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La trata de Esclavos Africanos

La esclavitud fue uno de los pilares más importantes durante la Antigüedad. Los esclavos de Grecia y de Roma podían ser presos de guerra o que habían sido capturados para tal fin. La figura y derechos del esclavo podían tener diferentes matices.


Por: Alberto Maestre Fuentes | Corresponsal del Diario el Minuto en España y Experto en el Sahara Occidental.


Así, en el Imperio romano, el esclavo era considerado simplemente un objeto, una propiedad carente de cualquier derecho. “Un bien mueble que hablaba”. El cristianismo no puso en duda el esclavismo como institución, aunque si comenzó a incentivar y promover a que se concediera la libertad a los esclavos. El primer desembarco oficial en América de un cargamento de esclavos negros se produjo en 1518 debiendo ser los últimos, ya de forma ilegal, alrededor de 1880.

Para comprender la importancia que alcanzó la trata de esclavos negros y la larga duración del mismo, hay que señalar que la misma se debió a una serie de factores que se produjeron en Europa y África y que se fueron gestando, hasta llegar al comercio a gran escala y sin precedentes con esclavos negros. La trata de esclavos influirá de una manera clara y determinante, tanto en el mundo europeo, africano y americano.

Se calcula que, como mínimo, quince millones de africanos esclavizados llegaron vivos a sus nuevos destinos americanos, durante los casi cuatro siglos ininterrumpidos que duró este comercio con seres humanos, sin tener en cuenta todo el proceso anterior al desembarco final. Es decir, los que murieron antes de la captura, durante su traslado a los puertos de embarque, los desplazados, y los que no sobrevivieron a la dura travesía del Atlántico.

Se ha estimado que pudo afectar a unos cuarenta millones de africanos, es decir una cuarta parte del África Negra. En un principio, las relaciones entre Europa y África subsahariana, fueron de carácter igualitario.

Los primeros europeos que fueron tomando contacto con los diferentes pueblos costeros africanos, intentaron y, consiguieron hacer pactos con los mismos de igual a igual a fin de garantizar la seguridad de sus pequeños enclaves costeros. Además, los europeos no se adentraron hacia el interior y, durante los siglos XV y XVI, verán con respeto a los diferentes estados e imperios africanos existentes, los cuales ostentaban un poder político-militar muy considerable y algunos, de los mismos, llegaban a tener la misma extensión que muchos estados europeos. Estos estados africanos gozaban de toda una serie de normas las cuales incluía el vasallaje al igual que ocurría en Europa. La sociedad en dichos pueblos africanos estaba dividida en niveles a semejanza de lo que pasaba en la época medieval europea.

Es cierto que diferentes estados africanos practicaban el esclavismo, como también era practicado en Europa, pero el mismo no es comparable con el que surgió más adelante, por ejemplo, en América del norte donde los esclavos eran el último eslabón de la sociedad y, además nunca podían subir de nivel, estando ellos y sus descendientes condenados a dicha situación de por vida. En cambio, en África los esclavos podían ser personas que habían sido hechas presas a otros pueblos africanos, pero que terminaban convirtiéndose en miembros adoptivos de las familias y, sus descendientes se mezclaban con los familiares del señor.

Los vasallos africanos tenían una vida similar a la que podían tener los vasallos europeos en la última etapa de la época medieval. Entre europeos y africanos existía un trato de igual a igual y eso también se reflejaba en el tráfico de esclavos. Así los europeos traficaban y vendían personas provenientes de la misma Europa a Egipto o el norte de África, lo mismo que hacían los jefes africanos que llegaban a vender a personas bajo su control a los marineros europeos que llegaban a sus costas y se los llevaban a Europa.

Otra práctica habitual, antes del inicio de la trata como tal, era la de capturar esclavos, las denominadas “razias”, las cuales se dieron durante la Edad Media y fueron practicadas, tanto por comerciantes musulmanes como cristianos. La sociedad africana no sufrió ningún cambio de importancia en sus estructuras, pero si, cambiará las relaciones que había tenido hasta entonces África con Europa. Las expediciones portuguesas que partirían hacia las costas africanas serían las primeras en traer de vuelta consigo a los primeros africanos secuestrados como esclavos.

