Ruanda, la “Esparta africana”: diplomacia militar, minerales estratégicos y poder regional

Ruanda. La “Esparta” africana.
Jorge Suarez Saponaro
Jorge Suarez Saponaro
Columnista | Diario el Minuto

Origen de las Fuerzas de Defensa de Ruanda tras el genocidio

En 1994, el Frente Patriótico Ruandés invadió Ruanda, sumida en el caos a raíz del genocidio llevado a cabo especialmente contra los tutsis. El nuevo régimen político creó las Fuerzas de Defensa de Ruanda sobre los restos de las Fuerzas Armadas Ruandesas y el brazo militar del Frente Patriótico. La intervención en la Guerra del Congo, como en operaciones de pacificación, le dieron un perfil muy profesional, agregándose la asistencia de Estados Unidos.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina

Kagame y la proyección regional mediante la fuerza

El presidente Paul Kagame, en el marco de su estrategia de convertirse en un líder de proyección regional, ha empleado a las Fuerzas de Defensa como una herramienta clave de su política exterior. Ruanda cuenta con fuerzas armadas bien entrenadas, equipadas y que lograron integrar a los grupos étnicos del país. Desde 2005, el despliegue de fuerzas ruandesas es visto en África con confianza.

El modelo de “diplomacia militar” llevó a Ruanda en 2021 a suscribir un acuerdo con el presidente de Mozambique, Felipe Nyusi, para hacer frente a la escalada terrorista de Cabo Delgado. Gracias al alto grado de alistamiento, preparación y experiencia, un millar de soldados ruandeses fueron desplegados y en un mes los terroristas fueron controlados, en cooperación con tropas de Sudáfrica y Botsuana, que son parte de la misión de paz de la Comunidad de Desarrollo de África del Sur, además de fuerzas de Mozambique.

Cabo Delgado, gas, guerra y negocios energéticos

El conflicto de dicha provincia de Mozambique, en dos años, costó más de 3.000 vidas y afectaba la explotación de los ricos yacimientos de gas, donde están involucrados intereses occidentales (especialmente franceses y de Estados Unidos). Es altamente probable que gigantes energéticos financien el despliegue de fuerzas ruandesas.

La guerra de Ucrania forzó a los europeos a buscar alternativas al gas y petróleo rusos, cobrando especial importancia los yacimientos de Cabo Delgado. Un detalle no menor es evitar también que dichos recursos puedan caer en manos de corporaciones chinas o rusas, de ahí el interés de restablecer el orden en dicha región de manera rápida, a diferencia de la situación dramática de la región del Sahel.

República Centroafricana: seguridad a cambio de recursos

En 2020, el gobierno de la República Centroafricana solicitó a Ruanda apoyo militar, que ya contaba con soldados bajo la bandera de la ONU. Los beneficios de Kigali en su intervención en Centroáfrica se vinculan con el sector minero y agrícola, agregándose el incremento de la presencia de la diplomacia ruandesa en organismos internacionales.

Ruanda, al intervenir directamente en el conflicto centroafricano, se convierte en un actor relevante, con dividendos que consolidan al régimen de Kagame. Las fuerzas ruandesas son empleadas para brindar seguridad a inversores y proteger sus intereses mineros. La creciente competencia con el grupo ruso Wagner impulsa a Washington a respaldar la política ruandesa en la República Centroafricana. Este apoyo también se ha visto en la injerencia que tiene Kigali en las provincias orientales de la República Democrática del Congo (RDC).

“Problemas africanos, soluciones africanas”: la narrativa útil para Occidente

La propuesta del presidente ruandés, “problemas africanos, soluciones africanas”, es vista con buenos ojos desde Occidente, dado que las misiones bajo mandato de Naciones Unidas requieren consensos con actores como China y Rusia en el seno del Consejo de Seguridad.

El papel de las potencias coloniales ha quedado completamente desprestigiado, como el caso de Francia en Malí. Ruanda se transforma así en una punta de lanza de intereses occidentales por medio de la llamada diplomacia militar. Los Estados africanos apelan a Kigali para evitar tocar las puertas a Rusia o China, con el impacto que esto puede tener en materia de ayuda internacional, siempre en manos de donantes occidentales en gran parte de los casos.

Benín, Guinea y la expansión silenciosa de Kigali

Las fuerzas ruandesas desembarcaron en 2022 en Benín, país amenazado por el terrorismo yihadista. Ese año, el Jefe de Estado Mayor de la Defensa, el general Fructueux Gbaguidi, visitó Ruanda, llegando a un acuerdo por el envío de 350 efectivos, consensuado en una cumbre bilateral entre Paul Kagame y su par de Benín, Patrice Talon.

