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Ucrania ¿El Vietnam del Sur del Siglo XXI?

El Minuto | La guerra de Ucrania, se prolonga en el tiempo. Esto genera temores a los líderes de Kiev, hasta cuando, durará el compromiso de Occidente en seguir apoyando el esfuerzo de guerra de los ucranianos. Rusia pareciera apostar por una guerra de desgaste. Los aliados occidentales, a pesar del discurso de solidaridad, en los hechos, las cosas parecieran ser más bien distintas. Esto recuerda a lo vivido por Vietnam del Sur, que quedó completamente supeditado a la estrategia cambiante de Washington, que tuvo trágicas consecuencias. Algunas situaciones parecieran repetirse con el caso ucraniano, no en vano el presidente Zelenski ha hecho reiterados llamados para que no abandonen a su país a su propia suerte.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de El Minuto para Argentina

La guerra de Ucrania lleva casi siete meses. Las acciones militares rusas, se centraron en ocupar la región del Donbás y crear una suerte de franja en áreas pobladas por población ruso parlamente. En semanas se hicieron con el 20/25% del territorio ucraniano, provocando el desplazamiento de 15 millones de personas, de las cuales ocho millones abandonó Ucrania. En el mes de junio, desde las fuerzas armadas ucranianas reconocieron haber agotado las existencias de armamento original, no solo heredado en tiempos soviéticos, sino producido por la industria local. Esto pone en evidencia la magnitud del problema. La ausencia de fuentes independientes, limitan conocer la magnitud de las pérdidas de ambas partes, pero los llamados de Kiev a Occidente, la convocatoria de voluntarios extranjeros y la movilización improvisada de millares de civiles, son elementos que indican el nivel de pérdidas sufridas. Recordemos que el propio presidente ucraniano reconoció la pérdida de un centenar de combatientes por día. Estados Unidos ha suministrado armas por US$ 10.000 millones, una cifra de vértigo, para reponer pérdidas y adiestrar a las fuerzas ucranianas. El flujo de armas es constante, desde varios países de Europa, que han enviado especialmente material de segunda mano almacenado, especialmente material heredado de tiempos del Pacto de Varsovia. Al fin de cuentas es material que los militares ucranianos conocen bien. Esto permitió a las fuerzas ucranianas lanzar acciones que permitieron en estas semanas recuperar 6.000 km2 de territorios controlados por los rusos.

El esfuerzo de Kiev está orientado en el avance hacia el Donbas e impedir que las fuerzas rusas controlen completamente esta región. Este territorio es el viejo corazón industrial de Ucrania, ruco en carbón y sede de industrias pesadas. Está en juego la viabilidad del país. Otro de los ejes de avance es el sur, orientado a cercar Crimea. El esfuerzo de guerra del lado ruso está en manos de los ejércitos de las repúblicas de Luhansk y Donetsk, con apoyo de fuerzas especiales, artillería, ingenieros, tropas de reconocimiento y aviación del ejército ruso. Mientras miles de hombres combaten, ganan y pierden terreno. Ucrania sobrevive gracias a la ayuda occidental. No solo en materia de armamento, por miles de millones, entrenamiento y asesoramiento, sino asistencia económica. Rusia se hizo con la central nuclear más grande de Europa y que genera el 20% de la energía en Ucrania. El gobierno de dicho país estima que las pérdidas son del 35% del PIB, por ende, es vital el apoyo de la Unión Europea, Reino Unido y especialmente de los Estados Unidos. Las partes involucradas no tienen diálogo alguno, observándose una escalada del conflicto, buscando la solución del mismo por la vía de las armas, acompañado por una serie de sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, buscando la asfixia económica de Rusia, con el objeto que eso impacte en su esfuerzo de guerra.

