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Egipto bajo el mando del Mariscal Al Sisi: Un nuevo faraón en el siglo XXI


“Desde la antigüedad, Egipto ha sido conocido por sus faraones, y en el siglo XXI, el país ha sido gobernado por una figura que ha sido comparada con un faraón moderno: el Mariscal Abdel Fattah Al Sisi. En este artículo, exploraremos el ascenso al poder y el controvertido gobierno de Al Sisi en Egipto”.


El Minuto | El ex presidente Hosni Mubarak, por el poder acumulado a lo largo de su gestión, era conocido como el “Faraón”. El sistema por el implantado, hizo crisis con la Primavera Árabe, que le costó la salida del poder.  El mundo contuvo la respiración con la llegada de los Hermanos Musulmanes al poder, en comisión libres. El experimento ijslamista duró poco y el ejército, un poderoso actor en la política egipcia, terminó con el gobierno del presidente Morsi. El nuevo hombre fuerte, el mariscal Al Sisi.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro |Director de Diario El Minuto para Argentina

Egipto, puede ser considerado una potencia regional. Es un país cuya estabilidad y rol tanto en el Norte de África, como el Próximo Oriente es vital. El régimen de al Sisi, logró en estos años, ha logrado que Egipto tenga un papel importante con todos los actores que actúan en Oriente, manteniendo un diálogo constructivo tanto con Rusia como Estados Unidos, adversarios geopolíticos en dicha región. El importante papel alcanzado por El Cairo, no es comparable con el liderazgo que tuvo el régimen egipcio en tiempos de Nasser, no obstante, el país está llamado a tener un papel cada vez más relevante tanto en África como en el Próximo Oriente.

Egipto tiene una posición estratégica de alto valor. En el Canal de Suez, atraviesan todos los años más de un centenar de barcos, que son el 13% del tráfico mercante global, Su seguridad y estabilidad, históricamente ha impactado tanto en Asia, África como Europa. Estamos ante el país más poblado del mundo árabe y es por ello que los acontecimientos políticos que suceden en El Cairo es observado, por actores regionales como fuera de ella. No en vano, Estados Unidos, desde tiempos de Sadat, apoya con una importante ayuda militar, a la seguridad egipcia.

El gobierno islamista de Mohamed Morsi, apoyado por la poderosa organización “Hermanos Musulmanes” causó seria preocupación en los regímenes conservadores árabes del Golfo Pérsico, Israel y los propios Estados Unidos.  Los desaciertos del régimen de Morsi (2012-2013). La represión, el aislamiento internacional y la existencia de una importante oposición secular, abrieron las puertas para que las poderosas Fuerzas Armadas egipcias, terminaran con el primer gobierno islamista egipcio, con la bendición implícita de Estados Unidos y sus aliados árabes.

El régimen del mariscal Abdelfattah Al Sisi, fue implacable con los Hermanos Musulmanes. Rápidamente buscó una normalización institucional por medio de la Constitución de 2014. Teóricamente más moderada que la aprobada por el presidente Morsi, pero en la práctica, bajo el amparo de la lucha contra terrorista, el gobierno de Al Sisi, ha limitado seriamente las protestas y acorraló a los opositores. El sector islamista, gran parte terminó en el exilio. Paulatinamente, Al Sisi, emergió como nuevo hombre fuerte y el autoritarismo, se hizo presente en la escena política egipcia. El papel de los militares ha sido importante, dado que participan activamente en altos cargos de la administración, gestiones proyectos ambiciosos, como mecanismo para sortear la corrupción endémica de la administración pública civil egipcia.

La revolución de 2011, que terminó con el “eterno” rais Hosni Mubarak, y luego de la breve experiencia islamista, dejó un Egipto muy distinto al que muchos conocían. Las generaciones más jóvenes se mostraron mucho más dinámicas y exigentes. La pobreza y desempleo, afecta especialmente a este sector de la población. En 2018 este sector, en su gran mayoría no se presentó a votar en los comicios presidenciales.

