Omán es un actor poco conocido fuera del Próximo Oriente, pero por su posición geográfica, tiene un alto valor geopolítico, especialmente por el control de la península de Musendam, que cierra la entrada al Golfo Pérsico. Ha sido noticia estos últimos días por las negociaciones que se llevarán a cabo en su capital, Mascate, entre Irán y Estados Unidos por el programa nuclear. Estamos frente a un país con una rica historia
Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Columnista Diario El Minuto
Omán es un país de 309500 km2 y una población 4.5 millones de habitantes (80% musulmanes) con una importante proporción de población extranjera (50%), inmigrantes vinculados a la industria petrolera y servicios asociados. El grado de tolerancia religiosa existente se debe a la visión del Islam ibadí, permite que existan iglesias donde se practique abiertamente su culto. Una política exterior pragmática, le ha permitido maniobrar en una región altamente conflictiva, la solidez de las instituciones ha facilitado una transición ordenada con la llegada del nuevo sultán Haitham bin Tariq al-Busaíd, que asumió el poder en un mundo complejo, entonces afectado por la pandemia COVID, y en el plano regional, una creciente escalada por la competencia por la supremacía regional por parte de Arabia Saudita e Irán. La estabilidad del país y su seguridad, dependen de mantener la peculiar política exterior del fallecido sultán Qabus, y poder reconvertir la economía, que muestra signos de extrema vulnerabilidad por los altibajos del precio del petróleo, principal recurso del país, y que por cierto en un futuro no muy lejano se agotará. Esto impulsó sectores vinculados con la minería (con participación del estado), producción de hidrógeno verde, que se inserta en una estrategia nacional, donde las autoridades omaníes, buscan posicionar al país como líder en este campo.
El país apuesta a desarrollos para promover la transición energética y el potencial minero, ofrece importantes posibilidades para las industrias vinculadas con la producción de automóviles eléctricos. Esto genera un especial interés por parte de China. La cooperación entre ambos países se traduce en el impulso del Parque Industrial de Duqm y también tiene su vertiente militar, donde existe el interés de Pekín de establecer una base militar.
La posición geográfica es una de las grandes fortalezas de Omán, es la conectividad a través de los puertos de Mascate, Duqm, Salalah y Sohar, especialmente con la costa oriental de África, la India y el Extremo Oriente. Los importantes intereses marítimos, no tienen su correlato en la capacidad de defenderlos. Omán apuesta convertirse en un centro logístico y de comercio marítimo internacional. La Visión 2040, documento que fija los objetivos nacionales del país, impulsó inversiones en puertos y los estudios para conectar por ferrocarril a Omán con Emiratos Árabes Unidos, teniendo como objetivo reducir la vulnerabilidad del paso de mercaderías por el “inflamable” Estrecho de Ormuz.
El ibadismo, corriente dominante en el Islam omaní desde hace centurias, ha sido un verdadero seguro contra la expansión de ideas radicalizadas que afectan a los países del área. Ningún omaní ha sido parte de los movimientos terroristas o insurgentes que operan en la región. La transición ordenada con la muerte del sultán Qabus, puso en evidencia la estabilidad de las instituciones por el mismo promovidas. Las fuerzas armadas son políticamente neutrales y tienen un buen nivel de profesionalismo, aunque por sus capacidades, no están a la altura de lidiar con el desafío iraní. El nuevo sultán, sabe del peso que tienen las fuerzas armadas en la estabilidad del país, no en vano, eligió a su hermano Sayyid Shihab bin Tariq para presidir el Consejo de Defensa, manteniendo este organismo de gran importancia, bajo control directo de la familia real, acompañado con la designación de nuevos altos mandos militares de su confianza tales como el comandante de la Guardia Real y de la Fuerza Especial, unidad de elite militar, que depende directamente del monarca.
Las limitadas capacidades militares, impulsó la acertada política de neutralidad y promoción del diálogo, además de estrechar vínculos con Estados Unidos, Gran Bretaña (país con el cual conserva una relación estrecha) y potencias emergentes como India o China. Esto permitió convertir a Mascate en la capital de la “mediación” de la región, donde la familia reinante, caracterizada por su moderación, impulsó canales de diálogo en la competencia geopolítica entre Irán y los sauditas, y en el conflicto de Yemen. A pesar de la activa participación de la diplomacia omaní en la crisis de Siria, Yemen, el programa nuclear iraní, no mantiene relaciones diplomáticas con Israel, incluso desde la llegada al gobierno de la coalición liderada por el primer ministro Netanyahu. La “potencia diplomática” de Omán, quedó reflejado en las conversaciones preliminares el 12 de abril de 2025, entre el titular de exteriores iraní Abbas Araghchi y el enviado especial de la Casa Blanca Steve Witkoff, donde el régimen de Teherán las calificó de “constructivas”.
