En las residencias para niños, niñas y adolescentes abandonados por sus familias y el Estado, el daño emocional puede ser aún más grave debido a la falta de atención especializada y el entorno institucional. Estos jóvenes ya han sufrido el trauma del abandono y la negligencia, y ahora enfrentan un ambiente que puede exacerbar sus heridas emocionales.
La falta de atención individualizada en las residencias
Aunque las causas de ingreso de niños a residencias son múltiples y variadas, la falta de un equipo multidisciplinario adecuado puede agravar su estadía. Muchas instituciones cuentan con profesionales de trato directo, pero en algunos casos, estas personas no tienen las competencias necesarias para trabajar con niños institucionalizados, lo que incrementa los problemas emocionales de los menores.
La falta de atención individualizada y el ambiente institucional hacen que estos niños y adolescentes se sientan invisibles y no valorados. Esta situación puede derivar en problemas emocionales más profundos, como la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático.
La inestabilidad y sus efectos en el desarrollo emocional
Además, la constante rotación de cuidadores y la falta de estabilidad en las residencias dificultan la formación de vínculos emocionales saludables. Los niños y adolescentes no tienen acceso a oportunidades externas, como actividades culturales y recreativas (arte, teatro, música, cine), lo que les impide desarrollarse en un entorno social adecuado.
Es fundamental que las residencias reciban apoyo y recursos para proporcionar atención especializada, con estándares supervisados por el Estado, además de terapias emocionales, apoyo psicológico, y programas de habilidades sociales que permitan una recuperación integral.
El rol de los cuidadores y trabajadores sociales
Las personas significativas, como los cuidadores y trabajadores sociales, juegan un papel crucial en la vida de estos jóvenes. Brindarles apoyo emocional y ayudarlos a desarrollar herramientas para enfrentar sus traumas puede marcar una diferencia significativa en su bienestar y en su capacidad para superar los desafíos.
Es urgente tomar medidas para proteger y apoyar a estos niños y adolescentes. Debemos asegurar que reciban la atención y el apoyo emocional que necesitan para sanar y prosperar, dándoles así la oportunidad de alcanzar su máximo potencial y vivir una vida plena y feliz.