Muchos jóvenes no se ven identificados con los actores que pululan en la escena política egipcia y han optado en gran parte por la apatía. El presidente Al Sisi, logró neutralizar con habilidad la efervescencia en la sociedad egipcia, e impuso cierto consenso a su régimen por medio de la fuerza, siguiendo los pasos de Hosni Mubarak, pero con formas más sutiles, por medio de un andamiaje legal, creado para combatir al terrorismo.

Este se mantuvo presente, pero no llegó a representar una amenaza seria a la seguridad egipcia, a pesar de la escalada de violencia inicial posterior a la caída del gobierno de los Hermanos Musulmanes. En 2019, se estimaba que el régimen de El Cairo había encarcelado a unas 60.000 personas, y las denuncias sobre violación de derechos humanos eran cada vez más frecuentes. No solo se hablaba de torturas, detenciones extrajudiciales, desapariciones, sino una aplicación frecuente de la pena de muerte por parte de tribunales militares. Una vez más la realpolitik se impuso, y la Unión Europea abrió las puertas para una mayor cooperación con El Cairo. El drama de las migraciones, una de las grandes preocupaciones de Bruselas y donde Egipto tiene un importante papel.  

Los abusos de Al Sisi pasaron a segundo plano en nombre de la seguridad en el Mediterráneo y en el Norte de África.  Muchos vaticinaron el estallido revolucionario, pero eso no ha pasado.  En diciembre de aquel año, una enmienda constitucional por medio de un referéndum, logró extender el mandato presidencial de cuatro a seis años. Es indudable que un sector de la sociedad egipcia, sostiene la idea de un hombre fuerte al frente del país, es lo mejor para la estabilidad para Egipto. Un sector de la sociedad, especialmente personas de mediana edad y mayores, que apoyan abiertamente el régimen del mariscal. Sus éxitos, para este sector de la sociedad está en las obras de infraestructura, la erradicación del terrorismo – con mano de hierro – el traslado de la capital, obras en el Canal de Suez, que incrementarán los ingresos del país y una relativa calma.

La dureza del régimen queda reflejada, en las limitaciones que tienen los parlamentarios para exigirles cuentas al rais. La legislación draconiana sobre manifestaciones, los controles sobre la prensa y el enorme andamiaje de seguridad ha logrado erosionar fuertemente a la oposición.  La existencia de un Parlamento y una Constitución, son una fachada, el poder está concentrado en Al Sisi. En las elecciones presidenciales previstas para el 2024, se abre un gran interrogante. Al Sisi en 2017 señaló en una entrevista al medio estadounidense CNBC, que no ejercería un tercer mandato.  Pero todavía no está dicha la última palabra. El poderoso ejército egipcio, ha construido un imperio económico y su peso político es determinante en Egipto, agregándose la popularidad de la institución en la ciudadanía.

Es poco probable que acepten un liderazgo que cuestione su poder.  Si Al Sisi, no se presenta a un tercer mandato, algo que evalúan en el seno del mismo Ejército, por factores internos y externos, es posible que emerja otro hombre fuerte.  Ello no impide que los militares sigan trabajando para mantener en la sociedad una buena imagen del rais, haciendo propaganda de sus obras y especialmente sus éxitos en erradicar el terrorismo.

La crisis económica ha desdibujado la popularidad del rais, a pesar de los esfuerzos en materia de propaganda. Es por ello, que desde el seno mismo del poder egipcio, para evitar la aparición de grupos contrarios a los intereses a dicho poder, en manos de los militares, al parecer, el poderoso Servicio General de Inteligencia, liderado por el general Abbas Kamel, se contactó con miembros de la coalición Movimiento Civil Democrático, a fin de impulsar una serie de figuras, y presentarlos como una competencia electoral, cuando en verdad, sería una puesta en escena, gatopardismo político: “cambiar para que nada cambie”. Esto fue desmentido públicamente por dicha coalición. 

