La Vida y la Fe Contra la Violencia

El Minuto | Luego de 30 años, en el onomástico del párroco, Alfonso Berrade Urralburu, el 26 de diciembre del 2022, hubo un emotivo reencuentro en plena Misa entre el religioso y un feligrés convertido en periodista, evocaron un suceso que vivieron y que marcó al Perú. El almanaque indicaba 16 de julio de 1992, Paulino Rocha Rojas, estudiante de Economía, volvía de la Universidad Técnica del Callao a su domicilio en Miraflores, una explosión de autoría terrorista en la calle Tarata lo derribó en inconsciencia, al despertar herido, vio en oración al religioso. Desde entonces no lo había visto.

Autor: Gary Ayala, Director de El Minuto en Perú

El atentado de la calle Tarata se recuerda en Lima como una expresión de la insania violentista que costó la vida de 26 personas con más de 250 heridos de gravedad, 380 viviendas y 400 establecimientos comerciales destruidos, hasta 63 automóviles siniestrados. Las víctimas oscilaban entre los dos y 78 años de edad.

El hecho cambió la noción de la población capitalina sobre la coyuntura de violencia vivida en los pueblos del interior del país en aquella década. En adelante, se generaría una conciencia nacional sobre la necesidad de reconstruir un país, todos,  con la cultura de la paz.

En los días del atentado, el padre Alfonso era el párroco de la iglesia Virgen Milagrosa de Miraflores, distrito limeño. Su movilización fue estratégica para salvar la vida de los impactados, atender espiritualmente a las familias afectadas y despedir cristianamente a los fallecidos. De  este modo, atendió al joven Paulino quien estuvo a pocos metros de la explosión y fue trasladado hasta el hospital de la Fuerza Aérea Peruana donde quedó internado 40 días. Posteriormente, tuvo que ser operado de los intestinos en el hospital Cayetano Heredia donde se recuperó gracias a la infatigable intercesión del sacerdote quien veló por él desde el primer instante.

Desde aquella fecha, la vida del novel catequista, perteneciente a la sección juvenil parroquial cambió, tuvo que guardar recuperación por seis meses más, dejó la universidad y se mudó a un distrito del sur de Lima donde refundó su vida. Entonces se orientó al mayor enfoque de los  sucesos sociales del país, se especializó en el reporterismo gráfico e ingresó así al periodismo. Los canales de televisión nacional del Perú han trasmitido muchas de sus imágenes captadas en la carretera central donde estableció su ámbito de trabajo.

Tres décadas transcurrieron y el padre Alfonso y Paulino perdieron la comunicación, no obstante un emotivo encuentro en una misa celebrada en el distrito de Surquillo en la parroquia San Vicente de Paúl, los hizo reencontrarse justamente el mismo día en el cual el sacerdote cumplía 86 años de edad.

“El miedo no es elemento cristiano, la esclavitud no es elemento cristiano, la libertad sí es un elemento cristiano. Y cuanto más te quieren dejar en ridículo, ello constituye una antorcha de gloria, una medalla de honor”, dijo el padre en su homilía aquel día. Habló sobre la trascendencia humana de quien dedica un trabajo orientado por los demás y el egoísmo latente en las acciones que solo generan un beneficio individual.

En su profunda visión expresó al concluir la ceremonia que tenía fe en la construcción de una mejor sociedad en el año 2023 si se actuaba bajo los cánones del amor al prójimo.

“Todo nos puede ir mejor el próximo año si nos ponemos al servicio de los demás”, expresó. Simples palabras que encierran un código fundamental para el auténtico desarrollo integral donde cada persona es parte sine qua non de una sociedad humanista. Muy importante aseveración en medio de la difícil coyuntura social y política que vive el país blanquirrojo.

Paulino Rocha es actualmente corresponsal del diario El Minuto. Nunca olvidó el aliento y las palabras de fortalecimiento que le brindaba el religioso cuando lo cuidaba, rezaba por él, gestionaba sus medicinas, su tratamiento y atención médica. Hoy, totalmente recuperado, agradece la obra realizada por el padre Alfonso y expresa una enseñanza aprendida: “Cada minuto hay que consagrarlo a Dios y al prójimo, siempre está con nosotros y cada uno es muy importante para él”.