, reflejado en su repliegue de Siria y consolidar posiciones en Irak y Yemen. La llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca, se traducirá en nuevas sanciones y acciones coercitivas a Irán y los líderes lo saben muy bien, es por ello que en el plano geopolítico adoptan una postura defensiva.

Israel desde el 7 de octubre de 2023 está embarcado en un conflicto armado, desatado luego del cruento ataque terrorista de Hamas, que incluyó la toma de rehenes (250), de los cuales una parte de ellos murieron en cautiverio y ataques con cohetes y proyectiles en territorio israelí que costó la vida de 1200 personas. En un primer momento, el gobierno israelí tuvo la simpatía de la comunidad internacional pero poco y nada se hizo para presionar abiertamente a Hamas y nadie, incluyendo a Estados Unidos o la Unión Europea, habló de desarmar a dicho grupo terrorista. La respuesta militar derivó en una brutal guerra urbana, en el marco de una tragedia humanitaria. Hamas decidió luchar hasta el “amargo final”. A pesar del daño sufrido por la organización, para Israel tuvo un alto costo político en el marco de la “guerra de narrativas” agregándose que el conflicto terminó en la Corte Penal Internacional, donde el fiscal jefe Karim Khan, imputó al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y el entonces ministro de defensa Yoav Gallant junto con los líderes de Hamas: Yahya Sinwar, Ismail Haniya y Mohammed al Masri, por crímenes de guerra.

En Cisjordania, el gobierno palestino se transformó en un fantasma, derivando en combates entre fuerzas israelíes y grupos armados palestinos, incluyendo elementos de Yihad Islámica Palestina y Hamas. La guerra no hizo más que alimentar los extremismos de las partes en conflicto. La falta de liderazgo de Estados Unidos, quedó reflejado en la incapacidad de ofrecer un plan de paz.  Los ataques desde el Líbano por parte del Hezbollah, llevó a Israel a lanzar una ofensiva militar, siendo el objetivo crear condiciones de seguridad para el regreso de miles de ciudadanos a sus hogares linderos con la frontera norte. El grupo libanés lanzó más de 200 proyectiles contra objetivos militares y civiles israelíes. El costo político y económico de la guerra para Israel lo llevó a buscar un precario cese del fuego con Hezbollah, algo que dicha organización también buscaba por los daños a su conducción estratégica.  El acuerdo del cese del fuego, consiste en el retiro del grupo libanés hacia el norte del río Litani junto con el repliegue de las fuerzas armadas israelíes. Proceso cargado de incidentes, pusieron fin en apariencia a 13 meses de combates. Un hecho no menor, el cese del fuego habla de retiro de las fuerzas de la milicia libanesa y no de su desarme.

Hamas y Hezbollah son organizaciones gracias a la economía informal, incluyendo el lavado de activos, tráfico ilegal de recursos naturales, narcotráfico y el generoso financiamiento internacional (Irán, Qatar) permite que cuenten con importantes recursos financieros suficientes para su reconstrucción, agregándose su inserción social.  En el caso de Hamas, de los 25.000/30.000 combatientes, se estima que la mitad siguen operando en Gaza y los importantes recursos, le permitirá reclutar personal, y dado la situación de los palestinos crean condiciones para la radicalización y por ende la actividad terrorista continuará. La Franja de Gaza está sumergida en el caos, los combates costaron la vida de decenas de miles de civiles, la destrucción de infraestructuras y una crisis humanitaria con más de 1 millón de desplazados.  El incremento de la represión israelí para contener los grupos terroristas, sin ninguna duda es funcional a los intereses de las organizaciones extremistas palestinas.

Israel libra una guerra con un alto costo político con el objeto de moldear el orden regional acorde a sus intereses, posiblemente a la espera del cambio de gobierno de Estados Unidos y buscar su aceptación del orden que busca imponer en el Próximo Oriente. A nuestro entender, estamos ante una victoria transitoria. Desde el Yemen los ataques continúan, la guerra de baja intensidad es una realidad el marco de una estrategia sin tiempo que libra Teherán y Hamas para desgastar a Israel, no solo en el plano externo, sino interno.   El régimen afín a Turquía en Damasco y la inestabilidad de este abre nuevos interrogantes. Un año de guerra golpearon la economía israelí.

