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Ucrania: Conflicto y “suicidio geopolítico”

A fines de abril, Rusia decretó el cierre del Mar Negro, en claro perjuicio a Ucrania. El gobierno de Kiev protestó considerando que el cierre a la navegación de áreas cercanas de la Península de Kerch y Crimea, generan perjuicios a los intereses ucranianos, además de considerarlos ilegales.

Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto Argentina


El despliegue de tropas, rusas, que según Moscú, eran parte de un ejercicio militar, generó alarma en la OTAN. Rusia finalmente replegó sus tropas, pero el conflicto se mantiene y erosiona la estabilidad de Ucrania. Pareciera que Kiev está en un callejón sin salida.

El fin del imperio soviético significó, en 1991, la aparición de Ucrania como estado independiente. 600.000 km2 y 42 millones de habitantes, lo hace uno de los países mas extensos y poblados de Europa. El nacimiento del estado ucraniano, vino aparejado con la herencia del sistema político – económico soviético, agregándose una estrecha relación económica y cultural con Rusia.

Un ejemplo de ello, la poderosa minoría ruso parlante y la existencia de complejos industriales estrechamente ligados al poderoso vecino. Antonov, famoso fabricante de aviones de transporte, era una empresa ruso ucraniana, siendo un reflejo de la estrecha relación entre ambos países. Kiev, fue el centro de un poderoso estado eslavo, que para la historiografía rusa, fue el origen de Rusia.

En el siglo XIII el estado de Rus, desapareció, Ucrania se convirtió en el campo de batalla de diferentes actores, entre ellos la poderosa Mancomunidad Polaco Lituana, además de rusos y otomanos, etc. En 1648, finalmente se obtuvo la independencia obtenida por una alianza de campesinos ucranianos, tártaros y cosacos. Los “hetman” fueron los líderes de este estado que estuvo en constante conflicto, tanto interno como externo.

El líder más célebre, de este proceso histórico, fue Bogdán Jmelnitski, quien organizó una administración centralizada y la difusión del idioma ucraniano. Los conflictos con los tártaros, derivó en un tratado de protección con Moscú, el Acuerdo de Pereiaslav de 1654, que terminó en una guerra abierta con Polonia. El país quedó dividido por el río Dniepr, entre Rusia y Polonia.

Esto a juicio de los historiadores marcó la historia de Ucrania hasta el día de hoy, dado que los habitantes de los territorios controlados por rusos y polacos, iniciaron un proceso de diferenciación cultural. Iván Mazepa, fue elegido hetman, pero su alianza con Pedro el Grande, trajo problemas y una mayor injerencia rusa.

La negativa rusa, de apoyar a los cosacos zaporogos contra Polonia, terminó con Mazepa buscara una alianza militar con los suecos. En la llamada Gran Guerra del Norte, Carlos XII de Suecia fue derrotado en Poltava, terminando para Ucrania con un mayor control ruso y una dura represión, que terminó con la ejecución de 900 cosacos.

Bajo Catalina II, el régimen de autonomía fue cercenado hasta que finalmente en 1775, el último reducto cosaco conocido como Sich de Zaporozhia, fue destruido por fuerzas rusas. A partir de este momento se inició un proceso de rusificación, mientras que las tierras, en manos polacas y luego austriacas, mantuvo su identidad cultural, vinculada a Occidente y la construcción de un movimiento nacionalista que se consolidó en el siglo XIX.

Los zares rusos, emplearon a las poblaciones de Ucrania para colonizar parte de Siberia o como mano de obra para la construcción de San Petersburgo. Este proceso de asimilación cultural, tuvo su impacto en la caída de los zares, donde a diferencias de los estados bálticos, en Ucrania no hubo un parlamento o gobierno con una mayoría que legitimara la creación de un estado nacional, sino más bien en el caos revolucionario hubo varios gobiernos con limitada base social, que intentaron establecer un estado ucraniano.

La historia del país es compleja, pero no cabe duda, que ha estado ligada a Rusia desde hace mucho tiempo. La Primera Guerra Mundial, llevó a millares de ucranianos combatieran en los bandos enfrentados.

El país fue luego, campo de batalla durante la Guerra Civil con la caída del imperio de los zares. Hubo una etapa de caos, matanzas, injerencia extranjera, donde fueron proclamados varios estados ucranianos, ya sea con apoyo bolchevique, de las Potencias Centrales, o por parte de grupos nacionalistas.

Todos tuvieron vida efímera hasta que en 1921, con la derrota de la República Popular Ucraniana, el país fue incorporado a la Unión Soviética. En los años 30, el país vivió el Holodomor, o genocidio ucraniano, consecuencia de la colectivización agrícola impuesta por Stalin, donde millones de campesinos ucranianos perdieron la vida por hambre.

