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Gaza y los palestinos. Las preguntas incómodas para la política israelí

El Minuto | La guerra contra el grupo Hamas, iniciada en octubre de 2023, como resultado del ataque terrorista llevado a cabo por la citada organización, parecía ser una de las tantas operaciones punitivas llevadas a cabo por Israel para mermar las capacidades militares de Hamas y liberar a los cientos de rehenes cautivos en la Franja de Gaza. Pasaron varios meses y las fuerzas militares israelíes, libran una dura guerra entre los escombros de Gaza contra millares de combatientes de Hamas en un marco que pareciera no tener final cercano.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina

La política de divida y reinarás, patrocinado directa o indirectamente por Israel, para debilitar a la OLP, tuvo como resultado el surgimiento de un mal mayor: Hamas. La imposibilidad que los Acuerdos de Oslo, trajeran estabilidad, por condicionantes de los frentes internos israelí y palestino, permitieron que Hamas, lo mostrara como un rotundo fracaso. El diálogo no era la salida, sino una lucha sin cuartel, donde la táctica terrorista es el eje principal del accionar del grupo, para destruir Israel y crear un estado islámico palestino. La corrupción e incapacidad de al Fatah, de construir, con el espacio mínimo dado por Oslo de una entidad política viable, sentó las bases para que Hamas ganara las elecciones de 2006.

La opinión pública palestina, al ver como Occidente reaccionaba duramente con la posibilidad que el brazo político de un grupo terrorista se hiciera con el gobierno palestino, fue utilizado como una poderosa arma política. La escasa credibilidad que tenían los palestinos en Estados Unidos, la Unión Europea o las Naciones Unidas, se esfumó, al considerarlos como enemigos de la voluntad popular palestina. La creación de dos gobiernos palestinos rivales, uno de ellos convertido en paria, en el caso de Hamas, fue una ganancia de corto plazo para Israel.

La pauperizada Gaza, permitió que los islamistas consolidaran su poder. El alto desempleo juvenil, creó un caldo de cultivo para reclutar personal para la rama militar de Hamas. La ayuda internacional, fue desviada para transformar a la Franja de Gaza en un bastión de un régimen islamista, del cual pocos se atreven hablar de las violaciones de los derechos humanos, persecución a la pequeña minoría cristiana – que existe desde tiempos del imperio romano – o la situación que viven trabajadores que tienen que buscar mejor fortuna en Israel. Sobre ellos recae la sospecha de ser “colaboracionistas”.

Los “éxitos” del régimen de Hamas, fue un bloqueo, que ha permitido que la economía informal prosperara, canalizar el descontento de la población por las duras condiciones de vida para obtener siempre un número adecuado de reclutas. Los millones de dólares enviados en ayudas desde la comunidad internacional, como de los regímenes de Irán y Qatar, fueron a parar al desarrollo de una infraestructura industrial para producir proyectiles, túneles y apoyase en infraestructura civil, para ocultar la poderosa estructura militar creada por Hamas y en menos medida sus aliados como Yihad Islámica Palestina. Esto permitió desarrollar una poderosa fuerza de artillería móvil, cuyo rol, no es batir blancos militares, sino civiles, generando un impacto directo en la moral y psicología de la sociedad israelí.

El Estado de Israel, desvió millones para crear la llamada “Cúpula de Hierro” que fue eficiente por muchos años, pero el ataque del 7 de octubre de 2023, demostró que los líderes del Hamas habían identificado otras posibilidades, seguramente apoyados por Irán. La precisión del ataque en un momento de debilidad de Israel, la coordinación y planificación, como sorpresa, son obra seguramente de un estado mayor profesional, sin ninguna duda, Irán.