En este conflicto pareciera no quedan claro los objetivos que tiene Estados Unidos. La ayuda militar tiene sus limitaciones, esta está centrada en equipamiento para las fuerzas terrestres, que ha permitido reemplazar parte del material perdido durante la guerra. Las demandas sobre tanques, blindados, aviones de combate, han sido demoradas deliberadamente, condicionando la estrategia de Kiev a los dictados de la Casa Blanca y el Pentágono. Otro problema que enfrentan los ucranianos, en su contante demanda de armas, los plazos de entrega, dificultades logísticas, como ha señalado en su momento el brillante pensador militar israelí Martin Van Creveld las líneas de comunicación de la OTAN se extienden por cientos de kilómetros, desde las fronteras de Ucrania con Polonia, Eslovaquia y Rumania en el oeste hasta el Donbass en el este. Casi todo el terreno intermedio es plano, ofrece poca protección y está escasamente poblado. En otras palabras, se presta para el uso de fuerza aérea y, por lo tanto, para exactamente el tipo de arma con el que la superioridad rusa es particularmente evidente. Kiev sigue pidiendo que la asistencia militar sea mayor a la que brindan tanto Washington como sus aliados. Los estadounidenses han sido renuentes al envío de determinados sistemas de armas, como exige Ucrania, dado que no quieren que sean empleados contra la misma Rusia, que puede derivar en una situación mucho más compleja. Los temores, son que el Kremlin movilice mayores recursos, especialmente en materia de tropas y material, muy superiores a los de Ucrania, que ha movilizado todos sus recursos humanos disponibles, y en materia de armamento, la OTAN no ha logrado, reemplazar el equipo perdido, solo ha suplido parte de este, pero no lo suficiente para llevar a cabo contraofensivas a escala en varios frentes, como aspira el alto mando ucraniano.

Washington no ha formulado propuestas concretas para la salida del conflicto, sino pareciera que apuesta a la escalada aún mayor del conflicto. La Unión Europea, supeditada a la estrategia de la Casa Blanca, carente de liderazgo, impone sanciones con un alto costo económico propio, apoya el esfuerzo de guerra de Kiev y sostiene la economía ucraniana. Ucrania se ha convertido en algo secundario, donde Estados Unido utiliza dicho país para desgastar a Rusia, obligándola a incrementar su esfuerzo de guerra, buscando que ello tenga un impacto en el frente interno, imponiendo un cambio de régimen político, que saque a Moscú del conflicto. La posibilidad del desplazamiento del presidente ruso Putin del poder, como objetivo impulsado por la Casa Blanca, ha sido negado oficialmente, pero no debe descartarse esa posibilidad. Estamos ante una situación muy delicada. Occidente no quiere una victoria militar rusa en Ucrania y busca evitarlo con programas de ayuda militar, pero sin un objetivo de largo plazo. Rusia considera inaceptable una derrota militar y busca encarecer la ayuda occidental a Kiev por medio de diversas acciones, que van desde la destrucción de infraestructura, corte de suministros de gas y petróleo, restricciones a las exportaciones de cereal ucraniano, que impacta en los precios globales. Esta situación lleva a los actores en pugna apostar por la escalada y recrudecimiento de la guerra. El presidente Volodímir Zelenski, ante los recientes avances de las fuerzas ucranianas, para capitalizarlo políticamente, apuesta por una la vía de las armas. Su supervivencia en la política sin ninguna duda está atada a la suerte de las armas ucranianas, quedando condicionado no solo frente a su electorado, sino ante los países sostenedores del esfuerzo de guerra.

La falta de una estrategia clara por parte de Estados Unidos como de sus aliados, para poder sacar a Ucrania de la guerra, recuerda lo acontecido en su momento con Vietnam del Sur en los 60. La ausencia de una estrategia definida, terminó en derrota, donde el factor tiempo fue explotado con suma habilidad por el régimen de Vietnam del Norte. ¿Este puede ser uno de los escenarios para la guerra de Ucrania?