Los nombres que circulan para ser candidatos en 2024: el ex parlamentario Ahmed Tantawi, Gamal Mubarak, hijo del ex presidente egipcio Mohamed Hosni Mubarak, el disidente exiliado en Turquía Ayman Nour y el sobrino del difunto presidente Anuar Sadat, Mohamed Anwar Sadat. Otros referentes políticos egipcios, se muestran reacios de volverse a postular, por temor al hostigamiento del régimen, como los casos del ex jefe del ejército, Sami Annan, y el ex primer ministro egipcio, Ahmed Shafi.  Este hostigamiento puede traducirse en prisión, como quedó reflejado con el destino sufrido por el jefe del partido Egipto Fuerte, Abdel Moneim Aboul Fotouh, el predicador salafí Hazem Abu Ismail, y el ex oficial del ejército egipcio, el coronel Ahmed Qansawa.

La incertidumbre sobre el destino político de Al Sisi, se incrementa con la postura de los gobiernos de Arabia Saudita y Emiratos Árabes, que han sostenido financieramente a Egipto con copiosas ayudas, que no siempre han llegado a su destino. El objetivo de esta asistencia multimillonaria, está directamente ligada a garantizar la estabilidad del régimen de El Cairo, evitar una revolución como la de 2011 o el “mal ejemplo” de la llegada de movimientos como los Hermanos Musulmanes al poder.

Esto genera dudas entre los aliados locales del mariscal, dado que la ayuda de Riad y Abu Dabi, son de vital importancia, para una economía, que ha frenado sus tasas de crecimiento y que debe lidiar con la explosión demográfica: 100 millones de habitantes.  Esto indicaría que el ejército, está evaluando buscar un nuevo hombre fuerte. Una maniobra para nada fácil. Pero con toda probabilidad los candidatos que surjan para la contienda electoral de 2024, serán digitados por el Ejército, a fin de garantizar la continuidad del régimen iniciado por Al Sisi.

Al Sisi el nuevo “faraón”

El rais embarcó a su país es un proyecto ambicioso, no exento de polémica por los altos costos, donde la pobreza afecta a importantes sectores de la población, el problema de la deuda externa y la inflación. La explosión demográfica, demanda soluciones, dado que las grandes ciudades tienen un crecimiento casi sin control. El Cairo tiene 23 millones de habitantes y los problemas que tienen se agravan.  El régimen está llevando a cabo la construcción de una nueva capital, por unos US$ 60 mil millones. La llamada Nueva Capital Administrativa a 45 km de El Cairo, es un proyecto que comenzó a llevarse a cabo en 2015.

En un espacio de 700 km2 tiene previsto alojar a unos cinco millones de habitantes.  Entre los aspectos destacables, la creación de un centro financiero con una torre central de 385 metros, uno de los tantos rascacielos del área comercial, un parque de 10 kilómetros de extensión, mezquitas, la nueva catedral cristiana copta, un monorriel que atravesará el distrito financiero. También tiene previsto un barrio para artes y ciencia, un gran teatro de ópera, cines, museos, que formaran parte de un barrio especial, el primer bosque vertical de África, un nuevo diseño urbano para los barrios residenciales, universidades, espacios verdes, centros comerciales y recreativos, etc.  En este proyecto los principales contratistas son empresas ligadas del Ejército y el gigante chino CSCEC. La fuerte presencia de capitales chinos, es motivo de preocupación de Washington. Las relaciones comerciales entre El Cairo y Pekín se han expandido notablemente, duplicándose el comercio externo entre ambos países. China es el cuarto mayor acreedor de Egipto.  El impulso de la Zona Económica Especial del Canal de Suez, atrajo a un centenar de empresas chinas e inversiones por US$ 1200 millones.