El ataque del 7 de octubre de 2023, puso en evidencia el nivel alcanzado de la conducción estratégica de Hamas, más allá de la larga sombra de Teherán. El ataque logró confundir a la inteligencia israelí y con una muestra de notable sincronización, el asalto combinó el secuestro de civiles, lanzamientos de miles de cohetes, ciber ataques, y ataques tipo comando por tierra, aire y mar. Los objetivos del liderazgo de Hamas eran claros, y tuvieron sus efectos: la solidaridad árabe, el impedir que Israel normalizara sus vínculos con Arabia Saudita, aunar a la población palestina bajo la causa islamista del citado grupo.

El asesinato de civiles, el secuestro de menores de edad, adultos mayores en situación de absoluta vulnerabilidad con sus cuidadores, como de una violencia contra bienes y personas, en las zonas fronterizas con Gaza, conmocionaron a una sociedad israelí, movilizada y en crisis, por los intentos del gobierno del primer ministro Netanyahu de concentrar poder. La presión de los acontecimientos, llevó al gabinete israelí a ordenar la intervención militar en la Franja de Gaza, donde Hamas, utiliza a sus desdichados ciudadanos, como escudos humanos.

La tragedia humanitaria, dejaron de lado el drama de los rehenes, muchos de ellos muertos en cautiverio y vaya saber en qué condiciones. El relato de mostrar a los palestinos como víctimas de Israel, se impuso. Estados Unidos ha presionado, seguramente a instancia de los Estados árabes – grandes ausentes y que poco y nada han hecho por sus hermanos palestinos – para limitar la Operación Espaada de Hierro, que tiene que ver con el juego político que busca generar Hamas y sus patrocinadores, especialmente Irán. El objetivo sin ninguna duda movilizar la opinión pública palestina para mostrar a Hamas como la “verdadera resistencia”, debilitar al gobierno fantasmal de Abbas y obligar a Israel a mayor represión, que deteriore su imagen externa, le reste apoyos políticos en Estados Unidos y Europa, explotar las divisiones internas de la sociedad israelí, provocando una crisis en su frente interno. Una estrategia que busca erosionar las bases del Estado de Israel.

La Operación Espada de Hierro, será una victoria pírrica. Hamas construyó su infraestructura militar sobre la civil. Los puestos de mando y comunicaciones, pueden estar en edificios de familia, mezquitas o escuelas, y el sistema de sanidad, emplea las estructuras civiles. Destruir la capacidad militar de Hamas, implica atacar blancos civiles, algo condenado por Derecho Internacional Humanitario, como también condena los actos del 7 de octubre de 2023, donde fueron tomados cientos de rehenes israelíes, algo que es considerado crimen de guerra.  La batalla propagandística, fue ganada por el mencionado grupo palestino, quedando de lado, el drama de los rehenes, donde muchos son menores de edad, los asesinatos y crímenes sexuales.  Los medios de comunicación, tomaron como referencia las cifras dadas por el Hamas. Dado las características de la guerra que libra este grupo terrorista, en muy probable entre los civiles muertos, se encuentren numerosos combatientes islamistas, que no usan uniforme, ni distintivos como beligerante.

El actual estado de cosas se debe a varios motivos. Israel, consideró que el régimen islamista en la Franja de Gaza, era un riesgo que se podía contener y era funcional a mantener a los palestinos divididos. Esto favorecía a los intereses políticos que apoyan la política de asentamientos en Cisjordania. El Estado Palestino, una realidad virtual de la mano del veterano Mahmoud Abbas, agregándose, que la situación de los palestinos había pasado a segundo plano por parte de los Estados árabes, fue considerada por los “halcones” de Jerusalén una oportunidad para dejar en el limbo la   idea de un estado palestino.

Teherán percibió rápidamente esta situación y encontró en las masas descontentas palestinas, azuzadas por la pobreza, la corrupción de al Fatah y un estado propio, que solo existe en la ficción, un ámbito propicio para apoyar la expansión de sus maniobras desestabilizadoras, para debilitar a uno de los principales obstáculos para sus aspiraciones hegemónicas: Israel. 