En el plano interno, el nuevo sultán, tiene como principal desafío diversificar la economía, atada al petróleo, a pesar que el país tiene menores reservas que los otros países del Golfo. El desempleo ha crecido y las tasas de crecimiento, con un tímido 2.2% en 2020, afectan los proyectos de diversificación de la economía, y generar suficientes empleos para una creciente población joven. El país ha buscado por medio de acuerdos con China e Irán, inversiones y apoyo al desarrollo de un importante parque industrial.
Un país con una larga historia.
Las costas de Omán eran conocidas desde tiempos antiguos, como fuente proveedora de cobre y diorita. Entre los siglos VI – IV a.C., el territorio estuvo influenciado por el imperio persa, que ejerció control en la franja costera. Los imperios parto y sasánida, que controlaron Irán, también hicieron acto de presencia en la zona. La cultura persa influenció en las poblaciones locales, les dieron una impronta peculiar frente a otros grupos árabes de la región.
El Islam se hizo presente en el siglo VII, estando en vida el propio Profeta Mahoma. En el año 751, con la caída de los Califas Omeyas, y la llegada de los abásidas en Bagdad como nuevos Califas, la corriente Ibadí del Islam se extendió rápidamente en el territorio del actual Omán e implanto el régimen del imanato, independiente del poder de Bagdad. Los ibadíes, una rama conservadora moderada, tiene como características la elección de los gobernantes por medio de consensos y consentimiento popular. En los siglos X y XII, el territorio fue controlado por la secta de los qármatas, seguido por los buyíes, y los turcos selyuquíes. En el siglo XII, más precisamente en el año 1154, tomó el poder la dinastía Nabhani, que rigió los destinos del país por varios siglos.
En 1515, los portugueses arrebataron Mascate a los imanes de Omán, y permanecieron allí hasta 1650, cuando fueron expulsados por los omaníes. El valor estratégico de las costas de Omán, fue rápidamente identificada por los lusitanos. Esto les permitió utilizar el país como “cabeza de puente” hacia la India. Los otomanos controlaron la zona entre los años 1550-51 y 1581-88. La dinastía Nabhani fue restaurada hacia el 1600, para luego ser sustituidos en 1624, por los imanes yarúbidas. Los gobernantes de Omán, una vez expulsados los portugueses se lanzaron al mar, creando un imperio marítimo que se extendió a las costas del sur de Irán, Pakistán, África Oriental, teniendo allí como principal posesión Zanzíbar. Las especies y el tráfico de esclavos fueron base de la economía omaní. Cabe destacar que los imanes adoptaron también el título de sultán, por razones de prestigio e influencia política
El siglo XVIII encontró al país inmerso en conflictos dinásticos, que favoreció la conquista iraní de los puertos de Mascate y Sohar. En aquel tiempo, el país era ambicionado por británicos y holandeses. Una rebelión contra la dinastía pro iraní local, llevó al clan Al Said hacerse con el poder y con el título de sultán de Mascate en 1748. En 1798, los británicos suscribieron un tratado de amistad con Mascate. Las tribus del interior, resistieron el poder cosmopolita de Mascate, y a lo largo del siglo XIX, hubo enfrentamientos para imponer el imanato en todo el país. La prohibición de la esclavitud, arruinó la economía marítima de Mascate, junto al estallido de conflictos dinásticos. La decadencia económica afectó el reinado del sultán Said Ibn Sultán entre 1839-1844. Este intentó en vano en alcanzar acuerdos con Turquía, Francia y Estados Unidos, en un intento de zafar de la influencia británica, pero Londres contraatacó e impulsó la disolución del imperio marítimo omaní, en 1856, como consecuencia de las luchas por el trono de Omán. A instancias de los británicos, una rama de la dinastía se quedó con Zanzíbar y las posesiones de África Oriental, mientras que la otra rama bajo el título de sultanes de Omán y Mascate, veían reducidas sus posesiones al territorio actual del país y el puerto de Guadar en el sur de Pakistán.
En 1891 por medio de un tratado de amistad y comercio, el sultán Faisal ibn Said, abrió las puertas para establecer el protectorado británico. Esto generó tensiones con las tribus del interior, a principios del siglo XX no pagaban tributos y en 1915, entraron en rebelión. A pesar del envío de tropas anglo indias, estas no pudieron contener la revuelta.
