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Macías: retrato de un tirano

El Minuto | La experiencia española en África, dejó como resultado, dos procesos traumáticos. El antiguo Sahara Español, abandonado a su suerte, para ser invadido por Marruecos y Mauritania y condenar a la mitad de su población al exilio, y la otra a la represión y ser ciudadanos de segunda. 

En el caso de Guinea, al poco tiempo de la independencia, un oscuro funcionario colonial, devenido en líder nacionalista, Francisco Macías Nguema, se convirtió en un oscuro dictador, que costó miles de vidas – un tercio de la población – y medidas tan delirantes, como prohibir el pan y destruir cualquier tipo de embarcación para que la gente no huyera.  

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina

La actual Guinea Ecuatorial, que padece la tragedia de contar con inmensos recursos petroleros, pero que benefician al presidente Teodoro Obiang, su familia y adláteres, que conforman una forma de régimen de cleptocracia, combinado con autoritarismo, tiene una historia marcada por dictaduras y violencia política, tras la independencia de 1968.  Guinea fue una colonia olvidada de España, a pesar de tener presencia desde fines del siglo XVIII, recién en 1858 fue iniciada la presencia efectiva, con la designación del primer gobernador colonial capitán de fragata Carlos Chacón. La ocupación fue tardía, dado que la prioridad era el Protectorado de Marruecos, donde millares de españoles probaban suerte y los militares hacían carrera. 

El Sahara Español, era un desierto de escasa importancia, y Guinea, a pesar de producir café, cacao, y madreas preciosas, estaba olvidada e incluso los dirigentes españoles querían abandonarla. Guinea Española aglutinó etnias y pueblos que nunca tuvieron voluntad de formar parte de una misma nación. El territorio colonial estaba compuesto por islas alejadas entre sí y un territorio continental, Río Muni, de escaso desarrollo, donde prevalecía la etnia fang, y menos influenciada por los españoles, a diferencia de Bioko, habitada por los bubis, fuertemente influenciados por la potencia colonial. En 1959, convertida Guinea en provincia española, y tiene un importante crecimiento económico, pero desigual, dado que beneficia a la isla Bioko o Fernando Poo en tiempos hispánicos, frente a Río Muni.  La población nativa en general estaba marginada del proceso de desarrollo, dado que las plantaciones de cacao y café, estaba en manos de trabajadores inmigrante nigerianos.

España impuso un régimen de tipo paternalista, buscando asimilar de alguna u otra manera a los guineanos, dado que existía una pugna en el régimen franquista, entre una línea continuista liderada por el almirante Carrero Blanco, y por otro, Castiella, ministro de exteriores, favorable a un proceso de independencia, dado las presiones internacionales. 

El gobierno español, no hizo un gran esfuerzo para construir instituciones coloniales sólidas, ni formar una elite local pro Madrid, como si intentaron británicos y franceses.  En 1963, de manera tardía fue establecido un régimen de autonomía, pero dado la escasa formación de los nativos para dirigir los destinos de la nueva Región Autónoma de Guinea Ecuatorial, precisaban de asesoramiento de españoles.  En este contexto un personaje oscuro, servil al régimen colonial, Francisco Macías Nguema inicia su ascenso, siendo premiado como alcalde de Mongomo. En 1964 alcanza ser nombrado como consejero del gobierno autónomo.

En la Conferencia Constitucional, que preparó el país para la independencia, entre los años 1967-1968, Macías hábilmente de ser un personaje servil al gobierno colonial, se convirtió en paladín del movimiento nacionalista.  Personaje hábil y posiblemente subestimado por los españoles, en la campaña presidencial, logró con una alianza política, con el líder de MONALIGE; Atanasio Ndongo, marginar al candidato pro español, Bonifacio Ondó Edú, y hacerse con la presidencia del país en septiembre de 1968. Su discurso exaltado, sin ninguna duda tuvo influencia en una población en gran parte analfabeta y carente de cultura política.

Habla en idioma fang, recorre poblados rurales y usa un lenguaje sencillo y directo, a diferencia de sus competidores, que optaban por medios afines y usar el español, además de emplear un lenguaje más complejo para la mayoría de los votantes.  La ignorancia reinante, fruto del régimen colonial, se convirtió en un factor negativo para los intereses de Madrid.  En sus giras, Macías recluta jóvenes que lo acompañan y proveen seguridad. Esto sería el germen de las milicias conocidas como “Juventudes en Marcha”. Estos partidarios recorren poblados y barrios, intimidan a quienes apoyan a los otros partidos políticos, mostrando a Macías como el único líder nacionalista.