Irán libra una compleja batalla cultural, ideológica, religiosa y política, difícil de comprender para las mentes occidentales, tan alejadas de la religiosidad. El fin del Estado de Israel y la “conquista” de Al Quds – denominación árabe de Jerusalén – sería una victoria sin precedentes para Teherán, que terminaría triunfando sobre los rivales sunnitas en una competencia religiosa que se remonta a tiempos de los califas árabes. El régimen de los ayatolás, pregonan que el camino correcto en el islam, el chiismo duodecimano, y una victoria sobre el sionismo, pondría en un papel central a la Revolución iraní. No cabe duda, que tiene que ver con las raíces profundas del legado de la guía suprema Ruhollah Jomeini.  Es posible que los políticos israelíes, subestimaron la “larga sombra” de Teherán y sus alianzas tácticas con grupos radicalizados, como el caso del Hamas.  Hoy se están pagando las consecuencias.La incapacidad de las partes de alcanzar a un acuerdo razonable, para implementar la solución de dos Estados, como fue acordado en Oslo en los 90, derivó en un callejón sin salida, donde los extremismos de las partes involucradas han prevalecido. 

Operación Espadas de Hierro ¿respuesta improvisada?

La respuesta de Israel ante el ataque terrorista del 7 de octubre de 2023, fue meramente reactiva, donde la presión de la opinión pública doméstica y el drama de los rehenes, llevó al gobierno de Netanyahu a dar una respuesta draconiana, enfrentando a un enemigo huidizo, que no duda en utilizar el más de millón de palestinos, refugiados en Rafah, como escudos humanos, que ha degenerado en una crisis humanitaria. La postura de Estados Unidos y sus aliados europeos, es ambigua, dado que no critican abiertamente a Hamas, siendo funcionales de alguna u otra manera a su propaganda, ya que no hay declaraciones o presiones por la liberación de los rehenes.

En el plano operacional, las fuerzas israelíes centraron sus acciones en el barrido de localidades fronterizas a la Franja, operaciones aéreas sobre objetivos de valor militar del Hamas, y la imposición de un bloqueo, con la finalidad de evitar que el citado grupo, siga recibiendo apoyo externo y evitar que sus cuadros dirigentes puedan exiliarse.  En el plano táctico, estamos ante un escenario de combate urbano, con una peculiaridad, la red de túneles, en los cuales miles de combatientes de Hamas despliegan sus medios de combate, estructuras de comando y control, logística, además de esconder a los rehenes capturados en octubre de 2023. Llevar a cabo acciones contra esta peculiar infraestructura implica generar importantes destrucciones de la infraestructura civil, con su costo político.  La respuesta de Hamas fue replegarse a sus posiciones, llevar a cabo acciones de golpear y huir, oponer una tenaz resistencia, buscando un conflicto prolongado que desgaste al Estado de Israel desde lo económico y político.  La lluvia de cohetes y proyectiles continúa, siendo su objetivo debilitar el dispositivo conocido como “Cúpula de Hierro” además de actuar sobre la moral de la población israelí, con el objetivo de mostrar que la operación militar israelí es un fracaso.

El objetivo de llevar a cabo una guerra prolongada parece ser una realidad. La apertura de rutas humanitarias les dará oxígeno a los combatientes de Hamas. El grupo creó en el drama humanitario de Rafah, un bastión, donde posiblemente combatientes estén allí refugiados, junto con sus mandos militares. Usan la miseria de sus compatriotas para explotarlo políticamente, algo muy similar a la estrategia adoptada por el general Ojukwu, jefe militar de Biafra. Este no dudó en utilizar la hambruna de su pueblo, para obtener ayuda que era canalizada de alguna manera al esfuerzo de guerra de la agónica república biafreña frente a las tropas federales nigerianas. El mundo conmovido por las escenas de miseria y desesperación envió ayuda, que en más de un caso fue desviada para sostener un esfuerzo para una guerra que estaba perdida. Hamas sigue el mismo juego y utiliza la miseria que viven millares de palestinos, para explotarlo a su favor.