El gobierno egipcio quiere mostrar al mundo con su Nueva Capital, que estamos frente a un Egipto moderno, que, emulando de alguna manera al tiempo de los faraones, el país, tiene la capacidad de llevar a cabo obras de gran magnitud.  Asimismo, los líderes egipcios, buscan que la Nueva Capital, sea un verdadero centro político económico para todo el mundo árabe. De alguna u otra manera, El Cairo busca recuperar un papel central, como tuvo en tiempos de Nasser.

Los sueños faraónicos de Egipto se materializan con proyectos para administrar el valioso Nilo. El caudal de este río, es una cuestión de seguridad nacional. La construcción de la Represa del Renacimiento, en Etiopía, en uno de los afluentes del Nilo, ha sido objeto de una disputa agria e incluso de amenazas de empleo de la fuerza por parte del El Cairo. El Proyecto Nuevo Delta por US$ 5000 millones, tiene previsto incrementar sustancialmente la superficie irrigada del país. El objetivo es reducir la importación de alimentos. La guerra de Ucrania, disparó el precio de trigo y eso afecta seriamente la economía egipcia. Pero dicho conflicto, trajo también buenas noticias.

Europa al decidir terminar con su dependencia del gas ruso, buscó proveedores alternativos. En abril de 2022, Egyptian Natural Gas Holding Company (EGAS) y la italiana ENI firmaron un acuerdo para maximizar la producción de gas y la exportación de gas natural licuado (GNL) de Egipto a Europa. El acuerdo, abre las puertas para recibir capitales para impulsar la exploración en las zonas del Delta, Desierto Occidental y el propio Mediterráneo.  Esto convierte a El Cairo en un actor clave en materia energética para Europa, y abre las puertas para generar ingresos que impactaran en la golpeada economía egipcia.  En enero de 2023, las autoridades cairotas anunciaron nuevos descubrimientos de reservas de petróleo y gas.

Las inversiones en mejora de infraestructura, incluyeron la red ferroviaria. El plan lanzado en 2014 por US$ 10 mil millones, ha generado la atención de importantes proveedores de Europa, Rusia y en menor medida China. Las autoridades egipcias han promovido la creación de un centro industrial, con apoyo del fondo soberano egipcio o NERIC.  La apuesta a la industria ferroviaria, se inserta en un país que, en 2019, según la OCDE, era el principal fabricante de productos con mayor valor agregado de África.  Esto permitió que fuera la segunda economía del citado continente, detrás de Nigeria.

La normalización entre las relaciones diplomáticas entre Egipto y Turquía, más allá del aspecto político de restar apoyo del gobierno de Erdogan a exiliados egipcios vinculados a los Hermanos Musulmanes, abre las puertas para mayores inversiones turcas, y la búsqueda de reducir la dependencia de puertos del Golfo Pérsico para el comercio externo turco.

Las aspiraciones de grandeza de Al Sisi, se ven empañado por los reclamos del FMI sobre la deuda, que ha crecido en estos últimos tiempos en US$ 163.000 millones, equivalentes al 93% del PIB, además de tener que asumir los compromisos financieros con Arabia Saudita por US$ 13.000 millones.  Los saudíes decidieron poner punto final a la ayuda sin condicionamientos. El régimen de El Cairo recibió de los países del Golfo unos US$ 93.000 millones.

El gobierno egipcio, mientas busca estabilizar la libra, llevar a cabo ajustes y medidas de austeridad, algo complicado de llevar a cabo, dado que en 2024 son las elecciones, apuesta a una serie de proyectos de desarrollo, que incluyen al Canal de Suez y la creación de un “Triángulo de Oro” para atraer inversores del Golfo Pérsico, para impulsar la radicación de empresas tecnológicas y nuevas industrias. Esto no va ser para nada fácil, dado que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes, buscan reducir la dependencia del petróleo, y apuestan a crear sus propios polos de desarrollo. Otra de las medidas para incentivar la inversión privada, fue la venta de activos del estado en diversos sectores de la economía, por US$ 2.000 millones.

