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Manchukuo: Radiografía de un Estado “fantoche”

El Minuto | Manchukuo, un estado fantoche, creado por Japón, en su estrategia para extender su dominio sobre China. A pesar de tener bandera, ejército, un emperador y gobierno. Su funcionamiento dependió en buena medida de Tokio, que había encontrado una fórmula para ejercer el control de importantes territorios chinos, y colocarlos bajo su esfera económica, sometiendo a su población a un régimen de explotación colonial. La historia de Manchukuo, estuvo atada, a la suerte de Japón en la Segunda Guerra Mundial.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto

Manchuria, fue objeto del choque de intereses de dos imperios: Rusia y Japón desde fines del siglo XIX. Era el paso previo al reparto de China que tenían previsto las potencias europeas, y donde Japón no quería quedar fuera de tal valioso botín. La guerra ruso japonesa de 1905, abrió las puertas a la penetración japonesa con la captura de Port Arthur. El ferrocarril, que habían dejado inconcluso los rusos, fue terminado por los japoneses, convirtiéndolo en un eje de influencia geopolítica. La región estaba escasamente poblada. Los emperadores Qing, de origen manchú, habían impuesto restricciones a la inmigración interna en su tierra de origen, por ende, era un lugar donde la mano del Estado era muy débil, que favoreció la presencia de bandidos. El potencial agrícola, a pesar del clima, como la existencia de minas de hierro y carbón, hacía del área un lugar muy atractivo para los imperialismos de fines del siglo XIX.

Los japoneses a través de la empresa que controlaba el ferrocarril, conocida por sus siglas en inglés SMR, se transformó en una poderosa arma económica, que fue más allá de la gestión de los trenes, sino también para la explotación de los recursos de Manchuria. La creación de una Zona Ferroviaria, alrededor de las vías, le permitió a Japón tener jurisdicción sobre dicha área, sustrayéndola del control estatal chino.

En 1912, es proclamada la República en China y el país, se sumergió en el caos. Los japoneses aprovecharon para influir en el señor de la guerra local de turno, el mariscal Zhang Zuolin, con el cual tuvieron una relación siempre complicada y llena de tensiones.

Finalmente, este fue asesinado por agentes nipones, cuando Zhang, decidió apoyar al régimen nacionalista del general Chiang Kai shek. El hijo de Zuolin, Zhang Xueilang, asumió el control de Manchuria en 1928, resultó otro fiasco, cuando también intentó seguir los pasos de su padre y apostar a la reunificación china, aliándose al general Chiang. Los militares del Ejército de Kwantung, que eran el poder real de Japón en la región, decidieron pasar a la acción, a espaldas del gobierno en Tokio para apoderarse de tan valioso territorio.

En 1931, en el llamado “Incidente de Mukden”, provocado por agentes japoneses, colocando explosivos en al ferrocarril, desataron el conflicto armado entre China y Japón. Las fuerzas niponas arrollaron a los chinos, mal armados y sumamente afectados por los conflictos internos. Los éxitos tuvieron una fuerte repercusión en la opinión pública japonesa y en el liderazgo político militar nipón, aceptando los hechos consumados por el Ejército de Kwantung.

En aquellos años, los militares, especialmente el Ejército japonés, tenía una importante gravitación en la política, que terminó imponiendo una dictadura nacionalista, gracias a la conquista de Manchuria. Pero aquella aventura militar, precisaba un “maquillaje” jurídico, para evitar la condena de la comunidad internacional y reacciones adversas. Los líderes militares japoneses resolvieron crear un estado, bajo su control, llamado Estado de Manchukuo (tierra de los manchúes). En 1932, el domino japonés había llegado hasta la frontera con la Unión Soviética.

Manchukuo y su emperador títere

Agentes japoneses, cooptaron al depuesto emperador chino Pu Yi. Este luego de ser expulsado de la Ciudad Prohibida de Pekín, residía para protección japonesa en su embajada en Tianjin, dado el valor político de conserva reste personaje, para los planes de Tokio en China. En marzo de 1932, fue proclamado el establecimiento de Manchukuo como entidad independiente, teniendo a Pu Yi, como jefe de estado, bajo el nombre de Kangdé.

En 1934, fue proclamado emperador del estado creado por los japoneses. El flamante monarca vivió en una suerte de jaula dorada, sometido a una estricta vigilancia de los militares nipones. Estos hechos se desarrollaron bajo las enérgicas protestas del gobierno chino, dominado por el Kuomintang, cuyo líder era el generalísimo Chiang Kai shek, ante la Sociedad de las Naciones.