El papel que juegan las fuerzas ruandesas no queda muy claro, a pesar de que oficialmente llevarán a cabo “supervisión, entrenamiento y despliegue conjunto". Según el medio alemán DW, detrás de estos acuerdos con Benín, capitales ruandeses participarán en la minería del granito, modernización del Estado y programas de desarrollo agrícola.

En 2023, Kagame se reunió con el presidente de la Junta Militar Mamady Doumbouya, que gobierna Guinea, para cerrar acuerdos de cooperación en materia de seguridad, acompañados de la posibilidad de que empresas de Ruanda tengan participación en la minería del oro.

Wagner, Rusia y la búsqueda de un socio “aceptable”

La creciente influencia del grupo Wagner como proveedor de seguridad en África alarmó a las potencias occidentales. Rusia se transformó en un actor relevante como proveedor de armamento y entrenamiento.

El fin de la cooperación entre Ruanda y el grupo Wagner en 2021 se vincula probablemente con la búsqueda, por parte de las potencias occidentales, de reducir o limitar la influencia de Moscú. El fiasco de Francia en Malí puso en evidencia que la imagen de Occidente en la opinión pública africana está por los suelos.

Ruanda ofrece una alternativa a la intervención directa de las antiguas potencias coloniales o Estados Unidos. Políticamente, es mucho más aceptable para la opinión doméstica de los países que requirieron la ayuda de Kigali. La Unión Europea otorgó a Ruanda ayudas por US$ 20 millones por su contribución a la seguridad en Mozambique, además de asistencia de la OTAN en materia de entrenamiento y equipo.

El lado oscuro: coltán, Congo y violaciones masivas de derechos humanos

A pesar del intento del presidente Kagame de promover la imagen externa de Ruanda como un modelo exitoso, estamos ante un régimen autoritario que financia parte de su economía con el expolio de recursos mineros en las provincias orientales de la RDC.

En 2014, Ruanda fue el mayor exportador mundial de coltán, mineral clave para la fabricación de smartphones, tablets y ordenadores portátiles. Cabe destacar que, en dicho país, no existen reservas ni yacimientos de dicho metal; se encuentran en la RDC. El control de materias primas como el coltán, diamantes, estaño y otros recursos estratégicos motivó a Ruanda, como a la vecina Uganda, a involucrarse abiertamente en las guerras del Congo, que costaron más de 5 millones de vidas, gravísimos crímenes de guerra y una verdadera catástrofe ambiental para la RDC.

El gobierno ruandés niega que el coltán que exporta sea del Congo. La ONG The Enough Project probó lo contrario, agregándose que desde las Naciones Unidas se acusó al régimen de Kigali de estar detrás de las milicias que explotan minerales en las provincias orientales, siendo contrabandeados a través de Uganda, Burundi y Ruanda. El resurgimiento del grupo armado M23 puso al borde de la guerra abierta a la RDC y Ruanda en 2023.

Kagame, el genocidio de 1994 y la guerra permanente en el Este congoleño

El presidente Kagame construyó prestigio como responsable de poner fin al genocidio de Ruanda en 1994, cuando las fuerzas del Frente Patriótico Ruandés intervinieron desde sus bases en Uganda. La crisis derivó en la huida de millones de hutus al entonces vecino Zaire, hoy RDC.

En 1996, las fuerzas ruandesas invadieron las provincias orientales para buscar a los responsables del genocidio, desatando matanzas a gran escala. El abogado español Jordi Palou inició en 2015 una querella contra el régimen de Kagame, señalando que detrás de las masacres en las provincias orientales de la RDC había un motivo: el control de minerales y recursos estratégicos, respondiendo a intereses económicos occidentales.

La denuncia, bien documentada, prueba las operaciones del régimen de Kagame en las regiones orientales de la RDC. En 2001, un informe oficial de Naciones Unidas señaló que entre el 60 y el 70% del coltán producido en el Congo era transportado vía Ruanda. En la denuncia del Dr. Palou, los camiones que transportaban soldados y armas rumbo a la RDC regresaban a Kigali cargados de minerales.

La familia del presidente Kagame estaba involucrada directamente en el expolio, a través de aviones, varios de los cuales eran propiedad de poderosos criminales. En la denuncia quedó en evidencia la presencia de empresas estadounidenses involucradas en el comercio del coltán robado en la RDC.

Las milicias apoyadas por Ruanda sembraron el horror, con violaciones masivas, reducción a la esclavitud de miles de personas para explotar yacimientos mineros, además de operaciones de limpieza étnica. El régimen de Kigali inició una serie de maniobras para no quedar involucrado directamente y, gracias a la anuencia de Occidente, lo logró. Kagame es el hombre de Estados Unidos y el Reino Unido en la región, lo que permite contar con sólido respaldo a su agenda en la región de los Grandes Lagos.

