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El pequeño y rico sultanato de Brunei

El Minuto | País del Sudeste de Asia. Su riqueza proviene del petróleo, regido por una monarquía autoritaria, cuyo soberano es uno de los hombres más ricos del mundo. Desde 1962 vive bajo el estado de emergencia, que limita las libertades y derechos de los ciudadanos. La caída de los precios del petróleo, puso en evidencia la fragilidad del modelo económico del país, además de haber sido objeto de críticas internacionales, por la situación de derechos humanos.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto Argentina

El sultanato de Brunei, es un estado hermético, del cual poco se sabe, fuera del Sudeste de Asia. El país pronto cumplirá cuatro décadas de vida independiente. 5.770 Km2, que lo coloca entre los países más pequeños del mundo. Su población es de 441.000 habitantes. Desde el punto de vista económico, el país tiene buenos indicadores.

El Índice de Percepción de Corrupción, de la reconocida ONG Transparencia Internacional, coloca al país en el puesto 35, con 60 puntos de 180 países relevados. En cuanto al índice Doing Business, lo ubica en el puesto 66 de 190 países. La renta per cápita supera los 78.000 dólares estadounidenses. Estamos hablando de un país con estándares de vida elevados.

No obstante, el régimen político del país, es una monarquía absoluta, que utiliza como base legal una interpretación estricta de la Sharia, o régimen jurídico basado en principios islámicos. Desde su peregrinaje a La Meca, el sultán Hassanal Bolkiah, en 1987, se ha volcado cada vez más a una interpretación estricta de la ley islámica. Esto le ha permitido que los líderes religiosos y la elite local, sean leales a la monarquía, impidiendo de esta manera, la aparición de una corriente opositora de carácter religioso, que cuestione la legitimidad del sultán.

El islam es la fe del 80% de la población. Quienes no son musulmanes tienen vedado expresar su fe públicamente, incluso está prohibido celebrar también en público la Navidad. Las conversiones religiosas no son admitidas. Un ciudadano de fe islámica, que decide cambiar de religión, comete delito según la ley de Brunei. Los musulmanes están obligados por ley a concurrir a las mezquitas los días viernes. La represión religiosa, lleva a muchos abandonar el país, especialmente la minoría cristiana.

La discriminación racial, también es una realidad. En 1985, el sultán dejó en claro que favorecería abiertamente a los ciudadanos o habitantes de etnia malaya, algo que perjudicó abiertamente a los inmigrantes chinos. Estos llegaron masivamente bajo el régimen colonial británico, y su presencia se incrementó aún más con la explotación petrolera, que trajo a muchos en calidad de obreros.

Los chinos suman el 10% de la población de Brunei, pero dado el endurecimiento de las leyes religiosas, determinados aspectos de su cultura, como celebrar el Año Nuevo chino, se ven impedidos.

Gran parte de los chinos son apátridas, dado las exigencias para hablar la lengua malaya, requisito para obtener la nacionalidad. Esta minoría tiene una fuerte presencia en el mundo de los negocios y el comercio, pero el incremento de la represión religiosa y cultural, lleva a muchos a emigrar.

Incluso los ciudadanos de Brunei, viajan de manera asidua a la ciudad de Limbang en la vecina Malasia, en busca de mayor libertad, donde se vende alcohol y no existen normas que limitan aspectos, como el tipo de música que se escuchan en lugares públicos.

La libertad de expresión, no existe. Todos los medios están bajo control gubernamental. Desde 1962, rige el estado de excepción o de sitio, y esto habilita al gobierno, limitar las libertades individuales con un elevado nivel de discrecionalidad. La ley de Sedición, permite la clausura de medios críticos con el gobierno.

La puesta en marcha de un régimen basado en la Sharia, fue objeto de críticas de la comunidad internacional, especialmente, sobre la base de la interpretación de la estricta del citado régimen jurídico, de implantar la pena de muerte para la homosexualidad. Ante la presión internacional, materializada por el llamado al boicot a la cadena de hoteles de lujos, propiedad del sultán, lo llevó a comprometerse a no aplicar la muerte para personas LGBT. La ley prevé que los condenados por homosexualidad y adulterio, sean ejecutados por medio de la lapidación.