Así, en 1442, Antam Gonçalves con una pequeña nave y tripulación, regresaría a Portugal, después de haber llegado al sur del cabo Bojador, trayendo consigo “no sólo polvo de oro de África occidental, sal fina y unos cuantos huevos de avestruz, sino también unos diez africanos negros”.

Esta cifra tan pequeña de diez esclavos traída por esta expedición, a partir de ese momento se irá incrementando en las sucesivas expediciones portuguesas. Cada vez las naves portuguesas irán navegando más hacia el sur e irán incrementando, el número de prisioneros africanos que irán transportando a Portugal.

Más adelante la táctica portuguesa de conseguir esclavos mediante la captura directa cambiará y se intentará, en vez de ir a capturarlos, como estaban haciendo, comprarlos directamente a los mercaderes, iniciándose dicha práctica muy pronto, pues, en 1445 el capitán Joao Fernandes, siguiendo al parecer instrucciones del propio infante Don Enrique, se quedó un año en África con la misión de averiguar donde se encontraban los mercados para conseguir oro y esclavos, a cambio de artículos de poco valor producidos en Europa.  Además, el cambio de método para adquirir esclavos, por parte portuguesa, también se vio influenciado por algunos jefes bereberes que habían hecho ver, a los portugueses, que era más fácil adquirirlos mediante el comercio que por métodos violentos y guerras.

Así comenzaron utilizar, la misma práctica que, durante mucho tiempo, estaban realizando los árabes que era cambiar caballos por esclavos y, de esta manera, los portugueses rompieron el monopolio que hasta entonces ostentaban los musulmanes en el tráfico esclavista africano.

El comercio de esclavos iría en aumento. Los portugueses, por otra parte, negociaban directamente con los jefes locales africanos. En un principio se irían intercambiando caballos y productos de lujo, por esclavos, pero luego se sumarían otros productos de menor valor como los tejidos. En 1458 Diego Gomes fue enviado por el infante Don Enrique, con la misión de negociar directamente con los jefes africanos, unos tratados, por los cuales Portugal se comprometía a no secuestrar y robar más africanos y que los esclavos que necesitarían los conseguirían mediante intercambios. En 1460, en Portugal, la posesión de esclavos negros se había convertido en un signo de distinción, los cuales efectuaban toda una serie de trabajos.

Para asegurarse Portugal su influencia sobre los territorios africanos que iba explorando, a través de la costa y, disuadir a otros exploradores, no portugueses, gracias a pactos que alcanzó con diversos jefes de pueblos costeros, comenzó a construir, toda una red de castillos y fortalezas estratégicamente situados. Así, en 1461, los portugueses terminaban la construcción, en la bahía de Arguin, de un fuerte y factoría que les iba a permitir tener una base permanente en la costa africana, para agrupar y, luego exportar, desde allí directamente, junto con artículos como el oro y marfil, a miles de africanos esclavizados. En 1481 comenzaban la construcción del fuerte de Sao Jorge da Mina, en Elmina, en la Costa de Oro de Guinea, gracias a que el jefe local, el rey Kwame Ansa, a pesar de su reticencia inicial, les arrendó el terreno, una península rocosa, terminando su construcción ocho años más tarde, la cual también ofrecía protección a los barcos portugueses. “Contaba con cuatrocientos cañones montados para repeler los ataques por mar o por tierra. En sus mazmorras cabían hasta mil esclavos.”

Por otra parte, a partir de 1462, las islas de Cabo Verde tendrán un papel de primer orden, en todo el entramado del tráfico de esclavos, pues con la colonización de la isla principal de dicho archipiélago, llamada Santiago, además de plantar algodón, servirá también de gran factoría de esclavos.