Washington es el principal donante de Ruanda, cuya ayuda equivale a un tercio del presupuesto de dicha república africana. En la cumbre de la Comunidad Británica de Naciones, celebrada en Kigali en 2022, Londres mostró su apoyo político al régimen de Kagame.

Las Fuerzas de Defensa de Ruanda: estructura y capacidades

El triunfo del Frente Patriótico Ruandés en 1994 transformó su ala militar en la base de las Fuerzas de Defensa de Ruanda. Los antiguos cuadros de las Fuerzas Armadas Ruandesas, disueltas ese año, en gran parte se integraron exitosamente en las nuevas fuerzas militares, en un proceso llevado a cabo sin asistencia externa.

Bajo la autoridad del Jefe del Estado Mayor de la Defensa, encontramos fuerzas armadas unificadas de 33.000 efectivos, organizadas en dos ramas: Ejército y Fuerza Aérea, además de organizaciones conjuntas (Fuerzas Especiales, Sanidad y Fuerzas de Reserva).

El Ejército cuenta con cuatro divisiones y 11 brigadas, incluyendo la guardia presidencial y la brigada de ingenieros. Las fuerzas terrestres, según fuentes internacionales, tienen en su inventario 24 tanques T-55, 12 blindados AML H-60, 16 blindados de exploración VBL, 20 blindados de transporte de personal WZ-551, 36 vehículos de combate de infantería Ratel y 36 transportes de personal Nyala. La artillería cuenta con piezas rusas de 122 mm, de 105 mm y lanzadores de cohetes de 70 mm y 160 mm.

La Fuerza Aérea tiene una reducida flotilla de aeronaves: 11 helicópteros Mi-17, 5 helicópteros de ataque Mi-24 y 3 helicópteros ligeros SA-342. Los aviones de transporte se reducen a dos Cessna Caravan 208 y dos DA-42.

Entrenamiento, reservas y eficacia operativa

Las fuerzas ruandesas, asistidas por el Reino Unido y Estados Unidos en materia de entrenamiento, tienen un elevado nivel de preparación gracias a la experiencia adquirida en las dos guerras del Congo y en las misiones de mantenimiento de la paz. Esto les permitió alcanzar un buen nivel de cohesión y eficacia, lo que se tradujo en su actuación en la República Centroafricana y en las operaciones de contrainsurgencia en Mozambique.

Se estima que cuentan con unos 100.000 hombres en la reserva, de carácter voluntario. La llamada diplomacia militar fue posible gracias a contar con fuerzas armadas bien entrenadas y motivadas, con un liderazgo de calidad, que suple en parte las carencias materiales. La experiencia adquirida en combate real le permitió a las Fuerzas de Defensa lidiar con éxito en conflictos de mediana intensidad en manos de organizaciones terroristas e insurgentes.

Ruanda como “moneda de cambio” geopolítica

Este capital militar ha sido un poderoso argumento para ofrecer a Occidente una “moneda de cambio” en lenguaje estratégico, que permitió al régimen de Kigali, en primer lugar, mantenerse en el poder sin recibir grandes críticas a pesar de su autoritarismo y, en segundo lugar, proyectarse fuera de sus fronteras, obteniendo inversiones y respaldo político.

Hábilmente, el gobierno de Ruanda mantiene buenos vínculos con Rusia; incluso, públicamente, Kagame defendió el derecho del Kremlin a estar presente en África. Sin ninguna duda, el régimen de Kigali es consciente del peso creciente del tándem Rusia–China y no quiere un enfrentamiento directo.

Desafíos y riesgos para el futuro de Ruanda

Ruanda superó en un tiempo relativamente corto las consecuencias del genocidio de los años 90. Los desafíos para su estabilidad y seguridad están vinculados con la situación en la vecina RDC, especialmente con el grado de control sobre las milicias que operan en las provincias orientales y contrarrestar el accionar de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR).

Ruanda corre el riesgo de convertirse en un mero peón de los intereses occidentales en su competencia por los recursos de la RDC. Otro problema es su exaliado Uganda, que en alianza con Burundi combate abiertamente contra las milicias del grupo M23, apoyadas por el ejército ruandés. Kigali buscó mejorar las relaciones con Kampala y evitar quedar rodeado de actores hostiles.

Es por ello que la RDC abrió las puertas a la Comunidad de Desarrollo de África del Sur, liderada por Sudáfrica. Fuerzas de Malawi, Tanzania y Burundi, junto a los sudafricanos, combaten abiertamente al M23. Un posible giro de Kinshasa hacia Rusia genera interrogantes sobre si la RDC será el nuevo campo de batalla geopolítico, que puede afectar de lleno a Ruanda.

Mientras tanto, esta “Esparta” africana logró convertirse en un actor relevante, particularmente en la conflictiva región de los Grandes Lagos e incluso fuera de ella.

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