El gabinete de Netanyahu, busca eliminar el liderazgo político militar de Hamas, destruir su capacidad de ejercer el gobierno de Gaza sobre la base de una estrategia de erradicar de raíz al citado grupo. La respuesta de los islamistas, su capacidad de resiliencia, sorprende. Israel no podrá salir del atolladero solo y eso lo saben muy bien los líderes del Hamas como sus patrocinadores. Estados Unidos en un primer momento dio pleno respaldo a Israel, para luego ir cambiando su postura, buscando una salida negociada, que se traduce en tensiones entre ambos países. Desde el mismo Congreso se habla de reducir la ayuda militar a Israel, como herramienta de presión ante la crisis humanitaria. La Unión Europea sigue el mismo derrotero. Sin ninguna duda Hamas y sus aliados ganan tiempo. El gobierno israelí, tampoco al parecer tiene muy en claro que hacer con Gaza, solo habla vagamente de entregarlos a la Autoridad Palestina, cuyo gobierno está completamente desgastado y desprestigiado.

En el marco de este conflicto Hamas logró dejar en segundo plano el drama de los rehenes y los crímenes del 7 de octubre, ganó espacio en la población palestina, logró que las condenas internacionales hacia su accionar quedaran en el plano de la retórica. Israel, tiene que hacer frente a una tensa calma en Cisjordania, la posibilidad de un ataque a escala por parte del grupo terrorista Hezbollah y un creciente discurso antiisraelí en países árabes moderados, que los llevó a mantener una postura neutral, funcional a los terroristas. La falta de liderazgo de Estados Unidos, quedó reflejado en sus contradicciones, donde el drama de los rehenes israelíes pasó a segundo plano.

El gobierno israelí está aislado en el plano internacional, encontrándose sumamente presionado por el resultado de la guerra, el reclamo del retorno de los rehenes, agregándose supeditar su regreso a las extorsiones de Hamas, los cuestionamientos judiciales pendientes de Netanyahu, y una sociedad que está teniendo grietas políticas importantes. Israel perdió la batalla de la propaganda y ello demanda un cambio de estrategia. No cabe duda que llegó la hora que los políticos israelíes tengan que hacerse preguntas muy incómodas y tener en cuenta que el objetivo del terrorismo, es atacar las bases del estado democrático, generar una crisis interna, que afecte la estabilidad y viabilidad de Israel como Nación. Las preguntas incómodas se vinculan con la política israelí en Cisjordania; la vigencia de la ley marcial desde hace décadas en dicho territorio; reducir la dependencia política y militar de Estados Unidos; superar las crecientes fracturas dentro de la sociedad israelí; y el riesgo de la expansión de la agenda extremista islámica entre los árabes israelíes.

Las facciones palestinas son incapaces de gobernar y son de alguna manera rehenes de otros actores. La Autoridad Nacional Palestina es un estado fallido. Esto genera mayor incertidumbre sobre la viabilidad del estado palestino frente a la presión del extremismo.  El desempleo en Cisjordania según la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Comercio), supera el 13% – siendo mucho mayor la desocupación juvenil – y el 45% en Gaza, agregándose que el 40% de los palestinos precisa de ayuda humanitaria urgente. La guerra significó que el desempleo en Cisjordania trepara al 32%. Esto genera mayor dependencia de los puestos de trabajo en Israel. La carencia de una moneda propia, sujeta la endeble economía palestina al de un país del primer mundo. La ayuda internacional supuso en 2022, el 3% del PIB palestino, cuando en años anteriores alcanzó hasta el 27% del PIB.  El régimen de Hamas desvió millones de dólares para construir túneles, fábricas de proyectiles, pagar miles de combatientes, en vez de hacer algo por la pauperizada Gaza.  La “aventura” terrorista del 7 de octubre de 2023, significó para los empobrecidos gazatíes la pérdida de 190.000 empleos Nadie se atreve hablar al respecto del pésimo manejo de la ayuda internacional y como sus fondos fueron desviados para cadenas de corrupción y la expansión del extremismo político.