Además de las purgas stalinistas y la represión de la policía política o NKVD. La invasión alemana genero expectativas, pero la brutal represión de los ocupantes, terminó con dicha simpatía, excepto por determinados grupos ultranacionalistas, que permitió que las fuerzas alemanas reclutaran fuerzas de seguridad locales, como también guardias para los campos de concentración.

El país quedó arrasado luego de la Segunda Guerra Mundial, pero recibió territorios que habían sido parte de Polonia y Checoslovaquia. El país tendría ahora sus “fronteras históricas”.

En 1954, por razones administrativas fue transferido el territorio de Crimea, que había sido parte de Rusia, con un régimen de autonomía especial. Dicha cesión fue una decisión arbitraria de Jruschov, violando lo establecido por la Constitución soviética de 1937 sobre ordenamiento territorial. En tiempos soviéticos el país tuvo un importante proceso de industrialización, especialmente en el Este del país.

El sector agrícola mantuvo un importante papel, dado que ha sido – y lo sigue siendo- un gran productor de cereales, hortalizas y frutas, siendo considerado el “granero de la Unión Soviética”. Las áreas históricamente controladas por los zares, mantuvieron la reivindicación de su identidad cultural, pero la idea de independencia no estaba presente, a excepción en las áreas que fueron parte de Polonia o el extinto imperio austro húngaro, menos desarrolladas bajo el control comunista, alimentaron un creciente sentimiento nacionalista.

La independencia inesperada y Euromaidán.

En 1991, Ucrania alcanzó la independencia, bajo la presidencia de Leonid Kravchuk, derrotado en 1994, por Leonid Kuchma. En el referéndum por la independencia ganó el si, por la razón que los ucranianos no se consideran parte de Rusia, sino de una entidad que aglutinaba ambos países, la Unión Soviética, que había desaparecido. Muchos pensaban que con la independencia, mejoraría el nivel de vida y mejoras en materia económica y política.

Un autor británico en el año 2000, señaló la independencia de Ucrania llegó más por accidente que por diseño, y principalmente como resultado de unos hechos ocurridos en toda la región. Pero elegir por la independencia, no implicaba romper con los lazos con Rusia.

La victoria de Kravchuk en las elecciones presidenciales de diciembre de 1991, puso en evidencia que entre la población, había un consenso sobre mantener lazos con el poderoso vecino del Este, especialmente en lo cultural y económico. La presión rusa, por la cuestión de la Flota del Mar Negro, favoreció a una mayor cohesión nacional y fortalecimiento de la identidad ucraniana.

El presidente Kuchma, prometió mantener buenas relaciones con el poderoso vecino ruso y convertir el país en un nexo con Europa Occidental. En 1996, por medio de acuerdos de seguridad, el país renunció a contar con capacidad de ataque nuclear. Las relaciones con Rusia fueron complejas, especialmente en materia de fronteras, el reparto de la Flota del Mar Negro y la cuestión de Crimea.

En 1997 fue firmado un Tratado de Amistad y Cooperación entre ambos países. Hasta ese momento los gobiernos en Kiev de alguna manera eran pro rusos, como el caso del presidente Víktor Yanukóvich. En 2005, ocurrió la llamada Revolución Naranja, la reelección de Yanukovich, quedó frustrada por acusaciones de fraude. La intensa movilización social, fue un factor de presión para una revisión de las elecciones.

Finalmente la justicia determinó que la victoria fuera del candidato opositor Víktor Yúshchenko, que formó gobierno junto a la polémica primer ministro Yulia Timoshenko. Destituida tiempo después por “abuso de poder”.

Los escándalos de corrupción, la crisis económica y los conflictos políticos, afectaban seriamente al país. En materia de política exterior, Kiev apostó a un acercamiento con la OTAN, con miras a integrarse a dicha Alianza, a Estados Unidos y la Unión Europea. Rusia, vio con seria preocupación la posibilidad de un nuevo avance de la OTAN, considerándolo una amenaza a sus intereses.

No olvidemos la injerencia de intereses occidentales en Georgia en el estratégico Cáucaso. Las revoluciones de colores, fueron vistas como una amenaza al sistema político ruso y una punta de lanza para limitar la influencia de Moscú en regiones, que históricamente estuvieron bajo su control. Recordemos que en 2005, Rusia, presionó abiertamente a Kiev, con el corte de suministro de gas y petróleo, lo que puso en evidencia la vulnerabilidad en el plano energético de Ucrania. Por otro lado, el 80% del gas que Rusia exporta a Europa, pasa por tierras ucranianas, lo que incrementa el valor estratégico del país, y por ende, se convierte en un espacio de colisión de intereses.