Estos esclavos llegarán, directamente del continente africano, pues los colonos que se establecían allí, tenían el derecho de capturar esclavos de la costa de África, lo que originó que la isla de Santiago llegara a convertirse en el gran almacén de esclavos que fue del siglo XVI. Rápidamente, Portugal, se irá expandiendo hacia la costa sur del continente africano, lo que representará que, después de cincuenta años desde las primeras expediciones portuguesas, el tráfico de esclavos se había multiplicado por tres.

También habrá que tener en cuenta que cuando llegaron los portugueses, por primera vez, a las costas de Guinea, coincidirá con un proceso de decadencia de los llamados grandes reinos africanos y luchas entre sí. Luchas, por otra parte, que “eran alentadas por los esclavistas, que abastecían a ambos bandos de mosquetones y pólvora y plomo, con la condición de que al regresar de sus guerras les ofrecieran esclavos a bajo precio.”

Con el comienzo de la colonización, en 1486 de la isla de Santo Tomé, se concedía también a los colonos, el monopolio del comercio de esclavos y otros productos de la costa continental. Esto hizo que se concentraran esclavos en Santo Tomé y que luego se llevaran a Elmina donde eran vendidos.

Portugal, además, se había garantizado que el esclavismo y, por tanto, su comercio no se viera perjudicado, mediante la interferencia de otras naciones europeas, sobre todo intrusos genoveses y españoles, gracias a la aprobación de su gestión en África por parte de varios papas. Así, en una de las bulas papales, la publicada en 1454 del papa Nicolás V, se daba apoyo explícito a lo que estaban realizando los portugueses en África, protegiendo claramente, el monopolio comercial que ejercía Portugal en tierras africanas y, deseando la conversión, lo antes posible de los africanos al cristianismo.

Los portugueses no querían que nadie hiciera sombra a su monopolio, pues sabían que la entrada de otros europeos en este mercado de la trata, hacía que el precio de los esclavos subiera considerablemente. A pesar de todo, Portugal no pudo evitar que los intrusos participaran del comercio de esclavos africanos. Así hubo expediciones españolas y, también inglesas, aunque luego los españoles reconocerían el monopolio portugués y, por otra parte, los mercaderes ingleses que se retirarían durante tiempo de dicho comercio, como consecuencia de las presiones diplomáticas portuguesas que ejercieron sobre el monarca inglés Eduardo IV.

En 1473, un proyecto de ley portuguesa, establecerá que todos los esclavos que fueran comprados en África debían de pasar obligatoriamente primero por Lisboa, aunque no siempre fue cumplida. Se fundaba, en 1486, la Casa de los Esclavos en dicha capital. De esta manera, el gobierno portugués quería garantizar que se pagaran los impuestos correspondientes, se solicitaran debidamente las licencias y que los esclavos llegaran al mercado.

Con el inicio de la colonización de América, los españoles utilizaron, en un primer momento, en sus nuevas posesiones del Caribe, a la población indígena, la cual, en seguida, no pudo sobrevivir al duro e inhumano trabajo a la que fue sometida y, la mayoría fue exterminada, por lo que, en un principio, intentaron paliarlo, transportando indios de otras zonas del Caribe o con trabajadores forzados, procedentes de España, acción que no fue suficiente para cubrir, todas las necesidades reales a que se enfrentaban los conquistadores.

Además, un decreto de 1501, prohibía expresamente que esclavos que hubieran nacido en España o judíos, conversos o moros, fueran llevados a las nuevas posesiones españolas en América, para evitar que pudieran tener “mala” influencia sobre los indios.

Voces como las de Fray Bartolomé de Las Casas a favor de la protección a los indios que quedaban con vida y, la idea de que estos eran no aptos y fuertes para el trabajo a que eran sometidos, ayudaría a buscar una solución rápidamente, la cual era la de traer mano de obra esclava procedente de África.

El tráfico de negros a América, ya en 1510, era muy importante y no de carácter puntual, como podía suceder anteriormente, pues a partir de esta fecha, se comenzaron a dar órdenes reales, permitiendo una serie de transportes de negros, para su venta en tierras americanas.