El país vive la desaceleración más pronunciada de los países de la OCDE. El PIB se contrajo el 4.1%. Las previsiones del Banco Central de Israel sobre el costo de la guerra en 2025 se estiman en US$ 67.000 millones (incluyendo los US$ 14.000 millones de ayuda de Estados Unidos), el déficit fiscal alcanza el 7,8% del PIB (por ende, más endeudamiento). 140.000 trabajadores palestinos de Cisjordania, no pueden trabajar en Israel por la situación de seguridad, algo que afecta al sector de construcción, agregándose que todavía 120.000 israelíes no pudieron volver a sus casas en el norte.

El virus del caos y la guerra se extiende a la frontera afgano pakistaní.  Los ataques del grupo terrorista  Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP) en diciembre de 2024 en territorio de Pakistán, abrieron paso a operaciones de represalia por la muerte de 16 soldados. La citada organización tiene su santuario en Afganistán, hoy gobernado por los talibanes. Islamabad ordenó ataques contra bases de TTP. El gobierno de Kabul lanzó una serie de acciones armadas contra la frontera común. El gobierno pakistaní al parecer, busca dar un mensaje a los talibanes para dejar de apoyo a TPP, pero el riesgo de un conflicto de mayores proporciones está latente.

En la antigua Birmania – hoy Myanmar – la junta militar que derribó al gobierno civil en 2021, libra una guerra desde entonces. Se estiman que hay más de 50.000 muertos. La brutal represión de la junta a la campaña de desobediencia civil, alentó a muchos a optar por la vía armada. Se formó un gobierno de Unidad Nacional compuesto por opositores al régimen y organizaron las Fuerzas de Defensa del Pueblo. En 2022 grupos insurgentes separatistas de minorías nacionales engrosan las fuerzas de oposición al ejército de Myanmar. En 2023 la denominada Ofensiva 1027 de la Alianza de la Tres Hermandades llevó a las fuerzas de la Junta Militar a una posición defensiva.

China irrumpe como actor en el conflicto, dado sus intereses económicos y geopolíticos, logra un alto el fuego entre el gobierno militar y la Alianza de las Tres Hermandades.  En febrero 2024 ante la crítica situación militar, la Junta ordena el reclutamiento de hombres y mujeres de 18 a35 años, provocando una crisis ante embajadas, donde miles de jóvenes piden asilo o un visado, además que muchos optan por alistarse en las filas opositoras.

La delicada situación impulsó a los militares a proponer un plan de paz a la resistencia aglutinada en el Gobierno de la Unidad Nacional o NUG, rechazada de plano, exigiendo rendición de cuentas por décadas de corrupción y brutalidad.  El reclutamiento forzado, afecta la moral combativa de las fuerzas de la Junta Militar, frente a una oposición motivada por importantes victorias, siendo clave la toma de la ciudad de Mandalay, cuya caída puede llevar a una derrota segura al gobierno militar.

Las tensiones internas contra el general Min Aung Hlaing, ponen en evidencia signos de descomposición, abriendo serios interrogantes sobre el futuro de Myanmar, donde más de un observador cree que el país se fraccionará, dado que los grupos étnicos mantienen sus fuerzas en sus respectivas regiones, optando el ejército de Myanmar de ejercer control en áreas mayoritariamente de la etnia birmana. La incapacidad de la oposición de librar batallas decisivas prevé una larga agonía para el gobierno militar.

Las diferencias políticas entre los distintos grupos armados y el NUG, solo unidos en su lucha contra el régimen militar abren interrogantes sobre el futuro del país. Los estados vecinos ven con preocupación la escasez de alimentos, el incremento del tráfico de drogas – para financiar las drogas – y el posible desplazamiento masivo de refugiados (como pasó con los rohingyas, víctimas de prácticas genocidas de la junta militar en el pasado) que pueden ser un factor de desestabilización.

En Sudán se libra una guerra civil, olvidada por los grandes medios de comunicación, entre facciones de las fuerzas armadas (Fuerzas Armadas Sudanesas o SAF y las Fuerzas de Apoyo Rápido o RSF), dejando frustrado en 2022 el proceso de democratización. El conflicto costó la vida a más de 20.000 personas y 14 millones de desplazados. Naciones Unidas señala que 25 millones de sudaneses están en riesgo de inseguridad alimentaria.  Los bandos en pugna buscan hacerse con los recursos del país, el general Hemedti, en tiempos de la dictadura del general Bashir, se enriqueció con las minas de oro del país.  La injerencia de actores externos como Rusia,

Estados Unidos, China, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos pone en evidencia. Reconocidas ONG de Derechos Humanos documentaron matanzas y limpieza étnica en Darfur, más de 2 millones de refugiados están en Sudán del Sur, Chad y Etiopía.  En abril de 2023, Naciones Unidas reconoció que la situación de Sudán está saliendo de control y la entrega de ayuda humanitaria es cada vez más complicada.  Existe una clara incapacidad de la comunidad internacional de hacer algo por el drama que viven millones de sudaneses en el medio de caos de lucha de facciones armadas.  Estados Unidos intentó tener un rol relevante en la crisis, pero su papel ha sido limitado y no exento de críticas.