En el frente interno, las divisiones históricas de carácter cultural entre el Este y Oeste, se han manifestado en el plano político, que con el tiempo se han agudizado. Estos se observa en los candidatos que son más favorables a Occidente, en materia de política exterior, reciben amplio apoyo por parte de las poblaciones del oeste del país, frente a los orientales, que están más ligadas a Rusia, por razones económicas, tienen mayor desconfianza a posturas cercanas a la UE o Estados

Unidos. En 2013, la división en la sociedad sobre la postura sobre asociarse a Rusia o Europa, derivó en una aguda crisis, que provocó la caída y exilio del jefe de estado ucraniano en ese entonces.. A fines de noviembre el presidente Yanukóvich, no firmó el acuerdo de Asociación con la UE.

Esto generó tensiones en el país, que desencadenó una oleada de protestas, con fuerte sesgo nacionalista. Así nació el proceso llamado “Euromaidán”.

El entonces secretario de Estado de Estados Unidos, Ferry, apoyó abiertamente las manifestaciones en Kiev. En enero de 2014, la violencia recrudeció – en el llamado jueves negro murieron 60 personas – ante la pésima decisión del parlamento de limitar el derecho de reunión.

Ministros de exteriores de Alemania, Polonia y Francia viajaron al país para buscar una salida política a la crisis. El presidente fue removido por el Parlamento, refugiándose en Rusia. El Parlamento dictó una nueva ley de Lenguas, donde claramente perjudicaba la minoría ruso parlante (son el 40% de la población). A pesar que el Tribunal Constitucional, falló contra la vigencia de la norma, se había abierto un abismo con las poblaciones rusas del Este del país. El gobierno interino, liderado por el premier Oleksander Turchinov, radicalizó su postura contra el presidente depuesto Yanukovich y Rusia.

Los medios occidentales callaron la dura represión que fueron víctimas las poblaciones del Este, contrarias al gobierno interino de Kiev. En las regiones orientales, fue patrocinado o tolerado por parte del gobierno, la presencia de formaciones paramilitares de extrema derecha, que entraron en choque con grupos de autodefensa pro rusos.

El conflicto armado, era cuestión de tiempo y el gobierno ucraniano, obró con negligencia al respecto. Rusia alertó a sus fuerzas armadas en las bases en Crimea. El proceso de cambios en Kiev podía derivar en exigir el desalojo de la estratégica base de Sebastopol.

Las tensiones entre Crimea y el gobierno de Kiev venían desde los 90. Existía una corriente separatista de vieja data, finalmente grupos pro rusos en febrero de 2014, izaron la bandera rusa y el parlamento local proclamó la independencia, convocando un referéndum, que obtuvo una amplia mayoría favorable a dicha tesis.

El gobierno de Crimea y la Ciudad de Sebastopol, firmaron los acuerdos de incorporación a Rusia como nuevos sujetos federales. Desde la UE y Estados Unidos fueron promovidas una serie de sanciones internacionales, que elevaron los niveles de tensión.

En el este, en la llamada región del Donbás, poblada por rusos parlantes, protestaron contra el nuevo gobierno de Kiev, en las regiones que componen dicha área, elementos separatistas tomaron armas y edificios, y los parlamentos regionales de Lugansk, y Donetsk, proclamaron la independencia, y solicitaron el apoyo ruso.

Moscú, apoyó a dichos grupos de manera encubierta, a través de agentes y fuerzas especiales, evitando involucrarse abiertamente, y mostrándose como un actor más junto a los gobiernos separatistas pro rusos del este de Ucrania. Este conflicto sería el campo de ensayos del nuevo concepto de guerra híbrida pensada por los estrategas de Moscú.

Los años han pasado, Kiev se encuentra empantanado en un conflicto, donde es muy poco probable que se llegue a un acuerdo, dado la intransigencia de las partes, además de no tener la capacidad militar para poder ocupar el territorio perdido. Esto genera una sangría de recursos, que debilita a Ucrania.

El alto el fuego de 2020, no lo cumplen las partes, lo que genera situaciones de tensión, como el pasado mes de abril, donde Rusia hizo un importante despliegue militar, pero finalmente descartó cualquier escenario de guerra.

La postura de la administración Biden, con un duro discurso, por el caso Navalny, no hace mas que alejar las posibilidades de diálogo, siendo el principal afectado de todo esto, Kiev. Rusia, de manera indirecta, ha generado una situación crítica a Ucrania. La anexión de Crimen, limita seriamente el acceso al Mar Negro a Kiev, las recientes maniobras militares, pone en evidencia que Rusia puede bloquear a Ucrania con facilidad.

La guerra del Donbás, privó a Kiev de un importante cordón industrial y minero. El 30% de las exportaciones de Ucrania venían de los territorios controlados por los separatistas pro rusos, además de los millones de dólares de los oligarcas del llamado Clan Donetsk, los han transferido a Rusia.