Egipto un actor clave en la seguridad regional

El asesinato de tres soldados israelíes el pasado mes de junio de 2023, por parte de un policía de fronteras egipcio, más allá de las buenas relaciones entre Egipto e Israel, fue un toque de atención para más de un observador especializado, puso en evidencia las simpatías de sectores de la población egipcia hacia el soldado Ibrahim, autor de los asesinatos. Oficialmente, el Ejército egipcio, señaló que las muertes fueron consecuencia de la persecución de contrabandistas, por parte de los guardias fronterizos. Esto abrió las puertas para una investigación conjunta de los hechos. Al parecer el policía fronterizo Ibrahim, que ya tuvo problemas disciplinarios, tenía otras intenciones. Familiares de Ibrahim fueron detenidos, y no se dieron mayores detalles.

La estabilidad de Egipto, es de vital importancia para los políticos israelíes. Jerusalén, presionó abiertamente en 2014, para que Estados Unidos reanudara la ayuda militar y apoyara de alguna manera la estabilidad del régimen surgido del golpe de 2013. Israel encontró en Al Sisi, un aliado clave para lidiar con el extremismo islámico, terrorismo y cooperación en diversos campos de la seguridad e inteligencia. Que El Cairo no sea una amenaza para la seguridad israelí, permite concentrar esfuerzos en otros actores, como Irán y contar con mayores recursos para lidiar con sus agentes desestabilizadores.  Las relaciones entre Egipto e Israel, carecen del apoyo de la sociedad egipcia, o por lo menos de un sector importante, y que muestran fuertes simpatías por los grupos palestinos. El liderazgo cairota, mantiene el compromiso asumido en 1979 por Sadat, dado que tiene enemigos en común con Israel, especialmente el terrorismo yihadista.  La hostilidad de la sociedad egipcia quedó de manifiesto durante el gobierno de los Hermanos Musulmanes, cuando la embajada israelí fue atacada por activistas de dicho grupo. Egipto tiene un rol central en la seguridad del sur de Israel.

Es un actor clave a la hora de contener al grupo terrorista Hamas. El incidente fronterizo del pasado junio de 2023, ambos gobiernos actuaron con mucha mesura y cautela. La paz con Israel, permitió a Egipto recibir el apoyo de Estados Unidos y superado el aislamiento inicial impuesto por los estados árabes, los regímenes conservadores del Golfo, no dudaron en apoyar financieramente la economía egipcia, como dar el correspondiente respaldo político.  Recordemos que históricamente Egipto, ha sido el epicentro cultural e intelectual del Próximo Oriente. Los acontecimientos políticos en dicho país, siempre han tenido repercusión en el mundo árabe. El proceso político liderado por el coronel Gamal Abdel Nasser, tuvo honda influencia en el nacionalismo árabe, como también la Revolución de 2011, en el marco de la llamada Primavera Árabe, que hizo tambalear a muchos gobiernos de la región.

En el avispero libio, el papel de Egipto ha sido de gran importancia, dado que apoya al Gobierno del mariscal Jalifa Hafatar, con base en Bengasi, rival del Gobierno del Acuerdo Nacional, en Trípoli, apoyado por Turquía.  Haftar es apoyado por Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, y por ende crea un escenario de estrecha cooperación con El Cairo. A pesar de no tener la capacidad de proyectarse en el ámbito regional, Egipto por su posición geoestratégica, peso demográfico, desarrollo económico y la estabilidad de su régimen, lo convierten en una pieza clave en la seguridad regional, especialmente para contener corrientes ideológicas derivadas de los Hermanos Musulmanes y otros fenómenos político – sociales radicalizados, que son vistos como amenazas a los regímenes imperantes en el Golfo Pérsico.