El 12 de octubre de 1968, fue concedida formalmente la independencia, en representación del gobierno español el ministro de información, Manuel Fraga. En esos momentos hubo disturbios, especialmente contra la población española, que rondaba unos 7000.  Era el anticipo de una larga pesadilla que vendría en pocos meses.  Macías era un personaje no solo cercano a sus partidarios, con quienes dialogaba y exaltaba, sino que apelaba a la bravuconería, humillar al adversario político, o el insulto. Desafiaba abiertamente a los colonos, al gobierno español y sus instituciones. Macías que se decía admirador de Adolf Hitler, en uno de sus discursos azuzó a las masas: Matad al blanco, violad a las mujeres, tenéis derecho  al  botín,  pena  de  muerte  para  quien  ayude  al blanco!¡Estamos    en    guerra    contra    el    imperialismo  español!¡Los madereros son nuestros enemigo.  

Hay testimonio de violaciones a mujeres, maltratos y torturas a españoles por parte de las Juventudes en Marcha. Incluso se cree que este grupo, estaba inspirado en las Tropas de Asalto del Partido Nazi. Macías tenia siempre cerca un ejemplar del libro “Mi lucha” del dictador germano. En su vida personal, ver a su esposa acostada con un joven blanco español, señalan diversos autores, que impactó en su odio a los europeos. También era adicto al consumo de marihuana y alucinógeno ibâga, lo que ayudaba a tener a tener una personalidad tan compleja.

La indiferencia de España ante esta actitud, era considerada símbolo de debilidad por parte de Macías e interpretada por las masas que los seguían, como un hombre fuerte.  El régimen franquista, poco y nada le interesaba su antigua posesión, agregándose posibles presiones de Estados Unidos, seguramente con el objetivo de sustituir la influencia de las antiguas potencias coloniales europeas, por la de la Casa Blanca.

La independencia de Guinea Ecuatorial era precaria, la población de la isla Bioko o Fernando Poo, era contraía a permanecer unida a Rio Muni, el territorio continental, por diferencias étnicas y grado de desarrollo, como vinculación con la metrópoli.  Macías no tenía control sobre la Asamblea Nacional que estaba fracturada, ningún partido era mayoritario. El andamiaje del nuevo estado, estaba sujeto a una completa dependencia de España. La administración estaba en manos de funcionarios españoles, la seguridad también, dado que la Guardia Nacional estaba comandada por oficiales españoles. La Guardia Civil mantenía su presencia ejerciendo funciones de policía.  En otras palabras, una independencia precaria y sin instituciones consolidadas.

Pronto la máscara de Macías, un personaje desequilibrado, se cayó. En sus giras por el país, instó a la violencia hacia los españoles, de los cuales dependía, incluso del financiamiento del presupuesto y la compra de cacao a precios subsidiados. En la llamada crisis de las banderas, desatada por Macías, se debió, según él, había exceso de banderas españolas en Santa Isabel – hoy Malabo – la capital del país y en Bata, capital de la zona continental. Soldados de la Guardia Nacional, arriaron la bandera. La violencia desatada por el mismo Macías contra los españoles, los llevó a ser evacuados, en un clima de máxima tensión. Atanasio Ndongo, ministro de exteriores y rival político de Macías, decidió dar un golpe. El gobierno español tenía conocimiento de ello, pero no hizo nada, para que este líder moderado se hiciera con el poder.  Ndongo ocupó la sede del gobierno provincial en Bata, e intentó hacer valer su autoridad, pero sin apoyos, Macías y sus partidarios lo sacaron de la sede del gobierno. Enviado a una prisión fue asesinado a golpes. Era el 5 de marzo de 1969, y el aprendiz de tirano, lo declaró Día del Alzamiento Nacional y como Día de la Victoria, siguiendo de alguna u otra manera, el lenguaje franquista. El mismo Macías, admiraba a Franco y lo señalaba como su “colega”. Otro opositor, Bonifacio Ondó Edú, había sido asesinado junto a su esposa días antes del golpe.