La región del Sahel, asolada por el terrorismo, gracias al generoso financiamiento por el tráfico de armas, drogas y personas. Al fin de cuentas, bajo la bandera del extremismo religioso, se esconden poderosa organizaciones criminales, azuzadas por ciertos servicios de inteligencia (especialmente Ucrania) en el marco de la guerra fría que tiene Rusia con Occidente.  Las juntas militares que tomaron el poder en Malí, Burkina Faso y Níger, se alinearon a Moscú y ordenaron la salida de las fuerzas francesas como de la misión de Naciones Unidas en Malí o MINUSMA.  La violencia de los grupos terroristas en dichos países, provocaron más de 5 millones de desplazados internos, una delicada situación humanitaria y el riesgo de contagio a los países vecinos.  El creciente sentimiento anti occidental, llevó a que un viejo aliado de París, Chad, solicitara el retiro de las fuerzas francesas en su territorio a fines de diciembre de 2024.

El presidente chadiano general Deby, estrecha lazos con Moscú, ampliándose la presencia del denominado Cuerpo África, una organización de mercenarios rusos bajo control del Kremlin, que expande su presencia lentamente en todo África Occidental.  Senegal otro estrecho aliado de Francia, también solicitó el retiro de la presencia militar francesa.  La expansión del terrorismo en la región es una realidad.  La cuenca del Lago Chad, operan diversos grupos terroristas, generando 200.000 refugiados y más de 2 millones de desplazados.

En la región de los Grandes Lagos, en el este de la República Democrática del Congo o RDC, el grupo M23 está generando violencia. Naciones Unidas se retira ante la incapacidad de la Comunidad Internacional de estabilizar partes del Congo Democrático, agregándose una batalla geopolítica por el control de recursos de alto valor estratégico, especialmente para la producción de componentes electrónicos, de informática y la industria aeroespacial. China, Estados Unidos, Rusia por medios directos o terceros actores operan en la RDC.

En diciembre de 2024, abogados en Francia y Bélgica que representan a la RDC, radicaron denuncias contra la poderosa Apple de utilizar minerales expoliados en dicho país y "blanqueados" a través de las cadenas de suministro mundiales, lo que convierte a la compañía en cómplice de los crímenes cometidos por los grupos armados que controlan algunas de las minas del este del citado país africano.  La ambición por el control de los valiosos recursos naturales, alimentan a un centenar de grupos armados responsables de violaciones, crímenes de guerra de diverso tipo y el uso de mano de obra infantil en condiciones extremas.

En África continúa el caos libio, con dos gobiernos rivales, estando detrás las ambiciones geopolíticas de Rusia, Estados Unidos, Turquía, Egipto, Emiratos Árabes Unidos. Las crecientes tensiones entre las facciones libias, abren la posibilidad tras cuatro años de calma, estallen las hostilidades nuevamente.  El norte de África hay otro conflicto, de baja intensidad, silenciado por los grandes medios, el del Sahara Occidental, donde el Frente Polisario, intercambia fuegos con las fuerzas marroquíes que ocupan el 80% del territorio. La ilegalidad de la presencia marroquí, con la vista gorda de la Unión Europea y España – potencia administradora de iure del territorio – ha sido refutada por el Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea contra el expolio de los recursos naturales, donde claramente reconoció el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.

La guerra de Ucrania sigue su curso, donde claramente Kiev está en una situación más comprometida, dado la falta de recursos humanos, llevando al gobierno ucraniano a reforzar el control de las fronteras ante la creciente oleada de deserciones. Se estima que más de 6 millones de ucranianos dejaron el país al comenzar la guerra con Rusia, agregándose 3.7 millones de desplazados internos. Estados Unidos junto a sus aliados de la OTAN apostaron a la escalada del conflicto, con muchas resistencias y desacuerdos entre los socios de la Alianza Atlántica. Se estima que la ayuda militar de la Casa Blanca a Kiev en dos años ronda unos US$ 160.000 millones. Por otro lado, la UE utiliza los intereses de los fondos rusos congelados para asistir a Ucrania. El esfuerzo realizado no ha impedido que Rusia se retire del 25% del territorio ocupado en 2022.