Las relaciones con Rusia son estrechas, pero se han visto empañadas por las presiones de Estados Unidos. Los estados árabes no condenaron abiertamente la agresión del Kremlin a Ucrania. A pesar de la ayuda militar de Washington a El Cairo por US$ 1.300 millones anuales, no ha impedido que Egipto volviera acercarse a Moscú.  Durante la Administración Trump, presiones por cuestiones de derechos humanos, los giros de la Casa Blanca hacia la cuestión palestina, llevaron a reducir en parte la ayuda militar, lo que ha empujado levemente a El Cairo hacia China y Rusia. Sin embargo, Al Sisi, ha mantenido una postura conciliatoria respecto a Washington, que sigue siendo el principal aliado de Occidente para Egipto.

Rusia declaró a los Hermanos Musulmanes como grupo terrorista, esto abrió las puertas para una relación más estrecha con Egipto. Las sanciones por la anexión de Crimea, permitió que bienes egipcios encontraran mercado en Rusia. El Kremlin apoyó la modernización de las fuerzas armadas, frenado últimamente en el marco de la crisis de Ucrania, que, por razones de prudencia, y evitar la pérdida de la valiosa ayuda estadounidense, Egipto no avanzó en la compra de modernos cazas Su 35.  El Cairo autorizó la reventa de los aviones pagados a terceros países. En el marco de la guerra de Ucrania, según The Washington Post, la industria egipcia sería proveedor de munición de artillería para este país. También medios de Estados Unidos, señalaron que, de documentos filtrados del Pentágono, Egipto planeaba enviar ayuda militar a Moscú. Cuesta creer dicha situación, dado que la industria rusa, ha mostrado su capacidad de reponer pérdidas.

Es muy probable que Washington busca presionar aún más a Egipto, para que rompa con Moscú. Pero el efecto no ha sido el deseado. El gobierno egipcio no adhiere a las sanciones internacionales contra Rusia, y no ha vedado el paso de buques rusos por Canal de Suez. En 2021, el comercio ruso egipcio, creció sustancialmente, a unos US$ 5.000 millones, 2000 mil millones más, desde 2013.  Las presiones de la Casa Blanca, no lograron que el mariscal Al Sisi rompiera con el Kremlin, un socio que, a diferencia de Estados Unidos, no hace hincapié en cuestiones vinculadas con los derechos humanos, no impone restricciones en materia de transferencia de tecnología de armamentos, y fue un actor que ha estado involucrado en proyectos de desarrollo.

El rol decreciente de Estados Unidos en la región, como queda en evidencia con Egipto, a pesar de las presiones, dicho país, no adhiere a las sanciones internacionales y posiblemente esté esperando tiempos mejores, para recuperar el tiempo perdido y resucitar el acuerdo de asociación estratégica con Rusia. Otro actor, que preocupa a los norteamericanos, es el caso de China. El gran socio comercial de El Cairo.  Empresas chinas han estado detrás de la construcción de la Nueva Capital., como en otros emprendimientos económicos, con fuerte interés en el Canal de Suez. Un área donde Egipto promueve un espacio de desarrollo económico y capitales chinos tienen una presencia creciente.  Pekín, hábilmente, desembarcó con grandes inversiones, incluyendo la inserción egipcia en la Nueva Ruta de la Seda, inyectando dinero en sectores industriales, infraestructura y fomentando el comercio bilateral.

Egipto navega en aguas turbulentas. Sus fronteras lindan con un estado fallido, Libia. Sudán, está enfrascado en un conflicto civil, abriéndose una pugna entre intereses extrarregionales. La estabilidad de los países aguas arriba del Nilo, es de vital importancia para El Cairo. Los aliados del régimen de Al Sisi, están exigiendo señales claras sobre las elecciones del 2024, y que el sucesor del rais, sea garantía de continuidad. Loa acuerdos energéticos con Italia, convierten a Egipto en un actor clave para la seguridad energética de Europa.  La herencia de Al Sisi, será sin ninguna duda controvertida, en materia de derechos humanos, autoritarismo, pero su permanencia en el poder por una década, lo han convertido sin ninguna duda en el nuevo “faraón” comparable al poder acumulado que llegó a tener el otro “faraón” Hosni Mubarak.

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