El régimen del imanato controló el interior del país, consolidando su independencia de hecho en 1920, y teniendo como sede de gobierno la localidad de Nizwa, a pesar que los soberanos ostentaban el título de Sultán de Mascate y Omán. Los británicos, en su política de divide y reinarás, reconocieron al imanato, por medio del Virrey de la India. En 1954, el imán de Omán, Ghaleb ibn Alí, lideró una rebelión, cuando el sultán de Mascate intentó hacer valer su autoridad en interior del país. Esto iba de la mano con la extensión de la influencia británica, que tenía intereses petrolíferos en la región controladas por los imanes. Ghaleb ibn Alí luchó en vano en El Cairo para hacer valer sus derechos ante la Liga Árabe, e incluso el conflicto fue llevado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas e intervino la citada Liga, para mediar entre las partes. Egipto y Arabia Saudita, apoyaron políticamente al Imanato de manera abierta, lo que incentivó a de alguna manera la revuelta. Los sauditas además de apoyar a los rebeldes, tenían un conflicto fronterizo con Mascate, que llevó a un enfrentamiento armado por el control del oasis de Buraimi, en 1955, entre tropas británicas que protegían al sultán y fuerzas sauditas. En ese mismo año, Omán quedó en manos de una sola autoridad, el sultán de Mascate. La rebelión finalizaría definitivamente en 1959, con auxilio de tropas británicas. En los años 50, el puerto de Guadar, ubicado en la costa de Pakistán, fue vendido a este país, desapareciendo el último vestigio del antiguo imperio marítimo omaní.
En los años 60 fue creado en la región de Dhofar fronteriza con el antiguo Yemen del Sur, el Frente de Liberación de Omán. El crecimiento de la rebelión, puso en entredicho el control del país por parte de las autoridades omaníes. En 1970, el impopular sultán Said bin Taymur, fue derrocado y exiliado por su hijo Qabus bin Said Al Said. Este encontró un país pobre, con altos niveles de analfabetismo y un creciente descontento social. Rápidamente inició una serie de mejoras sociales, y lanzó una ofensiva contra los rebeldes de Dhofar con apoyo británico. Luego de Irán envió ayuda (que estaba en manos del régimen del Sha) llegando a desplegar unos 4.000 efectivos. En 1971, los británicos se retiraron del país, cesando el régimen de protectorado, convirtiéndose en un estado plenamente independiente. El sultán Qabus, mantuvo el régimen autocrático heredado de su padre, pero buscó equilibrios entre las distintas tribus e impulsó mejoras en salud, educación e infraestructura.
Las guerrillas del Dhofar aparecieron en 1980, con mayor solidez ideológica, lo que motivó el acercamiento con el régimen de Yemen del Sur, con el objetivo de encontrar una salida negociada al conflicto. En estos años, el país mantuvo una activa política exterior con el claro objetivo de preservar la estabilidad regional y garantizar su propia libertad de acción. Esto llevó a permitir el despliegue de fuerzas de Estados Unidos, y mantener estrechos lazos con la Casa Blanca, además con la antigua metrópoli, Gran Bretaña. El triunfo de la Revolución Iraní, incrementó el valor estratégico del país. El control de la península de Musandam, que cierra el Estrecho de Ormuz, cuello de botella, donde transita miles de petroleros todos los años, transformó a Omán de especial interés para las potencias occidentales.
El sultán retuvo gran parte del poder, asistido en su gestión por un consejo de ministros y un consejo consultivo, con funciones de presentar proyectos legislativos. Ambos organismos eran designados por el monarca. A pesar de ser una monarquía absoluta, el país, se mantuvo estable y con una política exterior independiente, sin dejarse influir por el poderoso vecino saudita, como quedó reflejado en la guerra Irán Irak, donde el sultán Qabus, se mostró favorable a buscar una salida negociada del conflicto, a diferencia de la mayor parte de los países árabes que se alinearon con el dictador iraquí Saddam Hussein. Ejemplo de ello fue el mantenimiento de las relaciones diplomáticas con Egipto, que se convirtió en un paria con la paz con Israel en 1978. En 1991 participó en la Guerra del Golfo, bajo mandato de Naciones Unidas, rompiendo con la tradicional política de neutralidad el sultanato.
En 1996, comenzó una tímida apertura política, con la elección por voto popular del Consejo Consultivo. Asimismo, el sultán creó un Consejo de Estado, como cámara alta, para balancear poder con la cámara electa, incluyendo en su composición a cinco mujeres. El país no cuenta con una constitución, sino está regido por una serie de normas fundamentales, destacándose el estatuto dictado en su momento por el fallecido sultán Qabus.