La tragedia de Vietnam del Sur

La Vietnam del Sur, fue consecuencia de la división tras la salida de los franceses, luego de los Acuerdos de Ginebra de 1954. El conflicto con el régimen marxista instalado en el norte nació desde el mismo día de la partición del país. La creciente actividad guerrillera bajo patrocinio de Hanoi, con acciones incluso directa de las fuerzas armadas de Vietnam del Norte, pusieron en aprietos en endeble régimen del sur. La corrupción estaba al orden del día. A pesar del grave problema de seguridad, derivado de la actividad del Viet Cong y sus patrocinadores del norte, el régimen del sur, no había hecho mucho por sus fuerzas armadas. En este contexto llegó la ayuda de Estados Unidos, que en una primera instancia se limitó al envío de asesores y equipamiento para lidiar contra la insurgencia. Razones políticas impidieron el envío de material para poder hacer frente a las fuerzas del norte. Esto limitaba seriamente, la capacidad de Saigón para acciones de represalia contra el régimen de Hanoi.

Desde el principio, la ayuda de Washington impuso una serie de condiciones, a pesar de las constantes peticiones de Vietnam del Sur. Asimismo, durante la gestión de Lyndon Johnson, no existía una estrategia definida, que se traducía en el envío de ayuda a cuentagotas y buscar una salida al atolladero que era la guerra en el Sudeste de Asia.

La ayuda de Estados Unidos y en menor medida de sus aliados, fueron de vital importancia para el sostenimiento del esfuerzo de guerra de Vietnam del Sur. Loa asesores del Pentágono jugaron un rol clave a la hora de la planificación de las operaciones de cierta complejidad – como el caso ucraniano en torno a l región de Jarkov – lo que supeditó las acciones militares survietnamitas a los dictados de Washington. El material recibido no era casualmente nuevo, solo determinadas fuerzas recibían material mejorado, similar al que utilizaban los estadounidenses. El régimen del primer presidente survietnamita, Ngo Dinh Diem, se caracterizó por altos niveles de corrupción, ataques la oposición, y la violación de los derechos humanos. Pronto el régimen del presidente Diem, se convirtió en un proceso autoritario. La falta de reformas y el interés que las fuerzas armadas no tuvieran ningún general prestigioso, para evitar un golpe o una amenaza al poder, lo convirtió en un aliado incómodo. Estados Unidos lo toleró y lo consideró un mal menor. Un grueso error político, que se pagaría con el fortalecimiento de la insurgencia, el descontento de la población y una tensa relación entre el régimen de Saigón y sus fuerzas armadas. Todo ello fue explotado con suma habilidad por Hanoi, que incrementó la presión sobre el endeble régimen sureño, cada vez más dependiente de Washington. En 1965, el Viet Cong y sus sostenedores de Vietnam del Norte, controlaban el 60% del sector rural del sur.

Diem fue derrocado en un golpe, que le costó la vida. Estados Unidos dio el visto bueno para que las fuerzas armadas se deshicieran del incómodo aliado. Los constantes cambios de objetivo, llevó a que el diálogo que tiene que existir entre el nivel estratégico y los comandantes operacionales, quedará roto. La conducción política no advirtió que la estrategia llevada a cabo no tenía el resultado esperado. La falta de una visión de largo plazo, de objetivos definidos, afectaron al nivel operacional. Lista y llanamente los objetivos fijados no podían alcanzarse, porque estos cambiaban. En una primera instancia, el objetivo de Estados Unidos era contener el avance soviético en el Sudeste de Asia, luego a partir de 1962, lo fue la insurgencia del Viet Cong, y posteriormente en 1968, era sostener el endeble Vietnam del Sur. En el plano táctico, la superioridad de Estados Unidos era incontestable. En cambio, el Norte, tenía un objetivo claro, la reunificación del país bajo el régimen socialista, llevando a cabo acciones de desgaste. Los líderes en Hanoi, tenían la certeza, que el apoyo de Washington a Saigón, no se iba prolongar por un tiempo indefinido, y apostaron al frente interno de Estados Unidos, para que este presionara con el incremento de la escalada, sacara al país, la poner en evidencia que la guerra en Indochina era un callejón sin salida.