Macías, el dictador

La huida de los españoles, dejó al país sin cuadros formados. La Organización de la Unidad Africana como Naciones Unidas enviaron a expertos y asesores, pero el país era un caos. Finalmente, Macías, firmó un acuerdo con España de asistencia y cooperación. El primer año de independencia, a pesar que el régimen guineano era de tono autoritario, España apoyó la creación de un Banco Central, la emisión de moneda.  Macías pronto se acercó a países del bloque comunista, especialmente con Corea del Norte y China.  Los técnicos extranjeros, especialmente de la ONU, vieron que el régimen ordenaba a los médicos no brindar asistencia a los opositores del régimen. El clima de terror era una realidad, donde las desapariciones eran moneda corriente y muchos prisioneros políticos morían por las torturas en las cárceles del régimen.  En 1970 es creado el Partido Único Nacional, el único autorizado en el territorio. 

1972, fue implementado el entrenamiento militar para todos los ciudadanos, que utilizaban en sus ejercicios fusiles falsos hechos en madera. Quien tuviera la osadía de nombrar dicho “fusil” como “palo” era duramente castigado.  Loa afiliados al PUN eran todos los guineanos sin distinción de edad y sexo.  Las Juventudes en Marcha, se convirtieron en una milicia, mala armada, pero lo suficientemente poderosa para sembrar el terror en el país.  Cualquiera podría ser asesinado por las milicias, por una simple acusación, incluso de un niño.  Esto llevó a millares de personas a exiliarse. Un ejemplo de lo siniestro del régimen, fue prohibir la palabra “intelectual”, si alguien era reconocido como tal, era seguro que sería detenido, torturado y en muchos casos asesinado cruelmente.  

La educación, tuvo un rol importante en el proceso de adoctrinamiento, Macías se hizo proclamara “padre de todos los niños revolucionario” o Papá Masié. Esto tiene que ver con la vida personal del dictador. En la tradición fang, es preciso tener muchas mujeres y muchos hijos, eso es ´símbolo de virilidad. En su vida personal tuvo varias mujeres, con las cuales tuvo hijos. Era común que el dictador asesinara a las parejas o ex parejas de las mujeres que codiciaba. Todas sus mujeres lo abandonaban por maltrato. Volviendo al ámbito educativo, este se caracterizó por el adoctrinamiento desde la más tierna infancia. Una de las materias obligatorias era Formación Política Antiimperialista que exaltaba al “Mesías del Pueblo Guineano”, “Guía, caudillo y salvador, un hombre de acción de revelación e inspiración divina, que toma las riendas y la antorcha de la lucha anticolonialista”. En varios aspectos se inspiró en el discurso franquista, pero llevándolo a un nivel de delirio absoluto.  En el marco del programa de control de la población, con asesoramiento norcoreano, fueron implementados espectáculos gimnásticos masivos, empleando uniformes militares. El objetivo es imponer una suerte de disciplina de masas y de fortaleza del régimen.

En 1973, el PUN se convirtió en Partido Unido Nacional, en Partido Único Nacional de los Trabajadores, reconocido por la Constitución de 1973. El texto democrático de 1969, fue reemplazado por otro que ratificaba el régimen dictatorial. En esta etapa, el hasta ese entonces ferviente católico Macías, se convirtió en un acérrimo enemigo de la fe cristiana. Se hizo llamar Único Milagro de Guinea Ecuatorial.  Días como Navidad o Pascua, eran utilizados para ejecuciones masivas públicas organizadas por el régimen. También en el año 1973, fue decretado que los guineanos “africanizaran” sus nombres, dejando de lado los de origen español. En 1974 fueron cerradas todas las iglesias y el clero fue expulsado.

Los templos fueron utilizados para almacenar cacao, madera, café.  Hijo de un reconocido brujo fang, Macías hizo creer a la población rural, que tenía poderes sobrenaturales, para convertirse en búho o un tigre, leer la mente de sus enemigos. Increíble, pero eso era real, y parte del terror se basó en las creencias tradicionales de la población. Proclamado presidente vitalicio, Macías se definió como «marxista-hitleriano», lo que deja en evidencia el estado mental de este personaje. Su fascinación por la figura de Hitler, agregándose su alta dosis de ignorancia, quedaron reflejadas en esta frase Considero a Hitler como el salvador de África. Cometió errores porque era humano, pero su propósito era acabar con el colonialismo en el mundo entero.

Macías buscaba un estado con una sola etnia, la fang, y emprendió acciones contra los bubi, que desde el punto de vista cultural y económico estaban más desarrollados.  La represión fue muy violenta, se prohibió de otros idiomas que no fuera el fang. La población Ndowé, que habita en la zona litoral de Río Muni, también fue objeto de una dura represión.  En la isla Pagalu, conocida como Annobón en tiempos del dominio colonial, su población fue condenada a vivir en el aislamiento, las razones eran no haber votado por Macías en 1968 y por la postura de los isleños de mantener lazos con España. En una epidemia de cólera, el dictador impidió que llegara algún tipo de ayuda.  En esos años, el país era conocido como Auschwitz africano. La población no podía salir del país, cualquier movimiento dentro del mismo requería autorización presidencial. La policía y las milicias de Macías tenían puestos de control. 