La llegada del presidente Donald Trump, genera mayores interrogantes, dado la postura que tiene sobre la necesidad de poner fin a la guerra, seguramente para concentrar esfuerzos en la competencia con China.  La postura ucraniana, no ayuda a generar canales de diálogo, destacándose la prohibición de la Iglesia Ortodoxa Rusa, algo abiertamente contrario contra los principios de la UE, espacio donde aspira Kiev integrarse, ni proponer soluciones políticas para las poblaciones ruso parlantes. Rusia aprendió las lecciones de la guerra, libra un conflicto de zona gris, donde combina acciones convencionales, no convencionales, acompañado por una estrategia muy clara en el campo de la política exterior, acción psicológica, propaganda y erosión del potencial nacional ucraniano.

En América, Haití está sumergido en la violencia perpetrada por grupos criminales, generaron 600.000 desplazados internos y más de 3.000 muertos. Los limitados recursos de la misión de Naciones Unidas, impiden acciones más contundentes sobre el crimen organizado, cuyo poder está en capacidad de disputar el poder al débil estado haitiano.  Colombia, padece la presencia de grupos armados destacándose la disidencia de las FARC y el ELN. Se observó en 2024 un crecimiento de las masacres con más de 200 víctimas mortales.  La violencia del crimen organizado en México le costó la vida a más de 30.000 personas. El gobierno de la presidente Sheinbaum sigue con las acciones erráticas de su antecesor, incrementándose el proceso de militarización de seguridad pública. Pareciera que el país está en un callejón sin salida.

El cambio climático, las migraciones masivas, una mayor competencia por el control de recursos estratégicos y críticos, auguran un 2025 problemático. Asimismo, estamos ante el ascenso de nuevos actores regionales, con una visión revisionista de las relaciones internacionales y no dudarán en poner en duda el rol de las potencias tradicionales, junto con la aparición de nuevos focos de poder como los BRICS o ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste de Asia) que anuncia un mayor protagonismo del denominado Sur Global.

El Ártico gracias al cambio climático abrirá nuevas rutas marítimas y facilidad para el acceso a la explotación de hidrocarburos. Los mares cobrarán importancia, no solo por los recursos vivos o hidrocarburos, sino por los denominados nódulos polimetálicos. No en vano potencias medias, realizan fuertes inversiones en sus fuerzas navales.

El triunfo de la ilegalidad

En diversos informes internacionales, surge que 1 de cada 7 personas en el mundo han estado expuestos a conflictos armados, 50 países clasifican en los niveles máximos de tensión y/o violencia, y el 15% crecieron los incidentes de violencia política.  En enero de 2024 una encuesta internacional reveló los diez países que albergaron niveles graves de conflicto: Myanmar, Siria, Palestina, México, Nigeria, Brasil, Colombia, Haití, Yemen y Sudán. Estos países reflejaron los patrones agregados del año anterior. En julio de 2024, los siguientes 10 países albergaron niveles extremos de conflicto: Palestina, Myanmar, Siria, México, Nigeria, Colombia, Brasil, Sudán, Camerún y Pakistán.  Los dos últimos países subieron significativamente en el índice y entraron en el extremo, mientras que anteriormente ambos países presentaban niveles "altos" de conflicto.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, señaló en 2024, había 130 millones de refugiados. Las bajas civiles en conflictos respecto de 2023, se incrementaron en un 72%.  El gasto militar se ha disparado, mientras el mundo multipolar es una realidad, observamos serias limitaciones para alcanzar consensos entre los grandes actores globales. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas está paralizado por la tensión entre Estados Unidos y sus aliados frente a Rusia y China.

El 2024 se fue dejando un pesado legado, observándose un mundo más caótico y violento. La competencia geopolítica se agudizará y el papel de potencias tradicionales, se reducirá como observamos en África con el repliegue de Francia, a favor de Rusia, China y en menor medida de India y Turquía.  El gran interrogante será lo que acontecerá en Ucrania, su desenlace tendrá un fuerte impacto en las relaciones internacionales, unido al papel de China, donde consideramos que el espacio Asia Pacífico será el nuevo foco de poder global.

Subscribe to Our Newsletter

Keep in touch with our news & offers