En el plano militar las fuerzas irregulares de Hamas, explotan al máximo el ambiente urbano y en especial el empleo de los túneles, les permite obtener ciertas ventajas relativas, manteniendo el principio de sorpresa.  El Comandante del Frente Sur, general Finkelman, tiene un serio desafío de destruir la red de túneles. La ofensiva se dividió en dos ejes de avance, buscando aislar las tropas de Hamas. Los ingenieros de combate, tienen una importante labor, especialmente para desbaratar la red de defensa subterránea. El avance está encabezado por tanques apoyados por elementos de infantería regular y fuerzas especiales. Los daños colaterales están a la orden del día, dado que los terroristas usan los campos de refugiados y hospitales como bases logísticas propias. Esto obligó al mando israelí actuar en consecuencia, a pesar del costo político. Las tareas de despejar el terreno se han tornado en un trabajo engorroso, la red de túneles que todavía existen, permitió que fuerzas del Hamas lanzaran ataques con cohetes detrás de las líneas israelíes.

Las operaciones aéreas y las barreras de artillería, llevaron a la Franja al colapso. Desde el punto de vista militar, el objetivo es altamente probable es limitar la movilidad de Hamas, aislar a sus combatientes y desarticular sus estructuras de comando, como logísticas. Israel mantiene una presión constante y optó por no negociar con el Hamas, buscando que la moral de sus elementos de combate decaiga ante la crisis humanitaria y el colapso de la infraestructura civil en Gaza, vital para el funcionamiento del aparato militar del citado grupo.

La verdad al desnudo

El conflicto puso en evidencia que el liderazgo político israelí subestimó la magnitud de la amenaza de Hamas. La política de “contención” con acciones de represalia, no logró limitar la capacidad militar de la organización mencionada. La escalada de violencia que vivió Israel en los meses previos al fatídico 7 de octubre de 2023, fue sin ninguna duda una operación de “tanteo” para estudiar las reacciones del gobierno, de por sí, atrapado en la crisis por la reforma judicial, que derivó en una situación institucional delicada. La política de tolerar o buscar réditos de dos gobiernos palestinos rivales, tiene que ser revisada, llegó la hora de plantear una discusión seria sobre la cuestión palestina. Asimismo, los palestinos deben tener en cuenta que el camino a la radicalización y apoyar a los islamistas, es un camino que los llevará a más violencia y miseria. Por otro lado, los políticos israelíes deben revisar sus acciones en Cisjordania.  En el plano de la política exterior, Israel debe observar el ejemplo de Armenia sobre las promesas de Estados Unidos y sus aliados europeos; más de 120.000 armenios tuvieron que abandonar el enclave de Nagorno Karabaj – donde vivieron allí por más de un milenio – para evitar ser víctimas de una posible limpieza étnica. Ahora el gobierno de Ereván, vive momentos oscuros y de extrema vulnerabilidad, esperando el milagro que la Unión Europea haga algo.

Israel si quiere salir del atolladero, precisa por un lado movilizar la opinión internacional a los fines de presionar a Hamas por los rehenes. Estamos ante un crimen de guerra. Por otro lado, es preciso, la existencia de un gobierno único para todos los palestinos, en el marco de un proceso de “peacebuilding” liderado por una misión de mantenimiento de paz de Naciones Unidas.  La estrategia de seguridad de Israel, debe ir más allá de la respuesta militar, tiene que incluir acciones para contrarrestar la prédica de los grupos terroristas y pensar en el “día después” para Gaza. Sea como fuere, el 7 de octubre de 2023, será un antes y un después en la historia israelí.

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