Por ende, la muerte del condenado, es lenta y dolorosa. El ministro de Asuntos Exteriores de Brunéi, Erywan Yusof, ha defendido la implementación del Código Penal Islámico, por medio de una carta a las Naciones Unidas. En ella defendió no solo la lapidación, sino también la amputación de miembros por delito de robo agravado.

Las normas puritanas del país conviven con elevados niveles de vida. La jubilación mensual está prevista en tres mil euros, la hora de trabajo se paga 20 euros, agregándose servicios de salud y educación gratuitas, además de no pagar impuestos personales.

El régimen político imperante, tiene al sultán como centro de la escena. Tiene amplias atribuciones, y es un monarca absoluto. Ejerce directamente los cargos de ministro de defensa, finanzas y primer ministro. Designa a los integrantes del consejo legislativo, poder judicial, funcionarios de la administración, sin control alguno. Su figura es inviolable.

Hassanal Bolkiah, es famoso, por ser uno de los hombres más ricos del mundo. Nacido en 1946, asumió el poder de manera efectiva en 1979. Luego de la muerte de su madre, a pesar de ostentar formalmente el cargo desde 1967, pero en la citada fecha, su padre le cedió las riendas completas del poder. La única limitación era el régimen de protectorado que ligaba a Brunei con Gran Bretaña, que cesó definitivamente en 1984.

A partir de esa fecha, el sultán inició el camino hacia la islamización del país. El petróleo, la riqueza del país, le permitió a Hassanal Bolkiah amasar una fortuna valuada en US$ 20.000 millones. El sultán vive en una residencia de 1700 habitaciones y cuya construcción, costó US$ 1400 millones. Es dueño de una flota de 500 Rolls Royce, además de otros autos de colección de alta gama.

El régimen se caracteriza por la hipocresía, mientras a la población se le imponen leyes propias de la Edad Media, los hijos y familiares del sultán llevan en más de un caso una vida de excesos y lujos. El propio sultán tiene por costumbre contratar costosos peluqueros, conciertos privados, deportistas famosos, además de un zoológico privado, una colección de carrozas bañadas en oro, joyas invaluables.

En su juventud se caracterizó por sus viajes y gastar fortunas en casinos, hoteles de lujo y otras extravagancias. El hermano del sultán, Jefri, ministro del petróleo por más de una década, dilapidó verdaderas fortunas en aviones, yates, automóviles, y hoteles. Caído en desgracia, por un escándalo financiero, por miles de millones, tuvo que ceder sus bienes al país, para evitar ir a la cárcel y perder la ciudadanía.

El petróleo comenzó a ser explotado en 1929, y los ricos yacimientos de gas, son explotados desde los años 60. La explotación de estos productos, representan el 95% de las exportaciones y el 60% del PIB. El país cuenta con un fondo de inversiones, conocido como BIA, con un patrimonio de US$ 30.000 millones, administrado por el sultán, y que al parecer la línea divisoria entre intereses personales y del estado, son difusas. Este fondo es propietario de hoteles de lujo en Europa y Estados Unidos.

La caída de los precios del petróleo, colocan en entredicho a la economía local. Esto quedó reflejado en la crisis COVID 19. El desempleo juvenil ha crecido, agregándose que estamos ante un país que tiene atada su economía al petróleo y al gas. El panorama geopolítico no es para nada halagüeño, ante el ascenso de China como potencia.

Malasia mantiene un escenario de conflicto por espacios marítimos, y ahora se agrega Filipinas, que apuesta al fortalecimiento de sus capacidades militares. Indonesia, otro actor regional de peso, también se ha embarcado en la compra de material militar nuevo. Brunei, es un país por sus dimensiones, vulnerable a Pekín, no por la política de créditos o inversiones, sino por su creciente poder militar. La mala relación entre la minoría china y el sultán, es algo que China, llegado el caso, puede jugar a su favor.

Brunei tiene reclamos sobre parte de las islas Spartly, donde los chinos tienen presencia y ha sido objeto de tensiones con países de la región, como Filipinas, Malasia y Vietnam, que también reivindican. El país forma parte del bloque económico ASEAN, además de tener estrechos lazos con el Reino Unido, tanto en lo político como militar, como queda reflejado en el mantenimiento de una base de dicho país, con 1500 efectivos, incluyendo los célebres “gurkhas”.