El propio rey de Portugal Juan III, permitirá que los esclavos sean transportados directamente, sin pasar por Lisboa, desde Cabo Verde y Santo Tomás a América.

En 1518 llegaba a América el primer cargamento de esclavos que venía directamente de África.

La corona española quería que los esclavos que llegasen a sus nuevas posesiones americanas, vinieran directamente de la Costa de Guinea, pues así, se garantizaba que los mismos estaban libres de influencia musulmana.

La corona española, por otra parte, no intervendrá directamente en este comercio de esclavos, sino que concederá un permiso real, el asiento, por el cual arrendaba el derecho de comprar esclavos de Guinea y venderlos en América.

Este permiso real que era el asiento de la trata de esclavos, si en un principio era muy limitado, pues se trataba de permisos para transportar pocos esclavos a América y en momentos determinados, a partir de 1592 se convertirá en un permiso de gran alcance e importancia, pues la demanda de esclavos, en

América, iba en aumento debido a la falta de mano de obra, pues la nueva licencia real concedía permiso para el transporte de treinta y ocho mil doscientos esclavos de Guinea en nueve años.

Con el desarrollo de la colonización y producción en América, comenzaría lo que se ha denominado el “Gran Circuito”, por el cual Europa exportaría productos manufacturados, de poco valor, a África, consiguiendo de este continente, en Guinea, por compra o mediante captura, esclavos, los cuales a su vez eran transportados a América y eran cambiados, por minerales y comestibles, los cuales finalmente llegaban a Europa y se pagaban a un precio muy alto.

Este “Gran Circuito” llegaría a representar, por ejemplo, para los mercaderes franceses una ganancia del trescientos por ciento de sus inversiones.

A medida que avanzaba la explotación y conquista del Nuevo Mundo, con la demanda de más esclavos, otras naciones europeas como Inglaterra, Francia, Países Bajos, Dinamarca, Suecia o Prusia, también quisieron aprovecharse de este gran negocio que era la trata. Así que comenzaron a hacer actos de intrusismo y de piratería, por los cuales navíos ingleses llegaron a abordar barcos negreros portugueses, quedándose con su carga de esclavos que luego llevarían a la isla de La Española, donde los venderían.

Los holandeses se percataron, a principios del siglo XVII, que para dominar con éxito el tráfico de esclavos, no bastaba con realizar actos puntuales de intrusismo, sino que el modelo a seguir era el que los portugueses habían realizado hasta entonces, por lo que buscaron establecer sus propios enclaves fijos en las costas africanas y, para ello, contaron con la ayuda del pueblo de los Fetu, localizados en la Costa de Oro que preferían los productos que les ofrecían los holandeses, en vez de los portugueses.

Con esta ayuda interior, los holandeses lograron expulsar a los portugueses de todos sus enclaves de la Costa de Oro, a excepción de los castillos de Elmina y Axim, los cuales también cayeron posteriormente a manos holandesas en 1637 y 1642, respectivamente.

Los holandeses construyeron una base en Mowrie que la denominaron Fort Nassau y en 1621 creaban la Compañía de la India Occidental.

Con estos actos Portugal, a mediados del siglo XVII, perderá definitivamente el monopolio que tenía sobre el comercio africano y la trata de esclavos, en particular que había controlado durante más de cien años.

Los ingleses también comenzaron a adquirir fuertes en la costa africana y así, en 1631, construían el fuerte de Cormantine, en la Costa de Oro y en 1663 tomaban posesión, también con la ayuda de los pueblos nativos, del fuerte de Cape Coast, en la costa norte del golfo de Guinea, el cual se convertirá el principal centro de la trata.

En 1672, los ingleses creaban la Real Compañía Africana, la cual controlaría, poco a poco, la trata de esclavos, permitiéndose a partir de 1698 la trata a todos los traficantes ingleses. Los franceses construirían en 1626 entre el río Senegal y el océano Atlántico el fuerte de Saint Louis.

