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Moldavia en la encrucijada

El Minuto | La guerra de Ucrania, puso a Moldavia en una situación difícil. Miles de refugiados ponen contra las cuerdas una economía llena de problemas. El gobierno moldavo, ya con serios problemas internos, debe navegar en aguas turbulentas, donde debe lidiar entre la “seducción” de la Unión Europea y la OTAN, la amenaza velada de Moscú, con el conflicto congelado de Transnitria, agregándose la dependencia económica que tiene Moldavia respecto a Rusia.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina

Moldavia, nació como estado independiente cuando la Unión Soviética se hizo el harakiri en 1991.  Es el país más pobre de Europa. Desde la crisis de 1998, un tercio de la población abandonó el país. Esto permite que gracias a las remesas de los expatriados que viven en Europa Occidental, inyecte dinero a una economía que recibe pocas inversiones. A pesar de la reducción de la dependencia económica de Rusia, dado que el comercio exterior se ha orientado hacia la Unión Europea, ello no impide que la influencia cultural del mundo ruso, no haya disminuido. En las ciudades el ruso es empleado como lengua franca y existe un sector de la población que tiene a dicha lengua como idioma materno.

Agregándose el conflicto congelado de Transnitria, que luego de una breve guerra con un millar de víctimas entre 1991-92, Rusia mantiene una discreta presencia militar en dicho territorio, que actúa como estado independiente de facto y que tiene una importante influencia en la política y economía de Moldavia. En dicho enclave quedó con el 40% de la producción industrial de Moldavia y es responsable de la producción de energía de dicho país. En tiempos de la Unión Soviética, en dicho territorio se construyeron las principales plantas de generación de energía, como de centrales de transformación, de las plantas provenientes de Ucrania.

Por ende, la decisión de comprar energía a Kiev, implica pasar por un territorio controlado indirectamente por Moscú. La guerra de dicho país, abrió las puertas a los peores temores, de una posible invasión rusa, o como mínimo la incorporación del territorio de Transnitria la Federación rusa, siguiendo el ejemplo de Crimea en 2014, algo descartado por el gobierno del citado territorio. Un escenario de anexión a Rusia, privaría del acceso al mercado de la UE, facilitado por el acuerdo de libre comercio vigente entre Chisinau y Bruselas.

La Constitución moldava establece un estatuto de neutralidad permanente, y por ende la posibilidad de incorporarse a la OTAN, todavía está por verse. En cambio, la dirigencia moldava aspira a integrar al país a la Unión Europea con mayor entusiasmo. Prueba de ello, fue solicitado en marzo de 2022, el pedido de admisión al bloque europeo. A pesar del acuerdo de libre comercio con la UE, el país, por muchos factores, especialmente la falta de seguridad jurídica, altos niveles de corrupción, no se ha visto beneficiado del todo al acceso a tal importante mercado. 

El sector financiero en 2014, fue objeto de un importante desfalco, por US$ 1000 millones, llevando a la quiebra a los tres principales bandos del país, costándole al primer ministro Vlad Filat, ser detenido, luego que uno de los implicados en esta estafa lo denunciara como cómplice ante la Justicia local. El lavado de dinero es un serio problema en el país. El débil sistema bancario, afecta al desarrollo doméstico, como la llegada de inversores de fuera del país.

El tema energético es otro condicionante, dado la fuerte dependencia del gas ruso. La principal empresa proveedora de gas doméstico, el 50% está en manos de la rusa Gazprom. Es por ello que el gobierno pro europeo de la presidente Maia Sandu, tuvo que llevar difíciles negociaciones con Moscú, en 2021, para evitar cortes de suministro, lo que impacta en el margen de maniobra del país en el plano de su política exterior. Ejemplo de estos condicionamientos, las sanciones que impuso Rusia a Chisinau, cuando adhirió al acuerdo de libre comercio con la UE.  El comercio moldavo se reacomodó y se orientó hacia Bruselas. No obstante, Rusia siguió teniendo un rol importante, como proveedor de energía.

Entre los sueños de ser parte de la Unión Europea y las tensiones latentes.

La actual presidente, Sandu ganó las elecciones en 2020 y las parlamentarias en 2021, luego de haber sido la principal referente de oposición contra el Partido Democrático de Moldavia, liderado por Vlad Plahotniuc, y los pro-rusos del PSRM de Igor Dodon.  

En 2017, Sandu denunció a Plahotniuc por corrupción y abuso de poder. Cabe destacar que este personaje, contaba con una fuerte influencia política en el país, incluyendo una fuerte presencia en medios de comunicación. En 2019 se exilió y en 2020, Estados Unidos lo declaró persona non grata. Esto pone en evidencia que la política en Moldavia es compleja y no exenta de conflictos. Igor Dodon, ex presidente, y líder del partido pro ruso, lució el 9 de mayo, una cinta de San Jorge, símbolo ruso del día de la Victoria y prohibida en Moldavia, con el intento de generar polémicas. El arco político local, optó por mirar hacia otro lado y evitar tensiones mayores, cuando la guerra golpea en las puertas del país. 95.000 refugiados ucranianos están en la empobrecida Moldavia. A pesar de determinadas señales desde Estados Unidos, la presidente del país, en una entrevista a The Economist, señaló estamos intentando hacer todo lo posible para mantener al país fuera de la guerra.