El presidente siempre con temor a un golpe de estado, construyó una residencia presidencial de US$ 12 millones, completamente fortificada y los vecinos linderos a dicha edificación fueron obligados abandonar sus casas.  Llevó a cabo obras, sin carácter práctico, como construir palacios particulares, un puerto en Bata que no estaba operativo por falta de personal, y varios hoteles de lujo. Mientras que el país precisaba hospitales, escuelas, agua potable, programas de salud, con desesperación, dado que la vida en la Guinea de Macías era sumamente dura por las pésimas condiciones sanitarias.

El mundo era indiferente con lo que pasaba en Guinea Ecuatorial, dado que no tenía ningún valor estratégico. El país estaba aislado del mundo y su régimen podía cometer cualquier barbaridad. Una de ellas el cierre del centro de tratamiento de lepra en Micomeseng. Sus pacientes obligados regresar a sus hogares, por cierto, rechazados, y huyeron a la selva muriendo en condiciones atroces.

En 1974, Amnistía Internacional señaló que Guinea Ecuatorial era de uno de los regímenes más represivos del continente, criticó detenciones del vicepresidente, consejeros militares y sacerdotes y monjas católicas. El dictador, proclamó al Estado ateo, en un intento de mantener apoyo de países de la órbita socialista, pero dado la incapacidad del régimen y del nivel intelectual de Macías, cualquier tipo de ayuda era tirada por la borda.

El régimen tenía aspectos realmente delirantes. El servicio de correos estaba paralizado, todas las cartas que llegaban o se enviaban debían ser leídas por el presidente. Vivir en este reino del terror, llevo a muchos a huir del país. Los primeros fueron la población con mejor nivel educativo, seguido de todo aquel que pudiera cruzar las fronteras y evitar los controles. La formación técnica y científica fue desterradas de las escuelas, por ende, en poco tiempo el país se vio carente de cuadros técnicos.  Se estima que en 1972 más del diez por ciento de la población había huido.

La delación era obligatoria de hijos a sus padres o entre cónyuges.  El pan fue prohibido, como otros alimentos al ser considerados “imperialistas”.  El clan de Macías acaparaba la poca comida y la revendía altos precios. El mercado negro y contrabando estuvo a la orden del día. El régimen subsistía gracias a la ayuda del bloque socialista. La Unión Soviética obtuvo a cambio de ayuda militar, una base naval y licencias de pesca. China y Corea del norte enviaron técnicos y asistencia en diversos campos, que permitió que Guinea Ecuatorial funcionara mínimamente como estado.

La cultura fue cooptada. La música debía exaltar al régimen. Se organización coros y bailes, con el objetivo de rendir culto a la personalidad a Macías. La producción literaria estaba prohibida, La radio y televisión eran controladas por el estado, y finalmente solo había radio, dado que no había técnicos para operar la única estación de televisión.  Incluso se impulsó el cambio de vestuario, basado en uso de colores, el traje Mao, a pesar que el dictador seguía usando ropaje occidental.

En 1974, Macías decretó que todos los niños guineanos entre 7 y 14 años, recibirán obligatoriamente adiestramiento militar” y “cualquier padre de familia o persona que se niegue a entregar a su hijo será encarcelado o fusila.   Por medio de otro decreto reafirmaba la africanización del país, prohibiendo “exhibir ninguno de losnombres de pila puestos por la Iglesia al ser bautizados” y “el mal pronunciamiento de los nombres africanos y menos con entonación europea”.

Los trabajadores nigerianos, empleados en las plantaciones de café y cacao, vieron que sus condiciones de vida eran mucho peores que en tiempos del régimen colonial, donde al fin de cuentas se les pagaba en metálico, otorgaban vivienda y finca para su alimentación. Bajo el régimen “comunista” de Macías, eran casi esclavos. Muchos huían subrepticiamente, dado que no podían salir del país legalmente. En 1976, el gobierno de Nigeria decidió ir a rescatar a sus ciudadanos. Se vivieron escenas de desesperación, donde un barco se fue colmado de 1500 pasajeros en condiciones extremas.