Por otra parte, en el siglo XVII, Inglaterra, Francia, Holanda y Dinamarca comenzarán a establecer enclaves permanentes en América, por lo que España, perdía su hegemonía en dicho continente.

Así, Inglaterra, tomaba posesión de las islas Bermudas, San Cristóbal y Barbados en 1609, 1623 y 1625, respectivamente y, Jamaica, en 1655, tras arrebatársela a los españoles; Francia controlaba Guadalupe y Martinica en 1626 y 1635, respectivamente; Holanda colonizaría en 1630 las islas de Curaçao, San Eustaquio y Tobago; y finalmente, Dinamarca en 1671 tenía en su poder Santo Tomás.

A mediados de dicho siglo XVII, Inglaterra y Francia, comenzarían su expansión por la costa del norte de América. Con esta nueva situación, dichos países europeos que hasta entonces, habían intentado participar del comercio de esclavos, para suministrarlos a los colonos de las posesiones españolas y portuguesas en América, se encontrarán con nuevas demandas de esclavos que procedían, directamente, de sus propios

compatriotas, establecidos en dicho continente americano, y aunque al principio estos nuevos colonos, podían cubrir sus necesidades de mano de obra esclava, recurriendo al mercado de esclavos existentes en la isla de Cuba, a partir de 1640, cuando estas colonias vayan creciendo económicamente, debido al gran negocio que representaba el azúcar que conllevaba la explotación de gran cantidad de plantaciones de dicho producto y, también de plantaciones de tabaco, el citado mercado cubano, para conseguir esclavos, ya no les será suficiente para cubrir sus necesidades por lo que dependerán directamente de la trata de esclavos de África.

La demanda de esclavos será muy alta pues, las plantaciones de azúcar y tabaco, requerían de mucha mano de obra y la tasa de mortalidad en las mismas era muy elevada. La demanda de esclavos se hizo tan elevada que el gobierno francés, en 1670, mediante una orden real, decretaba abierta la trata de esclavos a cualquier francés que quisiera participar de ella, rompiendo, con ello, el monopolio que había concedido anteriormente a la Compañía Francesa de las Indias Occidentales.

Con esta medida, se calcula que desde 1670 hasta 1672, se trasladarían en naves francesas, desde África a América, una media de más de tres mil esclavos al año.

La trata se convirtió en una operación de gran abasto internacional que favorecería el desarrollo y crecimiento industrial en Inglaterra y Francia y, en cambio, para África, aparte de no representarle desarrollo industrial alguno, significó la destrucción de sus propias culturas autóctonas, reforzó a las tribus y reinos africanos, en primer término a los de la costa, que colaboraron con los europeos, cuyos reyes, al obtener compensación material, por la venta de esclavos, se vieron con la fuerza suficiente de avanzar hacia el interior del continente, mediante guerras y conseguir, prisioneros, para su venta como esclavos.

También la trata influyó en la agricultura de la costa africana, ya que se potenció, el cultivo del arroz y batata y luego, además de la yuca y maíz, con el propósito de abastecer a los propios barcos negreros o, de alimentar, a los esclavos que estaban detenidos en tierra a la espera de su traslado a las naves. La trata de esclavos representó para los blancos el negocio más lucrativo hasta el momento y, además, “sembró, entre los europeos, la mentalidad de superioridad racial que ayudó a precipitar la conquista colonial.”

Se podrán distinguir tres etapas claras, para el tráfico de esclavos africanos hacia las colonias americanas. La primera, consistía en la adquisición de los esclavos directamente mediante actos de piratería; la segunda mediante alianzas bélicas con jefes de tribus africanas a los que ofrecerían bienes como caballos, armas de fuego y alcohol y, la última, mediante consorcio de una forma pacífica.