Este organismo organizó la comisión Lytton, que se desplazó el territorio. Las conclusiones alcanzadas, pusieron en evidencia que Manchukuo era un protectorado japonés, Tokio había sido responsable del crimen de agresión, y apoyaba el reclamo chino. Esto dejó a Japón aislado internacionalmente, que terminó con la salida de la representación japonesa de dicho organismo en 1933. En octubre de 1932, Japón y Manchukuo, suscribieron un acuerdo secreto, donde este último quedaba completamente supeditado a los intereses y el control de Tokio. Existía una corriente, que veían en la creación de este estado, la posibilidad de la restauración del poder imperial en China, algo que fue rechazado de plano por los militares japoneses.

Finalmente, decidieron que el imperio de Manchukuo, sería una autocracia, pero tutelada por asesores japoneses, quienes realmente ejercían el gobierno. Pu Yi, solo era una figura decorativa, controlado por los japoneses. A pesar del rechazo de la Sociedad de las Naciones, hubo estados que reconocieron al flamante “imperio” como El Salvador, Costa Rica y República Dominicana, también España y curiosamente la Unión Soviética, dado los problemas fronterizos que compartían. Pero era Japón quien en verdad era quien controlaba la “política exterior” de Manchukuo. En plena Segunda Guerra Mundial, las potencias del Eje y sus satélites reconocieron la independencia de Manchukuo, como los gobiernos colaboracionistas de Tailandia y Filipinas.

En el plano interno, clanes manchúes, como antiguos funcionarios imperiales y señores de la guerra, apoyaron la idea de crear el estado fantoche propuesto por los japoneses. Fue creado un partido único, para dar sustento social al régimen instaurado, la Asociación Concordia de Manchukuo, dado que el nuevo estado, era de carácter multiétnico, compuesto por manchúes, coreanos, mongoles y chinos han, la etnia mayoritaria. También había en Mukden, una significativa minoría rusa, de exilados de tiempos de la Revolución de 1917, como de judíos. El idioma japonés fue declarado lengua oficial del Estado, junto con el chino, poniendo en evidencia el nivel de control que tenía el Imperio del Sol Naciente en el “estado” creado por los nipones en 1932. Los japoneses apoyaron la creación de un ejército, que en verdad era una fuerza auxiliar del poderoso Ejército de Kwantung, punta de lanza de la invasión japonesa en el norte de China.

Las fuerzas militares de Manchukuo, centraron sus operaciones contra las guerrillas nacionalistas y comunistas chinas, además de la participación en las batallas de Lago Jasón y Jaikin Gol, frente al Ejército Rojo, que frenó en seco los intentos de avances japoneses más allá de Manchuria. Las fuerzas japonesas tenían un importante despliegue militar, incluyendo una unidad de guerra bacteriológica, Unidad 731, responsable de horrendos crímenes de guerra.

Una colonia japonesa encubierta

El rol de Manchukuo en la economía japonesa era proveer de materias primas, como de productos industriales. El régimen represivo impuesto por Tokio, permitió el empleo de mano de obra en condiciones de esclavitud. Tanto el estado japonés como empresas privadas, realizaron importantes inversiones, que permitieron satisfacer las necesidades del esfuerzo de guerra de las fuerzas armadas niponas. También hubo un programa de colonización para campesinos pobres japoneses, poniendo en evidencia que el Imperio de Manchukuo, no era más que una empresa colonial nipona. La Compañía del Ferrocarril del Sur de Manchuria, creada en 1906, tuvo un rol importante en el desarrollo del territorio y de la expansión económica japonesa. No solo la empresa se dedicaba al transporte, sino tenía empresas subsidiarias en los ámbitos de la industria, minería y servicios. Los japoneses, toleraron y apoyaron el comercio de opio, que les trajo importantes beneficios económicos, con trágicas consecuencias para la salud de la población local.