Washington por razones políticas, limitaron sus acciones para contener la infiltración de las fuerzas del Norte. Se llevaron a cabo acciones de represalia, desde el aire y el mar. En 1968, Hanoi lanzó la llamada Ofensiva del Tet, un intento de levantar al pueblo del sur y derribar el régimen de Saigón, a través de una ofensiva a gran escala liderada por el Viet Cong con apoyo de fuerzas regulares de Vietnam del Norte. Desde el punto de vista militar fue una derrota. Tanto las fuerzas de Vietnam del Sur como Estados Unidos y sus aliados, respondieron y rechazaron la amenaza. La prensa tuvo otra lectura y mostró la crisis del Tet, en la cual las fuerzas comunistas pusieron contra las cuerdas a los Estados Unidos y sus aliados. Esto desmoralizó a la población estadounidense y la presión para salir del conflicto fue mayor. La victoria militar, se convirtió en una derrota política. Así nació la “vietnamización” por el cual, Washington comenzó una retirada escalonada de sus fuerzas, dejando el peso de la lucha en las fuerzas de Vietnam del Sur, con apoyo financiero de Estados Unidos.

En 1972. Vietnam del Norte, lanzó la Ofensiva de Pascua, rechazada por el sur, con asistencia de Estados Unidos. La victoria no fue capitalizada. La guerra era mala palabra para el ciudadano norteamericano, y la ayuda comenzó a reducirse. Hanoi hábilmente volvió a sentarse a la mesa de negociaciones para ganar tiempo en Ginebra. Razones políticas, llevaron a Nixon a retirar las fuerzas de Estados Unidos por completo del sur en 1973. Vietnam del Norte, tenía ahora las manos libres para atacar nuevamente. El presidente del sur, Thieu, sabía muy bien, que sin los dólares de Washington el fin estaba cerca. El 1 de marzo de 1975, con ayuda soviética, Hanoi, recuperó material perdido y lanzó una ofensiva de tipo convencional en toda regla. El sur sin capacidad de financiar la guerra, se derrumbó en pocos meses. El régimen de Saigón era incapaz de sostener por sus propios medios la guerra, no tenía recursos para pagar el combustible para la enorme flota de helicópteros heredada. La economía se hundió y el caos reinó en todo el sur.

Vietnam marcó a la política estadounidense de intervenciones en el extranjero, y ello se pudo sentir en la guerra del Golfo de 1991, donde Estados Unidos, recuperó su confianza. A lo largo del complejo conflicto indochino, Washington, no tuvo una estrategia definida, por razones de política doméstica. La ayuda militar se llevó a cabo de manera escalonada, imponiendo una serie de limitaciones a su aliado survietnamita. En las últimas etapas del conflicto, Estados Unidos transfirió material como tanques medios M48, equipos electrónicos, cazas F 5, pero de manera tardía. La retirada del personal norteamericano afectó el mantenimiento del material cedido y que se tradujo en la disponibilidad para el combate. La corrupción endémica, hizo que mucho dinero en ayuda se desviara a los bolsillos de políticos y altos jefes militares, que presionaban constantemente por el incremento de la ayuda económica y militar. Parecía un barril sin fondo.

¿Ucrania podrá ser el Vietnam del Sur de Occidente?

La guerra ha tapado una realidad, la corrupción del gobierno de Ucrania, considerada el país más corrupto de Europa. Las exigencias de la Unión Europea en materia de reformas, eran una cuenta pendiente. La corrupción afecta a todos los niveles incluyendo al presidente Zelenski. En 2021, el índice de Transparencia Internacional, señaló que Kiev descendió del puesto 122 a 180, con una puntuación de 32 puntos. Las presiones de los aliados occidentales, para recibir la ayuda que pide Kiev para hacer frente a la invasión, incluyó nombrar el fiscal anticorrupción, un cargo vacante desde hacía varios años. El temor que las armas enviadas en apoyo a las fuerzas ucranianas, caigan en manos de traficantes de armas, es algo que genera debates en el seno de los aliados, que presionan al gobierno de Ucrania para que tome medidas al respecto. Asimismo, la Unión Europea, supedita su ayuda, a llevar a cabo reformas en materia de democracia, transparencia, independencia de la justicia, seguridad jurídica y lucha contra la corrupción. En julio de 2022, en Lugano, se llevó a cabo una conferencia para debatir las ayudas a Kiev. El gobierno ucraniano reclamó ayudas por US$ 720.000 millones, una cifra sideral, que los socios de la UE no están dispuestos a pagar. A pesar del discurso de apoyo y solidaridad, existen muchas reservas sobre el destino de la ayuda económica para Ucrania.