Por otra parte, los africanos podían llegar a ser esclavizados, mediante cinco formas distintas: Por haber cometido algún delito y, como castigo, sus jefes locales los vendían directamente; Por ser personas que, debido a épocas de hambruna, eran vendidas por sus propios familiares para poder sobrevivir; Por haber sido secuestrados, directamente, por los europeos o por otros pueblos africanos; Por ser ya esclavos, pertenecientes a otros africanos y estos, a su vez, los vendían a los europeos; Y por ser prisioneros de guerra.

Con estas cinco formas de convertirse en esclavos, los africanos llegarían a nutrir toda la trata durante los siglos que duró. En 1702, la Compañía Francesa de Guinea, se haría con el control del asiento español y se comprometía, a llevar unos treinta y ocho mil esclavos africanos a las colonas españolas en América, en un plazo de diez a doce años, cifra que podría aumentar a diez mil esclavos más, si durante este periodo terminaba la guerra entre Francia e Inglaterra.

Por el tratado de Utrecht, en 1713, el asiento pasará a control inglés, llegando a transportar, sólo los negreros ingleses, hasta quince mil esclavos al año, a partir de ese momento. En ese periodo, los esclavos ya se habían convertido en una pieza esencial para el sistema colonial en América. La trata no solo continuaría, sino que creció considerablemente, la cual sólo se vio ocasionalmente interrumpida, a causa de las guerras entre naciones europeas o, cuando se produjo la revolución americana, que la llegaría a interrumpir de una forma parcial.

Desde1783 hasta 1793, los barcos de Liverpool, llegarían a vender trescientos tres mil setecientos treinta y siete esclavos al continente americano. Liverpool controlaba, por entonces, ya el noventa por ciento de todo el cargamento mundial de esclavos. De esta cifra tan elevada, no se tienen en cuenta los africanos que no pudieron aguantar la dura travesía y que murieron antes de llegar a su destino.

Antes de ser embarcados, los esclavos eran examinados y una vez descartados los más débiles, los que pasaban la selección, se les marcaba a fuego, con la marca correspondiente a la compañía propietaria y eran depositados en barracones, a la espera de ser finalmente embarcados. en los barcos negreros.

Una vez embarcados, eran encadenados y la travesía podía durar desde que salían desde la costa de Guinea hasta que llegaban, por ejemplo, al Caribe, unas cinco semanas de media, aunque, a veces, se podía prolongar mucho más tiempo.

Las condiciones de los africanos en los barcos, eran lamentables, pues se intentaba llevar la máxima carga a bordo, para obtener la mayor ganancia posible, siendo las condiciones de hacinamiento y de insalubridad, en las bodegas de lo más usual. Los que caían enfermos, durante la travesía, podían llegar a ser arrojados por la borda.

La tasa de suicidios entre los esclavos era muy alta y había que vigilarlos constantemente, sobre todo cuando estaban en cubierta, para que no se tiraran por la borda o para que comieran, pues algunos se negaban hacerlo y entonces había que obligarlos. Otros en cambio morían simplemente por tristeza y melancolía, lo que se denominó la “melancolía fija”.

Las nuevas industrias de Gran Bretaña, cada vez más dependiente del trabajo mecánico, a medida que transcurría el tiempo, irán incrementando la producción de productos manufacturados para ser exportados, por lo que se necesitará más productos energéticos como el carbón y el hierro. Los industriales ingleses ya no dependerán de los amos de las plantaciones americanas del tráfico del “Gran Circuito”.

Gran Bretaña tenía ya su propia fuerza de trabajo independiente.

Además eran más frecuente las voces y las presiones de personajes influyentes que se alzaban a favor de la abolición del tráfico con seres humanos, tanto en Gran Bretaña, como en Francia, criticando las formas inhumanas en que eran tratados los esclavos y las duras condiciones que tenían que soportar, en los buques que los transportaban forzadamente a sus nuevos destinos de las colonias americanas, críticas que comenzaron a calar entre la opinión pública.

En 1787, se fundaba en Londres, el Comité para Conseguir la Abolición de la Trata, a iniciativa de Thomas Clarkson, quien pensaba que si se abolía la trata llevaría consigo, también el fin de la propia esclavitud, ya que los propietarios de las plantaciones mejorarían el nivel de vida de los esclavos que ya tenían. A raíz de estas presiones se formaría, en 1788, un comité oficial que se encargaría de investigar el tema de la trata.