Los problemas de corrupción, la guerra en el Este, la emigración de mano de obra calificada, como las dificultades para el acceso al financiamiento internacional, no hacen de Ucrania un país muy atractivo, y sin ninguna duda el sueño de integrarse a la UE, implica un largo camino, muy difícil de transitar.

En dos años desde que fue elegido el presidente Volodímir Zelenski – un ex actor de comedias muy popular – la sociedad parece estar desilusionada. Los males de la política ucraniana siguen vigentes. El combate contra la corrupción, quedó solo en promesas. Los tristemente célebres “oligarcas” se han beneficiado con contratos para proveer insumos a hospitales.

El éxito de la gestión de la pandemia, es considerada clave para los observadores especializados, aunque con las noticias que llegan del país, solo recibirá vacunas del sistema COVAX de Naciones Unidas y un contrato con China con Sinopharm, pone en evidencia que el flamante presidente, electo por más del 70% de los votos, ha sido fagocitado por las formas negativas de hacer política en Ucrania y no ha estado a la altura de las circunstancias para lidiar con la crisis COVID.

¿Suicidio geopolítico?

Los líderes pro occidentales no midieron las consecuencias de sus decisiones. La influencia rusa es algo que no se puede soslayar. Una importante minoría ruso parlante vive en el principal cordón minero industrial del país, con fuertes lazos históricos, culturales y económicos con el vecino país. La cuestión de Crimea, un territorio, que fue incorporado en 1954 por medio de un diktat del politburó del Partido Comunista de la URSS, con una mayoría rusa y la presencia de la estratégica base naval de Sebastopol. Cualquier cambio político en Kiev que se interpretara como amenaza a Rusia, era sinónimo de problemas.

Los lideres ucranianos, pareciera que nunca interpretaron el papel de “bisagra” que tiene el país en el campo de la geopolítica. La debilidad del estado ucraniano quedó reflejada con la independencia de facto de Crimea y las regiones rusas del Este del país. Los presuntos aliados de la UE, como Estados Unidos, a pesar de las sanciones, poco y nada pudieron hacer para que Rusia controlara dichos territorios.

La crisis de Euromaidán, posiblemente es reflejo de un país construido con realidades culturales/políticas/históricas bien diferenciadas.

Los líderes ucranianos no supieron o no pudieron encontrar un camino intermedio, a fin de estrechar lazos con Occidente sin provocar a Rusia. Posiblemente sobrestimaron la respuesta de la UE y la OTAN, frente un escenario de conflicto con Rusia, como tampoco midieron la reacción de Moscú ante el “salto mortal” que daba Kiev hacia Occidente.

El precio por los errores de estrategia, se ven en la crisis sanitaria del COVID. El país, considerado uno de los más pobres de Europa, con 40.000 muertos y 1.5 millones de contagiados, tiene serios problemas de acceso a las vacunas. Uno de los grandes productores de vacunas, el vecino ruso, podría ser una solución, pero el enfrentamiento que tienen ambos países, obligan a Kiev a depender de Occidente.

La UE ha tenido problemas de abastecimiento y la pésima política genera muchos contratiempos, que impide canalizar programas de ayuda. Estados Unidos podría ser la esperanza para el mes de mayo, aunque pareciera que Ucrania no ha hecho ningún movimiento para pedir ayuda a la Casa Blanca en materia sanitaria.

El país esta en un pantano, el flamante presidente Zelenski, pareciera que ha cedido ante los oligarcas y las estructuras de corrupción del país, a tal punto que su partido, parece que no responde a su liderazgo, sino a la influencia de los oligarcas, poderosa elite surgida de la implosión de la Unión Soviética y que controlan la economía y ejercen una poderosa influencia, de por si perniciosa, en la política local, a fin de mantener sus privilegios y negocios, generalmente nada transparentes.

El apoyo de la UE y Estados Unidos es más retórico que real, tal vez para evitar que Rusia, no se sienta amenazada, y exporte su modelo de guerra híbrida, a los Estado bálticos, donde hay importantes minorías rusas, generando nuevos escenarios de inestabilidad.. Moscú, no busca la guerra abierta, su economía no esta preparado para ello, y puede derivar una escalada difícil de manejar.

Putin, es un hábil estratega, que apuesta a un proceso de desgaste de mediano y largo plazo, impedir a Kiev cumplir con su aspiración de integrarse en el mediano plazo a la OTAN y formar parte de la UE.

Tal vez la salida de Ucrania, sea convertirse en un espacio neutral, que dependerá del acuerdo de los actores involucrados (Rusia, UE, Ucrania, Estados Unidos), algo difícil de alcanzar, dado que para dar el primer paso, será necesario resolver la cuestión de Crimea y las regiones del Este, donde las partes tienen posturas irreductibles, por ende, el conflicto de Ucrania se prolongará por muchos años más.

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