Los japoneses desplegaron una importante propaganda sobre el imperio por ellos creado, mostrando imágenes de desarrollo, convivencia entre distintos grupos étnicos, con el objetivo de incrementar los reconocimientos del flamante estado, cuando en verdad era una cáscara vacía, controlado por asesores japoneses y la economía local explotada en función de las necesidades de Tokio. En otras palabras, el “Imperio” era una cáscara vacía, que se sostenía gracias a la presencia militar japonesa y su gobierno, estaba controlado por asesores japoneses. La creación de este estado, no fue por voluntad o lucha de sus habitantes, sino una imposición del imperialismo nipón. La suerte de Manchukuo estaba atada a la de Japón. Las leyes garantizaban la superioridad de los japoneses sobre el resto de la población, en las escuelas se enseñaba en japonés en manos de profesores de este origen.

La capital del “imperio” creado por los nipones, fue Changchun, denominada Xinjing/Hsinking (Capital Nueva). Se invirtió mucho dinero para la construcción de una nueva capital, con importantes edificaciones y mostrar al mundo, la “prosperidad” del estado manchú. Esto ocultaba una dura realidad, donde millares de chinos fueron reclutados como trabajadores forzados para obras públicas, minería e industrias en condiciones sumamente duras. Ello generó resistencias, con guerrillas controladas por los comunistas, destacándose la participación del creador de Corea del Norte, Kim il sung en dichos movimientos armados.

El programa de colonización con agricultores japoneses, lo que implicó más padecimientos para los campesinos chinos. Expulsados de sus tierras, se convirtieron en mano de obra barata de los recién llegados, aumentando el odio hacia los nipones por parte de los chinos. Sin base social, el estado de Manchukuo, existía gracias a la represión y presencia militar japonesa. La situación se tornó aún más penosa para la población con el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, dado las exigencias de la economía de guerra japonesa.

El fin del “imperio de Manchukuo”

La guerra comenzó a golpear en el territorio manchú desde mediados del 44, cuando los aviones de Estados Unidos comenzaron a bombardear la infraestructura militar e industrial. Pero la guerra en múltiples frentes, dejó a Japón exhausto. En agosto de 1945, la Unión Soviética, declaró la guerra al Imperio del Sol Naciente y encontró a las fuerzas japonesas y manchúes en una situación precaria, que no pudieron sostener la avalancha del Ejército Rojo. Las tropas del ejército manchú, se rendían en masa o desertaban. El Ejército de Kwantung, otrora una de las más poderosas unidades militares del Ejército japonés, fue arrollado. El 15 de agosto Tokio firmaba la paz.

En pocos días, el Imperio de Manchukuo, se había esfumado. Su emperador Pu Yi, abdicó al trono, de un estado fantasma, y decretó la disolución de aquella ficción creada por los japoneses, e intentó huir con su gobierno rumbo a Japón, para rendirse ante los americanos. No pudo lograr su cometido, fue capturado por los soviéticos. Pu Yi, fue juzgado y encarcelado por el gobierno comunista chino, para luego terminar sus días como un ciudadano común, hasta su muerte en 1967.

El fin del imperio de Manchukuo, fue un verdadero caos. Un millón y medio de civiles japoneses, en su inmensa mayoría quedaron librados a su suerte. El ejército japonés, había sido destruido por lo soviéticos, y sus soldados enviados a campos de trabajo forzado en Siberia. Pocos saldrían de aquel infierno. Los civiles, sin medios de transporte, emprendieron una dura marcha a las ciudades buscando refugio, sufriendo penurias en manos de milicias chinas, tropas soviéticas, como del invierno. Cientos suicidaron ante estas dramáticas circunstancias. 175.000 perdieron la vida en el duro invierno de 1945-1946. Pero el drama no terminó ahí.

No todos los que participaron de las duras marchas, ante el avance de los soviéticos, pudieron regresar a Japón. Mac Arthur, como responsable de Japón, organizó la repatriación de parte de aquellos colonos en 1946, pero no todos pudieron salir.

Muchos fueron reclutados de manera forzada por las fuerzas contendientes chinas, en plena guerra civil entre nacionalistas y comunistas. Manchuria, se había transformado en una base del Ejército de Liberación Popular, liderado por Mao. Los antiguos colonos que quedaron en China esperaron varios años más, para ser repatriados, en la más absoluta miseria, dado que habían perdido todos sus bienes en los últimos tiempos del caótico derrumbe del Imperio de Manchukuo.

Pasaron noventa años desde la creación de un estado fantoche, que no fue más que una fachada para un proyecto colonial. Todavía en las ciudades del norte de China, quedan vestigios de edificios e infraestructuras de tiempos del dominio japonés, testimonio de un tiempo, cuyas heridas no han sanado del todo.

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