En los debates que se llevaron a término en el Parlamento británico, también se alzaron voces a favor de mantener la legalidad y vigencia de la trata argumentando de que si Gran Bretaña, prohibía la misma, se aprovecharían los franceses y perjudicarían los intereses británicos o incluso, se intentó justificar la trata como beneficiosa para los propios esclavos, pues decían que suponía mejorar la vida de los negros ya que los sacaban de un mundo al que calificaban de “salvaje” y les daban la oportunidad de una vida mejor y ordenada.

Finalmente, Gran Bretaña, tras largos y duros debates dentro y fuera del Parlamento, aprobaba el 3 de abril de 1792 la ley por la cual se aboliría gradualmente la trata. Más tarde, una ley aprobada el 23 de febrero de 1807, aprobada la abolición de la trata siendo ilegal la misma a partir del 1 de mayo de ese mismo.

Más adelante, se endurecería las medidas en contra de la trata, ya ilegal, con otra ley de 1811 que castigaba duramente el contrabando de esclavos, equiparándolo, directamente, a un delito que podía ser castigado con el destierro. En 1825, los británicos aprobarían otra ley, por la cual se podía castigar con la pena de muerte, a cualquier británico que fuera encontrado culpable de participar en la trata de esclavos, aunque hay que señalar que a ningún británico se le aplicó dicho castigo.

En Estados Unidos, tras la aprobación de su Senado y Congreso, el presidente Jeffersson, firmaba el 2 de marzo de 1807, la abolición de la trata internacional, pero no la interna entre sus costas.

A partir de 1820, una ley, calificaba la trata de esclavos de piratería y se podría llegar a castigar, incluso con la pena de muerte a los que participaran de la misma, cosa que sólo sucedió una única vez con la condena y ejecución, el 21 de febrero de 1862, del tratante Sylvester Gordon, pero, por lo general, las causas relacionadas con la trata en los Estados Unidos, las sentencias que se aplicaron, fueron bastantes benévolas.

En 1862, Estados Unidos, firmó un tratado con Gran Bretaña “por el que se concedía a los barcos de guerra de ambas naciones el derecho de visita y se establecían tribunales mixtos para juzgar a negreros capturados.” En Francia, se fundaba, con el apoyo del marqués de La Fayette, el comité de la Sociedad de Amigos de los Negros y en 1789, Benjamin Frossard, publicaba

“La causa de los esclavos”, en la cual, afirmaba que un esclavo producía menos que una persona libre. El 4 de febrero de 1794, la Convención de París, daba un paso más al declarar la emancipación de los esclavos, pero, Francia, no prohibió definitivamente la trata, hasta 1818 y, una vez, ilegalizada, la misma, no persiguió, seriamente, el contrabando, durante un buen tiempo, prohibiendo, en 1848, la esclavitud en sus colonias. Por otra parte, Dinamarca fue el primer país europeo en abolir la trata y, lo hizo, en 1802. Otros, como, Suecia y Holanda, la prohibirían en 1813 y 1814, respectivamente. Por lo que respecta a España y Portugal y, como consecuencia de las presiones que ejerció sobre ellas Gran Bretaña, acordaron prohibir la trata pero, sólo en el norte del Ecuador, en 1817.

Por lo que respecta a los nuevos estados independientes de América Latina, los mismos declararon ilegal, también la trata, como Venezuela, que lo hacía en 1821, al igual que, Colombia y Chile, que la ilegalizaban al mismo tiempo que adquirirán su independencia.

México abolía la trata en 1829.

Estos nuevos estados, junto con Argentina, se comprometieron a ayudar, con sus flotas, a los británicos, en la persecución de la trata, ayuda por otra parte, carente de efectividad, pues dichos estados tenían una fuerza naval casi insignificante.