La Anglo-American Press Association, llevo a cabo una entrevista con el responsable de Interpol, Jürgen Stock, esté señalo que gran parte de las armas enviadas a Ucrania por Estados Unidos y sus aliados podrían terminar en el mercado negro, en manos de grupos criminales. El citado funcionario internacional señaló el caso de Afganistán, donde las armas dejadas por las fuerzas de la OTAN, es un lucrativo negocio para los terroristas talibanes, ahora en el gobierno de Kabul. Asimismo, la paz, no garantizará la estabilidad en Ucrania. El gobierno ucraniano armó a millares de civiles y grupos paramilitares, que una vez terminada las hostilidades se pueden convertir en un serio problema. En pleno conflicto se observan problemas de coordinación entre las fuerzas de este tipo y las regulares.

Estados Unidos y sus aliados, envían armamento, con restricciones, posiblemente por temor entre otras cosas que pueda caer en manos rusas. Fuera del discurso político de solidaridad, pareciera que no existen objetivos claros en relación a la guerra de Ucrania. Por un lado, los programas de asistencia pareciera que buscan escalar el conflicto, pero, por otro lado, el mismo presidente Biden, señaló en su momento sobre la necesidad de una salida diplomática, observándose la ausencia de voluntad para llevarlo a cabo. Las restricciones impuestas en materia de ayuda militar, indican que Estados Unidos busca controlar o tener una influencia determinante en las decisiones ucranianas sobre la guerra.

En los años 60, el régimen de Saigón vivió la misma situación. Los líderes ucranianos temen que Occidente, ante un conflicto que muestra señales de estancamiento, reduzca la ayuda militar. En Europa, las  sanciones contra Rusia, tienen ya un fuerte impacto negativo en su economía. El invierno plantea escenarios realmente complicados, y es posible que esto, genere descontento, y pueda generar la presión de la opinión pública para que los políticos europeos, busquen algún tipo de salida de la guerra. En las elecciones de medio término de Estados Unidos, será muy probable que los republicanos salgan victoriosos, y su postura es menos entusiasta que Joe Biden en materia de apoyo militar y financiero para Ucrania. Sectores más duros, vinculados al ex presidente Trump, fiel a la política aislacionista, presionan por reducir la ayuda. Ucrania debe librar una verdadera batalla contra el tiempo, que implica obtener la máxima cantidad de ayuda que le permita, llevar a cabo otra ofensiva, con el objetivo de recuperar Jerson, antes que los rusos lleven a cabo un referéndum y puedan crear otra “república popular”.

El invierno será una terrible prueba para los actores de esta tragedia. Esto limitará los movimientos militares, por lo menos desde el lado ucraniano, pero no ruso, dado que las fuerzas rusas están especializadas en guerra invernal. Kiev sabe que las fuerzas armadas rusas cuentan con unidades especialmente adaptadas para operar en climas rigurosos. Razones políticas, llevaron a Moscú, a mantener una limitada presencia militar en el teatro de operaciones, pareciera que la apuesta es hacia la guerra de desgaste y explotar el factor tiempo. “Quien contenga por más tiempo la respiración” será el vencedor del conflicto. En la lejana guerra de Vietnam, los líderes del régimen de Hanoi, comprendieron la citada frase, supieron esperar y finalmente impusieron la unificación del país, bajo sus propias reglas. La falta de liderazgo por parte de Occidente y las contradicciones, entre el discurso y los hechos, abren serios interrogantes sobre el destino de Ucrania los próximos meses.

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