El presidente de Transnitria, Vadim Krasnoselski, mostró una postura conciliadora y dijo públicamente que buscaba el reconocimiento internacional de su país, por medios pacíficos.  Asimismo, dejó en claro que nadie necesita la guerra y que el estado que el preside, a pesar de tener fuertes lazos culturales y políticos con Moscú, desde lo económico mira hacia Moldavia y la Unión Europea.

El bloqueo ruso sobre el puerto de Odesa, afecta la economía moldava. La situación de los refugiados, una estructura económica vulnerable y los altos niveles de corrupción, llevaron al FMI, a concluir que las metas acordadas entre Chisinau y el organismo citado, no van hacer cumplidas. Especialmente el programa de reformas institucionales, para mejorar la calidad y la transparencia de la gestión del estado moldavo.

Algo que no solo exige el FMI para sus programas de asistencia, sino también la propia UE.  Estamos hablando de un país que, desde hace tres décadas, se ha visto seriamente afectado por altos niveles de corrupción, siendo ejemplo de ello la fuga de mil millones de dólares en 2014, está en evidencia por los malos servicios públicos y una justicia que dista de ser independiente. Un ejemplo de la existencia de un poder en las sombras que condiciona las reformas, fue observado en 2016, con la presencia de personajes como Plahotniuc, multimillonario, sin tener cargo formal, era sabido sobre su influencia en la política local.  Este personaje, responsable de robar el 13% del PIB del país, todavía sigue prófugo.

Los problemas de Moldavia, no solo son económicos y políticos, sino tienen dos conflictos territoriales congelados. La cuestión de Transnistria, es un tema congelado hace tres décadas. Este estado independiente de facto desde 1992, gracias al gas subsidiado ruso, ha logrado mantener su actividad económica, que se beneficia ampliamente de Moldavia por diversos motivos. Las plantas de generación de energía destinados a Moldavia están en Transnitira, que le proveer de energía. El reconocimiento de Transnitria por parte de Bruselas, de ser parte de la Zona de Libre Comercio acordada con Moldavia, beneficia al territorio ampliamente. Chisinau, sabe muy bien que no puede entrar en conflicto abierto con el gobierno de Tiraspol.

Depende de su energía y de los bienes industriales que allí produce. Llegado el caso de optar por importar energía de Ucrania, factible desde lo geográfico y económico, las plantas transformadoras y las principales conexiones, pasan por el citado enclave.  Hábilmente el presidente transnitrio, habla de solución pacífica de la controversia y mantiene una postura distante respecto de la guerra de Ucrania, lo que le permite por lo menos mantener el actual status quo.  Otra cuestión pendiente, es Gagauzia, región sureña poblada por una población de origen túrquico, pero de fe ortodoxa, ligada al Patriarcado de Moscú, y por ende estrechamente cercano políticamente al Kremlin. No en vano en las últimas elecciones presidenciales, en dicha región, el ex presidente pro ruso Igor Dodon, arrasó en las urnas.  En su momento, desde este territorio, hubo fuertes tensiones, luego de la independencia de Moldavia, por los intentos de unificación con Rumania y el reconocimiento del moldavo, variante local del rumano, como lengua nacional en tierras gagaúzas. 

Rusia y Turquía son actores de creciente influencia en el territorio gagaúzo. El estado moldavo, no ha sido capaz de llevar a cabo programas de infraestructura, y la ayuda proviene ahora de Ankara. Los gagaúzos, comprenden gran parte del idioma que hablan los turcos. Consumen las famosas novelas turcas, y hábilmente el gobierno de Erdogan, financia la construcción de carreteras, centros culturales, escuelas. Las actividades financiadas por Ankara, han generado un centenar de empleos, en una región donde este escasea. La influencia rusa está presente en la educación, en la fe religiosa, y es frecuente que este idioma sea utilizado en la vida cotidiana, especialmente en los más jóvenes.

En el plano militar, Moldavia, está sumamente debilitada.  Sus fuerzas armadas, cuentan con no más de 5.000 efectivos. Su fuerza aérea se limita aviones de transporte y algunos helicópteros. A fines de los 90 por presión de Estados Unidos, la moderna flota de cazas MIG 29 fueron vendidos a dicho país junto a un importante stock de armamento.  La Unión Europea y el Reino Unido anunciaron programas de ayuda militar al modesto ejercito moldavo, que todavía cuenta con material de origen ruso/soviético. Eso puede generar desconfianza en Transnistria, donde hay una modesta presencia rusa.  Los dirigentes moldavos, con su presidente a la cabeza, saben muy bien, que la guerra de Ucrania, debe permanecer lo más lejos posible, y especialmente las tropas del Kremlin.  No cabe duda que las promesas de la UE y Estados Unidos junto con la dependencia de Rusia en materia de energía y su influencia dentro de la propia Moldavia, colocan a este país en una verdadera encrucijada.

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