A pesar de la abolición legal de la trata, la misma no sólo se mantuvo y continuó, pues siguió habiendo demanda y suministro de esclavos, sino que además, se elevó en los años siguientes como admitió el antiesclavista británico Thomas Fowell Buxton en 1840.

Esto fue debido, principalmente, a que la demanda de esclavos había aumentado considerablemente, desde la prohibición, por parte de los británicos de la trata ya que las plantaciones de azúcar y de algodón, principalmente, iban creciendo considerablemente, con la consecuente demanda de más mano de obra esclava.

En Cuba, donde se iba ampliando las plantaciones de azúcar, desembarcarían en 1836, según un informe de una comisión británica, sesenta mil esclavos. En los años cincuenta del siglo XIX, Cuba llegó a importar de treinta a cuarenta mil esclavos por año.

En 1860 Cuba producía más de un cuarto del azúcar que se consumía en el mundo, habiendo entrado en la isla el año anterior unos veintitrés mil esclavos más y, en 1863, llegarían a desembarcar, unos veinticinco mil más, llegando a haber un total de trescientos cincuenta mil esclavos, de los cuales dos tercios eran hombres y, la mitad de ellos, trabajaban en las centrales azucareras y, los restantes, en las plantaciones cafetaleras y tabacaleras.

La trata en Cuba irá descendiendo y, en 1865, el propio capitán general de la isla, aseguraría que en dicho año no había desembarcado ningún esclavo más.

Finalmente, la trata en Cuba será prohibida, por ley aprobada por el Parlamento español a iniciativa del ministro de Colonias, Antonio de Cánovas, en mayo de 1867, produciéndose en 1870, el último desembarco de esclavos en la isla que se tenga constancia.

Brasil que tenía plantaciones de azúcar, tabaco, café y algodón, principalmente y explotaba minas de cobre, sólo, en el primer semestre de 1830, llegaron a desembarcar en sus costas unos cincuenta mil esclavos, según informó el cónsul británico en Río de Janiero, pero tras las presiones de los ingleses, los cuales poseían muchas inversiones en Brasil y después del bloqueo de sus costas, por parte de estos últimos, dirigido por el almirante Reynolds, en 1849, comenzará a plantearse la abolición de la trata, la cual fue finalmente abolida en 1850, junto con el inicio de la supresión de la misma esclavitud, pues dicha institución dependía básicamente de la importación.

En Estados Unidos la conquista de nuevas tierras al oeste hizo que crecieran más las plantaciones de algodón, lo que provocó, asimismo, más demanda de mano de obra esclava, a pesar de la prohibición, trata por lo tanto que se hacía de forma ilegal. Así el contrabando de esclavos se hizo, a partir de la abolición de la trata, en indispensable, para cubrir las necesidades en las plantaciones.

La demanda de esclavos aumentó considerablemente, y este tráfico ilegal, además, dejaba muchos beneficios a los traficantes.

Otro factor que favoreció esta trata ilegal, fue el avance tecnológico en la construcción de nuevos barcos, más rápidos, los llamados “clippers”, capaces de eludir las persecuciones de los barcos de guerra, encargados de hacer cumplir la prohibición de la trata.

Los traficantes ilegales eran proscritos de varias nacionalidades y, que sus barcos zarpaban de diferentes puertos, hacía difícil para establecer sus responsabilidades legales. La trata fue legalmente abolida por todos los países y, finalmente, la esclavitud quedaría suprimida. Brasil, suprimió la esclavitud, en 1850, Portugal en 1869, Puerto Rico en 1873 y, Cuba, en 1886, cuya capital, La Habana, se había convertido en el principal destino y salida de los barcos negreros, durante la época en que la trata había sido ilegal. Con la abolición de la esclavitud se ponía fin a las patrullas de flotas de África y América, encabezadas por Gran Bretaña, encargadas de perseguir la trata.

“Gracias a estas flotas, unos doscientos mil esclavos fueron liberados, aun cuando se hubiese transportado a casi dos millones”

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