De potencia a protectorado británico.

La historia del Brunei pre islámico, tiene sus bases en fuentes chinas y es objeto de controversias. En el siglo XIV, fuentes javanesas citan a lo que hoy es Brunei, como antiguo vasallo del impero Majapahit, con estados tributarios en las Filipinas. Los portugueses comerciaron con el sultanato de Brunei, ya un estado malayo islamizado. Bolkiah, quinto sultán, extendió los dominios del país, que abarcó el norte de Borneo y parte del archipiélago filipino, ya sea con vínculos de vasallaje como de carácter dinástico.

Es la edad de oro del sultanato, donde contralaba las costas de Borneo, para de Mindanao, las islas Sulú, etc. La llegada de los europeos, especialmente holandeses y españoles, coincidió con el declive del imperio de Brunei hacia el siglo XVII. La guerra con España, finalizó en 1578 con la ocupación de la capital por parte de las fuerzas españolas. Esto puso fin a la influencia de Brunei en Filipinas y su papel de imperio marítimo. En el siglo XVIII, las rutas comerciales eran controlados por el sultanato rival de Sulu, agregándose la presencia británica en la isla de Labuan.

En el siglo XIX, las pérdidas territoriales se incrementaron con la pérdida de Sarawak, en manos de los llamados “rajás blancos”. Dicho territorio fue cedido, en 1841, por el sultán de Brunei, Omar Ali Saifuddin II, como recompensa por la ayuda prestada por el aventurero británico James Brooke. Pronto este entró en conflicto con el sultán, a quién derrotó en 1843, y logró la independencia de Sarawak, que pronto cayó bajo la influencia británica. Londres impuso un tratado en 1846, luego que la capital del sultanato fuera ocupada por tropas británicas, donde el sultán tuvo que ceder formalmente la isla de Labuan.

El sultán cedió el control del norte de Borneo a capitales británicos en calidad de arrendamiento, que significó la pérdida de más territorios en 1877. El avance de la familia Brooke, sobre territorios de Brunei, llevó al sultán Hashim Jalilul Alam Aqamaddin, a pedir ayuda formal a los británicos, que impusieron en 1888 un régimen de protectorado. Ello no impidió que el sultán perdiera más territorios, quedando reducido a la actual extensión, agregándose un pedazo de tierra que rompió la unidad territorial del país, que subsiste hasta el día de hoy. La seguridad y política exterior del país quedaron en manos de Londres. En 1906 se instaló un Residente en el país, que en la práctica ejercían el gobierno del país. Este sistema estuvo vigente hasta 1959. En 1929 fue descubierto petróleo, base de la riqueza nacional.

Brunei padeció la ocupación japonesa. Los aliados regresaron en 1945, luego de importantes destrucciones. En 1946 el partido Barisan Pemuda, fue creado para promover la restauración de la figura del sultán en el poder, además de dar al país por ejemplo el himno nacional. En 1959, fue otorgada una Constitución, donde los británicos quedaron limitados a ser responsables de la defensa y política exterior del sultanato. El gobierno directo desapareció y los asuntos internos quedaron en manos del sultán sin interferencia británica. En 1962, estalló una rebelión, luego que sectores nacionalistas y de izquierda obtuvieran el control del parlamento. La revuelta era de carácter antimonárquica, y contraria a creación de la Federación Malaya, y proponía la creación de la Federación de Kalimantan del Norte, con posiciones políticas favorables al régimen de Sukarno en Indonesia. El fracaso de la rebelión armada, terminó con la imposición del estado de excepción, vigente hasta hoy día, donde el sultán conserva poderes dictatoriales. En 1971, el sultán Hassanal Bolkiah, negoció con el Reino Unido cambios en el régimen de protectorado y un cronograma para la independencia. Esta se materializó en 1984. Los lazos con el Reino Unido continuaron, con la presencia de una base militar, que tiene como responsabilidad brindar seguridad al sultanato y asistencia a sus pequeñas fuerzas armadas.

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