Las tropas de Macías abrieron fuego en el tumulto, causando decenas de muertas. Nigeria finalmente repatrió a sus 7000 trabajadores, que solo buscaban huir como sea del campo de concentración que era Guinea en manos de Macías y sus secuaces. En su reemplazo 24.000 guineanos fueron empleados en condiciones de esclavitud para hacer funcionar las plantaciones de café y cacao, principal fuente de riqueza del país. Hubo denuncias internacionales, pero nadie movió un dedo. A pesar de las amenazas, el régimen no pudo cumplir con las cuotas de producción de tiempos coloniales. El trabajo forzado era la regla. Cualquiera podía ser detenido por las milicias de Macias para limpieza y obras públicas diversas, sin paga alguna.

El horror de la represión y violencia contra enemigos del régimen o presuntos enemigos, se extendía a la familia directa e indirecta, amigos e hijos. Incluso poblados enteros eran quemados o destruidos por las Juventudes en Marcha.  Dado las características de la organización social guineana en clanes y fuertes lazos familiares, la única manera de desbaratar cualquier oposición, era liquidar un clan entero. El régimen hizo un registro de recuerdos de tiempos coloniales, que terminaron en la destrucción de bibliotecas, fotos, archivos completos.  Los hijos de los enemigos del régimen tenían prohibido concurrir a la escuela. Las ejecuciones masivas eran frecuentes.

En Ngolo, en 1972, los prisioneros fueron obligados a cavar fosas, donde fueron arrojados para ser asesinados a golpes. En 1974, en un juicio por intento de fuga de la prisión de Bata, donde fueron asesinados 117 presos en la revuelta, el abogado defensor, pidió el mismo la pena de muerte para sus defendidos. Algo que sucedió de manera inmediata.  La represión en diez años de dictadura costó la vida entre 20.000/50.000 personas de una población de 350.000.

En 1976 un tercio de la población vivía en el exilio y se formaron grupos opositores para poder derrocar el régimen de Macías. El poco dinero existente estaba en manos de Macías que lo escondía en sus fincas. Era frecuente el secuestro de extranjeros para pedir rescate por parte del régimen. El país estaba en ruinas. La caza estaba prohibida por la falta de armas, por temor que fuera usadas en una conspiración, tampoco había pesca artesanal, se había ordenado destruir cualquier tipo de embarcación.

En ese año, un centenar de funcionarios le pidieron al presidente cambiar el rumbo económico, si es que existía algo parecido a ello, la respuesta fue que el jefe de las fuerzas armadas, Teodoro Obiang, sobrino del dictador y actual presidente del país, los detuvo personalmente a los funcionarios y fueron asesinados. El país quedó en manos del clan presidencial, los esangui, de la etnia fang.

En 1978 el país no contaba con luz eléctrica, dado que la planta de energía de Malabo, estaba paralizada, dado que Macías no quería que utilizara lubricantes.  Solo sus palacios, edificios del estado, y embajadas tenían generadores.  No había planes de desarrollo, ni tampoco interesaba a Macías y su clan.  La existencia de petróleo, generaron interés de empresas de Estados Unidos, pero fueron rechazadas propuestas de exploración. Es difícil comprender como una elite, llevó al país al abismo y el marco de una represión descontrolada.  

La caída del régimen vino de la mano de su sobrino el coronel Teodoro Obiang, temerosos que el delirio de represión y muerte de Macías, le tocara a él.  Antiguo jefe de la cárcel “Black Beach” responsable de horrendos crímenes, para salvar su vida y sus allegados, logró armar un golpe, imponerse a las milicias pro Macías. El dictador huyó a la selva y fue capturado, enviado a Malabo, donde una parodia de juicio – algo frecuente en Guinea – lo condenó a muerte por genocidio, entre otros crímenes y fusilado por un pelotón de mercenarios marroquíes. Los soldados fang, no querían matarlo, dado que lo consideraban un “dios” y estaban convencidos de sus “poderes”. 

Macías dejó a un país sin educación, salud, decenas de miles de desaparecidos, miles de exiliados, sin energía, con la aparición de enfermedades como la lepra, y una población sumergida en la miseria.  El “salvador” Obiang, pronto se convirtió en el dueño del país junto a su familia, amasando una fortuna de miles de millones gracias al petróleo, que explotan empresas de Estados Unidos y Europa. El multipartidismo es una fachada y un clan corrupto se queda con las ganancias del oro negro, mientras que la esperanza de vida, es una de las menores que hay en el mundo de 58 años, estando en el puesto 183 de 192 países y con casi el 80% de la población por debajo de la línea de la pobreza.

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