En la llamada Guerra contra el Terrorismo, impulsada por Estados Unidos desde 2001. Omán apoyó a la coalición que invadió Afganistán, permitiendo que tropas de Estados Unidos puedan usar bases omaníes. Una peculiaridad, es que el país ha permanecido ajeno a la violencia extremista, que azota a los países vecinos. El régimen ha sabido dar respuestas a los reclamos de la sociedad, como experiencia del conflicto del Dhofar, donde en su momento, el gobierno respondió no solo con el empleo de la fuerza, sino con políticas de desarrollo y mejoras sociales.
El sultán Qabus, tuvo un rol diplomático importante en la región, fomentando el diálogo. Podemos calificar que su política exterior ha sido pragmática y realista. Respecto al vecino Irán, mantuvo relaciones desde el inicio de la misma Revolución Islámica. Incluso promovió mecanismos de diálogo tripartitos entre Arabia Saudita, Irán y Estados Unidos. El país fue sede en 2012, de encuentros entre funcionarios iraníes y estadounidenses, con la finalidad de implementar el llamado Acuerdo nuclear. En el marco del plan nuclear iraní, con el riesgo de que Teherán se hiciera con el arma atómica y su impacto en la seguridad regional, el sultán Qabus, ofreció sus buenos oficios en 2015. En 2018, cuando el presidente Donald Trump, retiró a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, Qabus, ofreció servir de canal secundario para reducir la tensión. Omán controla la península de Musandam, un enclave que “cierra” el Estrecho de Ormuz, y las maniobras militares iraníes, preocuparon a Mascate, dado que una escalada de conflicto, afecta directamente a su seguridad e intereses estrechamente vinculados con el tráfico marítimo en la región.
El país se mantuvo al margen de la Primavera Árabe, gracias a la estabilidad del régimen, el consenso social que tiene la monarquía y la política de reformas económicas y sociales, sin tocar las instituciones del país, controladas en todo aspecto por el sultán. Hubo manifestaciones, por temas económicos y la corrupción de altos funcionarios. El gobierno no reprimió, aunque hubo arrestos de activistas, tomó nota de los reclamos y lanzó una serie de cambios, aplacando los ánimos. A pesar de formar parte del Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico, Omán se mantuvo siempre independiente de los dictados sauditas.
El país conservó sus vínculos con el régimen sirio de al Assad, con Qatar. Se mantuvo neutral en los conflictos de Libia y Yemen. En este último caso, Estados Unidos, ha empelado a Omán como interlocutor con el gobierno de los rebeldes huzíes, especialmente ante el cese del fuego decretado por Arabia Saudita, que tiene como objetivo buscar una salida elegante de una aventura, que resultó un fracaso estrepitoso. Omán, ha sido empleado por agentes diplomáticos occidentales, para mediar en la toma de rehenes en la guerra yemení.
En enero de 2021, murió el sultán Qabus, que marcó la política del país por 50 años. Esto despertó muchas suspicacias, dado que no tenía sucesores directos. Este hábil político, había previsto un mecanismo ordenado, para evitar luchas intestinas o un golpe. La elección del sucesor recae en la familia, pero Qabus, había dejado dos sobres escondidos, con los nombres de dos potenciales candidatos a sucederlos, que eran dos sobrinos suyos. Finalmente, en poco tiempo la familia real, eligió a uno de los candidatos sugeridos por el sultán fallecido, Haitham bin Tariq al-Sa'id. Un hombre formado en política exterior, egresado de la Universidad de Oxford. Es un personaje de temperamento reflexivo como su tío. Ocupó cargos en el Ministerio de Exteriores, y empezó adquirir experiencia de gobierno como ministro de Cultura y Patrimonio en 2002, En 2013 fue designado presidente del Comité Oman Visión 2040, organismo creado para diversificar la economía del país y buscar una transición que rompa con la tradicional dependencia de las exportaciones de petróleo.
El clima de tensión entre Irán y Estados Unidos, afecta la seguridad de Omán. En su momento, con la muerte del comandante de las fuerzas especiales Quds, general Soleimani, el riesgo de una operación de represalia iraní contra objetivos militares de Washington en el área, involucraba a Omán. Las actividades militares iraníes en la zona del Estrecho de Ormuz, motivaron a Omán, a permitir en su momento, el despliegue de fuerzas de Estados Unidos, en el estratégico puerto de Duqm, enviando un claro mensaje disuasivo. No obstante, Mascate, busca generar canales de diálogo y reducir las tensiones crecientes en el Golfo.